lunes, 21 de mayo de 2007

La 1ª borrachera

Quién no se ha emborrachado alguna vez? Y más de una, diría yo! Pero de otras veces quizá no te queden recuerdos tan nítidos como de la 1ª vez. Esa 1ª vez nunca se olvida, así como nunca se olvida el 1er beso a una chica, la 1ª vez que un amigo te vomita en un coche que te habían prestado, la 1ª vez que te echan de un McDonald’s por quedarte en calzoncillos o la 1ª vez que ... en fin! Que hay pasajes de tu vida que los recordarás siempre.

Sobre este tema es distinta la reacción de los padres a la tuya. Dentro de los padres podemos distinguir claramente dos corrientes bien diferenciadas y distanciadas la una de la otra dentro de la doctrina. Veamos ...
A) Están aquellos que cuando se percatan que es tu 1ª borrachera te abroncan hasta la extenuación. Quizá no sea la mejor manera de hacértelo ver porque en ese momento estás que no te enteras de nada en absoluto y que todo te da igual. Aún sientes los bafles de la discoteca retumbando dentro de tus oídos y no percibes ningún sentido correctamente, por lo que te importa poco lo que te griten, chillen o digan porque lo único que quieres es vomitar e irte a dormir. Ellos también lo saben, pero es una forma de desahogarse.
B) Por otro lado están los que te dejan con tu borrachera tranquilo y que la pases tú solito y aprendas la lección. También te dirán 4 cosas bien dichas, pero prefieren que estés en plenitud de sentidos para que te cale más hondo lo que te van a decir.

Sin embargo es común a todos ellos el “qué hemos hecho mal?” “en qué nos hemos equivocado?” “sabías tú que el niño bebía y no me has dicho nada?” “es la primera vez o ha habido antes otras y no nos hemos dado cuenta?” “y ahora qué hacemos con él? Le prohibimos salir más con esos amigos que le emborrachan y le van a llevar por el camino de la amargura?” “si ya te decía yo que no le convenían esas amistades”...

Y nuestra reacción? En todos es la misma. No te apetece un cuerno llegar a casa y que te echen la bronca. Bastante tienes con lo tuyo como para recibir en ese momento consejos de nadie. Sobre todo y muy probablemente porque a quien te los da le habrá pasado también alguna vez en su vida. Además, los consejos ya te los das tú, como el “no volveré a beber en la vida” “a ese sitio no vuelvo nunca más porque dan garrafón” “tenía que haber cenado más” “malditos chupitos!” “la culpa es de Juan por haberme invitado a la 8ª copa cuando yo no quería” ...

Intentas llegar a casa sin hacer ruido para que nadie se entere pero es imposible. La primera ya la lías en la puerta para meter la llave y conseguir abrirla. Porque cerrarla, lo que se dice cerrarla, es fácil ... de un portazo!. No percibes bien los sentidos y las distancias y eso te provoca que te vayas golpeando con toda clase de objetos que hay de camino a tu cuarto. Como te encuentres a algún familiar despierto (o que le has despertado) es la perdición. Le gritas que buenas noches. Estás acostumbrado a dar voces a tus amigos a 1 cm del oído porque es imposible escucharse en la discoteca y aquí no percibes el volumen empleado.

Yo me acuerdo de la 1ª vez. Tenía apenas 17 años y era de las primeras veces que iba a una discoteca. Hasta entonces no había salido mucho con los amigos de bares por la noche y mucho menos había bebido alcohol.

Aunque llevaba moto, no era muy consciente de lo que hacía porque al principio bebía y no subía. Bebía y bebía y volvía a beber y no pasaba nada. En esos momentos haces todo tipo de combinaciones con los alcoholes de mayor graduación pero como te sabe a golosina por culpa del refresco te crees que lo de las borracheras es un mito urbano que se han inventado los padres para que no salgas de casa por la noche y ellos estar más tranquilos. Y no, no es ningún mito urbano.

No debí tomar más de 3 o 4 copas y aquello ya empezó a tomar cuerpo y hacer efecto. Dicen que toda borrachera pasa por una serie de etapas antes de llegar al bajón final, como la del contentillo, exaltación de la amistad, el querer invitar a todos ... aquello empezó a ir tan rápido que me debí saltar más de un paso y llegué directamente al bajón. Algunos tienen borracheras graciosas, otros son pesados de narices y a otros les da el bajón al momento. Yo soy de estos últimos. Me doy cuenta de lo que me está pasando pero ya no hay solución, así que intento estar lo más lúcido posible dentro de la poca lucidez que tuve antes por llegar a ese estado.

Antes de ir aquello a más, decidí irme. Javi se empeñó en acompañarme pese a yo insistirle que si me daba un golpe en moto prefería ir solo. Se empeñó en venir conmigo, no sé si porque no se fiaba de mi estado y quería vigilarme o porque ya no tenía un duro para un taxi o autobús y no le apetecía hacer autostop por la Castellana para volver a casa. El caso es que volvió conmigo y menos mal que lo hizo porque si no estas líneas no las hubiese podido escribir. Me salvó de una buena.

Por suerte la entrada en casa fue mejor de lo que esperaba y nadie notó nada (o eso creo), pero la noche fue dura. Me tumbé en la cama y todo daba vueltas. Sientes como el techo de la habitación sube y baja y el resto de muebles de la misma da vueltas a tu alrededor. Intenté estabilizarme y tomar una referencia con el viejo truco de tocar el suelo, pero fallé. O no, según como se mire. En vez de probar con el pie probé con la mano y, como ya sabemos que pierdes las referencias, me vencí demasiado a un lado de la cama y caí rodando por el suelo. Esa noche alterné suelo, cama y baño varias veces, según me daba.

A la mañana siguiente me llaman los amigos a casa para ver mi estado y que nos vayamos al chalet de mis padres en la sierra a pasar el día. Pienso que lo de preocuparse por mi estado era una excusa, solo querían reírse de cómo estaba e ir a pasar un día al campo. Al no haber teléfonos móviles, la llamada era al fijo de casa, con el consiguiente recado que te transmite quien ha cogido la llamada. Ahí mi hermano se dio cuenta que mi estado no era el normal. No me apetecía lo más mínimo moverme ni para respirar, pero pensé que era mejor que no me vieran así mis padres y acepté. La única condición es que subieran a casa a recogerme porque yo solo no llegaba ni a la puerta de la habitación.

Después de no tener muy claro si pude ducharme o no, pensar que mi dolor de estómago era por hambre y desayunar tostadas, aún con el sello en el brazo que te ponen en la puerta de la discoteca cuando entras y sales varias veces para tomar aire, balbuceando al tener la boca seca y pastosa de la deshidratación y apestando a alcohol propio y tabaco ajeno les digo a mis padres que las aceitunas del día anterior me sentaron un poco mal y que me subo a la sierra a pasar el día. Mis amigos me encontraron donde les dije, tirado en la cama.

Íbamos los mismos 4 de la noche anterior en el coche del padre de dos de ellos y ya sabemos como es esto. Amistad sí, de toda la vida, pero como le manchara el coche al padre de mis amigos me podía dar por muerto. Ya casi lo estaba o esa era la sensación que tenía, pero me amenazaron tanto con lo que me podía pasar si vomitaba en el coche que hasta pensé que mi estado de salud era espectacular.

No es que yo aquel día viera todo negro, que es probable que así fuera, sino que pocas veces he visto un día tan malo como aquel para ir a la sierra. Fue subir al coche y ver el horizonte negro como el betún. Ni en estado pletórico hubiese subido porque era jugarse la vida con una descarga eléctrica, pero daba igual que yo lo dijera porque la contestación era siempre la misma: Rafa, prefieres que tus padres te vean así?. Venga, va, sigamos! Que un rayo nos puede venir bien para hacer el fuego de la barbacoa! -respondía yo-.

Ataviado con el kit de superviviencia que te facilitan en estos casos, véase una minúscula bolsa de plástico para vomitar dentro, me empecé a encontrar mal por momentos. Suerte que la dichosa bolsa era pequeña porque si no me veía con la cabeza entera metida dentro por si fallaba y manchaba fuera. Apenas estábamos por la Universidad Autónoma cuando yo ya no despegaba la cabeza de la bolsa. Notaba como me iba encorvando poco a poco y no podía remediarlo. La respiración era entrecortada, jadeante. Los pies y manos se me estaban agarrotando hasta tal punto que casi ni podía sujetar la bolsa. Yo no dejaba de decirles que por favor pararan, que no me estaba encontrando bien, pero nada, verme así les resultaba más gracioso que otra cosa. Tranquilo, si ahí hay un microclima en tu pueblo, me decían. Ya verás como ahí te sientes mejor ... ves, ves ese rayo de luz, es que está abriendo. Y qué narices iba a ver yo si apenas me dejaban sacar la cabeza de la bolsa!!! Lo que veía era el logo de El Corte Inglés en verde y blanco y poco más.

Pero la cosa se iba complicando poquito a poco. Llegó un momento en que ya no podía ni sostener la bolsa entre las manos. Estaba completamente encorvado sobre el asiento trasero del coche, hecho un ovillo, pálido como una pared blanca, las manos retorcidas hacia adentro con todos los músculos en tensión, los dedos no podía abrirlos y se me caía la bolsa de plástico, no podía con su peso. Le gritaba a Javi que me sujetara la bolsa que yo no podía con ella y empezó a darse cuenta de la situación después de colocármela 3 o 4 veces y que no iba en broma, que me la ponía entre las manos y al abrirme los dedos se me volvían a cerrar solos al instante. Los brazos los tenía como Conan, tensos y duros como el campeón del mundo de culturismo. Yo sólo gritaba una y otra vez que me había quedado así, que me había quedado tonto, que miraran mis manos que no podía controlar mi cuerpo.

Por fin paramos en mitad de la carretera en un pequeño camino que había antes de llegar a Colmenar. Ya nadie se reía en ese coche. Ya nadie hacía bromas sobre mi estado ni la resaca que tenía. Ya nadie eludía el colocarme la bolsa entre las manos para vomitar. Ahora sólo se me oía a mi gritar que me he quedado tonto, que me he quedado tonto! Que no puedo abrir las manos! Que me he quedado así de por vida! ... Mis amigos me intentaban dar un masaje en los brazos para relajarlos pero nada, no servía de nada, estaban tan tensos que yo casi ni los sentía. Sólo veía como una y otra vez me abrían los dedos y estos volvían a retorcerse hacia dentro al instante.

Decidieron sacarme del coche a tomar el aire. Digo sacarme porque yo era incapaz de moverme. Entre dos de ellos me pusieron pie a tierra y me sacaron como un ovillo. Casi salgo rodando del coche. Estaba tan encogido que parecía un chimpancé andando sobre las 4 extremidades, más retorcido que un contorsionista antes de meterse en la urna de cristal. Ya no necesitaba la bolsa de plástico porque no estaba centro del coche. Dos amigos me sujetaban por los brazos mientras intentaba andar. Los primeros pasos fueron como aprender a andar de nuevo. No sentía el suelo al pisarlo, sólo que parecía que llevaba 100 kilos de peso en cada pierna de lo que me costaba arrastrarlas.

Poco a poco los músculos se iban relajando y tras unos 200 metros de paseo en estas circunstancias parecía que volvía a sentirme. Me empezaba a enderezar de nuevo, ya levantaba los pies al andar y, lo más importante, mi auténtica preocupación, los dedos, las manos se volvían a abrir! No porque yo lo hiciera por mi esfuerzo, no, pero daba igual, el caso es que volvían a su posición abierta. Ya luego me preocuparía de abrirlos y cerrarlos yo según me diera la gana, pero ahora dejaban de estar retorcidos hacia adentro.

Durante unos 15 minutos estuvimos ahí parados intentando volver a la vida, intentando sentir mi cuerpo y respirando con normalidad. El día no era como para salir a pasear, pero me daba igual, hasta me hubiese gustado que lloviera en aquel momento para poder sentir el agua.

La cosa se había puesto tan seria que decidimos regresar. Dimos la vuelta en cuanto pudimos y volvimos a Madrid. Después de aquello el ambiente era un poco tenso por los nervios vividos y, si me volvía a pasar, mejor en mi casa con la familia. Eso sí, como aún no había vomitado la maldita bolsita de plástico, que ahora ya podía sujertarla de nuevo por mis propios medios, ahí, bien agarradita entre mis manos por si se me ocurría hacer la gracia en el camino de vuelta. Y al final la usé al entrar en el garaje. Esas rebanadas de pan bimbo del desayuno acompañadas de agua no me dieron el resultado esperado. No era el día apropiado para un desayuno copioso y por poco necesito otra bolsita porque aquella no daba más de sí. Ahora casi no podía sujetarla y no era precisamente porque mis manos volvieran a estar otra vez como muñones, sino por el peso de la misma.

Me acompañaron a casa y ahí que me quedé. Ya no podía disimular más y la excusa de que hacía mal día y por eso regresábamos no se la creía nadie. No porque no fuera verdad lo del día, sino porque se veía antes de salir de casa. Así que sin contar el caminito en coche, les dije que me pasé con las copas la noche anterior. Que no sabía cuál era mi límite pero lo descubrí pronto.

Y claro, estuve el fin de semana entero deambulando por casa entre la cama, el baño y el sofá. Las risas de los hermanos mayores no tardaron en llegar, pero no te queda más remedio que asumirlas sin rechistar. Mis padres optaron por la opción B), la de no agobiar en ese momento y con un simple, “esto es lo que te pasa por beber más de la cuenta, así aprenderás”, se reservaron para mejor momento. Y lo agradecí.

Desde entonces, ya no he vuelto a respirar dentro de una bolsa de plástico.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Volver a estudiar

Quién no ha vuelto a estudiar tras acabar el instituto o el colegio? Ya sea una carrera, un módulo, un curso, idiomas, un master o lo que sea, casi todo el mundo ha continuado formándose tras acabar sus primeros estudios.

Y no es fácil, no es fácil sobre todo si han pasado algunos años y ya has perdido el hábito de estudio. Pero lo más duro de todo es el 1er día, esa primera vez que vas a un sitio nuevo y desconocido para ti y que te sacan de tu hábitat, de aquél lugar en que conocías a todos y todos te conocían, de ahí donde te habías formado tus amigos.

A lo largo de mi vida he pasado varias veces por esta situación y siempre me sucede lo mismo. Parece que no aprendo nada de una vez a otra y me cuesta horrores manejarme con soltura. Es más, a veces es tan lenta mi adaptación que acaba el año y no llego a ser yo mismo por completo.

