lunes, 7 de mayo de 2007

Testigo de boda

Quién no ha sido testigo en una boda? Ya sea de un familiar o amigo, todo el mundo sabe lo que es esto. Quizá antaño entrañaba una responsabilidad que no ha trascendido a nuestros días, que nuestros antepasados no nos han sabido inculcar. Antes, cuando uno era testigo en una boda, era todo un acontecimiento. Te ponías casi a la altura de los novios y cobrabas un protagonismo inusitado.

Los aspectos formales del evento eran prácticamente los mismos que los de ahora, pero la mentalidad es la que ha cambiado radicalmente. Veamos, te dicen que vas a ser testigo en la boda de un buen amigo. Ostras! Si es tan buen amigo y me conoce tan bien, por qué me hace esto? Qué le he hecho yo para merecer esto? Tantos años de amistad no han servido para nada? Y cuando te lo comenta te quedas con una cara de circunstancia que contrasta con la suya de alegría. Sí, si, claro! Cómo no me va a hacer ilusión … ufff!!! Mucha, mucha … no, lo que pasa es que soy un tipo que no deja aflorar sus sentimientos así, al exterior, pero por dentro, por dentro si que lo estoy agradeciendo … Ya!. Y lo primero que piensas es que esa se la guardas, que cuando te toque a ti se va a enterar!

Por qué a mi? Pero no es más amigo tuyo Alberto? Sí, ese, ese ... bueno, es cierto que no le ves desde el instituto, pero esos tiempos unen para siempre!. Nada, ya no te libras, te ha elegido y no tienes manera de evitarlo. Tú hubieras preferido que uno de tantos días que habéis salido por ahí de marcha, te invitara a una buena cena y las copas de la noche, pero va el tío y no conforme con fastidiarte un fin de semana en mitad de tus vacaciones, te hace ponerte un chaqué.

Y como te diga que la boda es fuera de tu ciudad, ya te ha hundido del todo. Empiezas a pensar en el precio del chaqué, del regalo, del hotel, del viaje … ufff! Sí! No tengo novia, bien! Ya no pago dos cubiertos!. Si conmigo no tienes compromiso de ningún tipo! En las bodas invitas a un montón de gente por compromiso porque son amigos de tus padres, porque ellos fueron a las bodas de sus hijos, vecinos, primos y tíos lejanos que no sabes ni sus nombres … si ya tienes gente suficiente en la boda y te va a costar un riñón, por qué hacerle eso a tus mejores amigos? Déjales! Que si quieren ir, pues ya te lo dirán ellos, pero no les digas encima que vayan de testigos.

Para qué están las despedidas de soltero, eh!, para qué! Pues para eso, para que celebres tu boda con los amigos como a todos os gusta. Pues si ya la han celebrado antes contigo de esa manera, no les hagas lo otro! A la boda, pues los compromisos. Yo creo que si se instaurara la tradición de empezar a nombrar testigos a todos aquellos que van a las bodas sin casi relación con los novios, los típicos que hacen bulto, ya verás como dejaban de ir y sólo te juntabas con aquellos que de verdad te importan.

Yo he sido testigo en algunas bodas y creo que lo podía haber hecho algo mejor, lo reconozco, pero de momento la táctica no está saliendo mal del todo. Si no te gusta el protagonismo de ser testigo porque tú vas a seguir siendo igual de amigo que antes pero sin vestirte de chaqué, lúcete, quítale cierto protagonismo al novio que eso no gusta a nadie y ya no te volverán a elegir.

El primer buen amigo que se casó allá por los 22 añitos me lo preguntó … oye, sinceramente, quieres ser testigo de mi boda? Antes de todo hay que ir a la iglesia con un testigo un día normal a firmar que me conoces, que no estoy casado, que soy buen tipo … con que vengas a eso me vale. Pues mira, sí, me hace más ilusión eso. Gracias. Y tan contentos los dos.

