martes, 14 de octubre de 2008

Viaje en autobús

Después de una semana de vacaciones en Gijón con la familia tocaba volver a Madrid. Se me habían acabado los días de descanso y mi autobús de vuelta a casa salía en una hora. Como un autómata estaba haciendo el equipaje para volver de nuevo a la rutina diaria, metiendo todas mis cosas en la maleta en un orden previamente establecido y estudiado basado en la experiencia de anteriores viajes, mientras hacía un rápido repaso de lo vivido esos días.

Es alucinante a qué velocidad funciona a veces la mente, verdad?. Te puedes pasar horas y horas pensando y notando que algo se te olvida, que algo no marcha según lo previsto, que hay algo que no te encaja pero no aciertas a ver lo que es y te dices a ti mismo: “Bah! Seguro que cuando no lo piense, me acordaré de lo que es!” Y seguí con toda naturalidad guardando todo en la maleta.

Y así sucedió. Tras el último repaso a la habitación y cerciorarme que no se me olvidaba nada, que no me dejaba nada atrás, le comenté a mi hermana que seguía echando algo en falta, así que si lo veía ella otro día que me lo devolviera. Pero no hizo falta. Cuando tuve todo dentro de la maleta y le puse el candado … zas! Joé! Ya está, ya lo tengo!

Es una mezcla de sensaciones, porque por un lado sentí un pequeño alivio ya que después de mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza por fin me había acordado, pero por otro también noté una pequeña angustia al darme cuenta que no tenía la llave del candado, que se me había olvidado en mi casa de Madrid. Ya decía yo que no la veía …

Bueno Rafa, pensé tranquilamente, que no cunda el pánico, no pasa nada, y me bajé del marco de la ventana del 6º piso cuando estaba a punto de saltar. Aunque mi documentación está en la maleta, el móvil, las llaves de casa y el billete del autobús están en el bolsillo. Mal será que …

Estaba ya en mi asiento en el autobús, perfectamente acoplado y deseando que se me pasaran rápido las 6 horas de viaje que tenía por delante, cuando empiezo a notar cierta sensación incómoda en el estómago. Al principio pensé que sería porque seguía teniendo hambre, que ese sándwich de ensaladilla rusa que compré en la máquina de la estación no había sido suficiente alimento.

Pero ya no había marcha atrás. Ya no tenía tiempo para tomar medidas. El autobús arrancó y con él mi pesadilla. El mp3 estaba muy bien guardado dentro de la maleta y los cascos que me dieron para ver la peli durante el camino no funcionaban, supongo que para oír con toda nitidez al conductor recomendarnos encarecidamente que el baño que hay en el autobús no es para “hacer mayores”, como él lo definió.

Yo sonreí pensando quién narices en su sano juicio se iba a poner ahí a … pero no había terminado de pensar la frase cuando el sándwich que me comí hizo acto de presencia erigiéndose en uno de los principales protagonistas del viaje. Nuevos sabores que en la primera ingesta no conseguí apreciar afloraban ahora en mi boca en todo su esplendor. Mi estómago parecía una lavadora y yo soltaba fuego como un dragón por todos sitios.

Los sudores y la tiritona que empezaba a sentir no se mitigaban en absoluto con el simple hecho de ponerme la tobera del aire acondicionado apuntándome directamente a la cabeza a su mayor potencia. Le empezaba a transmitir sudor a la chica de al lado como si de dos vasos comunicantes se tratara. Al principio había pensado en ayudarle con su sudoku, siguiendo los consejos de un amigo en estos casos, pero lo descarté pronto al percatarme que ella se separaba más y más por momentos, llegando casi a sentarse en el pasillo.

En mis constantes visitas al baño para lavarme la cara y relajarme, siempre se me aparecía el mismo dilema; por un lado, el conductor con una escobilla de váter zumbándome por todo el autobús y gritándome que el baño no estaba para hacer mayores; por otro, mi estado físico me hacía pensar en “ancha es castilla” y nunca mejor dicho, y dar rienda suelta a todo lo habido y por haber.

Finalmente más mal que bien aguanté 3 horitas de nada hasta que llegamos a un área de servicio para una parada técnica de 10 minutos y seguir camino a Madrid. Son esas horitas que se pasan en un suspiro, vamos, que en ese estado haces testamento porque no sabes cómo va a terminar la cosa.

Cuando nos paramos salí escopetado al servicio de la gasolinera pasando por encima de niños, ancianos, chicas haciendo sudokus y demás compañeros de fatigas sin reparar en cuanto dejaba atrás.

