lunes, 17 de septiembre de 2007

Cadena de serenos

Me levanté pronto ese día y tras despedirme de Sergio después de una semana de vacaciones con él visitando Galicia, la tierra de nuestras familias, abandoné el hotel en el que estábamos dejando el aviso de que pagaría él. Metí todo el equipaje en el coche, incluido el balón gigante que con gran esfuerzo gané la noche anterior jugando a los dardos en una tómbola en Pontevedra y me puse en marcha camino de Gijón.

Se me había estropeado el GPS así que con un mapa de los de siempre extendido en el asiento del copiloto me encaminé hacia la 3ª y última semana de mis vacaciones. Después de dar un par de vueltas absurdas por Pontevedra buscando la salida camino de Vigo y haber solucionado el primero de mis problemas con relativa facilidad, se me enciende el indicador de la gasolina, por lo que todos mis esfuerzos se reconducen a encontrar una estación de servicio.

No estaba la cosa para ir descartando ninguna por no ser Repsol o Campsa que me regalan puntos, así que en la primera que vi allí que me metí. Como estaban todos los surtidores llenos me pongo detrás del más torpe, o al menos eso creí en aquel primer momento. El típico señor parsimonioso que se baja de su flamante coche, chequea las ruedas a ver si tienen la presión adecuada, mirada exhaustiva para ver si su esposa le hizo un rascón al coche el último día que lo cogió, busca los guantes de plástico para no mancharse, lee con detenimiento los tipos de carburante que hay, coge la manguera correcta, echa gasolina, deja la manguera, se quita los guantes, se va a pagar, al servicio a hacer sus cosas y lavarse las manos, comprar una botellita de agua, el marca para él y el hola para ella ... y yo mientras tanto siendo el primero de una hilera de coches que se formaba detrás por momentos.

Por fin llega mi turno e intento demostrar con qué firmeza y resolución actúa la gente joven en estos casos. Me bajo del coche, casi por instinto cojo una manguera, la acerco al depósito y ... vaya! Me he puesto en el lado contrario. Da igual, no pasa nada, estiro la manguera pasándola por encima del maletero y ... joe!! Se habrá atascado?!?! No llega!!! Qué raro? Vuelvo a tirar. Pero tiro como sin darle importancia, sin querer demostrar al resto de la gente que quizá no llegue la manguera, un tirón suave, estirándola poco a poco y, sí, es cierto, no llega más allá de la mitad del maletero!. En fin, no pasa nada, cuelgo la manguera, me monto rápidamente en el coche y chirriando un poquito de rueda echo el vehículo hacia delante y en una rápida maniobra luego hacia atrás arrimándolo todo lo que puedo al surtidor. Me bajo de nuevo, cojo esta vez la manguera correcta y estirándola de nuevo por encima del maletero sin miedo a rayarlo ... Dios, casi! qué poco falta, si le embocadura está tocando el depósito! Bueno, en milésimas de segundo veo la forma de la manguera y pienso que si aprieto saldrá la gasolina como si regara, a presión entrará disparada en el depósito, como si escanciara sidra, vamos! así que lo hago. Y sí, salió disparada sí, y escancié, sí, pero hacia fuera del coche y empezó a chorrear por todo el lateral acabando en mis zapatillas.

No sé por qué la situación me resultó bastante familiar, como si ya la hubiese vivido anteriormente hace muchos años, así que mientras veía la cola de gente que había formado tras de mi que casi llegaba a la carretera y oía un “chaval, que eso no lo puedes hacer!!!, deja ya eso!!!”, me encaminé con aire desenfadado al cajero sin quitarme las gafas de sol en ningún momento para no ser reconocido.
- Hola! Verá soy el del ...
- Sí, el del volvo!
- Eeehhhhh!! Sí, ese mismo. Verá, es que la manguera no me llega hasta el depósito y todo lo que ponga el contador no está en el coche. Bueno, en el coche sí, pero por fuera, y otro poco en el suelo y en mis zapatillas.
- Ya! Si ya te hemos visto, ya! Me dice con una sonrisilla que no me gustó nada. No importa esto, tú saca el coche de ahí que menuda cola has montado y ponlo en otro surtidor de tu lado del depósito.
- Vale, gracias!