Claro, se casó tan joven e inconsciente, digo, tan joven, que luego pasaron varios años hasta que tuve otra boda de un amigo. Como me dijo lo mismo, que fuera primero a la iglesia a firmar lo típico, pues creía que con eso bastaba, que mi función ya estaba realizada. Yo ahí soy bueno, todo hay que decirlo, las cosas como son. De testigo en la liturgia religiosa puedo tener mis lagunas y carencias, pero en esto, en esto soy bueno. Firmo donde me dicen digo a todo que sí y no complico a nadie en su día.

Y llegó el día. Era el primero en casarse dentro de este grupo de amigos y se esperaba con interés. Cuando eres el primero a todo el grupo le hace mucha ilusión y hasta a alguno no le importa ponerse el chaqué porque adquiere cierta relevancia entre el resto … sí, qué pasa, me ha elegido a mi entre todos vosotros jeje. Pero esto es con la primera boda del grupo, luego piensas a mi no, por favor, a mi no!!! No me escojas a mi por lo que más quieras!!!

Creo que la ceremonia estuvo bien, aunque no lo recuerdo mucho porque un hecho me hizo olvidar el resto. Testigos a ambos lados de los novios, muy elegantes todos ellos, pero sobraba una silla, nos preguntábamos de quién sería, quién tenía que sentarse ahí o es que era así aposta, el caso es que sobraba. Llegó la hora de las firmas y mientras esperábamos todos en los bancos, vemos a una de las hermanas del novio andando atropelladamente entre los pasillos de la iglesia mirando a todos lados y con cierta cara de preocupación …
- Rafa, Rafa! Pero qué haces ahí, que te están esperando!
- Esperando para qué?
- Pues para firmar!
- Para firmar el qué?!
- Pues la firma de los testigos, que tienes que firmar como testigo!!!
- (Y ahí estaba yo, mezclado entre el público asistente, en un banco cualquiera y vestido con traje normal … se me había olvidado que era testigo! Pero esas cosas se dicen, hombre, se avisan con la suficiente antelación!) Testigo?!?! Pero si …
- Pues claro! Eres testigo y tienes que firmar!

Y salí. Y vi la silla vacía entre los testigos. Y entendí todo, era la mía. Y vi la cara de mi amigo. Y la de su novia (ya mujer) y las familias. Y vieron la mía. Y supieron que se me había olvidado. Y firmé. Y aguanté el resto del día las risas y bromas de mis amigos al respecto. Y adquirí un protagonismo no deseado. Y no gustó. Y no he vuelto a ser testigo en ninguna boda de este grupo de amigos.

Más adelante también lo fui en la de un hermano, pero bastante fácil. Me informé muy bien anteriormente y no me tenía que poner chaqué ni estar delante ocupando una silla (quizá fui un poco pesado en este punto, pero tenía que dejarlo bien aclarado), podía estar a mis anchas donde yo quisiera, sólo tenía que firmar al final de la ceremonia. Llegado el momento de la firma, por mis experiencias pasadas sabía que te daban un libro y ahí firmabas, pero esta no fue así. No sé si al cura se le olvidó el libro, se le perdió, no tenía libro o yo que sé, pero arrancó una hoja cuadriculada de un cuaderno del colegio y ahí nos hizo firmar a todos con la explicación de que ya luego él lo pasaría al libro auténtico. Cómo? Las iba a falsificar? De momento siguen casados, así que debe ser bueno falsificando firmas.

Tras alguna peripecia más en otras bodas, me vuelven a seleccionar de testigo para la boda de otro grupo de amigos. Y esta era en pleno mes de Julio en Galicia, en mitad de mis vacaciones. Pensé que al fin y al cabo iba a tener suerte porque estaba en Gijón pasando unos días con la familia, así que no me costaría mucho desplazarme a Villagarcía de Arosa para el evento. Los 4 amigos que íbamos nos alojaríamos en Pontevedra en la casa de la abuela de uno de ellos, que está a una media hora de camino del sitio de la boda. Sí, ya! Resulta que aunque ambas ciudades estén en el norte no es tan sencillo ir de una a la otra por autopista, así que unas 5 horitas me llevó el viaje.