Pero … es curioso cómo reacciona el cuerpo humano en algunos momentos, no? Porque puedes aguantar, qué se yo!, mismamente las 3 horas de camino sin hacer nada, simplemente con tus sudores fríos, tu boca y lo que no es tu boca ardiendo como una barbacoa, pero aguantas. Sí, no sabes muy bien cómo lo haces pero lo consigues. Pero basta que te veas en la puerta del servicio, basta que toques el pomo de la puerta o que sueñes que lo tocas para que … para qué contar!

Por qué?!?! Qué es el tiempo?!?! Qué narices son 5 segundos más en la vida de un hombre?!?! Qué es eso en comparación con toda la eternidad o, sin ir tan lejos, con las 3 angustiosas horas que acabas de vivir?!?! Por qué tu cuerpo dice “hasta aquí hemos llegado”?!?! Qué le importaba llegar 3 pasos más después de tanto sufrimiento compartido?!?! Joé! Que estábamos los 2 en esto, que nos teníamos el uno al otro!!! … y me abandonó!

Lo que tenía que pasar ocurrió. Llegados ya a ese punto, lo que allí dentro se vivió es inenarrable.

Cuando empecé a ser un poquito yo mismo, comencé a percatarme de todos esos aspectos intrínsecos a la situación y que no me iban ayudando lo más mínimo en recuperar la autoestima. Antes la cosa no estaba para perder tiempo preocupándome por si alguien me observaba o limpiando la taza del váter o buscando un servicio con papel o … pero ahora sí. Ahora era el momento de pensar con más calma en todo eso y … Dios! Por qué a mi? Y ahora, qué?

Creo que salí del baño en peor estado de como entré. Bien es cierto que internamente yo me sentía un poco mejor, pero las caras de la gente me demostraban que externamente no era el caso … sudando que parecía llevar gomina, la camiseta como recién sacada de la lavadora bien entalladita y el pantalón corto de deporte que, en fin, dejémoslo en que calaba.

Pensé que en estos casos lo mejor era actuar con naturalidad, sin darle importancia al lamentable aspecto que llevaba, así que me fui a la tienda de la gasolinera a comprar una botellita de agua como quien no quiere la cosa. Pese a estar la cartera con la tarjeta y el dinero en la maleta, siendo previsor como soy, llevaba unos euritos en el bolsillo de lo que aún yo consideraba un pantalón de deporte.

Compré el agua, un sorbito y … pufff!!!! Pero qué … pero qué porquería es esta?!?!?! Miro bien el bote, la gente me mira preguntándose porqué escupo todo … agua con sabor a manzana azucarada?!?!? Pero qué broma es esta??!?! Por qué narices el bote es igual que el de el agua normal?!?!? Lo de menos era el haberme escupido encima, lo malo era el sabor asqueroso que se me quedó en la boca!

Mientras veía a una china correr desesperada gritando en su idioma por toda la gasolinera quitándome algo de protagonismo, lo cual agradecí, entré de nuevo a la tienda a por otra botellita de agua de toda la vida, de manantial o no potable, me daba igual, el caso era quitar ese sabor de boca que juntado con el del sándwich para que seguir contando.

Por fin salí de la tienda y me dirigí a coger el … el qué, joé?!?! El qué narices iba a coger!?!? El autobús o el automierdas!!!! Que se había pirado!!! Que se había ido sin mi??!?! Pero cómo era posible que … Dios!!! Por un instante dudé en cómo había llegado hasta allí, si en autobús, en mi coche, corriendo, en autogiro, a lomos de un velociraptor …. A punto del colapso oí los gritos de la china y entendí chino al instante, se había quedado sin autobús igual que yo. Bueno, igual igual no, que ella no sabía español pero no parecía una vagabunda como otro que yo me sé.

Después de buscar el autobús por la gasolinera por si se había escondido y me estaban gastando una bromita, me paré a reflexionar y analizar la situación con calma … AHAHAHAHAHAHAHHA!!!!!! JOEEEEE!!!!! \@"$!ª!··$ª#~@##!! Una vez que te desahogas ya piensas bastante mejor. Vamos a ver, estoy tirado en mitad de la nada, apestando a sudor y lo que no es sudor, sin maleta y solo con mi móvil, las llaves de casa, una botella de agua y unos euritos … suficiente para un McGyver como yo.