Ni que decir tiene que al salir de ahí y ver la cara con la que me estaba mirando todo el mundo y los comentarios que se escuchaban de fondo, cogí el coche y me fui de la gasolinera como si nada. Bueno, no como si nada, muerto de vergüenza, enfadado conmigo mismo y rezando porque en el atasco en el que me había metido nadie tirara una colilla por la ventanilla de su coche, no por que les pusieran una multa, que en esos momentos era lo menos importante, sino porque con el reguero de gasolina que había dejado por el lateral del coche y las ruedas podía salir de ahí ardiendo como una falla de Valencia.

Y vuelta a empezar, a buscar otra gasolinera y esta vez con la premisa de que no fuera autoservicio, porque si a alguien le daba un cortocircuito o algo que no fuera a mi, sino a un profesional de este sector que sabría cómo actuar. Por fin encontré una que reunía todos los requisitos y que aún no tenía mi foto colgada en la vitrina con un “se busca”, es peligroso. Tras comprar unos donuts para el camino y dejar una buena propina por el trabajo que me habían ahorrado, emprendí de nuevo camino a Gijón.

Desde Pontevedra puede parecer que la mejor ruta para ir a Gijón es por el norte, pero no es tal porque no todo son autopistas así que me iría por Benavente para luego subir. Sí, lo sé, desde Astorga hay autopista a León y te ahorras unos cuantos kilómetros, pero en ese momento no se me ocurrió. En fin, que con la boca seca de tanto donut sin tener ni gota de agua me llama mi amiga Laurita y tras varias conversaciones telefónicas con ella desde mil teléfonos distintos porque no tenía batería en el suyo, finalmente me confirma, tal como habíamos hablado días antes, que se venía unos días conmigo a Asturias, el problema es que ella estaba de camino a León. No te preocupes, le dije, que por casualidades de la vida yo voy a pasar por ahí, así que te recojo y en marcha!. Estas casualidades de la vida que sólo existen cuando te equivocas de carretera.

Como no teníamos sincronizados los relojes y ella calculó mal el tiempo, llegué 4 horas antes, horas que empleé en dar una vuelta por la ciudad, seguir paseando, ir de reconocimiento al punto de encuentro en el que habíamos quedado para no perderme luego, seguir comiendo donuts y ponerme a jugar en la PDA a un juego absurdo de bolitas. Cuando llegó la hora h me quité la camiseta de conducir (claro, como cuando salí de viaje no estaba claro que viniera, pues iba con la camiseta que tengo para conducir, una cómoda y vieja que no me agobia en viajes largos y que, ahora, apestaba también a gasolina por motivos obvios) y me puse la que menos usos le había dado en mis vacaciones rociándola en colonia. Todo esto en mitad de León con el coche aparcado en una calle ... parecía un ... no sé, no sé lo que parecía la escena, la verdad!.

Serían las 5 de la tarde cuando llegó Laura con su amiga Gema. Estaban hambrientas y tras varias intentonas en distintas terrazas por fin nos sirvieron algo de comer en una de ellas cerca de la catedral, eso sí, todo frío porque ya no había cocina. Mientras Laura se bebía toda mi cocacola, yo escuchaba la historia tan surrealista que me contaba Gema que habían vivido las 2 el día anterior en Cangas, de donde venían. Habían tenido un problema de liquidez momentáneo y les supuso una gran discusión con la dueña de un hostal por usar la ducha de la habitación antes de pagar. El resto de clientes de la cafetería seguía tomando café ajenos a estar compartiendo terraza con un prófugo de las gasolineras y 2 guapas y peligrosas okupas de duchas.

Mientras hacíamos tiempo a que llegara Rubén, un amigo de Gema y tomarnos unas cañas con ellos antes de partir a Gijón, decidimos dar un paseo para bajar esa comida que ya empezaba a hacer estragos en ellas. Primero, una visita guiada a la catedral de León y sus vidrieras, con las perfectas explicaciones de Gema ... ole, ole y ole! Entre la lección de historia que nos dio, lo bien que lo contó y lo bonito del lugar íbamos flotando ... qué digo flotando! levitando entre los bancos, hasta que nos habló del topo gigante. Por qué, por qué lo hizo?!?! Al ver encima de una de las puertas de entrada lo que parecía un cascarón enorme mezcló la historia con una fábula sobre un topo gigante que una y otra vez echaba abajo la construcción de la Catedral, que no sé yo no sé yo, en fin, me lo creeré pero ... uummmmm, uuuummmm, con reservas, con bastantes reservas. Luego completó la lección magistral con la visita por otra iglesia cercana y las calles más típicas de León. Un placer, sí señor!.