El encontrar la casa me costó lo mío y como mis amigos aún no habían llegado, tras deambular una hora por la ciudad dando un paseo, cenar solo y tomarme alguna copa solo en el mismo bar, por fin llegan. Nos instalamos, pequeña salida nocturna por la ciudad y a esperar la boda al día siguiente.

Ese día, hizo muy buen tiempo, cosa de agradecer en el norte ya que la celebración tendría lugar en unas carpas instaladas en los jardines de la casa de la novia en pleno puntal de la ría de Arosa. Aprovechamos para comer por Pontevedra e ir haciendo tiempo hasta la hora de la ceremonia que era por la tarde. Y ahí estábamos, tomando el sol tranquilamente a las 17.00 horas en una terracita mientras apurábamos el último café cuando nos entró la duda:
- (…) Oye, cómo vamos de tiempo? Alguien sabe a qué hora es la boda?
- Sí, yo creo que es a las 18.00 horas, dije. Deberíamos ir pensando en irnos.
- No, qué va! Es a las 18.30. Aún nos queda tiempo.
- Que no, que yo creo que es a las 18.00, que lo vi en la entrada.
- Bueno! En tu entrada no sé qué pondrá, pero en mi invitación ponía que a las 18.30
- Alguno tiene aquí la entrada, invitación, ticket, pasquín, folleto o lo que le hayan hecho llegar los novios para ver la hora?
El no fue unánime. Única vez en que nos pusimos de acuerdo todos a la primera. Sólo teníamos uno y estaba en el coche.
- Bueno, pues le llamamos y que nos diga. Ni que decir tiene que el novio a menos de 2 horas de su boda no está pendiente del tlf móvil por si sus amigos le llaman para saber a qué hora es.

Y este debate nos llevó un buen rato, porque lo malo de ser 4 es que puede darse un empate en las opiniones, cosa que nos sucedió, por lo que se alargó más de la cuenta. Y claro, si se alarga más de la cuenta, los beneficiados son los que dicen que la boda es más tarde. Además, como hacía buen tiempo pues tampoco importaba mucho.

Así que a las 17.30 decidimos irnos a cambiar, ducharnos, ponernos los chaqués y coger el coche para ir a Villagarcía. Fue montarnos en el coche a las 18.05, empezar a leer la invitación y ponernos pálidos y recorrernos un sudor frío por todo el cuerpo. El aire acondicionado a tope no servía más que para congelarnos las gotas de sudor que nos caían por la frente y dejarlas como estalactitas. La boda empieza a las 18.00 horas!!!! Si es que ya os lo dijimos pedazo de … os lo dijimos!!! Y ahora qué? Ahora qué hacemos? Y aparece la voz del tranquilo, del que dijo que empezaba más tarde y se pone a hacer cálculos … No pasa nada, la novia se retrasará unos 15 minutos y si le pisamos bien pues podemos llegar a y media. Creo que por el planito adjunto sé dónde está la iglesia.

Y no lo sabía. Qué iba a saber!. La Iglesia que pensábamos no era esa. Preguntando a los pocos peatones que vimos por la ciudad conseguimos llegar a la puerta pero imposible aparcar. Cuando lo hicimos carrera frenética atravesando calles sin mirar si venían coches mientras nos poníamos la corbata, el chaleco y la chaqueta. Por fin habíamos llegado. Sí, con 45 minutos de retraso, pero la estrategia estaba pensada. Nos quedaríamos al final donde nadie se fijaría en nosotros.

Entramos en la típica iglesia abarrotada de gente, por la puerta de detrás que chirriaba al abrirla. Nos acabamos de poner la chaqueta dentro y vemos que están haciendo cola para la comunión. Bien, eso nos favorecía porque ante tal barullo de gente de pie fuera de su sitio no extrañaría tanto nuestra presencia ahí. Además, si debemos ser como 10 testigos por cada lado, tampoco se notará tanto nuestra ausencia.