Este año he vuelto a estudiar. Tras un cierto parón en el que había hecho mis pinitos con el inglés he vuelto a una academia a estudiar contabilidad. Hace ya 10 años que la estudié por última vez en la carrera.

Como todo curso que empieza, el primer día es el de los libros, carpetas y material escolar que reparten, así como el de las presentaciones. Esas presentaciones que sirven para ir conociendo un poco a los demás y que rara vez prestas demasiada atención a lo que han dicho tus compañeros porque estás todo el rato pensando en lo que dirás tú cuando te toque: Qué información debo soltar al principio? Les cuento mi vida entera? Me ciño solo a lo importante y que viene al caso? Si no digo todo será ocultar información? Me invento algo? Digo con naturalidad lo que venga en ese momento a la cabeza con improvisación o me preparo una gracia? En esas estamos cuando me toca presentarme. Creo que cada uno muestra algo de su personalidad en estos casos, yo no sé bien qué puede significa en mi, pero yo no dije todo, ni muchísimo menos!

Pasado este primer mal trago, comienzan a explicar desde el principio. Primeros ejercicios y primeros apuntes que tomo. Yo, ahí, sentado en el último pupitre de la clase y preguntándole a un compañero qué es lo último que había dicho el profesor para poder entablar conversación, aunque lo había escuchado perfectamente. Primera mirada del profesor con mala cara por hablar y … llega el recreo. Ese momento que desde el 2º día de clase hasta el último lo deseas como nada en el mundo, pero que el 1º es una pesadilla.

Se levanta la gente, disimulas y te vas al baño mientras dudas varias veces si te paras y le comentas algo absurdo al de al lado. Sales del baño, ya no hay nadie en el pasillo y … qué haces?!?!?! Pues nada, te pones a mirar el móvil como si tuvieras alguna llamada o sms o algo, pero no. No hay nada. El móvil está abarrotado de llamadas que no te han hecho y mensajes que nadie te ha escrito. Entonces echas una mirada a tu alrededor y ... joé! qué interesante!!! Todas las orlas de los graduados en el CEF de todos los cursos colgadas en la pared!!!! … y ahí me tenéis, mirando una tras otra como si conociera a alguien, interesado en ello. Creo que incluso en alguna de ellas me acerqué como si me sonara alguno que vi … je! Luego, cuando pasa un cierto tiempo, reflexionas sobre ello y llegas a la conclusión de que eso es como objetos perdidos, que nadie tiene el más mínimo interés en recoger una foto suya junto con otros tipos que no conoce de nada y pasa de ir a por ellas, por eso las tienen ahí expuestas.

Tras 5 minutos perdiendo el tiempo mirando las orlas (os lo recomiendo encarecidamente), pienso que es mejor entrar en clase, sentarme, y que como soy un tipo que a simple vista irradia curiosidad, tipo de aspecto interesante, ya habrá alguien que se acerque a hablar conmigo. Dicho y hecho. Tomo asiento en mi sitio de la última fila y hago como que repaso lo que hemos dado en clase … pero quién en su sano juicio se pone a repasar algo en el descanso el 1er día?!?!?! Pero que queréis!, no tenía un sudoku a mano.

Al repasar me doy cuenta que me faltan datos de algunos asientos que escribí en la mesa cuando me salí del folio y otros que hice en la hoja del compañero de al lado que lo tengo súper pegado (ya no domino los márgenes de las hojas como antes). Además, estaba esperando el momento de decir a alguien que tengo un amigo que sale en el canal intereconomía diciendo “supongamos” cada poco y otro que sabe porqué se llama el Debe debe y el Haber haber pero que no se lo va a decir a nadie.

Es en esos momentos cuando empiezas a envidiar a aquél que se maneja como pez en el agua en estas situaciones, al extrovertido, al que parece que ha nacido para ir de curso en curso sólo el 1er día y que ya es amigo de todo el mundo. Te gustaría levantarte de tu pupitre y con confianza hablar con los compañeros sobre temas normales ya que casi todos estamos en la misma situación de soledad y desamparo. Lo que pasa es que sólo lo deseas en ese 1er día, en cuanto el curso va avanzando y la gente se va conociendo, los líderes se van diluyendo y ya no se encuentran tan a gusto porque no es tan básica su función.

Y contra todo pronóstico, nada!!! Nadie se acerca y nadie me dice nada!! Tras 10 minutos mirando la misma hoja sin mucho sentido, empiezo a pensar en lo que me espera a partir de ahora … pasar los apuntes a limpio, forrar las carpetas, comprar bolis de distintos colores, hacer chuletas ya pasadas de moda, cuadernos, que mi madre me tome la lección … en fin, qué tiempos casi olvidados.

Por suerte el profesor hizo pasar a todos rápidamente tras un breve descanso. Creo que se dio cuenta de lo mal que lo estaba pasado durante el mismo y no quiso que cundiera en mi el desánimo el primer día, no me quiso alargar la agonía y reanudamos la clase. Este gesto me pareció muy loable por su parte, así que me dije a mi mismo que ahora yo tenía que corresponder, por lo que estuve un buen rato poniendo cara de interesante a lo que él explicaba y, mientras, pensaba en alguna pregunta para hacerle y así animar al resto de compañeros a hacer una clase participativa.

La idea era buena, qué duda cabe, pero no sólo es necesario tener buenas ideas, sino saberlas llevar a la práctica correctamente .... yo levanté la mano para preguntar. Sí, lo hice! Cómo no lo iba a hacer?!?! Si desde pequeño te enseñan en el cole de curas que antes de hablar y preguntar tienes que levantar la mano!! Pues eso, levanté la mano como gesto espontáneo, sin más, como gesto cargado de añoranza al pasado y respeto ante la institución. No era necesario hacer leña de ello. Encontré tan fuera de lugar que recalcaran el hecho de que tenía la mano levantada que me puse nervioso y no pregunté, qué vergüenza!

Al salir de clase coincido en el metro con un compañero. Ya se sabe que las primeras conversaciones son vanas, tópicas y, a veces, hasta te las podías haber ahorrado, pero intentas ser simpático.
- Hola!
- Hola, qué tal!
- Vas a mi clase, verdad?
- Sí.
- Y qué te ha parecido?
- Hombre! pues biiiennn … (es la primera vez que hablo con él y no me quiero decantar hacia ningún lado hasta ver su reacción)
- Yo ya hice un curso de estos este verano, un intensivo, y gracias a él he encontrado trabajo.
- Ah! Sí, qué bien! Y en qué trabajas?
- En contabilidad.

Como en cada contestación se tomaba su tiempo, pues yo esperaba, aunque después de 2 estaciones de metro sin hablar y cuando empiezo a sospechar que se ha acabado la conversación …
- Oye –me dice mirándome a los ojos-, tú crees que es normal que me duelan los pies con zapatos nuevos?
- (le mantuve la mirada unos segundos un tanto aturdido porque no sabía si me estaba tomando el pelo, si lo decía en serio, si era una cámara oculta, o qué narices pasaba). Miramos ambos al suelo, a sus zapatos en concreto, subimos la mirada a la par y … hombre! Es todo lo que se me ocurrió decir, aunque mientras pensaba que este curso iba a dar mucho de sí. Creo que después de eso no hablamos más hasta final de trayecto.

Y qué me decís de la importancia del 2º día, eh?! No es un día cualquiera, en absoluto, es casi el más importante del año, casi más importante que el 1º si cabe. El 1er día llegas, te sientas donde puedes, escuchas y observas. Sí, observas. El qué? Pues está claro!!! Como si ninguno lo hubiera hecho antes! Pues observas con quien te gustaría sentarte al día siguiente y al otro y al otro … porque de donde te sientes el 2º día depende el resto del curso. Ya no hay más oportunidades. O alguna vez os habéis cambiado a mitad de año de sitio … “oye, que ya no me siento más con vosotros que no me acabáis de convencer y me voy junto a aquellos …” y cuando llegas a donde están aquellos “… oye, tú, que este es mi sitio, vete con los otros …”. Por eso, para evitar esta situación no lo hacemos, porque tememos ser repudiados por aquellos y los otros. No hay nombre en la mesa que indique que es tu sitio, pero como cambies … ufff!!!

Y me he decidido. No fui muy descarado y no me senté donde ellas el 1er día, me senté justo detrás o al lado para que no se notara mucho y ya poco a poco iríamos hablando de algo, no hay prisa, hay 9 meses por delante. Llegué pronto y pude escoger sitio, pero es ahí cuando te entran las dudas. Es como cuando vas en coche y están todos los sitios del parking vacíos, no sabes donde dejarlo, dudas, y al final tienes hasta que maniobrar. Pues esto es parecido, casi es mejor que todo el mundo esté sentado y así vas a tiro fijo. Yo llegué, no había nadie y me la jugué por un sitio en concreto. Fue llegando la gente poco a poco y eligiendo sitio.

Llevamos 6 meses y aún no he hablado nada con ellas. No se han sentado ni cerca en una clase de 20 personas, y mira que ya es difícil! Para colmo, me quitaron MI sitio y me tuve que cambiar a la 3ª semana.

El 2º recreo haces un pequeño esfuerzo por integrarte con la gente y con un “vamos fuera?” que le preguntas a tu compañero de pupitre sales de clase. Y ahí te reúnes con unos cuantos compañeros. Las conversaciones no son gran cosa y abundan los silencios más que nada, hasta que en un buen momento pasa una chica guapa por delante y, en cuanto uno suelta, “menuda tía!” ya se ha abierto la veda. Desde ese momento ya hay confianza para hablar de chicas, fútbol, coches y cualquier otro tema de hombres. Y ya te sientes más cómodo con ellos. Ya te has integrado en ese grupo.

Pero el otro día vi mi oportunidad de hablar algo con las niñas, cena con los del curso en la que reservo restaurante y me encargo de todo. Llegamos a la mesa y lo mismo, 2 extremos, me pongo en uno dejando sitio y … ahí se quedó el sitio, vacío. Me repuse y tuve una 3ª oportunidad ya que me encontré a una en el metro en la misma parada que cojo yo en el trabajo. Me puse delante de ella, la saludé y menos mal que no le di 2 besos porque aún hubiera sido más humillante si cabe … quién eres, me dijo? No lo sabes?, le contesté sonriendo porque la broma era buena. La mirada dulce y la sonrisa que me echó me gustó, si no fuera porque me dijo que no, que no lo sabía. Ya no se puede hacer más!.
En cuanto a los recreos (que así los llamamos en el argot), ya me sé de memorieta las últimas 5 promociones del CEF de informática aplicada a la pesca submarina, de técnicos en adquisiciones inmateriales y de licenciados en administraciones de vicios ocultos, así que aún me quedan unas cuantas promociones más por observar sus fotos. Siento que no me va a dar tiempo a verlas todas porque los compañeros del curso son majos y ya le saco partido a los descansos.

lunes, 7 de mayo de 2007

Testigo de boda

Quién no ha sido testigo en una boda? Ya sea de un familiar o amigo, todo el mundo sabe lo que es esto. Quizá antaño entrañaba una responsabilidad que no ha trascendido a nuestros días, que nuestros antepasados no nos han sabido inculcar. Antes, cuando uno era testigo en una boda, era todo un acontecimiento. Te ponías casi a la altura de los novios y cobrabas un protagonismo inusitado.

Los aspectos formales del evento eran prácticamente los mismos que los de ahora, pero la mentalidad es la que ha cambiado radicalmente. Veamos, te dicen que vas a ser testigo en la boda de un buen amigo. Ostras! Si es tan buen amigo y me conoce tan bien, por qué me hace esto? Qué le he hecho yo para merecer esto? Tantos años de amistad no han servido para nada? Y cuando te lo comenta te quedas con una cara de circunstancia que contrasta con la suya de alegría. Sí, si, claro! Cómo no me va a hacer ilusión … ufff!!! Mucha, mucha … no, lo que pasa es que soy un tipo que no deja aflorar sus sentimientos así, al exterior, pero por dentro, por dentro si que lo estoy agradeciendo … Ya!. Y lo primero que piensas es que esa se la guardas, que cuando te toque a ti se va a enterar!

Por qué a mi? Pero no es más amigo tuyo Alberto? Sí, ese, ese ... bueno, es cierto que no le ves desde el instituto, pero esos tiempos unen para siempre!. Nada, ya no te libras, te ha elegido y no tienes manera de evitarlo. Tú hubieras preferido que uno de tantos días que habéis salido por ahí de marcha, te invitara a una buena cena y las copas de la noche, pero va el tío y no conforme con fastidiarte un fin de semana en mitad de tus vacaciones, te hace ponerte un chaqué.

Y como te diga que la boda es fuera de tu ciudad, ya te ha hundido del todo. Empiezas a pensar en el precio del chaqué, del regalo, del hotel, del viaje … ufff! Sí! No tengo novia, bien! Ya no pago dos cubiertos!. Si conmigo no tienes compromiso de ningún tipo! En las bodas invitas a un montón de gente por compromiso porque son amigos de tus padres, porque ellos fueron a las bodas de sus hijos, vecinos, primos y tíos lejanos que no sabes ni sus nombres … si ya tienes gente suficiente en la boda y te va a costar un riñón, por qué hacerle eso a tus mejores amigos? Déjales! Que si quieren ir, pues ya te lo dirán ellos, pero no les digas encima que vayan de testigos.

Para qué están las despedidas de soltero, eh!, para qué! Pues para eso, para que celebres tu boda con los amigos como a todos os gusta. Pues si ya la han celebrado antes contigo de esa manera, no les hagas lo otro! A la boda, pues los compromisos. Yo creo que si se instaurara la tradición de empezar a nombrar testigos a todos aquellos que van a las bodas sin casi relación con los novios, los típicos que hacen bulto, ya verás como dejaban de ir y sólo te juntabas con aquellos que de verdad te importan.

Yo he sido testigo en algunas bodas y creo que lo podía haber hecho algo mejor, lo reconozco, pero de momento la táctica no está saliendo mal del todo. Si no te gusta el protagonismo de ser testigo porque tú vas a seguir siendo igual de amigo que antes pero sin vestirte de chaqué, lúcete, quítale cierto protagonismo al novio que eso no gusta a nadie y ya no te volverán a elegir.

El primer buen amigo que se casó allá por los 22 añitos me lo preguntó … oye, sinceramente, quieres ser testigo de mi boda? Antes de todo hay que ir a la iglesia con un testigo un día normal a firmar que me conoces, que no estoy casado, que soy buen tipo … con que vengas a eso me vale. Pues mira, sí, me hace más ilusión eso. Gracias. Y tan contentos los dos.