Me manejo bastante mejor si cabe con el chino cantonés y la mujer se declinaba por el chino mandarín, pero bueno, no fue óbice para llegar a un entendimiento rápido ... ella por su lado y yo por el mío.

Tras enésimas conversaciones con la agencia de autobuses y aguantar toda clase de insultos por ser tan paquete de perder el autobús (creo que la chica que llevaba al lado en el viaje fue la instigadora de que saliera antes de la hora prevista), consigo que me admitan en el siguiente que pase.

Aún quedaba una horita larga tirando a casi 3, así que tenía tiempo para mi y para pensar, lo cual a veces conviene que no tenga tanto, la verdad. Fui a la tienda del agua en la que ya me tuteaban al ser cliente habitual y me dirigí directo a la sección de revistas. Tenía tanto tiempo que me compré un periódico deportivo, uno de noticias nacionales y una revista del corazón, pero cuando me estaba yendo, se me iluminó esa lucecita que parecía fundida, esa lucecita que siempre me aparece en los momentos difíciles y me hace actuar con criterio.

Lo tengo!! Había visto una oferta en Ragazza de una camiseta muy chula de “médicos sin fronteras” y me la iba a comprar (otra cosita interesante para leer). Decidí asearme. Sí, era lo mejor visto mi estado.

Pero cuando la vida se empeña en poner todo en tu contra …
- Hola! Soy yo otra vez -dije sonriendo
- Hola! Qué tal el agua esta vez? -me contesta la cajera con cierta sorna mientras pasa los artículos por la caja
- Bien bien, gracias, no sé si está caducada o no pero al menos sabe mejor que la otra.
- Son 10 euros
- Toma … y la camiseta que viene con la revista? Por eso la compro, eh!, no te vayas tú a creer que … vamos que a mi estás revistas no me … -me callé al ver que tenía en la mano la del corazón
- No, la camiseta no te la dan ahora. Dentro viene un vale y si juntas 10 vales ya te la damos.
- Cómo?!?! Pero … 10 vales? Y … y … 10 vales! Uff!!
- Qué haces entonces?
- Espera espera … da igual que sean 10 vales del mismo número o tienen que ser de números distintos? –la pillé, jeje
- Pues pues … no sé … la promoción acaba de salir hoy y …
- Ya está, espera un momento –y me piré corriendo a por 9 números más de la revista –Ya estoy, me cobras todo y me das la camiseta, por favor? –cuando se me mete una idea en la cabeza …
- No sé yo si esto sirve pero … bueno … son 50 € todo
- 50 qué?!?!?! Que no tengo tanto!!!! -Malditas botellas de manzana y de agua!!- Bueno, pues entonces dejo … dejo … jeje, está claro! … me quedo con el deportivo.

Salí de la tienda cargado con las revistas y me fui al baño para cambiarme de camiseta. Lo primero era secar un poquito esos pantalones de deporte que me estaban dando asco, así que aproveché que estaba solo en el baño y me los quité y los puse a secar en el secamanos de la pared. La cosa marchaba bien hasta que empezó a entrar gente que venía en otro autobús.

- Perdone! Perdone! Vienen en un autobús camino de Gijón en dirección a Madrid?
Me miró de arriba abajo, se quedó mirando un ratillo abajo donde se suponía que debería llevar puestos los pantalones, me volvió a mirar arriba, hizo una mueca y ni me contestó. Lo seguí intentando con otros y ya por fin encontré el mío, sí!

Con el pantalón a medio secar me lo puse, me cambié de camiseta y tiré la usada y salí corriendo al autobús a explicarle al conductor mi situación y que yo era el que … sí, ya le había llegado a sus oídos mi aventura!

Por fin, por fin estaba de nuevo camino de Madrid. En una de las 200 llamadas que hice a la empresa de autobuses me confirmaron que tenían mi maleta y ya me quedé tranquilo. Todo se estaba solucionado a Dios gracias.