Seguimos haciendo tiempo y nos metemos en una librería para que Laura se comprara cualquier cosa ya que, según ella, se le iban a hacer los días muy largos en mi compañía y necesitaba distraerse de alguna forma. Lo peor de todo es que me convence para comprarme un libro del que no pude ni acabar de ver la película en vídeo de lo que me aburrió. En fin, personalidad que tiene uno. A la hora de pagar temen que les suceda como con la señora del hostal y que no pase la tarjeta, pero no tienen ningún problema y la máquina lee la banda perfectamente, cosa lógica teniendo en cuenta que estábamos en una librería.

Una vez que llega Rubén recorremos de nuevo las calles típicas y nos metemos en un par de bares a tomar unas cañitas rápidas porque ya se acercaba la hora de irnos a Gijón, se hacía de noche y aún nos quedaban más de 2 horas de camino. Insistieron mucho en llevarnos a un bar en el que pides la cerveza y te ponen un aperitivo muy típico de ese sitio y que, según ellos, estaba muy bueno. La verdad es que habrá que volver otra vez a probarlo porque no lo sabemos, fue poner el aperitivo y sólo catamos el nuestro y gracias. Al final, sólo al final, se dieron cuenta que la idea era que Laura y yo probáramos todos y ... bueno, lo entiendo, a ellos también les gustaba, joe!.

Muy amablemente nos ofrecieron quedarnos en León esa noche e irnos al día siguiente a Gijón, pero preferíamos ya descansar allí y levantarnos sin prisas y con calma al día siguiente. Qué majetes, pero Laura estaba agotada de los días anteriores y yo también prefería llegar a mi casa porque al día siguiente había quedado con amigos a comer. Lo agradecimos igual de cualquier forma y quedando pendiente para otra vez emprendimos la marcha a los coches para irnos. Desde el coche de Laura fuimos a por el mío, cosa buena porque así vimos la otra parte de la ciudad que no habíamos llegado a ver en los paseos anteriores. No lo tengo muy claro aún, pero o León tiene un solo sentido de circulación o nos perdimos, porque dimos vueltas alrededor de la muralla que ni te cuento.

Una vez cada uno en su coche, las indicaciones precisas para el viaje ya que Laura tenía el móvil sin batería y sin cargador: Yo, le decía, iré delante todo el camino y cuando quieras algo me haces luces y paro o me adelantas y nos echamos a un lado. Tienes gasolina suficiente? Sí, sí, de sobra. Vale, pues en marcha. Como suele suceder siempre, el chico, en este caso Rubén, nos encaminó casi a la salida y desde ahí nos dio las indicaciones claras y precisas para salir a la autopista en dirección a Gijón, acabando con el típico “es un camino para tontos”. Acto seguido la chica, en este caso Gema, le mira con una cara mezcla de comprensión y paciencia y nos explica otra vez el camino de salida pero más resumido y directo. “Es un camino para tontos” seguía escuchando decir de fondo a Rubén mientras Gema nos daba las últimas explicaciones...

Como acordamos, yo delante en mi coche y Laura detrás en el suyo nos vamos siguiendo las explicaciones recibidas y, en el primer cruce con cierta dificultad, tomo la dirección opuesta a la indicada porque soy despistado, pero no tonto y como el que nos indicaron era para tontos pues no lo cogí. Vamos, que supongo que un poco más largo sí que fue pero llegamos al final, que es lo que importa.