Claro, se casó tan joven e inconsciente, digo, tan joven, que luego pasaron varios años hasta que tuve otra boda de un amigo. Como me dijo lo mismo, que fuera primero a la iglesia a firmar lo típico, pues creía que con eso bastaba, que mi función ya estaba realizada. Yo ahí soy bueno, todo hay que decirlo, las cosas como son. De testigo en la liturgia religiosa puedo tener mis lagunas y carencias, pero en esto, en esto soy bueno. Firmo donde me dicen digo a todo que sí y no complico a nadie en su día.

Y llegó el día. Era el primero en casarse dentro de este grupo de amigos y se esperaba con interés. Cuando eres el primero a todo el grupo le hace mucha ilusión y hasta a alguno no le importa ponerse el chaqué porque adquiere cierta relevancia entre el resto … sí, qué pasa, me ha elegido a mi entre todos vosotros jeje. Pero esto es con la primera boda del grupo, luego piensas a mi no, por favor, a mi no!!! No me escojas a mi por lo que más quieras!!!

Creo que la ceremonia estuvo bien, aunque no lo recuerdo mucho porque un hecho me hizo olvidar el resto. Testigos a ambos lados de los novios, muy elegantes todos ellos, pero sobraba una silla, nos preguntábamos de quién sería, quién tenía que sentarse ahí o es que era así aposta, el caso es que sobraba. Llegó la hora de las firmas y mientras esperábamos todos en los bancos, vemos a una de las hermanas del novio andando atropelladamente entre los pasillos de la iglesia mirando a todos lados y con cierta cara de preocupación …
- Rafa, Rafa! Pero qué haces ahí, que te están esperando!
- Esperando para qué?
- Pues para firmar!
- Para firmar el qué?!
- Pues la firma de los testigos, que tienes que firmar como testigo!!!
- (Y ahí estaba yo, mezclado entre el público asistente, en un banco cualquiera y vestido con traje normal … se me había olvidado que era testigo! Pero esas cosas se dicen, hombre, se avisan con la suficiente antelación!) Testigo?!?! Pero si …
- Pues claro! Eres testigo y tienes que firmar!

Y salí. Y vi la silla vacía entre los testigos. Y entendí todo, era la mía. Y vi la cara de mi amigo. Y la de su novia (ya mujer) y las familias. Y vieron la mía. Y supieron que se me había olvidado. Y firmé. Y aguanté el resto del día las risas y bromas de mis amigos al respecto. Y adquirí un protagonismo no deseado. Y no gustó. Y no he vuelto a ser testigo en ninguna boda de este grupo de amigos.

Más adelante también lo fui en la de un hermano, pero bastante fácil. Me informé muy bien anteriormente y no me tenía que poner chaqué ni estar delante ocupando una silla (quizá fui un poco pesado en este punto, pero tenía que dejarlo bien aclarado), podía estar a mis anchas donde yo quisiera, sólo tenía que firmar al final de la ceremonia. Llegado el momento de la firma, por mis experiencias pasadas sabía que te daban un libro y ahí firmabas, pero esta no fue así. No sé si al cura se le olvidó el libro, se le perdió, no tenía libro o yo que sé, pero arrancó una hoja cuadriculada de un cuaderno del colegio y ahí nos hizo firmar a todos con la explicación de que ya luego él lo pasaría al libro auténtico. Cómo? Las iba a falsificar? De momento siguen casados, así que debe ser bueno falsificando firmas.

Tras alguna peripecia más en otras bodas, me vuelven a seleccionar de testigo para la boda de otro grupo de amigos. Y esta era en pleno mes de Julio en Galicia, en mitad de mis vacaciones. Pensé que al fin y al cabo iba a tener suerte porque estaba en Gijón pasando unos días con la familia, así que no me costaría mucho desplazarme a Villagarcía de Arosa para el evento. Los 4 amigos que íbamos nos alojaríamos en Pontevedra en la casa de la abuela de uno de ellos, que está a una media hora de camino del sitio de la boda. Sí, ya! Resulta que aunque ambas ciudades estén en el norte no es tan sencillo ir de una a la otra por autopista, así que unas 5 horitas me llevó el viaje.

El encontrar la casa me costó lo mío y como mis amigos aún no habían llegado, tras deambular una hora por la ciudad dando un paseo, cenar solo y tomarme alguna copa solo en el mismo bar, por fin llegan. Nos instalamos, pequeña salida nocturna por la ciudad y a esperar la boda al día siguiente.

Ese día, hizo muy buen tiempo, cosa de agradecer en el norte ya que la celebración tendría lugar en unas carpas instaladas en los jardines de la casa de la novia en pleno puntal de la ría de Arosa. Aprovechamos para comer por Pontevedra e ir haciendo tiempo hasta la hora de la ceremonia que era por la tarde. Y ahí estábamos, tomando el sol tranquilamente a las 17.00 horas en una terracita mientras apurábamos el último café cuando nos entró la duda:
- (…) Oye, cómo vamos de tiempo? Alguien sabe a qué hora es la boda?
- Sí, yo creo que es a las 18.00 horas, dije. Deberíamos ir pensando en irnos.
- No, qué va! Es a las 18.30. Aún nos queda tiempo.
- Que no, que yo creo que es a las 18.00, que lo vi en la entrada.
- Bueno! En tu entrada no sé qué pondrá, pero en mi invitación ponía que a las 18.30
- Alguno tiene aquí la entrada, invitación, ticket, pasquín, folleto o lo que le hayan hecho llegar los novios para ver la hora?
El no fue unánime. Única vez en que nos pusimos de acuerdo todos a la primera. Sólo teníamos uno y estaba en el coche.
- Bueno, pues le llamamos y que nos diga. Ni que decir tiene que el novio a menos de 2 horas de su boda no está pendiente del tlf móvil por si sus amigos le llaman para saber a qué hora es.

Y este debate nos llevó un buen rato, porque lo malo de ser 4 es que puede darse un empate en las opiniones, cosa que nos sucedió, por lo que se alargó más de la cuenta. Y claro, si se alarga más de la cuenta, los beneficiados son los que dicen que la boda es más tarde. Además, como hacía buen tiempo pues tampoco importaba mucho.

Así que a las 17.30 decidimos irnos a cambiar, ducharnos, ponernos los chaqués y coger el coche para ir a Villagarcía. Fue montarnos en el coche a las 18.05, empezar a leer la invitación y ponernos pálidos y recorrernos un sudor frío por todo el cuerpo. El aire acondicionado a tope no servía más que para congelarnos las gotas de sudor que nos caían por la frente y dejarlas como estalactitas. La boda empieza a las 18.00 horas!!!! Si es que ya os lo dijimos pedazo de … os lo dijimos!!! Y ahora qué? Ahora qué hacemos? Y aparece la voz del tranquilo, del que dijo que empezaba más tarde y se pone a hacer cálculos … No pasa nada, la novia se retrasará unos 15 minutos y si le pisamos bien pues podemos llegar a y media. Creo que por el planito adjunto sé dónde está la iglesia.

Y no lo sabía. Qué iba a saber!. La Iglesia que pensábamos no era esa. Preguntando a los pocos peatones que vimos por la ciudad conseguimos llegar a la puerta pero imposible aparcar. Cuando lo hicimos carrera frenética atravesando calles sin mirar si venían coches mientras nos poníamos la corbata, el chaleco y la chaqueta. Por fin habíamos llegado. Sí, con 45 minutos de retraso, pero la estrategia estaba pensada. Nos quedaríamos al final donde nadie se fijaría en nosotros.

Entramos en la típica iglesia abarrotada de gente, por la puerta de detrás que chirriaba al abrirla. Nos acabamos de poner la chaqueta dentro y vemos que están haciendo cola para la comunión. Bien, eso nos favorecía porque ante tal barullo de gente de pie fuera de su sitio no extrañaría tanto nuestra presencia ahí. Además, si debemos ser como 10 testigos por cada lado, tampoco se notará tanto nuestra ausencia.

No nos da tiempo a serenarnos cuando se nos acerca una señora … los testigos delante, los testigos delante!! Da igual, no se preocupe, aquí estamos bien! El arroz, ya sabe …. Sergio decide romper unilateralmente el pacto de pasar lo más inadvertidos posible y aprovecha la cola de la comunión para avanzar por ella y sentarse en los primeros bancos para disimular un poco. Mientras tanto se nos acerca un señor a y mirándonos con aire de displicencia mientras nos recuerda que somos como los de 4 bodas y un funeral. Por qué? Por qué tanta gente pendiente de nuestros movimientos? Si nosotros no somos los protagonistas, sino los novios!

Sergio va un paso más allá e intenta integrarse del todo cuando le dice al primo del novio que ve un poquito emocionado a éste. Es que no le has visto antes cuando se ha puesto a llorar al entregar los anillos, le pregunta? Bueno, verás, es que … sí, si claro, siiiii. La cosa no iba bien, habíamos llegado 45 minutos tarde y estábamos haciendo de todo menos pasar desapercibidos.

Cuando llegó la hora de los testigos y no firmamos como marcan los cánones, tampoco nos extrañó y no protestamos en absoluto, la verdad. Después de la que se estaba montando no era cuestión de menearlo más. Era la primera vez que podíamos mantenernos al margen y nadie nos echaría de menos.

Por fin acaba la misa y salimos todos fuera. Nos mantuvimos al margen, en un rinconcito sin llamar mucho la atención y saludando a los pocos que conocíamos. Nos estábamos haciendo las pertinentes fotos tras felicitar a la joven pareja, cuando se nos vuelve a acercar otro señor distinto del anterior … menudas horas de llegar, eh! Como los de 4 bodas y un funeral! Sí señor, esto es hacerse notar!. Otra vez, otra vez!!! Pero qué pasó! La gente estaba toda dando la espalda a los novios y el altar y estaban mirando las puertas traseras a ver cuándo llegábamos y estudiando todos nuestros movimientos?!?!? No tenían nada mejor que hacer?

Abandonamos el lugar en cuanto vimos salir a los novios para que se enfriara un poco el ambiente y se olvidaran de nosotros. Nos fuimos un poco perplejos al enterarnos que todo había ido en nuestra contra desde el primer instante, porque no es que la novia se retrasa un poco para dar tiempo al novio a llegar (la quintaesencia de la impuntualidad, por otra parte), noooo, qué va, sino que se había plantado en la iglesia 5 minutos antes de la hora señalada y había empezado la ceremonia sin el padre del novio!!!!. Sí que tenía ganas de casarse la chica, madre mía!. En fin, que pensamos que la cosa estaba un poquito tensa pero con unas cañas de por medio y el aperitivo anterior a la cena aquello cambiaría. Pero no, error. Con bebida de por medio no es que se olviden de uno y la cosa mejore, al revés, sino que la gente pierde el control de sus actos y luego pasa lo que pasa.

La vista desde los jardines era impresionante y el día acompañaba. Los camareros pasaban con bandejas entre los invitados, pero extrañamente pese a encontrarnos en Galicia, tierra de buen comer por excelencia, había más bebida que comida, lo que se vio reflejado al instante en el comportamiento de la gente y, más en concreto, en el de mis amigos.

Pasamos a las mesas en la carpa y primera sorpresa. No sólo nos sorprendió que la mesa principal no era de las clásicas ya que no estaban los padres de ninguno de los novios sino éstos con algún hermano y algún que otro amigo que sí había sido puntual al evento. Miramos y miramos en las listas y Javi no aparecía por ningún lado. Será que no le habían invitado y estaba de gorrón? Pero si iba de testigo! Será que el novio se enfadó con nosotros por la impuntualidad y mandó eliminar a alguno de nosotros y él pagó el pato? Si era así, bueno, habría que aceptarlo.

Yo no estaba en la misma mesa que Sergio y David, así que decidí esperar con Javi a que todo el mundo ocupara su lugar y, si sobraba un sitio en mi mesa, es que simplemente se habían olvidado de marcarlo en el dibujito de las mismas. Dicho y hecho. Con todo el mundo sentado sobraban 2 sitios en mi mesa y ahí que nos sentamos. Fue sentarnos y la manera de romper el hielo la que os podéis imaginar … hombre! Los amigos del novio verdad? Debéis ser buenos tipos porque mira que siendo testigos llegar 45 minutos tarde a la boda de un amigo. De cañas en el bar de al lado, eh! Yo lo hacía con los amigos cuando era joven, pero no siendo testigo. Me habéis recordado a esta película que … cómo se llamaba? Le preguntaba el graciosillo a su esposa. Ya! Jejeje pensaba yo para mis adentros mientras ya me empezaba a resultar pesada la gracia.

Nos habíamos reservado para la cena sin comer mucho aperitivo porque nos imaginábamos el típico atracón norteño, y más viendo el tamaño de los hermanos de la novia que varios de ellos pasaban de los dos metros de altura y no habían pasado hambre en su vida, por decirlo de una forma suave. Pero no, de nuevo nos equivocamos. Todo muy rico pero escaso. Se veía la porcelana del plato por todos sitios.

Tras conversaciones claramente prescindibles con los compañeros de la mesa llegó la hora de las copas y el baile. Se hizo bastante pesada la sobremesa porque no dejaban de interrumpir con regalos absurdos cada poco. Y decidimos, por fin, ser puntuales en algo. Fuimos los primeros en llegar a la mesa de las copas y, tras nosotros, el resto de invitados.

Otra vez, otra vez la misma gracia de otro de los invitados al vernos en la zona de la bebida, otra vez recordándonos que si la película, que si … se habían puesto todos de acuerdo para hacernos la misma gracia? Porque ya dejaba de ser gracioso y original!. Nos dedicamos a lo nuestro, unos bailes, unas copas, unos bailes, más copas, más copas que bailes y la cosa empezó a tomar un cariz que no nos estaba beneficiando lo más mínimo a ojos de los demás, porque nosotros estábamos encantados.

Ya habíamos caído mal a la familia de él por llegar tarde a la ceremonia y a nuestro amigo por la misma razón e intentar ligar con su hermana delante de su marido, así que nos faltaba la familia de la novia para hacernos notar. No había mucha chica joven en edad de merecer así que nos animamos con las madres y abuelas de los presentes a sacarlas a bailar. La pista de baile y el rincón de bebidas era nuestro. Sólo éramos 4 amigos entre todos los invitados, pero allá donde pasaba algo estábamos nosotros como centro de atención. No podíamos opinar de la ceremonia porque vimos 5-10 minutos y la cena rica pero un poco escasa. Era aquí donde sí estábamos disfrutando. Aunque a alguno se le fue de las manos.