Y llegamos a Madrid. Paramos en la estación de Méndez Álvaro y me fui directo a la agencia a por mi maleta.
- Hola, buenas noches! Soy Rafa, el que ha estado llamando esta tarde. Vengo por lo de mi maleta
- Hola Rafa. A ver, me puedes enseñar, por favor, tu DNI para comprobar los datos que nos has dado por teléfono?
- No, verás, es que no te lo puedo enseñar porque precisamente mi DNI está en la maleta.
- Pues entonces, lo siento mucho, pero no te la podré dar.
- Pero cómo que no me la podrás dar! Pero si es mi maleta!!! Si os he llamado mil veces y pico y he hablado con todos vosotros y me decíais que ya la teníais!!?!?
- Sí, lo sé, pero sin un documento que te acredite, no puedo entregarte nada … lo siento.
- Espera espera … vamos a ver … no estoy documentado! Te digo que está todo en la maleta! Yo iba en otro autobús con mi equipaje y …
- Si la historia no me la cuentes que ya me la sé! Pero sin un documento no puedo hacer nada, lo siento. Siguiente?
- Llama a tu responsable, por favor.

Casi me apalean en la cola por la que estaba montando, pero ya veía tan cerca mi maleta que no me iba de ahí sin ella, vamos, faltaría con todo lo que había pasado!!!. Tras duras negociaciones consigo convencer al responsable y me hago con mi maleta. Ya era tarde y estaba agotado. No tenía dinero para el metro como para pensar en un taxi.

Y mi lucecita volvió a brillar. Relleno los test de Ragazza en las 10 revistas con distintas soluciones a ver qué sale o, intento venderlas y recuperar algo de dinero para el taxi? La primera opción era sin duda la más tentadora, pero siendo práctico me decanté por la 2ª … y así me fue!

Cuál es el público objetivo de estas revistas, me pregunté. Descartando los tipos que se quedan tirados en las gasolineras, las quinceañeras sin duda! Y andaba yo por la estación ofreciendo las revistas a buen precio a cuantos grupos de chicas jóvenes veía cuando una pareja de no tan jóvenes se me acercó.
- Hola, buenas noches!
- Hola, buenas noches! Quieren una revista a 4 €? Me ha costado 5 y …
- Me puede enseñar la documentación, por favor?
- Qué?
- Si nos puede enseñar la documentación, por favor. Tiene permiso para vender aquí esto?
- Y qué permiso necesito? Quiénes son ustedes? Y qué documentación les voy a enseñar?
La chica me enseñó una de esas plaquitas que llevan los polis de las pelis.
- La documentación, por favor! Le hemos estado observando molestando a varias chicas en la estación.
- Per per perdón, per per perdón! Yo yo yo creía que … que ustedes … vamos que …
- Nos enseña la documentación de una vez!
- No, bueno, verán! Jeje … se van a reír, porque se van a reír! Vamos que tengo el DNI en la maleta y no tengo llave para abrirla así que …
- Abra la maleta! –el chico era más arisco que la chica, todo hay que decirlo … y no se rió, no!-
- Es que no tengo la llave. Acabo de llegar de Gijón en un autobús y perdí la maleta en el primero que iba y conseguí llamar a otro que me recogiera cuando estaba perdido bueno tirado en una gasolinera y no tengo dinero para un taxi porque me gasté todo en revistas para una camiseta porque yo hablé con los de la agencia y me …
- Contra la pared, por favor.
- Qué? Pero si yo no … por favor si yo …
- Por favor, contra la pared! Manos y pies abiertos y contra la pared!
- No me lo podía creer! No daba crédito. Casi llorando de impotencia obedecí. Y cuando me empieza a cachear el hombre, me acuerdo que … -no, no no por favor, ahí no …- No me dio tiempo a avisarle
- Pero qué?!?! Pero qué guarrada es esta? Pero estos pantalones … pero …
- Joé! Si es que quería explicarles antes que cuando me paré en …
- Vamos a comisaría! Si no tiene documentación a la p… comisaría le dijo a su compañera un poco mosqueado por lo que había tocado (entendible, hasta cierto punto, entendible. Si me pongo en su situación … uyyy!!!)

Y allí me tenéis en la comisaría cargado con mi maleta y mi colección de revistas enterita porque no me dio tiempo a vender ninguna. Aguanté todo lo que pude pero al final, ante la amenaza de una multa por estar indocumentado, no me quedó más remedio que rajar la maleta y sacar mis documentos. Que porqué no lo había dicho antes, que menuda historia que nadie se cree, que porqué lo de entrar a quinceañeras, que … en fin, que conseguí salir sin cargos y sin las revistas por si me daba por reincidir.

Finalmente a las tantas de la noche consigo coger un taxi que me llevara a casa. Había sido un día agotador, iba exhausto, agotado, pensando en mis cosas, evadido del mundo real cuando …
- Eh! Eh! Chaval!!! Eh, despierta! Eh! Que ya hemos llegado!
- Ehh!! Qué qué … que hemos llegado? A dónde? A dónde hemos llegado?
- Pues a Madrid! Al final del viaje. Esta es la última parada y te tienes que bajar.
- Ostras! Qué qué ha pasado …
- Que te has quedado dormido … anda baja y coge tu maleta.