No nos da tiempo a serenarnos cuando se nos acerca una señora … los testigos delante, los testigos delante!! Da igual, no se preocupe, aquí estamos bien! El arroz, ya sabe …. Sergio decide romper unilateralmente el pacto de pasar lo más inadvertidos posible y aprovecha la cola de la comunión para avanzar por ella y sentarse en los primeros bancos para disimular un poco. Mientras tanto se nos acerca un señor a y mirándonos con aire de displicencia mientras nos recuerda que somos como los de 4 bodas y un funeral. Por qué? Por qué tanta gente pendiente de nuestros movimientos? Si nosotros no somos los protagonistas, sino los novios!

Sergio va un paso más allá e intenta integrarse del todo cuando le dice al primo del novio que ve un poquito emocionado a éste. Es que no le has visto antes cuando se ha puesto a llorar al entregar los anillos, le pregunta? Bueno, verás, es que … sí, si claro, siiiii. La cosa no iba bien, habíamos llegado 45 minutos tarde y estábamos haciendo de todo menos pasar desapercibidos.

Cuando llegó la hora de los testigos y no firmamos como marcan los cánones, tampoco nos extrañó y no protestamos en absoluto, la verdad. Después de la que se estaba montando no era cuestión de menearlo más. Era la primera vez que podíamos mantenernos al margen y nadie nos echaría de menos.

Por fin acaba la misa y salimos todos fuera. Nos mantuvimos al margen, en un rinconcito sin llamar mucho la atención y saludando a los pocos que conocíamos. Nos estábamos haciendo las pertinentes fotos tras felicitar a la joven pareja, cuando se nos vuelve a acercar otro señor distinto del anterior … menudas horas de llegar, eh! Como los de 4 bodas y un funeral! Sí señor, esto es hacerse notar!. Otra vez, otra vez!!! Pero qué pasó! La gente estaba toda dando la espalda a los novios y el altar y estaban mirando las puertas traseras a ver cuándo llegábamos y estudiando todos nuestros movimientos?!?!? No tenían nada mejor que hacer?

Abandonamos el lugar en cuanto vimos salir a los novios para que se enfriara un poco el ambiente y se olvidaran de nosotros. Nos fuimos un poco perplejos al enterarnos que todo había ido en nuestra contra desde el primer instante, porque no es que la novia se retrasa un poco para dar tiempo al novio a llegar (la quintaesencia de la impuntualidad, por otra parte), noooo, qué va, sino que se había plantado en la iglesia 5 minutos antes de la hora señalada y había empezado la ceremonia sin el padre del novio!!!!. Sí que tenía ganas de casarse la chica, madre mía!. En fin, que pensamos que la cosa estaba un poquito tensa pero con unas cañas de por medio y el aperitivo anterior a la cena aquello cambiaría. Pero no, error. Con bebida de por medio no es que se olviden de uno y la cosa mejore, al revés, sino que la gente pierde el control de sus actos y luego pasa lo que pasa.

La vista desde los jardines era impresionante y el día acompañaba. Los camareros pasaban con bandejas entre los invitados, pero extrañamente pese a encontrarnos en Galicia, tierra de buen comer por excelencia, había más bebida que comida, lo que se vio reflejado al instante en el comportamiento de la gente y, más en concreto, en el de mis amigos.

Pasamos a las mesas en la carpa y primera sorpresa. No sólo nos sorprendió que la mesa principal no era de las clásicas ya que no estaban los padres de ninguno de los novios sino éstos con algún hermano y algún que otro amigo que sí había sido puntual al evento. Miramos y miramos en las listas y Javi no aparecía por ningún lado. Será que no le habían invitado y estaba de gorrón? Pero si iba de testigo! Será que el novio se enfadó con nosotros por la impuntualidad y mandó eliminar a alguno de nosotros y él pagó el pato? Si era así, bueno, habría que aceptarlo.