En mitad de la noche y de la autopista de montaña me hacen luces, no me lo podía creer, Laurita me estaba haciendo luces y eso significaba que pasaba algo. Sigo unos metros más para intentar detener el coche en el arcén en una zona que no sea demasiado peligrosa y me bajo corriendo y nervioso hacia su coche...
- Qué pasa Laura, te pasa algo?
- Que no tengo gasolina, que voy en reserva.
- Ya! No pasa nada, tranquila, en la siguiente gasolinera que vea me paro. Para que no se asustara no le quise decir que justo la gasolinera que acabábamos de pasar era la última en unos 50 km.
- No te habrás asustado, no?
- Nooo, qué va! Si siempre suelo parar en este punto en mitad de la noche cuando voy a Gijón, pensé.

Continuamos el viaje y en el 2º y último peaje se acerca a mi coche con la cara desencajada diciendo que está en las últimas últimas, que no llega más. Por suerte, ya estaba cerquita la gasolinera y paramos al poco. Éramos los únicos y aprovecho para llenar el depósito e ir al servicio. Laura fue primero al servicio y tardó en salir, lo que me preocupó un poco y no se me ocurrió pensar otra cosa que si la habían raptado en esa noche tan tenebrosa ... siempre pensando en positivo.

Me pongo a echar marcha atrás para acercar mi coche al de Laura y cambiar las maletas de su coche al mío y a la chica de la gasolinera no se le ocurre otra cosa que pasar por detrás ... pero sí sólo estábamos nosotros!!!! No había ni un solo coche más (salvo el de los posibles raptores, claro!), el de Laura parado en el surtidor y yo maniobrando y ... vamos, que no la atropellé de milagro!! Que casi me atropellas y me dan la baja, me dice. Se puso a echar combustible al coche de Laura y al ver en su maletero que llevaba una tienda de campaña y sacos de dormir entabló una conversación, bueno conversación, un monólogo con nosotros de 5-10 minutos que ni pá qué! Poco le importó que hiciera un frío de narices, lloviera y yo estuviera tiritando o que Laura se encontraba de pena, la cara desencajada y agotada ... pues cuando yo era pequeña, nos decía, me iba con una amiga al prau, ahí cerquita, lo conóceis? No, bueno, pues me iba con ella el viernes al salir del cole al prau y nos cogíamos la tienda y los sacos y nos íbamos a pasar el fin de semana de acampada. Estábamos a unos 2 km de casa, pero aprovechábamos para fumarnos unos porrines y echarnos unas risitas jijijijiji ... qué divertido! Una noche que no avisamos aparecieron nuestros padres y nos vieron riendo por todo y al ver fuera cervezas que habían dejado los de otra tienda se creyeron que estábamos borrachas y no nos dijeron nada jijijiji, menos mal que no pensaron en los porrines jijijiji ... Aguantamos estoicamente porque se lo debíamos ya que casi la dejo debajo de las ruedas. Otro día, a lo mejor hasta entablábamos conversación, pero ese día no era el momento.

Por fin llegamos a casa a eso de las 11.30 de la noche. El viaje había sido duro pero ya sólo teníamos que descansar y al día siguiente ir a comer con mis amigos y dar una vuelta por la ciudad andando, porque en coche ya se la di al entrar. Le enseño la casa, que elija habitación ya que dos días más tarde llegarían otros amigos a la casa y que se ponga cómoda. No le dio tiempo a ponerse cómoda pues lo primero que hizo fue ir al baño. Normal, pensé, cuando uno llega de viaje pues ... y cuando ella salió entré yo porque ese es el baño que siempre uso cuando estoy ahí. En fin, cómo relatarlo ... ufff ... vamos a ver vamos a ver ... las sensaciones no fueron las esperadas, por así decirlo. Cuando salí, me encontré a Laura en el pasillo ... perdona, Rafa, perdona, pero es que ... no sé lo que me pasa, no me encuentro bien, te tenía que haber avisado, perdona, qué vergüenza qué vergüenza ... por favor, no vuelvas a entrar en este baño y déjamelo sola a mi, tú vete al otro ... que vergüenza ... En aquél momento no sé muy bien quién de los dos estaba más sofocado, aunque por distintas razones.