Habíamos llegado a Méndez Álvaro. Estaba en la estación de autobuses. Me había quedado dormido todo el camino. El autobús estaba vacío y yo era el último pasajero, no quedaba ni la niña del sudoku. Me levanté atontado, cogí mi maleta y me fui a casa a descansar. Por suerte todo había sido un sueño … o no, porque sí llevaba mi camiseta de médicos sin fronteras y el dolor de estómago era ya casi insoportable.

Lo pasé tan mal que ya nunca me duermo en el autobús, por precaución.

lunes, 16 de junio de 2008

Independizarse

Tarde o temprano llega un momento en la vida en la que debes abandonar el nido familiar y ver si puedes valerte por ti mismo. Algunos motivos típicos que te llevan a tomar tal decisión son el estudiar o trabajar en otra ciudad, buscar tu propio espacio, compartir piso con amigos, casarte … el mío ha sido la edad. Viendo que mis padres no abandonaban su propio hogar no me ha quedado más remedio que hacerlo a mi.

Aprovechando que tenía las defensas bajas un día de resaca, me despertó pronto mi madre diciendo que había visto un apartamento ideal para mi. Después de hacer los números oportunos y ver que toda la familia secundaba con más entusiasmo que yo esta decisión, no me quedó más remedio que comprarlo.

Al fin y al cabo, pensé, al ser en construcción aún me quedan 2 añitos más hasta que me lo den y seguir en casita, tranquilo. Y aún no había acabado de pensar esta frase cuando ya estaba fuera de casa de mis padres. Cómo pasa el tiempo, qué barbaridad!!!

Después de 35 cortos años de vida en común y ser el último hermano en abandonar la casa, suponía que el disgusto sería tan grande que esto había que tratarlo con mucha sutileza. Se me encogía el corazón cuando me venían a la mente las típicas frases de madre con lágrimas en los ojos de “Rafa, te ha faltado algo?”, “es que no has estado contento?”, “te hemos tratado mal?” “hemos fallado en algo?” “sabes que no tienes la necesidad de irte” … el asunto era más que delicado.

Pero poco a poco fui cambiando de opinión aunque al principio no lo quería ver. Desde que firmé las escrituras todos los plazos que tenía en mente saltaron por los aires y se fueron acortando incomprensiblemente ante mi estupor. Estaba claro que mis padres no tenían la misma hoja de ruta que yo. Debió ser que ese día no sincronizamos bien los relojes.

Un día, después de recibir varias indirectas, decidí coger el toro por los cuernos y hablar con mi madre sobre los acontecimientos. Quizá no fuera el mejor momento ya que estaba un poco condicionado por los hechos recientemente acaecidos y además esa noche había dormido mal, con muchísimo calor, sudando como nunca y levantándome un par de veces al baño a refrescarme sin saber muy bien el porqué. Me fui a trabajar pensando en los motivos de aquello y si eran los nervios pero ahí lo dejé. Durante la mañana recibo una llamada de mis padres comentándome que si volvía pronto de trabajar, que me ayudaban a llevar cosas a casa que me habían empaquetado. Una hora más tarde la misma llamada para decirme que ya lo llevaban ellos, que ni me preocupara. Suerte, pensé, me he librado! Pero al llegar a casa …
- Rafa, me dice mi padre con voz solemne al cruzármelo por el pasillo, ya te puedes ir a dormir a tu casa porque te hemos hecho la cama
Aún no tengo muy claro la cara que se me quedó, pero sólo pude decir un escueto “gracias”. Quizá debí haber sido más expresivo, no lo sé, pero tampoco tuve mucho tiempo para reflexionar en ello porque inmediatamente me cogió mi madre por banda y me sentó en la cocina.
- Ufff, qué mal he dormido hoy, qué calor!!!, le digo, parece mentira que en pleno enero tengamos estas temperaturas que …
- Calor?!?! Pero si no llegamos a los 10 grados?
- Pues no sé qué habrá sido, si me sentó algo mal ayer, si …
- A ver si ha sido la doble ventana?
- La doble qué?!?!
- Sí, la doble ventana que hemos puesto en tu habitación. No la has visto?
- Visto??!?! Pero si no me habíais dicho nada! Pues ya la podíais haber puesto hace tiempo!
- No, antes no podíamos porque tu hermano no quería
Claro! es lógico, medité … mi hermano con el que compartía habitación y se fue de casa hace 10 años no la quería
- Bueno, comenta mi madre, has visto cómo está la habitación, qué poquitas cosas te quedan ya! Yo creo que en un par de viajecitos más ya tienes todo limpio.
- Sí, la verdad es que cada vez noto que hay menos cosas, ya solo me queda la ropa, algunos libros y … ostrás! Me levanto como una bala hacia mi habitación con mi madre detrás pisándome los talones para que no me escapara y … qué ha pasado con mi colección de coches de la repisa??
- Ay! Ay ay ay … qué ilusión le ha hecho al hijo del portero cuando los ha visto!!! No se lo podía ni creer! Le han encantado!! Estaba emocionado!!
Emocionado?!?! Sí, bien, puede que sí. Puede que yo también estuviera “emocionado” en ese momento, pero probablemente con otro matiz. Bien es cierto que cuando mi madre me preguntó qué tenía pensado hacer con la colección, le dije que no me la iba a llevar, que no la quería. Pero joé!!! Una cosa es que no la quiera y otra que no disponga yo de ella como me parezca!!!