Vi pronto que la cosa se complicaba y que era el menos perjudicado de los amigos, así que dejé de beber a la 3ª copa. Quedaban mínimo 2-3 horas hasta coger el coche y teníamos que recorrer unos 40 km por la noche. Al final de la noche me alegré de la decisión tomada cuando por 2ª vez vi caerse al dueño del coche sobre la mesa de las bebidas. En ese momento el alcohol sirvió de anestésico para no notar que se había astillado un par de costillas con los golpes (algo bueno tiene que tener el alcohol, digo yo!). Otro amigo no tenía carné y al 3º en discordia lo perdimos por un tiempo y posteriormente lo encontramos tirado en el suelo durmiendo tras unos matorrales rodeado de su vomitona. Tenía bastantes papeletas para que me tocara conducir y me tocó.

La vuelta en el coche hasta Pontevedra fue aún mayor odisea si cabe. El alcohol actúa de forma diferente en cada persona y, mientras a alguno le dio por dormirse en el coche y despertar vomitando, a otro le dio por la hiperactividad y aquello parecía una barca de lo que se movía por su culpa.

Dimos mucho de qué hablar en una ceremonia a la que casi ni asistimos y más aún en una celebración en la que más de la que la mitad de los amigos tiene problemas en recordar. A los 2 días, ya de vuelta en Madrid, el novio me dejó en el buzón el DNI y la tarjeta de crédito de uno de mis amigos. Desde el día de la boda, hace ya unos 3 años, no le hemos vuelto a ver.

Frutas y verduras

Hace unos cuantos años, casi más de los que puedo recordar, me subí con un amigo a pasar unos días al chalet que tienen mis padres en la sierra aprovechando que una de mis hermanas aún confiaba en mi buen hacer y me dejaba su coche. Una vez allí, nos moveríamos en moto a todos los lados por lo que tampoco abusaría del préstamo.

Íbamos por la carretera de Colmenar inmersos en uno de esos silencios tan largos que refuerza nuestra amistad y nos hace entendernos aún más, pasado el cuartel militar de El Goloso, cuando sucedió algo raro que nos hizo empezar a hablar el uno con el otro. Algo que nos sacó de la rutina así, sin más, sin nada extraño que hubiésemos hecho para merecerlo o que hubiéramos notado con anterioridad. Escuché un ruido inusual en el coche y me pareció curioso que hubiéramos comenzado una conversación de buenas a primeras sin ningún previo. No, aquello era otra cosa.
- (Silencio y ruido) Oye Javi, has oído eso?
- Sí. Pero no sé lo que es! Me ha parecido que era fuera del coche pero ...
- Qué raro! Le comento mientras miro por el espejo interior del coche. Oye! Mira por el espejo. Aquello que ves volando es nuestro?
- Cómo que si es nuestro? Que si es nuestro el qué?
- Pues aquello que se va volando por ahí!
- (Mira él por el espejo) Pues a lo mejor, pero qué es?
- (Otro de nuestros silencios mientras sigo conduciendo con normalidad) Es que ... es que ... tenía una forma que ... no sé, eh! quizá sea una tontería, pero a mi que me parece que era nuestro parachoques!
- Qué era qué?
- Sí. El parachoques trasero del coche. Que lo que ha salido volando era el parachoques y ha aterrizado en la mediana de la carretera.
- Tú estás tonto?!?! Cómo va a ser ...
Y me miró. Y le miré. Y nos cruzamos las miradas y los dos entendimos la situación. Y vio mi cara. Esa cara que lo dice todo y no hace falta explicar nada. Esa cara de la persona a la que siempre le pasan este tipo de cosas y ya empieza a tomárselo con naturalidad. La cara del que ante una situación extraña empieza a pensar en lo más raro y eso es lo que ha pasado.
- Sí, dijo, quizá tengas razón. Pero qué hacemos ahora?
- Pues tendremos que parar e ir a ver qué es lo que ha pasado.
- Parar aquí, en medio de la carretera?
La situación no me asustó lo más mínimo. Él estaba hablando con la persona más experimentada en esto de saltar en mitad de una vía pública a recoger cosas que ha perdido por el camino. Además, si bien esta era una carretera nacional sólo tenía 2 carriles, pecata minuta comparado con los 3 más el de incorporación de la Castellana. Sería coser y cantar.
- Tú confía en mi. Te pones a mi espalda y no te separes de mi lo más mínimo.

Y aparqué. Encontré la entrada a una finca a 1 km del lugar de los hechos y nos bajamos del coche. Lo primero era comprobar si estábamos en lo cierto con la teoría manejada aunque yo ya no tenía ninguna duda de ello. Y sí, lo estábamos. Parecía que el coche había salido de un desguace. Se trataba de un AX cuyo parachoques es de plástico y ahí estaba el hueco. Por un momento pensé si ya me lo habían dejado así, pero no, me hubiera dado cuenta al meter las cosas en el maletero. Pues nada chaval, vamos allá!

Y ahí que nos fuimos por la carretera, los dos andando por el arcén derecho regresando a Madrid hasta que pensamos que ya habíamos llegado al lugar del incidente y cruzamos a la mediana porque ahí lo vimos por última vez.
- No deberíamos haber llegado ya? No se voló por aquí?
- Pues no sé, la verdad. Quizá sí. Sigamos andando porque no lo he visto.

En esos momentos de la búsqueda te asaltan a la cabeza preguntas tan absurdas como qué forma tenía? cómo era? color? Como si no fueras a reconocerlo y te llevaras otro por equivocación que no es el tuyo. Imagínate la faena de llegar cargado a tu coche con un parachoques después de haber recorrido 2 kms por la carretera como para que no sea el tuyo. Vamos! Que no que no! Que antes de coger uno cualquiera había que cerciorarse bien que era el correcto. Es lo que tienen las carreteras nacionales, que están llenas de parachoques en las medianas!
- Mira! Es ese!
- Pues sí, ese es! Joé! Y no se ha roto ni nada. Está perfecto! Qué bueno jeje! Yo que creía que lo encontraríamos por fascículos! Pues nada, uno de cada punta y andando con él al coche.

Cuando llegamos al coche nos costó meterlo en el maletero. No era momento de ponernos ahí a intentar colocarlo no fuera que se nos volara otra vez. Al llegar al chalet, unas cuantos martillazos en los lugares apropiados y un poquito de fuego para quemar el plástico en sitios clave y como nuevo. Nunca mais volvió a pasar.

Sin embargo este hecho me dejó un pelín tocado y desconfiado con los coches, por lo que durante una larga temporada abusé de la moto ya que dejando a un lado alguna caída que otra no me había dado tantos disgustos como aquellos. Además, la moto era mía y, en el peor de los casos, las consecuencias las pagaría yo. Y así fue.

Estando en el chalet en Cerceda, me fui con mi cuñado a Villalba en moto. Son unos 9 kms de distancia entre un pueblo y otro por carretera comarcal de 2 sentidos y en medio queda Moralzarzal. Había que recoger no sé qué cosas en Villalba y decidimos ir en la Vespa. La ida transcurrió sin notas que reseñar, pero a la vuelta la moto empezó a fallar. No era la primera vez que me daba tirones, pero aquellos tenían peor pinta que de costumbre y cuando llegó la cuesta de entrada a Moralzarzal, no pudo. No soportó la presión y dijo que no seguía. Se paró.

Nos dejó tirados en mitad de la cuesta y sin saber bien qué hacer. Bueno, sin saber bien qué hacer mi cuñado, porque como no es raro en mi yo ya había sufrido esa experiencia no mucho tiempo atrás.

- Qué le pasa a la moto?
- Pues nada, que se ha parado, nos ha dejado tirados.
- Pero algo será! La bujía o lo que sea pero algo le pasará!
- Pues sí, algo le pasará pero como no sé lo que es pues estamos igual.
- Y ahora qué? (No podíamos llamar a nadie porque por aquél entonces ni existían los tlfs móviles ni teníamos tlf fijo en la casa). Empujamos la moto hasta casa? Sólo son 3-4 kms.
- Ni pensarlo! Me niego!
- Cómo que te niegas Rafa? Entonces qué quieres hacer? La dejamos aquí y volvemos otro día a por ella?
- Si hombre! No no, ya habrá otra solución.
- Y cuál dime tú? Lo mejor es que la empujemos entre los dos y la llevemos al taller que hay en el pueblo y ahí la miren.
- Qué no! Que yo no arrastro la moto hasta casa!
- Pero por qué?! Qué pasa por llevarla empujando hasta casa? Si somos 2 y sólo 4 kms! 5 como mucho. En una horita estamos allí. Por qué dices que no?

Me sometió a tanta presión que se lo tuve que contar. Le conté cómo meses atrás pinché la rueda trasera en ese trayecto y no pude cambiarla por la de sustitución porque no la llevaba ya que no la quise poner en su sitio antes de salir y no pude desenroscar el tapón del aire de lo fuerte que estaba y echarle la espuma infladora en caso de pinchazos. Consecuencia, ir arrastrando la moto hasta casa durante casi 2 horas de lo que pesaba aquél muerto que se movía hacia todos los lados, llegar chorreando de sudor como si me hubiera duchado y, lo que es peor, oír las gracias y bromas de todo el que pasaba en coche al lado. No. Me negaba. Esa situación no quería volverla a vivir.

En parte me entendió, sobre todo cuando vio que la rueda de sustitución seguía sin estar en su sitio. Pero esto no sería igual porque al no estar pinchada la moto se arrastraría con mayor facilidad. Y bien? Cierto, mucho me dolía aquello pero no quedaba otra, había que empujarla.

Comencé yo. Quizá por la experiencia que en estos casos es un grado quizá porque era mía o quizá porque él se puso a andar delante y me dejó con el muerto. No sé porqué pero empecé yo a empujar y cuando estaba en mitad de la segunda cuesta vi la luz. Se me apareció un ángel disfrazado del frutero del pueblo.
- Alfonso, Alfonso! Que ese es el frutero del pueblo!
- Y?
- Pues eso! Que es el frutero y quizá nos pueda ayudar!
- Si? Cómo?
- Pues yo qué se! Pero ahí tiene su furgoneta parada y quizá podamos meter la moto en la furgoneta y llevarla por lo menos hasta el pueblo.
- Pues anda, díselo a ver qué pasa!
- (Me acerco al señor que estaba en la puerta del jardín de una casa hablando con el dueño de la misma) Oiga! Hola! Si, verá. No se si sabe quien soy de vista pero es que ...
- Pues no!
- Bueno, soy un vecino de Cerceda y es que me ha dejado tirado la moto aquí y ...
- Y?
- Pues que me ha dejado tirado la moto y me preguntaba si nos podía ayudar. Como veo que ahí tiene la furgoneta pues si no le importaría que metiéramos la moto dentro y llevarnos al pueblo.
- El señor se lo piensa unos instantes, mira al otro con el que estaba hablando, duda .... Bueno, vale, el portón está abierto, así que mete la moto dentro. Y sigue hablando con el otro.

Voy a donde está mi cuñado y le doy la buena noticia. Que sí! Que nos lleva!. Abrimos el portón trasero de la furgoneta e intentamos meter la moto. Imposible. Esa moto pesa un quintal y solo entre dos somos incapaces de levantarla un metro del suelo para poder meterla en la furgoneta. Se nos movía para todos los lados y no podíamos hacerlo. Me acerco de nuevo al frutero y le comento si nos puede ayudar. Si ya le hacía poca gracia el llevarnos la moto en la furgoneta menos le hacía que le cortara de hablar con el otro señor y que le pidiera que nos ayudara. A desgana o no, lo hizo.

Y es ahí cuando me doy cuenta de la realidad de la situación. Hasta ese momento estaba más centrado en mi problema y en buscarle una solución rápida que no me di cuenta de cuál era la solución que se nos presentaba.
- (...) A ver chaval, me dice el frutero, levantamos la moto entre los 3 y cuando apoyemos la rueda delantera en la furgoneta, te subes a ella y desde dentro tiras con fuerza para ti. Vale?
- Vale vale. Vamos, a la de 3! 1 ... 2 ... y ... ahora!
- Bien! Ya está. Hala súbete!
Y cual chico obediente me subí. Y cuando me subo y miro bien dentro de la furgoneta. Pe pe pero ... pero y esto?!?! qué hago con todo esto? La furgoneta no estaba vacía, en absoluto, estaba llena de fruta y verdura que el buen samaritano había comprado en algún centro al por mayor para venderla luego en su frutería.
- No te preocupes, por la moto encima.
- Qué! Cómo voy a poner la moto encima!
- Que sí chaval! Si quieres que te lleve la moto ponla encima de todo.

Y ahí me tenéis pisoteando toda la fruta y verdura que el hombre iba a vender posteriormente en la tienda. Al principio pensé en lo que podía ser menos deteriorable con mi peso encima, pero no había forma. Como no había manera de mantener la moto sujeta y en pie porque aquello era todo menos una superficie lisa y uniforme, no sé muy bien a quién se le ocurrió la brillante idea de que yo debía ir dentro con toda la carga sujetando la moto. Y así lo hicimos.

Mi cuñado se sentó cual persona normal de copiloto del frutero y yo iba mientras dentro de la cabina de carga pisoteando todo el producto, encorvado porque no entraba de alto en la furgoneta y cuando había baches me golpeaba la cabeza y la chepa contra el techo, con una mano apoyada en el lateral de la misma y la otra sujetando la moto y cayéndome indistintamente hacia uno otro lateral según iban llegando las curvas de la carretera y sudando cual pollo del calor que hacía ahí dentro y del esfuerzo realizado. Cada vez que perdía el equilibrio luego no sabía donde poner los pies; encima de las patatas?, la lechuga?, de los tomates estaba claro que no porque aplastados no quedaban bien en la ensalada; aquello que parecían alcachofas, ooohhhh!!!! siiii, ahí sí!, si hasta tienen nombre de pisotón (alca-chof-as), sin reparo y haciendo daño, así cobraba venganza de mi infancia cuando me obligaban a comérmelas cuando las odiaba ... o los plátanos? Tienen la piel dura y moteada por lo que una marca de rueda de moto nadie la distinguiría ...

El hombre se debió creer que no dejaba de ser una carga como otra cualquiera y menuda velocidad cogió. Quería llegar cuanto antes al destino y debió pensar que yo iba cómodo en esa posición. Mi único pensamiento aparte de dónde sujetarme era que la guardia civil del pueblo no nos parara por pensar que era una furgoneta sospechosa y quisiera ver la carga. Si lo hacían, entendería que sin preguntar si quiera abrieran fuego y me dejaran ahí seco por pensar en tráfico ilegal de blancos y motos. La fruta era la tapadera.