Después de vaciar cada uno sus maletas y hacer las camas, me dice que se sigue encontrando muy mal, que empeora por momentos y que dónde hay una farmacia cerca. Como le da un poco de palo decirme lo que necesita que le compre me acompaña a la farmacia que hay justo enfrente al portal pero, es salir del mismo, y que se va, que se dobla, que no se tiene en pie, que se empieza a poner blanca, pálida, a tener arcadas y conatos de vómito y se sienta en un saliente para tomar aire. Tras unos minutos aguantando parece que el aire le empieza a hacer efecto y se recupera un poco.

Nos acercamos a la puerta de la farmacia que estaba cerrada para ver dónde había otras de guardia y en esas que miro alrededor y ... diantre! Un sereno!!! Corriendo que me voy hacia él y le paro en mitad del paso de cebra
- Hola, buenas noches!
- Buenas noches!
- Perdone, sabría decirnos dónde está la farmacia de guardia más cercana? Es que se encuentra mal, le digo al sereno indicando a Laura, y necesitamos comprar algo para el estómago y alguna cosa más. No era cuestión de especificarle al señor con pelos y señales lo que necesitábamos.
- Pues déjame que piense ... ahh sí! hay dos farmacias de guardia pero están por el centro. Sois de aquí?
- Bueno, no lo soy pero conozco más o menos esto.
- Vale, pues si coges la calle ... bla bla bla ...
- Vaya, pues no lo conozco tanto. Se puede ir andando? Hay que coger coche?
- El sereno se me queda mirando, mira a Laura que sigue con sus convulsiones y tapándose la boca para no vomitarle encima y se hace cargo de la situación. Mirar, si no sabes ir podemos hacer otra cosa, si queréis, podemos hacer una cadena humana de serenos ...
- Laura y yo nos miramos boquiabiertos ... bueno, yo boquiabierto y ella atónita porque si abría una vez más la boca no sabría decir qué podía salir por ahí. Qué?!?!
- Sí, una cadena de serenos. Yo llamo por el walkie a mi compañero de aquella zona, le digo lo que queréis comprar y que lo compre él en la farmacia y luego nos lo vamos pasando uno a uno al hacer la ronda hasta llegar aquí. Eso sí, tardará un poquito hasta que nos pongamos todos de acuerdo.
- Estoooo, bueno, no no no se preocupe, muchas gracias, no no importa, ya vamos nosotros, si nos dice dónde es ya voy yo con el coche y lo buscaré como sea. Gracias de todas formas.

Tras despedirnos del primer eslabón de la cadena de serenos, Laura no se tiene en pie y se sube a casa a descansar mientras yo cojo el coche en busca de la farmacia de guardia. Ahí no le queda más remedio que escribirme en un papel lo que quiere y, de nuevo, a sentirse avergonzada porque no son sólo cosas de estómago, sino también de mujer las que necesita. Entre risas nerviosas, medio lloros, convulsiones y un poco de tiritona se pone sus calcetines rosas para dormir y se mete en la cama a la espera de que yo llegue con el encargo.

Para llegar a la farmacia necesité de la colaboración de otro sereno, del último eslabón de la cadena, el que estaba en ese barrio y que probablemente ya tenía indicaciones de su compañero de hacerme llegar perfectamente a mi destino. Al volver a casa 10-15 minutos más tarde con todo lo indicado, se me cae el alma a los pies al verla llorando en la cama hablando por teléfono con Manu, su novio, porque se encontraba avergonzada.

La cosa no mejoraba mucho ni en lo físico porque seguía mala ni en lo psicológico porque cada minuto que pasaba la cosa se iba enrareciendo. Ahora, a gritos desde el baño, que le dejara papel que se le había acabado. Menos mal que esas lágrimas se convirtieron en risas al ver la situación tan atípica que estábamos viviendo. Estuve un ratillo haciendo guardia hasta que me entró el sueño, pero me fui tranquilo a dormir porque la cama tenía un protector que usan mis sobrinas por si las moscas y le facilité una toalla y un par de palanganas para que no mezclara arriba y abajo si tenía algo que expulsar y si no le daba tiempo a llegar al baño que las tuviera a mano.

Durante la noche fue unas 12-13 veces al baño y optó por el viejo truco de abrir el grifo del agua para que no se oyera nada desde fuera. Por suerte y pese a estar el baño pegado a mi habitación, no oí nada, me dormí del tirón de lo cansado que estaba. A ella le salió bien ese recurso el resto de los días que estuvo en mi casa, pero no sé si mi hermana estará tan contenta cuando llegue la tarifa del agua, ya veremos.