Volví a la cocina en estado de sock y no quedó más remedio que hablar de fechas
- Bueno, mamá, creo que en un par de semanas ya me iré a mi casa
- Pero tanta prisa tienes?!
- No, no, bueno, no no no es por prisa -le decía mientras pensaba en mi cama hecha en mi casa, mi colección de coches inexistente, mis cuadros empaquetados en el trastero, todas mis cosas en bolsas ya en mi casa- es que ya que la tengo pues …
- Bueno, en fin, pues vamos a hacer una lista de la compra con las primeras cosas y mañana te las compro y te las llevo
Tras una larga lista como sólo una madre sabe hacer …
- Creo que ya no te queda nada más, lo principal está todo
- Sí, bueno, creo que está todo. Me queda el alcohol pero eso ya lo compraré yo
- Ah, sí, cierto! No, no te preocupes que también te lo compro yo, que no me cuesta nada
- No mamá, ya lo hago yo mañana, tú con esto ya es suficiente
- Pero si a mi no me cuesta nada! A ver, apunta: alcohol, agua oxigenada, tiritas, mercromina …
Tardé, sí, tardé en ponerme a escribir.
- Espabila! Escribe alcohol …
No me lo esperaba. Obviamente no estábamos pensando en el mismo tipo de alcohol, pero no quise decir nada. Definitivamente, ya lo compraría yo.

Aún tenía un plazo de 2 semanas para irme, pero el 1er fin de semana que llegó ya lo hice. Era entrar en mi habitación y sentirme fuera de lugar, ya no había casi nada mío. Así que me inventé mil excusas y razones para que no se sintieran mal al acortar los plazos y pareciera que estaba deseando irme y les dije que el sábado ya me llevaba todo y me iba. No hubo opción, el viernes al volver de trabajar me encontré mi taza de desayuno fregada y envuelta en una bolsita encima de mi mesa de la habitación para que “no se me fuera a olvidar”.

El sábado, sin desayunar, cogí mi taza y lo poco que me quedaba y me fui definitivamente a mi casa.

A pesar de ser de 1ª mano, me lo dan amueblado, por lo que el estilo decorativo reúne todo tipo de tendencias. Al principio se entremezclan las nuevas adquisiciones que compras con toda tu ilusión, con las cosas que te prestan y colocas de forma temporal y estarán ahí más años que las nuevas y con aquellas que vienen con el piso. En este apartado no puedo dejar pasar por alto el dormitorio principal, el único que tengo por otro lado, donde me encuentro con una cama de la corte isabelina con cabecero y patas de hierro a la que se le olvidaron poner el quitamoscas para cerrar el conjunto. Supongo que le colgaré una lámpara de araña y unos tapices en las paredes en lugar de cuadros para no romper la armonía.

Las 2 primeras noches fueron muy extrañas y dormí mal. La primera porque me sentía como fuera de lugar, incómodo, y no sólo por el frío que pasé por no encender la calefacción y ahorrar costes, sino porque me preguntaba cómo se sentirían ahora mis padres tras casi 50 años con hijos en casa … solos? La 2ª noche mi preocupación fue más honda si cabe debido a que me costó procesar toda la vivencia de aquél día. Cómo se sentirían … aliviados? Sí, creo que sí.