Cuando por fin llegamos a la puerta de la frutería en el pueblo, la gente se quedó alucinada. Esperaban con ansia ver llegar el nuevo género y vaya que si lo vieron!. Creo que al salir me cebé con las cebollas a las que tampoco tengo mucho aprecio, sé que pagaron justas por pecadoras, pero pienso que era lo único que me quedaba así a simple vista por catar. Bajamos la moto y le dimos las gracias al frutero mientras se formaba un pequeño corrillo de gente en las cercanías.

Al día siguiente fui a la tienda pero me resultó incapaz comprar nada. Hubiese sido un bonito gesto de agradecimiento por mi parte correspondiendo la gentileza suya, pero no pude. Cuando miraba la fruta y verdura no podía dejar de pensar en cómo llegó el producto ahí. Aguanté un par de carcajadas cuando la señora de turno le decía al frutero la buena pinta que tenían algunos productos. Si ella supiera...

Desde entonces como poca fruta, creo que es entendible.

Mis problemas con el inglés

Desde que eres pequeño y vas al colegio te cansas de escuchar de que si el futuro está en los idiomas y concretamente en el inglés, que si es imprescindible en el trabajo, que si es igual de importante o más que una carrera universitaria y de millones de cosas más sobre la lengua de Shakespeare. Y en parte es cierto y tienen razón, lo que pasa es que te lo enfocan todo hacia el tema laboral y dejan a un lado el aspecto personal, aquél que me ha traído más quebraderos de cabeza.

No recuerdo un solo verano de mi niñez y pubertad sin tener que estudiar el inglés porque lo había suspendido durante el curso. No me entraba. Eso de pronunciar lo que escribes de otra forma que lo lees no iba conmigo. Y para colmo en la universidad no tenía clases, así que unos cuantos años sin hablar en absoluto hicieron mella en mi.

Sí, es cierto que para no perder las buenas costumbres veraniegas todos los años me metía un mes a estudiar en una academia, pero como si nada, hasta que no me vi en la necesidad no me di cuenta de lo necesario que realmente es, y no solo en el trabajo, sino en la vida.

Yo creía que era un hecho socialmente admitido y consensuado por la ONU el que todo el mundo mienta en su C.V. a la hora de hablar de su nivel de inglés, que te pones, al menos, un grado más de lo que es real. Para que nos entendamos, que si has oído hablar alguna vez de un país llamado Inglaterra ya puedes poner en tu C.V. que tienes nivel básico de inglés y como además sepas decir correctamente football pues ya tienes nivel medio y así en adelante.

Pero llega mi primera entrevista de trabajo en la que me hacen hablar en inglés y resulta que voy a topar con uno de los pocos entrevistadores que deben ser de otro sector de la doctrina que no están de acuerdo con esta teoría y me lo hace ver, me lo hace notar. Por qué narices me cambia de idioma en mitad de la conversación sin venir a cuento, eh? Por qué?! Acaso él me está hablando de mis estudios y experiencia profesional y yo voy, de repente y sin previo aviso y le empiezo a hablar de mi última partida de dardos? Noo, nooo, no lo hice!! No lo hice porque no venía a cuento, porque yo sé llevar una línea argumental, cosa que él dejó mucho que desear con su actitud.

Este hecho me hizo recapacitar y adoptar una postura valiente ante este asunto del inglés. El nivel que aparecía en el C.V. estaba bien, lo único que estaba mal era el que yo tenía. Había que zanjarlo de una vez por todas, ahí, cara a cara, en caliente, afrontándolo sin más. Dicho y hecho. Vi una academia de inglés y allí que fui a apuntarme a un curso.

Se trataba de una de esas cadenas de academias que pusieron de moda el tener millones de niveles y que cada vez que aprendías una palabra nueva te subían de nivel. Yo entré, sin miedo y decidido y sin saber cómo iba aquello ...
- Hola, buenos días, qué desea?
- Hola! Pues quería apuntarme a un curso de inglés.
- Y qué curso desea? Intensivo, todo el año ....
- Bueno, yo querría uno de todo el año
- Y cuándo puede empezar?
- Pues ... ya! Hoy mismo podría.
- Bueno, pues espere un momento ahí a que venga una compañera y le haga una prueba de inglés para ver su nivel y mientras, si no le importa, me va rellenando este formulario.

Yo estaba ensimismado con mi cuestionario cuando a los 5 minutos ...
- Rafa?
- Sí, soy yo!
- Hi! I am Kate. Please, come with me that I am going to speak a little with you in order to know your English level.
- Einch! (Otra vez por sorpresa! Pero bueno, qué pasa hoy, que la gente me va a marear con tanto cambio de idioma!)
- (Vio mi cara, lo sé!) Por favor, acompáñame que vamos a hacer tu prueba de inglés.
- Ah! Vale, de acuerdo! (Así sí, así si nos íbamos a entender mejor!)

Me metió en una sala y se puso a explicarme en un idioma desconocido una serie de cosas, idioma que abandonó al instante después de mi tercer what! seguido. Me dijo que me iba a hacer una serie de preguntas sobre mi para ver el nivel y bla bla bla y ...
- Hi Rafa. Where are you from?
- I am from España.
- Ah! And, where are you living?
- I live in Madrid.
Llegados ya a este punto, empezó a hacerme unos gestos rarísimos con la mano mientras me sonreía, a mover la mano suavemente de izquierda a derecha como intentando tranquilizarme porque me veía tenso.
- In what street are you living?
- I am living in Paseo de la Castellana Street
Ella seguía haciéndome esos signos con la mano mientras me seguía sonriendo. Yo sabía que estaba tenso y que de momento no lo estaba haciendo muy mal del todo, quizá un poco serio, eso sí, pero no mal. Así que decidí que tenía que relajarme y me saldría el inglés más fluido, tenía que sonreir.
- Oh! Close to here?
- In 240 number. Perdona que te diga el número en español, pero es que no me los sé muy bien en inglés y es una de las cosas que quiero mejorar.
- Oh! Doesn’t matter, doesn’t matter.
Y me seguía haciendo esas señales. Pero si ya le estoy sonriendo? Ya estoy un poquito más cómodo y, salvo los números, ya estoy un poco más fluido. No entiendo.
Como el silencio seguía ...
- Quieres que te diga el código postal?, pregunté
- No, no! It is not neccesary! Ummm! Reading your questionnaire I can see that you have finished your degree just now. In what area would you like to work? (Y otra vez la sonrisita y la dichosa mano)
- Sorry?!
- Your questionnaire. Are you looking for a job, aren’t you? In what area?
- Oh, sí, digo yes yes ... yeah! I am looking for a job but I don’t know in what specific area I want to work. Ufff! Ummmm ... perhaps perhaps ... as a lawyer?! (es lo único que sabía decir en inglés aunque en español tenía bastante claro que no quería ser abogado).
Silencio. Miradas. Silencio. Gesto con la mano. Le sonrío. Gesto con la mano. Dejo de sonreir. Silencio.
- And ... have you ever been in England anytime?
- No, never. I never went there.
- I see, I see ... if you were rich, what would you like to do?
- If I have money? Well, perhaps, I will buy a car, a house and I will travel for pleasure.
Vuelta al silencio, a los gestos con las manos y a las sonrisas.
- Bueno, Rafa, esto es todo. A ver, te he notado un poco nervioso y ...
- Sí, es que al principio estaba un poco nervioso porque hace mucho que no hablo en inglés y me costaba pero ...
- Sí, lo he notado, estabas nervioso y contestabas muy seco. Yo te estaba haciendo gestos así, con las manos, para que te alargaras en las respuestas, para que contestaras un poquito más pero tú te callabas.
- Ah! Claro! Que lo del gesto era para que alargara las frases ... ya! (La cara de idiota que se me quedó cuando me di cuenta que yo pensaba que era para que le sonriera, no tiene precio).
- Bueno, pues espera un momento fuera que le voy a pasar el informe al director y él ya te dirá en qué nivel te metemos.
- Vale, gracias.

Tras la espera, me llama el director a su despacho y me empieza a explicar que si tienen hasta el nivel 12 en la academia, que si venden paquetes anuales de 4 niveles, que si ....
- Y tú, bueno, pues me dicen que te sabes bien el presente, que tienes ciertos problemillas con el futuro y que te cuesta el pasado, bueno, y que te sabes los colores.
- Los colores?! Que me sé qué? (Pero si en español he descubierto el color magenta este año?)
- Bueno, lo de menos son los colores. El caso es que me recomiendan que refuerces la base de tu inglés, que de nada sirve ponerte en un nivel más alto si luego no lo entiendes y bla bla bla y, por tanto, te recomendamos el nivel 1. Aunque si estás un poquito en el 0 tampoco te sobra.
- Pero cómo me voy a poner en el 0? Si llevo toda la vida estudiando inglés!. Lo que pasa es que hoy estaba un poco nervioso porque llevaba mucho tiempo sin hablar, una entrevista de trabajo ... Bueno, pero si me pongo en el 0, en unos meses o a final de curso puedo llegar al 7-8 que creo que es mi nivel?
- Hombre! Pues no, verás. Es que aquí un año lo vendemos por paquetes de 4 niveles. Si se te da muy bien, pues del cero puedes llegar al 4 a final de curso.
- Eh?!?! No, no. Bueno, muchas gracias y me lo pensaré.

Me fui. Que me sabía los colores?! Pero de qué va?!?! Pero en qué momento le he dicho algún color? Que si tengo dinero me compraré un coche color magenta?! Alucino con esta gente ... a cualquiera hoy en día le dejan poner una academia de inglés. En fin ... y allí que me quedé con mis pensamientos.

Tardé algún tiempo en pisar de nuevo una academia de inglés y no lo hice hasta que una amiga del trabajo me recomendó aquella en la que trabajaba su madre. Estaba muy cerquita de la oficina y me apunté a clases particulares 3 días por semana. Ni grupos ni nada, yo sólo para hablar de lo que quisiera, como si era de colores, daba igual!.

Al cabo de unos meses y de varios cambios de profesor por diversas circunstancias, me apunté con otra amiga los dos juntos para tener profesoras nativas inglesas. Y allí conocí a Juliet. Era mi profesora. El primer día me impactó lo alta y guapa que era, pero sobre todo sus ojazos azules tan espectaculares. No hay como tener motivación en algo para aprender.

Empezamos a salir como amigos con más gente, me llevaban al cine ella y mi otra profesora a ver películas en versión original, quedábamos los fines de semana para ir los 3 por ahí de excursión y un día, de repente, me decidí. Lo tenía bastante claro porque ya habíamos hablado alguna que otra vez sobre esto y mi otra profesora me lo había dicho, pero tenía que dar el paso yo solito. La semana siguiente nos íbamos los 3 a Canarias de viaje y a la próxima se volvía a su casa de Londres a vivir, luego no tenía más oportunidades que aquella.

Era un viernes por la noche y después de salir de un bar le dejé que llevara mi coche hasta el siguiente local. Era una estrategia. Ella nunca había conducido un coche español y además por la derecha, lo cual la desarmaría y se centraría en otra cosa, y yo mientras podía ir pensando en cómo lo haría. Creo que el hecho de que ella condujese me trastornó más a mi que a ella.

Después de aparcar, me lancé...
- Jules!
- Raffa?!
- Well, ummm, ufff ... Dios!,eh!!! ... Jules, eh, I I like you!
- What?!
- (Dios! No! Pero qué he hecho, qué he dicho?!?! Por qué pone esa cara? Si está claro lo que he dicho, ni que hubiera hablado en español!. Tanto pensar para fastidiarla así?!! Pero mira que soy paquete!!! Piensa, piensa rápido, vamos! Hay que decirle que te gusta pero sin nervios) Jules, I love you!
- What?!?!
- (Su cara era de incomprensión total. No me extraña, otra vez le digo lo mismo y encima lo empeoro. No quiero decir que la amo que el love es muy fuerte y apenas la conozco, quiero decir que me gusta pero cómo narices se dice? Joé! Con la cara que me está poniendo me lanzo y punto, como siga hablando la fastidio aún más. Lo peor que me puede pasar es que bese el cristal, así que a jugársela. Y allá que fui).

Cuando ya éramos pareja y tenía más confianza conmigo, me contó la realidad de aquel día. Siempre es bueno tener las dos versiones de la misma historia.
- Jules!
- Raffa?!
- Well, ummm, ufff ... Dios!,eh!!! ... Jules, eh, do do Do you like me?
- What?! (What he is asking me?! I can’t believe that he is asking me if I am feeling something for him?)
- (Dios! No! Pero qué he hecho, qué he dicho?!?! Por qué pone esa cara? Si está claro lo que he dicho, ni que hubiera hablado en español!. Tanto pensar para fastidiarla así?!! Pero mira que soy paquete!!! Piensa, piensa rápido, vamos! Hay que decirle que te gusta pero sin nervios) Jules, Do you love me?
- What?!?! (Incredible!! Now he is asking me if I love him? Is he crazy?! Is he taking drugs, pills?).

Ahora entiendo perfectamente su cara, claro. Si bien es cierto que de los dos la única persona que era profesora de idiomas era ella, el único que sudaba a raudales era yo y que estábamos hablando en su idioma, yo conozco perfectamente la canción de los Blues Brothers de Do you love me? Yeah yeah ... así que me extraña que me confundiera en eso.

Limadas estas pequeñas tonterías del idioma, me fui a Londres unos días y aprovechó para presentarme a su familia. Si a veces ya era duro lo de la comunicación con ella, con su madre fue aún mejor. La presentación no podía ser más extraña. No sé muy bien cómo se desarrollaron los acontecimientos pero a los 5 minutos de entrar en su casa para lo que a priori parecía ser un simple hi & bye (hola y adiós), me encontré sentado descalzo en el sofá de su salón enfrente de su madre, habiendo dejado los zapatos en la entrada y mirando de reojo si los calcetines estaban presentables y con uno de los gatos del tamaño de un pony que se me subió a las rodillas para que lo acariciara y me llenara de pelos por todos sitios.