A la mañana siguiente nos despertamos pronto, pero tras una breve charla la dejo durmiendo en el salón y me voy de compras, había que comprar productos para la dieta blanda tipo yogures naturales, yogures con bifidus, jamón york, leche, aquarius, huevos ... y sobre todo papel higiénico que podía escasear visto lo visto. El tipo de dieta que hizo no lo tengo muy claro, porque acabaron las vacaciones y estuve comiendo en Madrid esto durante una semana porque ella lo único que tomaba era una especie de suero bebible que sabía a rayos y, eso sí, mi yogur bebible para el desayuno.

Cuando vuelvo a casa me siento como un okupa ya que no puedo entrar en mi baño y ahora tampoco en el salón porque ella está durmiendo y ha cogido mi sofá. Llama a su amiga Gema para contarle lo que le ha pasado y preguntar si ella va a subir unos días con nosotros y, cual es nuestra sorpresa, cuando ella nos dice que se encuentra igual, que tiene lo mismo!. Por momentos disfruté pensando que las 2 se podían venir unos días de vacaciones conmigo, sería un sueño hecho realidad, pero en aquel momento agradecí que no fuera así porque no sabría que hacer con 2 en el mismo estado ... ufff!!!

Se corrió la voz entre las amigas de Laura de la situación que estaba viviendo conmigo, de esa reacción extraña que había sufrido su cuerpo al solo pensar que íbamos a pasar unos días solos en Gijón, y empecé a recibir llamadas y más llamadas porque Laura estuvo todo el tiempo sin móvil. Nunca tanta chica me había llamado antes al móvil y aunque no eran para mi, qué! me hacía ilusión ... Bea, Gema, Gema, Bea ... y Manu, claro está. Yo tenía otro móvil de repuesto, pero quiero pensar que no se me ocurrió dejárselo en vez de compartir el mío (bueno, es un decir, ya lo sacaba ella a la calle porque lo usaba más que yo) y no que no quise hacerlo para seguir hablando con sus amigas.

Al principio le pasaba pronto el teléfono o lo cogía ella directamente, al final yo estaba hablando 15 minutos y luego se lo pasaba para que hablara un pelín, ya que me habían contado todo a mi. Como ya habíamos compartido lo menos sexy que 2 amigos pueden vivir en un viaje, a partir de ahí se perdió todo tipo de compostura y miramientos ... el poner la lavadora y tender luego la ropa interior del otro estaba a la orden del día.

Tras dormir la siesta nos fuimos a dar una pequeña vuelta por el paseo marítimo y de nuevo comprar ciertos productos para cenar y alquilar un par de pelis, ya que la noche podía ser larga. Además, como seguía sin tarjetas tampoco tenía dinero, por lo que le dejé yo. No le bastaba el consumo del móvil, quería algo más material. Menuda joyita me llevé de vacaciones, no me extraña que al novio no le importara en absoluto. Incluso me tenía que haber pagado!. En fin, intentó recompensar haciéndome unos huevos estrellados de cena para que yo también me pusiera malo y estar en igualdad de condiciones, qué barbaridad qué cacho plato!!! Estaban ricos, todo hay que decirlo.

Ni por la noche dejaba de sonar el teléfono. Ni baño, ni sofá, ni manta, ni móvil, ni dinero, cada vez me iba sintiendo menos en mi casa, pero que ni una peli se pueda ver tranquilo porque mi móvil no dejaba de sonar por ella!!! Tras las pelis una conversación hasta altas horas de la mañana y a descansar.

Al día siguiente se levantó mejor y nos fuimos a comer a Cudillero, pueblo pesquero muy muy bonito que se caracteriza porque tiene una tienda de artículos varios con 2 puertas, pero como una de ellas está al doblar la esquina te hace pensar que son dos tiendas distintas y entras una y otra vez todo ilusionado pensando ver cosas nuevas ... y no.