Yo no estaba en la misma mesa que Sergio y David, así que decidí esperar con Javi a que todo el mundo ocupara su lugar y, si sobraba un sitio en mi mesa, es que simplemente se habían olvidado de marcarlo en el dibujito de las mismas. Dicho y hecho. Con todo el mundo sentado sobraban 2 sitios en mi mesa y ahí que nos sentamos. Fue sentarnos y la manera de romper el hielo la que os podéis imaginar … hombre! Los amigos del novio verdad? Debéis ser buenos tipos porque mira que siendo testigos llegar 45 minutos tarde a la boda de un amigo. De cañas en el bar de al lado, eh! Yo lo hacía con los amigos cuando era joven, pero no siendo testigo. Me habéis recordado a esta película que … cómo se llamaba? Le preguntaba el graciosillo a su esposa. Ya! Jejeje pensaba yo para mis adentros mientras ya me empezaba a resultar pesada la gracia.

Nos habíamos reservado para la cena sin comer mucho aperitivo porque nos imaginábamos el típico atracón norteño, y más viendo el tamaño de los hermanos de la novia que varios de ellos pasaban de los dos metros de altura y no habían pasado hambre en su vida, por decirlo de una forma suave. Pero no, de nuevo nos equivocamos. Todo muy rico pero escaso. Se veía la porcelana del plato por todos sitios.

Tras conversaciones claramente prescindibles con los compañeros de la mesa llegó la hora de las copas y el baile. Se hizo bastante pesada la sobremesa porque no dejaban de interrumpir con regalos absurdos cada poco. Y decidimos, por fin, ser puntuales en algo. Fuimos los primeros en llegar a la mesa de las copas y, tras nosotros, el resto de invitados.

Otra vez, otra vez la misma gracia de otro de los invitados al vernos en la zona de la bebida, otra vez recordándonos que si la película, que si … se habían puesto todos de acuerdo para hacernos la misma gracia? Porque ya dejaba de ser gracioso y original!. Nos dedicamos a lo nuestro, unos bailes, unas copas, unos bailes, más copas, más copas que bailes y la cosa empezó a tomar un cariz que no nos estaba beneficiando lo más mínimo a ojos de los demás, porque nosotros estábamos encantados.

Ya habíamos caído mal a la familia de él por llegar tarde a la ceremonia y a nuestro amigo por la misma razón e intentar ligar con su hermana delante de su marido, así que nos faltaba la familia de la novia para hacernos notar. No había mucha chica joven en edad de merecer así que nos animamos con las madres y abuelas de los presentes a sacarlas a bailar. La pista de baile y el rincón de bebidas era nuestro. Sólo éramos 4 amigos entre todos los invitados, pero allá donde pasaba algo estábamos nosotros como centro de atención. No podíamos opinar de la ceremonia porque vimos 5-10 minutos y la cena rica pero un poco escasa. Era aquí donde sí estábamos disfrutando. Aunque a alguno se le fue de las manos.

Vi pronto que la cosa se complicaba y que era el menos perjudicado de los amigos, así que dejé de beber a la 3ª copa. Quedaban mínimo 2-3 horas hasta coger el coche y teníamos que recorrer unos 40 km por la noche. Al final de la noche me alegré de la decisión tomada cuando por 2ª vez vi caerse al dueño del coche sobre la mesa de las bebidas. En ese momento el alcohol sirvió de anestésico para no notar que se había astillado un par de costillas con los golpes (algo bueno tiene que tener el alcohol, digo yo!). Otro amigo no tenía carné y al 3º en discordia lo perdimos por un tiempo y posteriormente lo encontramos tirado en el suelo durmiendo tras unos matorrales rodeado de su vomitona. Tenía bastantes papeletas para que me tocara conducir y me tocó.

La vuelta en el coche hasta Pontevedra fue aún mayor odisea si cabe. El alcohol actúa de forma diferente en cada persona y, mientras a alguno le dio por dormirse en el coche y despertar vomitando, a otro le dio por la hiperactividad y aquello parecía una barca de lo que se movía por su culpa.

Dimos mucho de qué hablar en una ceremonia a la que casi ni asistimos y más aún en una celebración en la que más de la que la mitad de los amigos tiene problemas en recordar. A los 2 días, ya de vuelta en Madrid, el novio me dejó en el buzón el DNI y la tarjeta de crédito de uno de mis amigos. Desde el día de la boda, hace ya unos 3 años, no le hemos vuelto a ver.

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