Pienso que el gato ese sabía inglés y se daba cuenta que yo no lo hablaba muy bien, porque no se separó de mi ni un instante. Cada vez que pronunciaba algo mal notaba cómo sus uñas me atravesaban el pantalón vaquero y me llegaban a la piel. Cuando dejaba de acariciarle, lo mismo. Cuando soltaba una mano para acariciar al otro no fuera que se pusiera celoso, lo mismo. Sentía como si llevara un cilicio en el muslo de lo que podía estar sangrando, uff!!. Y mientras, intentaba llevar una conversación un poco lógica con la madre y explicándole a qué hotel nos íbamos. Menos mal que a los 10 minutos Jules lo arregló todo cuando llegó al salón y al ver la situación le dijo a su madre que cómo había permitido eso porque a mi no me gustaban los gatos.

Todos estos reveses que me he llevado durante años con el inglés en el plano personal pensé que me habían ayudado a madurar, aprender y salir de situaciones complicadas que me llegaran en la vida laboral. Y he aquí que un buen día llamo a un cliente en Londres para que nos solucione un problema de software. Antiguamente tenía bastante práctica en las conversaciones telefónicas porque así fue básicamente mi relación con Jules, así que cogí el teléfono y con las frases perfectamente aprendidas y practicadas de antes me puse en contacto con la persona en cuestión.

Nos íbamos entendido como podíamos, por lo que le sugerí que si nos intercambiábamos los emails quizá sería mejor para ambos ... ay! Ay si lo llego a saber antes!!!. Le empiezo a deletrear una por una las letras de mi nombre y apellido y cuando llegamos a la zeta ...
- (...) cet
- What?
- ced
- What?
- sed
- What?!
- zeta (Ya me estaba empezando a poner un poquito nervioso)
- What?!
Mi compañero se percata que estoy tenía un ligero problema de entendimiento con mi interlocutor y me grita que le ponga un ejemplo con palabras que empiecen por zeta. Buena idea!
- Zeta de Zamburiña! (En esos momentos era lo único que se me ocurrió con zeta!)
- Sorry!!! What?!?!?
Mi compañero Fran alucinado por lo que me escucha reacciona intrépido y ya pensará más tarde en qué narices le he dicho a la inglesa por el tlf, pero ahora me quiere ayudar y se levanta, me da el diccionario de inglés y me dice que empiece a leerle palabras que empiezan por zeta.
- Lo cojo, veo cuales conozco y ... excuse me!, sed de zoo, zone, zurich, zulú, zoom ...

Cosas ininteligibles que escucho al otro lado del teléfono y finalmente me dice que va a buscar a una compañera que es española a ver si ella me entiende.

Lo dejamos de mutuo acuerdo

¿Cuántas veces hemos oído esta frase? Cuando le preguntas a alguien por el fin de la relación con su pareja y te dice: No, lo hemos dejado, pero bien, porque lo hemos dejado de mutuo acuerdo.

Supongo que la gente que dice esto es porque no quiere afrontar la realidad de que alguien les haya podido dejar y dicen que es de mutuo acuerdo porque en el momento de finalizar la relación, en el momento en que su pareja les dice que no quiere seguir más con él/ella, ellos estaban presentes. Claro, pensarán, es de mutuo acuerdo porque estábamos los dos cuando lo dejamos! En fin ....

Recuerdo que la primera vez que me dejaron fue en 3º BUP en el colegio, ella estaba en su pupitre y me hizo con las manos el movimiento de unas tijeras al cortar. Como sólo llevábamos una semana juntos y no la conocía mucho, me debió ver cara de extrañeza y repitió el gesto de las tijeras alternándolo con las dos manos cruzándolas de lado a lado como si un partido de fútbol se hubiera terminado. Ahí ya lo vi claro, cuánto puede uno aprender del deporte rey!!!. Esto me vino muy bien más adelante (no justo en aquél momento) para entender ahora todo tipo de signos e indirectas, las capto al vuelo.

La segunda vez yo también lo dejé de mutuo acuerdo. Yo también estaba presente el día que se acabó mi relación y pude opinar, cosa que era de agradecer porque hasta entonces no siempre había sido así. Llevaba un rato saliendo con mi novia y en los últimos tiempos las cosas no iban del todo bien. Eso era un hecho palpable. Ambos sabíamos que los 4-5 últimos años no habían sido nuestra mejor época, que muy atrás quedaron esos días de enamoramiento y ahora era solo rutina.

Y era curioso, porque habíamos llegado a ese punto al que todas las parejas desean llegar, aunque con otra mentalidad distinta. Sí, ese punto en el que disfrutamos cada momento juntos al máximo, ya fueran discusiones o simples broncas. Y lo disfrutábamos así porque sabíamos que el tiempo pasa irremisiblemente y no volveríamos a ese momento nunca más, lo disfrutábamos al máximo porque éramos conscientes de que se perdería. Éramos conscientes de que cada minuto que vivíamos era peor que el anterior y mucho mejor que el siguiente.

Una tarde de domingo nos fuimos a dar un paseo por el centro de Madrid. En aquél momento pensé que si das un paseo con una chica era por dos motivos muy claros: o quieres empezar algo con ella o quieres finalizarlo. En mi caso la primera opción me resultaba fácilmente descartable porque, así a bote pronto, recordaba que llevábamos 11 años saliendo, con lo cual sólo quedaba la otra opción ... y no me equivoqué.

Mientras paseábamos por las calles de Madrid cerca del Palacio Real un día de sol radiante y buscábamos un lugar íntimo compartiendo banco del parque con una pareja de jubilados, empezó todo...
- (...) Rafa, tenemos que hablar
- No fastidies, qué pasa! (absurdo, completamente absurdo porque todo el mundo sabe que cuando tu pareja te dice que hay que hablar es porque hay que hablar, pero por última vez)
- Pues que las cosas no van bien y tú lo sabes (es cierto, yo lo sabía, pero por qué quien deja al otro siempre intenta hacerle partícipe en igual medida? Por qué no es un simple me parece a mi que las cosas no van bien?. No, ya te dicen que tú lo sabes y claro, pues lo primero que se te pasa por la cabeza es no contradecir a tu pareja y afirmas, consientes). Que desde hace un tiempo ya no es como antes, que ya no nos hablamos igual, no nos miramos igual, no sentimos lo mismo, no ...
- (Mucho plural veía yo ahí!. Por qué tanto plural? Por qué no habla sólo por sí, por su persona?) Que no sentimos lo mismo? Y tú qué sabes lo que siento yo por ti? Eso no me parece justo. Tú di tu opinión pero no hables de mis sentimientos o de lo que yo pienso porque te puedes equivocar mucho.
- Es cierto, pero creo que en este tiempo juntos te he llegado a conocer algo y ya no sientes lo mismo. (Joé! Pues era verdad!). Y yo tampoco. No sé qué nos ha pasado, pero ya no es igual que antes, ya es todo monotonía, rutina, no hacemos nada distinto ...
- Eh! Eso sí que no!. Cuántas veces hemos venido aquí, eh? Ninguna. Es la primera vez! Estamos empezando a hacer algo distinto y ...
- Rafa, estoy hablando en serio -La verdad es que no me hacía falta que me lo dijera porque por su cara ya se veía-.
- Sí, perdona.
- Pues eso, que creo que lo mejor para los dos es que lo dejemos, que así no podemos seguir y que cada vez esto va a peor.

Ante este comentario que no por ser esperado dejaba de ser traumático, aproveché el silencio nuestro y los murmullos de los jubilados mientras echaban migas de pan a las palomas para pensar. Otra vez el plural! Pues no, fíjate tú por dónde! Pues yo no creo que eso sea lo mejor. Tú sí lo piensas pero yo no. Tiene gracia la cosa! cuando yo le pedí salir (sí, es cierto, le pedí salir, pero no estamos ahora en eso) me dijo que se lo pensaría. Pues por qué no puedo hacer yo lo mismo ahora? Por qué no le puedo decir que me lo pensaré, que aunque ella quiera cortar que yo me lo tengo que pensar. Es graciosa la cosa, para empezar con alguien se necesita el mutuo acuerdo pero para cortar basta que uno de los dos quiera ... pues no me parece justo!.

- (Yo seguía enfrascado en esos pensamientos) Rafa, en qué piensas?
- Eh!
- Que en qué piensas ...
- No, nada ... que ... bueno ... que, que supongo que tienes razón. Que ya nos hemos dado muchas oportunidades y la cosa no va bien. (Pues qué le iba a decir? En realidad si tu pareja piensa que ya no es mejor estar juntos, pues te guste o no tendrás que asumirlo y punto).

Tras un buen rato meditando y hablando sobre muchas cosas, nos despedimos de los compañeros de banco y seguimos dando un paseo por el parquecito. Pese a todo, no queríamos tener un final traumático así que también bromeábamos sobre lo que yo iba a echar de menos las discusiones con su madre y demás.

En estas rupturas de mutuo acuerdo y después de tanto tiempo se intenta quedar bien y se dicen cosas como ... seguimos siendo amigos, eh! Seguimos hablando, vale? Es cuando te da por pensar si lo habíamos llegado a ser alguna vez. Creo que hay veces que iría mejor si se empezara la relación cortando, ya que las intenciones son mucho más bonitas, mejor el ser amigos que simple pareja, el hablar que gritar ...

Y luego llegan los días siguientes. Esos en que tus padres empiezan a notar un cierto comportamiento extraño en ti porque ya no te cuelgas media hora del teléfono cada día y estás más en casa y los fines de semana no sales tanto y como no les has dicho nada, te preguntan. Y lo mismo los amigos, que te llaman para hablar de cualquier cosa o quedar y te preguntan por ella. Todos con buena intención, pero tu reacción es la de todo el mundo ... y yo qué sé dónde está ella! Pues no he hablado con ella, llámala tú y pregúntale qué va a hacer! Como si yo supiera lo que va a hacer en cada momento!. Es una reacción de autodefensa diría yo, una reacción como para hacer ver a todo el mundo que eres independiente y casi hasta te ofende que te pregunten por ella, como si no pudieras hacer nada solo. Y la verdad es que es una reacción estúpida porque durante los últimos años de tu vida siempre fue así.

Pero luego llegan los buenos momentos. Se me abría una nueva vida por delante y había que aprovecharla al máximo. Es cierto, es verdad que iba a echar de menos muchas cosas como los domingos en el cine y las discusiones con la suegra, que tendría que cambiar de hábitos y empezar a afeitarme más asiduamente y cuidar un poco más mi imagen personal que había descuidado si quería volver a tener novia, pero también podría hacer todo aquello que antes no hice.

Tenía prisa por hacerlo. Era como si el mundo se fuera a acabar la semana siguiente. Creía que las niñas se me echarían encima a las primeras de cambio y tenía que aprovechar el poco tiempo que tuviera de soledad para hacer todo aquello que me apetecía antes de volver a comportarme como un calzonazos con la primera que se me cruzara por el camino. Debí coger un camino poco transitado porque ahora, con la perspectiva de ver las cosas que te da el tiempo, 5 años después y siguiendo todo igual, me doy cuenta que no tenía porqué haber hecho todo tan rápido.

Yo lo siento más!

Hay días que están en tu contra, que van a por ti. No sabes muy bien por qué motivo ni razón, porque aparentemente no has hecho nada diferente a los demás y los días son cosas inertes que no atienden a sentimientos ni razones, pero todo te sale mal. Da igual las vueltas que le des a las cosas y el interés que pongas en arreglarlo, da absolutamente igual, si te ha tocado vivir uno de esos días, la suerte está echada de antemano … absolutamente todo irá en tu contra. Lo mejor que puedes hacer es tener esto en mente desde el principio y ser consciente de ello para no preocuparte demasiado.

Yo viví uno de esos días. Estaba esperando que llegara desde hacía mucho porque iba a ser especial, y lo fue, vaya si lo fue! Aunque por otros motivos bien distintos a los que deseaba.

Eran las navidades de hace ya algunos años y mi hermano, como estaba de viaje, me dejó su coche ese día. Quizá fueran los nervios y la de veces que le di vueltas a todo en la cabeza, lo que hizo que se me pasara el tiempo volando y ya salí con cierto retraso de casa. Ahora, con cierta perspectiva temporal, empiezo a pensar si el coche me lo dejaban por ser mis hermanos y como favor o aprovechaban los días que se quedaban sin gasolina para hacerlo a sabiendas de que yo correspondería y les llenaría el depósito.

El hecho es que fui a una gasolinera de auto servicio. Fue el primer error. Nunca vayáis con un coche nuevo que no conocéis bien a una gasolinera de este tipo, porque os puede pasar lo que me pasó (en estas gasolineras las mujeres tampoco se bajan del coche para echar gasolina? No sé, me inquieta). Me bajé del coche, abrí la tapa del depósito y empezaron mis dudas … normal, súper o sin plomo. Pues si no veo que ponga nada en el depósito y el coche es nuevo, entiendo que sin plomo, que para eso acaban de establecer esto, digo yo!. El razonamiento era bueno, no cabe duda, lo que me causó problemas fue el llevarlo a la práctica.

No caía ni gota. Bueno, mejor dicho, sí caían y bastantes, lo que pasa es que todas por fuera. Rebosaban. No metía bien la manguera? Joé! Ni que fuera la primera vez que me dejaban un coche y le echaba gasolina!!!. Pues nada, no había manera. Echaba y echaba y la manguera no entraba bien en el depósito y se salía todo por fuera. Después de 10 minutos de meter y sacar la manguera varias veces en el depósito sólo llevaba 20 pts de combustible más o menos. Aún no había calculado cuánto dentro y cuánto fuera, pero por el charco del suelo calculaba que iban ganando los de fuera, los visitantes por goleada.

Los coches que iban llegando a la gasolinera ya empezaban a mostrar cierta impaciencia hacia mi ineptitud, pero yo no me inmutaba y seguía a lo mío. Daba igual que apretara fuerte el botón de echar, que lo hiciera flojo, a ráfagas, a golpecitos suaves e intermitentes, con el pi pi pipipi pipipipi Madrid!, que mientras sacara un poco la manguera o la introdujera hasta donde podía … todo daba igual porque el resultado era el mismo, mis calcetines estaban a punto de calar por la gasolina que se escurría por el lateral del coche y formaba charco en el suelo. Por qué narices pasaba aquello! Yo observaba con el rabillo del ojo al resto de coches en los surtidores y, la gente, tras dejar de hacer sonar su claxon e insultarme, llenaban sus depósitos, pagaban y se largaban dando voces. Si era sencillo, por qué a mi me pasaba eso?!?!

Tras más de 15-20 minutos echando o intentando llenar el depósito de gasolina, ya no puedo más. Ya me dolía el dedo de apretar, la espalda de la postura al estar encorvado, me estaba quedando sordo con los bocinazos de los coches, ciego de mirarles de reojo, no sabía dónde poner los pies sin mojarme, así que decidí parar aquel sufrimiento. 97 pts. Sí, había conseguido echar 97 tristes y asquerosas pts después de 20 minutos y estaba tan harto que no quise ni emplear 5 minutos más en llegar a las 100 pts, más vale que eso fuera suficiente para todo el día y devolver el coche con el depósito cargado.