Por la mañana me llamó mi madre y no para preguntarme qué tal había dormido por primera vez en mi casa, nooooo, sino para que fuera a la suya a acabar de desmantelar mi habitación. Conversación, por otro lado, que a simple vista transcurrió como siempre que llaman las madres: “si … que sí, que ya te he dicho que sí … vale … va va vale … bu bu bueno, que cuando pueda … que sí … que ya … hasta lue … que hasta lue… que sí, que ya te he … valeee, adiós …. adiós”. El único matiz sin importancia es que esta vez era ella la que me decía eso. Dios! Qué soledad el primer día!!!! Y mi madre, que me llama y no es para hablar, que me cortaba!!!! Pero no se daba cuenta que yo quería hablar?!?!?

En fin, que cuando llegué a su casa … no quedaba nada! Tuve que salir de nuevo y volver a entrar por si me había equivocado y metido en otra casa … alucinante!!! Deberían dedicarse a reformas integrales de cualquier tipo de superficie en menos de 12 horas. Vamos, que casi les pillo haciendo las invitaciones para la fiesta de inauguración de su propia casa 35 años después!

Una vez pasadas las primeras noches, toca el hacerse a vivir solo … y cuesta, vaya si cuesta, pero a base de paciencia uno se acostumbra a todo. Me arrepentí de vivir solo muy pronto, la primera semana …

Me levanto para ir a trabajar y al abrir la nevera no encuentro hecho el cola-cao … y ahora? Ahora qué, qué narices hago? La cerré y volví a abrir por si había mirado mal pero, qué narices iba a mirar mal! Ahora tendría que hacérmelo yo! Ufff …

Sin desayunar me ducho, afeito, visto y salgo para la oficina. En el ascensor me miro y veo que tengo la cara llena de pelusa … pero qué es esto?!?! De nuevo entrar en casa y como casi no tengo luz en el baño me veo bien. Me lavo la cara otra vez por si acaso, toalla para secarse y de nuevo al ascensor … y otra vez! Otra vez?!?!? El resto de días directamente salía a medio vestir al descansillo para llamar al ascensor y mirarme en su espejo. Llamaba 2 ascensores por si salía gente y me tenía que esconder rápido en otro. Este proceso lo seguí un par de semanas hasta que me dijeron que las toallas hay que lavarlas antes de usarlas por 1ª vez porque si no te sueltan toda la pelusa … joé! Eso no lo ponía en las instrucciones!!!

Y llega lo más temido por todo hombre que se independiza … la primera lavadora y posterior sesión de plancha. Compré una lavadora con carga para 4-5 kilos (digo yo que te la deberían vender junto con su correspondiente báscula adicional para pesar antes la ropa y saber si está dentro del rango o no) y cada día iba echando la ropa sucia dentro de la lavadora y cuando calculé que llegó el momento de ponerla, no encontraba las instrucciones. No pasa nada, no pasa nada, me dije, y llamé a mi cuñada que tenía una igual.

Tras preguntarme por las instrucciones y decirle que las debía haber perdido, me indicó un programa en frío para todo tipo de ropa y que ya no cambiaré en la vida pase lo que pase y la encendí. Jabón sí, pero suavizante?! Quién se acuerda del suavizante la primera vez! Al poco rato la volví a llamar porque aquello hacía un ruido increíble, unos golpes, unos movimientos … me perseguía por toda la casa!

Mientras está funcionando, la miras fijamente y te preguntas cuánto puede aguantar la ropa en la lavadora sin sacarla, uno-dos … días? Por fin acabó aquél suplicio y llegaba lo peor, la plancha. Empecé a sacar la ropa más arrugada que he visto nunca, como acartonada por falta de suavizante, ahí estaban las camisas, camisetas, ropa interior, las toallas, los anclajes de la lavadora al suelo, las instrucciones … pero a quién se le ocurre meter esto en el tambor!!!! Pero los fabricantes de lavadoras en qué piensan?!?!? Pues nada, como no era la primera vez que tenía percances con ciertos papeles, a plancharlos como siempre.

Y no es fácil planchar, no, y mucho menos con una sola mano. Sí, una sola mano porque en la otra tenía el teléfono siguiendo los pasos que me indicaba mi madre. Qué también se planchan los puños de las camisas?!?!? Mamá! Pero quién se va a fijar en eso? Pues sí! Hay gente que se fija, sí. Lo bueno es que con el agua de la plancha que no sé de dónde porras salía, luego pasaba la fregona, aunque no sin antes llenar cubos y cubos de polvo al barrer. Pero quién es el que tira balas de polvo por el suelo y los muebles cuando yo me voy de casa? Parece el lejano oeste!