Y fui a pagar. No llevaba dinero suelto porque tenía pensado pagar con tarjeta, pero dadas las circunstancias me daba vergüenza hacerlo. Busqué y rebusqué por el coche y por fin encontré una moneda de 200 pts. Ufff!
- Hola, me dice el número de surtidor, por favor?
- El el el … el 4!
- El 4 es el mío, señor! (escuché por atrás)
- (Vaya, lo había intentado pero no resultó. Estaba dispuesto a pagar el combustible de otro con tal de no decir la verdad) Perdón, es que … el, el 2. Dije mirando hacia abajo.
- El 2? Debe estar estropeado. 97 pts?!?!
- Sí, bueno no, digo sí, sí debe estar estropeado y sí, son 97 pts. (Mirada de incredulidad y silencio. Pensará que le estoy tomando el pelo?). Verá, es que me acaban de dejar el coche y yo creía que no tenía gasolina porque el indicador de combustible así me lo indica, pero debe estar estropeado y tener el depósito lleno porque no he podido echar más que eso. Fíjese que ni ha llegado a 100 pts! jeje
- (No le gusto ni la broma del jeje ni se creyó la historia, pero como también formaba cola a la hora de pagar, ya me quería quitar de su vista). Pues 97 pts. Adiós.

Y me fui. Si ya había salido tarde de casa este contratiempo no me había ayudado lo más mínimo. Por fin llegué a recoger a mi novia a su casa. Preferí decir, sin más, que me dejaron el coche un poco tarde, que así la culpa recayera en otro. Y llegó uno de los momentos esperados y deseados, el regalo de Papá Noel! Lo llevaba ese día para dárselo y me había costado elegirlo.

- Toma, tu regalo de Papá Noel! Era un bulto grande, inmenso, y lo iba abriendo con cara de ilusión. No se lo esperaría, qué sorpresa! Y sí, efectivamente fue una sorpresa. Cuando acabó de desenvolver el paquete no daba crédito a lo que le parecía ver. Sigue, sigue, le decía yo.
- Pero qué es?
- Tú, abre la caja …
- Una tumbona! Es una tumbona?!?! Su mirada indicaba claramente que quería una explicación, que la necesitaba más bien.
- Pues, pues sí, una tumbona! Para tu piscina. Para que cuando os vayáis a vivir al chalet y llegue el verano la pongas en el jardín y puedas tumbarte a tomar el sol. Así no te la quita tu hermano. Tiene ruedas, ves. Yo quería una hamaca pero no encontré la que buscaba así que pensé en la tumbona. Las había de color verde y de color blanco. Me decidí por la blanca porque …

No me dejó continuar! Ella no sabía cuánto me había costado encontrar una tumbona en pleno mes de diciembre y no parecía muy interesada en saberlo.

Nos fuimos a cenar. Ese no era el plan inicial pero tenía que levantar aquella situación como fuera. Tomé la iniciativa y elegí sitio, uno distinto del típico Vips de siempre. Con lo que me había ahorrado de gasolina podría gastar un poco más en la cena. Y en esas estábamos cenando en el Gino’s cuando aparece un tipo con flores por las mesas. Cuando se acercó a nuestra mesa, ni pregunté, le cogí una del ramo y se la ofrecí a ella. Son 300 pts señor. Qué?!?!? 300 pts por una rosa? Pero qué timo era ese!!! Cómo podía costar tanto una maldita rosa!!! No me extrañaba en absoluto que nadie le hubiese comprado en el resto de mesas, con esos precios.

Y me acordé. Yo sólo llevaba 103 pts en el bolsillo y la tarjeta de crédito. Aún tenía la rosa en la mano, quedaría bien protestar un poco por el precio y devolvérsela? No, no mucho porque en ese instante ella me la arrebató de la mano dándome las gracias. Y ahora qué? Regateaba? Qué feo! Ahí, delante de mi novia, regatear por un regalo que le estaba haciendo a ella, por un detalle. Le pregunto si acepta tarjeta? No, se pensará que me estoy riendo de él. Y no me quedó más remedio. Le tuve que pedir dinero prestado a ella para pagar la rosa. Yo sólo puse 100 pts y ella las 200 restantes. Tampoco era tan grave la cosa, joé, si al fin y al cabo yo iba a pagar luego toda la cena!.

Tras una velada en la que salió a relucir el tema de la tumbona, me vi obligado a contarle lo de las 103 pts en mi bolsillo para relajar un poquito el ambiente. Acabamos de cenar y nos fuimos a tomar una copa a un bar y luego la llevé de vuelta a su casa. Lo típico, dejo el coche en segunda fila en frente de su portal con las 4 lucecitas encendidas y la acompaño hasta su piso. Puede salir algo mal aquí? Si es una cosa habitual que hacía siempre!.

Esperamos que llegue el ascensor y damos al 4º. Cuando llegamos a su piso, abro la puerta para que salga ella primero y … todo sucedió muy rápido y muy lento a la vez. No sé cómo pero al salir me dio un leve golpecito en el brazo que tenía extendido abriendo la puerta del ascensor y se me escurrieron las llaves del coche que llevaba en la mano. Según noté el leve contacto en mi brazo y cómo se abría mi mano para dejar escapar las llaves, ya sabía lo que iba a pasar. Con el día que llevaba el desenlace no podía ser otro. Se podían haber caído en cualquier sitio, pero no, fueron directas al hueco que hay entre la caja del ascensor y el piso, sin rebotar antes si quiera en algún lado para darte tiempo a pensar que las puedes coger y reaccionar a tiempo. Nada, ni eso. Directas al hueco.

Así que con la mirada las intenté seguir pero ya en el tercer piso las perdí de vista. Seguí mirando por la rendija, sin pestañear, hasta que a los dos-tres segundos me pareció escuchar cómo tocaban fondo. Es poco tiempo, pero la mente viaja en esos casos a una velocidad de premio Nóbel, pensé en el coche en 2ª fila, en que mi hermano estaba de viaje y no tenía llaves de repuesto, en que no tenía forma de volver a casa, en que era un buen final para un día aciago ... Ella me miraba sin saber muy bien lo que yo estaba haciendo, no se había percatado de la situación.

- Las llaves!!!!
- Qué llaves?
- Las llaves del coche!!! Le decía mientras miraba alternativamente a ella y el hueco del ascensor.
- Qué le pasa a las llaves del coche?
- Pues que me has golpeado en la mano y se me han caído por el hueco del ascensor!!!!
- Qué? Qué dices!!! Pero si apenas … entonces era eso lo que me pareció ver que …
- Sí!!!! Las malditas llaves del coche!!!
- Y ahora qué hacemos?
- Y yo qué sé!!!
- No tienes llaves de repuesto?
- Qué va! Mi hermano está en Santander y se llevó las otras llaves!!! No sé muy bien para qué pero se las llevó.
- (Tras unos instantes debatiendo en el descansillo de la escalera y después de descartar la opción de llamar a mi hermano para que suspendiera sus vacaciones y me trajera inmediatamente de vuelta el duplicado, dejar el coche todo el fin de semana ahí hasta que él volviera de viaje, llamar a los bomberos para que abrieran el ascensor, etc, tomamos una decisión más práctica). Ya está, no queda otra que despertar a tu portero. Quizá él tenga una llave del ascensor y podamos abrirlo.
- A mi portero?!?! Pero cómo le vamos a despertar ahora!!! Tú estás loco!. Son las 3 a.m. del 25 de diciembre y quieres que le despertemos?
- Pues dime tú que otra solución hay! Anda, vamos a decírselo a tu padre y que él nos acompañe.

Entramos en su casa y por suerte el padre estaba despierto esperando impaciente que llegara su hija. Cuando le contamos lo sucedido, tuvimos que someternos a las típicas preguntas de si estábamos de broma, que cuántas copas nos habíamos tomado y qué narices hacíamos en el ascensor para que se nos cayeran las llaves por ese minúsculo agujero. Cuando por fin le convencimos de lo sucedido, no se atrevía a despertar al portero. Por qué? Me preguntaba yo una y otra vez. Esto es una urgencia y por desgracia para él y suerte para nosotros, vivía en la bloque. Sólo teníamos que preguntarle.

En esa casa eran todos reticentes a mi gran idea, así que me encontré con un destornillador intentando desencajar la puerta del ascensor … en el 4º piso!!! Menos mal que no pude, porque si lo consigo me veo que llevan el ascensor al piso de arriba y a mi me dicen que me deslice con una linterna en la boca por los cables del mismo hasta la planta baja!!. Y todo por no despertar al portero!. El caso es que no pude y alguien pensó que sería más fácil intentarlo en la planta baja, así que otra vez ahí nos pusimos en faena.

Aprendí mucho sobre el sistema de seguridad de los ascensores aquel día. No están hechos para que cualquiera abra la puerta, no, tienen un mecanismo de bloqueo y unas llaves especiales para abrirlas.

Cuando por fin entendieron que no había forma de abrir eso, les convencí para ir a despertar al portero. Eran las 3.30 a.m. cuando salió dormido a la puerta de su casa y le explicamos lo sucedido. Si la cara es el espejo del alma, esa alma no lo quisiera yo para nadie, muy sucia muy sucia, qué cara puso … ufff!! … lo decía todo!. Se metió en su casa y salió de nuevo con una bata por encima del pijama y unas llaves en la mano. Según íbamos andando hacia el ascensor, me acerqué a él porque hasta el momento me había mantenido en un no menos importante segundo plano y le dije un escueto “lo siento”. No me miró. Siguió andando y contestó un “yo lo siento más!”. A partir de ahí volví a mi discreto segundo plano de donde no debía haber salido nunca. Ahora empezaba a entender porqué no querían despertarle. Si lo llego a saber antes llamo a los bomberos.

Accionó el mecanismo de bloqueo del ascensor en el 1er piso y con la llave de seguridad abrió la puerta del mismo en la planta baja. Iluminó con una linterna el suelo y ahí que se lanzó. Mi novia me decía que debería ser yo el que fuera a buscar las llaves. Era lógico, pues yo sabía perfectamente cómo era el llavero y él no lo había visto en su vida, pero rechacé la ofrenda porque pensé que si yo bajaba se descolgaría el ascensor y me quedaría atrapado en el hueco que hay en la planta baja, no era un día para tentar más a la suerte. Además, tampoco creo que hubiese una colección de llaveros ahí caídos … o sí, quién sabe. Yo una 2ª vez no le hubiera vuelto a despertar.

Me recuperó las llaves y me fui a casa. Al día siguiente volví y le regalé una botella de vino por el favor.
Desde entonces, cuando voy en ascensor, nunca llevo llaves en las manos.

Un perro y un cepillo

Llegó la Semana Santa y nos fuimos a Gijón como habíamos planeado 5 días antes. Como es natural en esas fechas, todo está ocupado, absolutamente todo, por lo que nos sorprendimos un poco cuando Álvaro nos dijo a Carlos y a mi que había reservado una habitación para los 3 en un Hotel en pleno centro, en la Plaza del Ayuntamiento y a escasos 300 metros de casa de Mica.

Anda! Mira qué bien, si tenemos un mercadillo medieval en la Plaza!!! Pues nada, dejamos las cosas y a dar una vuelta por ahí a ver si vemos algo chulo para comprar. Claro, al principio eso te hace gracia, pero cuando día y noche sigue el mercadillo y no has podido dormir bien la siesta, ya empiezas a entender por qué desapareció la Edad Media ... porque hacían un ruido de narices y alguien fulminó a todos!. Y también entiendes por qué era el único Hotel con plazas libres en toda la ciudad en esas fechas.

Daba igual. Estábamos ahí y pretendíamos pasárnoslo bien. Así que la primera noche salimos a cenar y a tomar unas copas con Gordo, Mica y sus amigos. Las primeras noches siempre son de tránsito, de dejarse ver, de decir estamos aquí, hemos llegado y mañana ya nos buscareis, por lo que unas copitas en distintos bares y a descansar, que al día siguiente teníamos comida en casa de los padres de Mica.

Creo que era la primera o de las primeras veces que me iba de viaje con ellos y como yo ya conozco Gijón de sobra, pues quise ejercer de pseudo anfitrión, por lo que les desperté pronto y les di un pequeño paseo matutino aprovechando el buen día que hacía. Yo pensaba que es sabido por todos que las distancias en las pequeñas ciudades cambian, los km no se miden igual que en las grandes, pero parece ser que a ellos esto les sorprendió y lo que empezó siendo un paseo leyendo el periódico y tomando el sol por el paseo marítimo se convirtió en una escalada a un monte cercano y caminata de 14 km.

Llegamos asfixiados y exhaustos a casa de los padres de Mica, donde nos esperaban para tomar una fabada. Presentación en sociedad a sus padres y tras un breve momento de esparcimiento antes de comer viendo como Carlitos empezaba a jugar en el suelo con el nieto y sus cochecitos, se enfadaba, se los quitaba, le desmantelaba el garaje que el niño había hecho con su esfuerzo y le cambiaba las reglas del juego, pasamos al comedor para que aquello no fuera a mayores.

Me senté al lado de su hermano y con el refrán en la cabeza de allí donde fueres haz lo que vieres, le empecé a echar la ensalada a la fabada. Nunca lo había hecho en mi vida pero no era el momento de demostrarlo ... qué bueno Dios!!! Qué buena estaba la fabada!!!. El compango estaba bien surtido, tenía de todo, con su chorizo, su morcilla, su jamoncito y ... no, no tenía tocino. A mi eso no me importó en absoluto porque no me gusta, pero a Miguelín, el hermano de Mica, le dolió como si le pegaran una paliza. Pequeño momento tenso y a seguir saboreando aquél manjar. Después de repetir y tripitir por enésima vez, licor en el salón viendo romper las olas del mar en el paseo y al hotel a intentar seguir durmiendo la siesta que algunos ya habíamos empezado en la casa.

Al despertar, nos ponemos las mejores galas porque vamos a cenar a casa de Nano y Margui, la hermana de Mica. Era una pequeña fiesta improvisada en su chalet en un pueblecito a las afueras de Gijón. Estaba dando buena imagen con sus familias y tenía una última prueba que era fácil de pasar. Gente joven en ambiente distendido y conocía a la mitad de ellos. Buen plan.

Pero la cosa se fue torciendo por momentos. La entrada ya fue traumática y me condicionó. Dicen que los animales notan enseguida quien les tiene miedo y se acercan a ellos. Era de noche y no veía bien con la oscuridad, pero aquello que se me acercaba haciendo un eclipse de luna tenía pinta de cualquier cosa menos de un perro ... qué tamaño!!! Como diría un amigo, si hiciera una encuesta entre la gente el 55% de ellos dirían que era grande y el otro 35% que era inmenso ... (el resto hasta llegar a 100% se quedarían mudos del susto al ver el tamaño). Este no es que lo oliera, sino que antes de bajarme del coche creo que ya hicimos un cruce de miradas y sabíamos ambos que aquello no podía acabar bien.

No sé si Gordo también olió mi miedo o se dio cuenta al verme subido a la chepa de Carlitos, pero el caso es que me azuzó a aquella sombra contra mi. Cómo es posible que la gente tenga osos en sus casas, pensé!!! Por fin lo vi bien, de cerca y sigo manteniendo que el agua del suelo debía ser que habían regado o algo así y no que me había hecho otra cosa como decían mis amigos.

Entramos en la casa y saludo a los propietarios empapado en sudor. Mientras se secan pienso que ya estoy a salvo y veo que dentro de la casa hay otro perro pequeño, al que le hago una caricia para demostrar que no tengo miedo. Bajamos al garaje, saludamos al resto de invitados ... y ahí estaban esos dos ojos mirándome de nuevo entre la inmensidad de la sala. No me lo podía creer!!!.

Sobre la mesa abierta de ping-pong en medio del garaje estaba la cena compuesta de tortilla, morcilla, queso cabrales ... vamos, delicias de la tierra. Como no podía apartar la mirada de aquel animal ni de la comida, estuve un rato bizco sin encontrar bien mi sitio.

Pero pronto cambió todo, sí, porque no hay como beber un poquito de alcohol para desinhibirte. La sidra es una bebida que tiene trampa y la gente lo sabe. Y ellos lo sabían, siiii, uy si lo sabían!!! Por qué? Pues muy sencillo. Porque tú cuando bebes copas sabes perfectamente cuánto puedes beber y te controlas tu ritmo y cómo bebes, la cantidad, todo ... pero con la sidra es distinto. Siendo sidra natural como era, te la debes beber de un trago porque no todo el mundo puede estar esperando a que acabes en 10 minutos a base de pequeños sorbos porque se comparte vaso y como el que escancia te la ofrece y queda mal decir de primeras que no, es un feo, te bebes el primer “culín” sin haber probado bocado antes y te entra directo al estómago que parece que te lo perfora. Luego esa tónica se repite varias veces y ... venga, va, otro culín ... y otro y ... Y la resaca?!?! Es cabezona de narices!

La cosa se va animando y casi sin darte cuenta, porque te da la sensación que no bebes mucho porque nunca tienes copa en la mano. Y llegamos a un punto de no retorno, ese punto en que debes decir hasta aquí y si no lo dices, si no lo dices .... y no lo dije. No, porque estaba todo muy rico y me encontraba en mi salsa, con buena comida, amigos y los que no conocía muy majos, como si los conociera.

Entonces saqué un sentimiento asturiano que no sabía que llevaba tan arraigado dentro hasta ese momento. Empecé a hablar a todo el que se cruzaba por mi lado sobre las excelencias del paisaje, la gente, la comida ... la comida y la bebida, la bebida y la comida ... y confundí todo. Agarré una botella de sidra que estaba por ahí deambulando sin dueño claro y con un trozo de cabrales empecé a hacer una mezcla pastosa rara para poder untarlo en condiciones. Ni pregunté y no estaba en estado de que me importara si a alguien no le gustaba eso, pero por suerte triunfó la idea. Me envalentoné, es duro admitirlo pero es la verdad, me crecí, me viene arriba, me gusté y con esa botella de sidra empecé por todo ... chorizo, joé! pues chorizo a la sidra!!! Y ahí que fui a mezclarlo ... tortilla! (antes Miguelín y las gemelas habían traído más y como había de sobra pues ...) a la sidra también! ... morcilla! pues ahí que fuimos a innovar con la “nouvelle cuisine” ... creo que solo se me resistieron los berberechos porque ya vi que venían de casa con su propio liquidito y pensé que algún listo se me había adelantado.

El hermano de Nano era el maestro escanciador. Yo solo veía cajas y cajas de sidra en la rampa de entrada al garaje pero no sabía de dónde habían salido. Me acerqué y entablamos un pequeño debate entre los que allí nos encontrábamos cerca:
- (..) está de narices esta sidra, eh!! –le dije- todo eso es lo que nos hemos bebido ahora?!?!
- Pues sí, van ya dos cajas enteras!
- Bueno, teniendo en cuenta los que somos y que si tiras el final, lo que se cae fuera y el culo de la botella, pues unos 6 culines por botella entre los que somos aquí y ... (estaba haciendo mis cálculos mentales cuando ...)
- No, bueno, de 6 nada, salen mínimo 7 u 8 si me apuras y lo haces bien
- Que no hombre, que no, cómo van a salir 8, qué dices!!! Te admito 7 pero pero .. no lo tengo claro, eh!
- Rafa, no le discutas que él se dedica a esto –me avisó Álvaro-
- Bueno, vale que se dedique a esto, pero es que 8 no salen, porque no!
Como fueron uniéndose voces que se decantaban todas a favor de él, decidí pasar a la acción
- Mira, déjame a mi.
Es lo que tiene el alcohol, que te incita a hacer cosas que en estado normal nunca harías y eso pasó. Pero ante la sorpresa de todos escancié que vamos, de narices. Incluso como me estaban haciendo una foto mirando a cámara y todo, les callé un rato. Pero eso era lo fácil, porque un vaso lo hace cualquiera. Ahora tenía que demostrar que sólo se sacan 6 culines bien tirados. Y se lo demostré, vaya si se lo demostré. Como la cosa estaba como estaba y no atinaba ni una, sólo saqué 5! No le culpo en absoluto porque no me dejara escanciar más.

Ya nadie me frenaba. Entre culín y culín que seguían cayendo e intentando olvidar el bochornoso incidente con la sidra hablamos de todo, de fútbol, trabajo, mujeres, novias, exnovias, animales, mascotas, perros, conejos ... y demás historias que ya no tenían ninguna conexión unas con otras y a las que nadie hacía caso salvo el que en ese momento las estuviera contando.

Y yo, que hasta entonces me había evadido de mi problema con el mastodonte que había en la casa refugiándome en el alcohol, me encontré de nuevo con él. Pero las cosas habían cambiado. De repente y sin pedir nada a cambio por su parte me lo encontré a mis pies en el suelo abrazándome con su patas. Hacía mucho que no recibía una muestra de afecto tan sincera, tan cariñosa, así que correspondí. Le hice unas pequeñas caricias en la tripa con mis pies y ya no se separó de mi.

Hubo un pequeño rato de tonteo y se levantó, vaya si se levantó. Empezó como una simple caricia a su lomo y unas cosquillas en la cabeza, pero poco a poco los acontecimientos se precipitaron y tomaron un camino para todos inesperado ... primero fuerte y despacio, luego más lento y suave. Sí, es lo que parece. Le di un masaje como mandan los cánones: desde la cabeza al rabo y viceversa pasando por el lomo, en todos los ángulos y movimientos habidos y por haber y finalizando como se tiene que acabar, para desentumecer los músculos y que luego no le irrite mucho el lomo, con el tiki-taka, con las manos de canto y movimientos rápidos y secos por todo el animal.

Solo me tomaba un respiro en el masaje para beber más sidra y él, impaciente, me miraba como preguntándose por qué paraba. Como me vieron finalizar con la pasada relajante, me hicieron el lío y en uno de esos parones en que yo creía que me volvían a dar otro culín me vi con un cepillo en la mano. Y ya una vez metidos en faena, pues a cepillarlo como a los caballos. Unas cuantas pasadas incluyendo las patas y como nuevo.

Y qué hacían mis amigos mientras tanto? Pues mientras todos me miraban con estupor uno de ellos tuvo la genial idea de grabarme en vídeo. Todo fue tan rápido que sólo le dio tiempo de inmortalizar 2 minutos de la historia y al ver el vídeo parece que así, sin venir a cuento, un tipo coge y le da un masaje a un perro más alto que la mesa de pin-pon. Pero no es así, eso es contar la historia sesgada, porque ahí no se recogen los previos, el cómo me incitó.

A partir de ahí ya sólo tengo recuerdos parciales de la noche. Recuerdo que nos fuimos habiendo encontrado al llegar un oso gruñendo que nos salió a recibir y habiendo dejado un gatito amanerado que lloró cuando nos vio marchar. Recuerdo que una vez sentado en el coche, todo me empezó a dar vueltas, que iba con la ventanilla abierta, la cabeza fuera del coche y la lengua sacada (como si me hubiese mimetizado con el perro) dándome el aire de las 5 a.m. en la cara. Recuerdo que de repente y antes de haber llegado al destino, Mica paró el coche y alguien iluminó el interior con una linterna. No quiero ni imaginarme el susto que se llevó el policía al ver 5 cuerpos en el coche y sólo 4 cabezas en él. Creo que el poli quería hacerme a mi el control de alcoholemia, pero se conformó con Mica que era la única que no había bebido. Bien, Mica, bien!!. Recuerdo que llegados a las cercanías del hotel, Carlos y Álvaro me acompañaron a la habitación por si no sabía llegar. Y recuerdo que dormí en el cuarto de baño y de vez en cuando, al encontrarme un pelín mejor, me iba a mi cama.

A la mañana siguiente nos acercamos a casa de Mica a despedirnos de sus padres, pero las noticias habían viajado antes que nosotros. Cuando llegamos, ya sabían lo de la noche anterior en casa de su otra hija. Para colmo, de camino a Ribadesella pasamos por casa de Margui y Nano. El perro y yo nos hicimos los distraídos, como pasando el uno del otro, intentando que nadie recordara lo de la noche anterior. Fue un poco vergonzoso el pedir disculpas por aquél espectáculo.

Nos despedimos y nos fuimos a casa de Alvarito a comer fabada a Ribadesella. La resaca era brutal y el ambiente en aquella casa con todos los hermanos hablando al mismo tiempo no favorecía nada. Yo ya iba bien apercibido por Alvaro que no le llevara la contraria nunca a su abuela y, llegado un momento de la comida ...
- Abuela, sabes que Rafa trabaja en JLL, como tu sobrino Pedro?
- Ah, sí?!!? Como Pedrito?
- Sí, trabajamos en la misma empresa.
- Yo fui una vez a la empresa, tenéis el despacho cerca?
- Abuela –intervino su nieto- que Pedro es su jefe. Es uno de los jefazos de la empresa y Rafa, pues ... pues que Rafa le rinde pleitesía, que cuando le ve por los pasillos agacha la cabeza y le trata de usted!
- Qué tonterías dices Álvaro –le regañó su abuela- si es Pedrito! Entonces trabajáis juntos, su despacho está cerca del tuyo?
- (Yo tenía muy presente aquello de no llevarle la contraria a la abuela de mi amigo, pero cómo decirle que su nieto tenía razón?) Bueno, lo que pasa es que yo estoy en el otro lado de la oficina, en lo que se llama llanura y justo en el extremo opuesto y sólo hay 5-6 despachos de jefes en toda la empresa y a mi no me ha tocado ninguno.
- Cómo que no te ha tocado! Se reían mis amigos ... bastante con que te dejan sentarte en una mesa!
- Pero ves a Pedrito? –insistía ella-
- Abuela, no le llames Pedrito porque para Rafa es Don Pedro, no vaya a ser que el próximo día se líe y le echen del trabajo.
- Pero qué tonterías dices, hijo! Hay que ver! Si siempre ha sido Pedrito ... no le llamáis así?
- (En la mirada que crucé con mi amigo vi el nunca, nunca le lleves la contraria a mi abuela, eh!) Bueno, ahí nos tuteamos, pero tanto tanto como para llamarle así pues ... aunque tampoco por el Don, eh! –yo intentaba salir como podía de aquello- pues la fabada está buenísima María!, dirigiéndome a su madre en busca de ayuda externa y cambio de conversación.
- Rafa, que no desvíes el tema, contesta a mi abuela si le llamas así o no?
- Es que no le trato mucho porque está en el otro lado de la oficina y él siempre está muy liado, porque trabaja mucho y está siempre de viaje y ...
- Sí, eso sí, siempre desde pequeñito Pedrito fue muy trabajador!
(...)

Me costó, vaya si me costó pero conseguí salir airoso un día de resaca descomunal de una encerrona así. Sólo tuve otro momento tenso cuando la madre de mi amigo preguntó por la fiesta del día anterior y se lo contaron, vaya si se lo contaron, con pelos (los del perro) y señales (las de mi resaca).

De vuelta a la oficina, intenté mandar el famoso vídeo a uno de los amigos que había estado presente, pero no sé qué demonios pasó que se colapsó aquello. No me fijé en el tamaño del email y cuando tras 15 minutos intentando de todo y mi correo fastidiado fui a IT a preguntar qué pasaba y me contestaron que ahora el servidor estaba en Londres y que no se podía hacer nada por recuperar aquél correo, me entraron unos sudores fríos que para qué contar.

Me imaginaba a un tipo en Londres viendo aquello, yo llamando Pedrito a quien no debía ... mis días estaban contados ahí. Llamé a un amigo informático y después de pedirle perdón por todas las veces que le llamaba para que me arreglara la tostadora de casa o el microondas por aquello de, pues se puso manos a la obra. Aquello seguía sin funcionar y todo lo que me decía ya lo había probado antes, así que me aconsejó pasar al método rudimentario ... desenchufa todo tipo de cables que unan tu ordenador con la red, apaga el ordenador y vuelve a encender todo de nuevo. También el del cargador del móvil, le pregunté. (pero que queréis, con los nervios!!). A los 5 minutos aquello seguía igual pero por fin pudimos eliminar el famoso correo con el vídeo. Todo el día tuve problemas con el e-mail porque no me llegaban o me llegaban con retraso o no podía mandar, hasta que a las 5 de la tarde (yo no entiendo mucho de esto pero fue demasiada casualidad) se recibió un correo de la central de Londres diciendo que en España estábamos teniendo problemas con el correo porque aquello se había colapsado.

Creo que fue el único correo de IT de Londres que imprimí, me leí con detenimiento, subrayé todas las palabras que se podían parecer a mi nombre y las busqué en el diccionario ... ufff!!!!.