Y el eco de la nevera cuando la abres? Eso de ver la nevera vacía es muy duro, así que empecé a comprar de todo y, como no hay productos para “singles”, pues luego parecía que en mi casa vivía una familia numerosa! Todos los días al salir de trabajar cargadito en el autobús con las bolsas del caprabo repletas de comida para llenar la nevera y, posteriormente, la basura porque caducan y no me da tiempo a consumirlos.

Las comidas son menos preocupantes porque para eso ya tienes 37 libros de cocina que la gente que te aprecia te regala con muy buen ojo. Vamos, que hasta los de la promotora me regalaron uno! Lo descubrí cuando abrí el microondas para cocinar algo por primera vez. Allí estaba, junto con las instrucciones. Esta vez sí tuve la precaución de sacar todo antes de ponerlo en funcionamiento.

Por suerte no tuve muchos desperfectos en la casa cuando me entregaron el piso, de eso ya me encargo yo solito al decorarlo. Les llamé por lo que vi más importante, un par de sillas cojas, el escurridor de los platos que no funcionaba porque me lo habían puesto al revés, las 2 luces del salón estaban permutadas, la bombilla un poquito floja y tenían que enroscarla más, la cadenita del lavabo era demasiado corta … en fin, los típicos fallos de todos los pisos.

Y al final llega el momento en que pones un cuadro. Obviamente para el primer cuadro llamé a mi cuñado y hermana para que me echaran una mano que para eso tienen más experiencia que yo. Y tras el cuadro, te vas animando, te vas animando, te ves resuelto, con soltura, sientes que no es tan difícil y te la juegas con una lámpara y una cortina de estor.

Digamos que lo más complicado de la lámpara del salón fue el elegir en cuál de los 9 agujeros que hice en el techo debía ponerla. Por qué? Por qué hay una viga justo ahí? Es cierto que con un agujero o 2, a lo sumo, te puedes dar cuenta de si hay o no viga, pero … en qué dirección va, eh! Eso eso … eso es lo difícil, eso no lo ve cualquiera a simple vista, de ahí que hiciera 7 más para saberlo. La verdad es que no me ha aportado mucho el saber este dato, porque para un solo enganche que tiene la dichosa lámpara de las narices me importaba poco el sentido de la viga. Pero vamos, que no todos pueden presumir de conocer este aspecto de la construcción sin mirar los planos donde viene todo perfectamente explicado. Por suerte era lámpara de una sola bombilla, que ya estuve hábil ahí y lo pensé antes y no quise comprar de más bombillas porque solo tenía un cable de luz y claro, sería muy difícil repartirlo para más de una bombilla.

Acto seguido me fui a por el estor de mi habitación. Pasando por encima el hecho absurdo de que si ya tengo una persiana exterior, porqué pongo otra interior, me armé con el taladro y … bruummmm!!!!! Los 5 primeros agujeros del techo tocando viga salieron solitos, sin el mayor esfuerzo para alguien con mi experiencia en este campo, por lo que no bajé los brazos fácilmente. Me costó tanto acercar el estor a la ventana que ahora cuando lo bajo creo 2 ambientes en mi habitación, así tengo la sensación de tener 2 habitaciones con distinta decoración. Aún sigue ahí, siempre subido, pero al menos me tapa 4 o 5 agujeros del techo, que tal y como está, parece un queso gruller.

Viendo que esto de las reformas se me empezaba a dar bien, me dispuse a tener mis propias herramientas y me fui a El Corte Inglés para comprarlas. Estando allí, frente a todo el departamento de bricolaje me asaltaron las dudas: cuánto estaba dispuesto a invertir en un martillo y unos alicates que, quizá con mucha suerte, utilizaré 2-3 veces en toda mi vida? Aún sigo pensando si los 40€ están bien empleados o no.

Pero sin duda alguna, el peor momento de vivir solo es cuando estás malo. A quién se lo cuentas? Quién sufre contigo? Porque ya no puedes despertar a tus padres en mitad de la noche para decirles que tienes sudores y no puedes dormir bien…

En fin, que como decía aquél, quien no sepa estar solo habrá perdido a su mejor amigo.