Teníamos la intención de volver pronto a Gijón porque venían Gordo y Garagorri a mi casa, descansar viendo una de las pelis del día anterior que tantas veces nos interrumpieron y recoger la ropa tendida porque era demasiado premio que ellos vieran la ropa interior por ahí sin haber vivido lo anterior, y a punto estuvimos de no hacerlo porque como las indicaciones de las carreteras están mal, nos pasamos la entrada a la ciudad a la ida, dimos la vuelta y nos la pasamos de nuevo, rectifiqué otra vez y me confundí, y a la 4ª ya me dio Laura un toque de atención y que entrara como fuera en la ciudad de una maldita vez.

Mis amigos encontraron la casa sin problemas, si bien les sorprendió no ver la puerta del piso abierta de par en par como es costumbre ahí. Aún recuerdo la última vez que subí con éstos y otros y salimos por la noche. Me volví antes a casa dejándoles un juego de llaves a cada 2. A la mañana siguiente me levanto y veo la puerta que da al descansillo de la escalera abierta del todo, pienso que menudo pasillo tiene la casa, la retiro, paso a la cocina y ... joe! Qué narices de pasillo ni qué! Vuelvo y veo la puerta abierta. Me asomo al descansillo y no veo a nadie, entro en casa dejando aún la puerta igual pensando que alguien está entrando y saliendo y sigo sin ver a nadie, voy a las habitaciones y todos durmiendo que roncaban. No me lo podía creer, se habían acostado a las 7 de la mañana y pensaron que las llaves sólo se las dejé para entrar y que no me despertaran, pero no para luego cerrar la puerta ... si es que, cómo se me pudo haber pasado decirles eso, aaayyyy!!!

Esa noche salimos todos a cenar y al día siguiente a Tazones de ruta turística. Por la tarde quedamos con Carlitos en Covadonga y fuimos a visitar la Santina. Debajo de la gruta hay una pequeña cascada y una fuentecilla donde la gente tira monedas y pide un deseo. Pues estábamos arriba en la cueva donde está la Santina y Laura me pide una moneda para lanzarla al agua y pedir un deseo. Bueno, me pareció que se anticipaba un poco pero como íbamos a bajar ya, supuse que lo quería ir pensando y demás y le di 1 €. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vemos que se retira un poco, medita, cierra los ojos y tira la moneda.
- Pero qué narices estás haciendo?
- Pues pidiendo un deseo! Pero con tan mala suerte que la moneda ha caído entre las rocas y no ha llegado al agua!
- Pero cómo va a llegar si aquí no se piden los deseos, que se piden allí! Le decimos todos señalándole abajo del todo el sitio donde se amontonaba la gente haciendo fotos y pidiendo cosas.
- Y yo qué sabía!?!?! Cómo he visto que esta niña lo hace aquí! Y nos señala a una niña de 2 años que estaba a su lado.
- Sí, bueno –dice el padre- es que la pobre se ha encaprichado y quería tirar desde aquí la moneda. Aunque ya le he dicho que no es el sitio.

Claro, abajo le tuve que dejar otro euro y que lo hiciera correctamente. Sólo espero que con 2 euros que le dejé se acordara de mi en sus peticiones porque da para mucho!!!

Faltaba más de una hora para que abrieran al tráfico el acceso a los Lagos así que Laura y yo en un arranque de insensatez decidimos empezar la subida andando y que nos cogieran por el camino. Vaya idea peregrina! 14 km de subida por una carretera que en algunos tramos no cabe casi más que un coche, arriba con cabras por la carretera, vacas, llena de curvas infernales y ella y yo picados haciendo cómo que disimulábamos: Oye, que si estás cansada, que paramos un poco, eh! ... No, no, tranquilo, yo pararía por ti, si tú lo necesitas ... Yo?!?! Estás tonta? Yo no yo no, tú si acaso ... bueno, pues seguimos un poco entonces porque voy muy bien ... Al final paramos un par de veces tragándonos el orgullo porque no había quién subiera eso!

Al día siguiente, el viernes, dejé bien encarrilada a Laura con las indicaciones perfectas para ir a Madrid, si bien con la condición de que llamara al llegar para saber si estaba bien o no. La primera de las llamadas fue a mitad de camino antes de echarse la siesta en un área de servicio y la última desde Madrid...
- Oye chavales, que dice Laura que ya ha llegado a Madrid, que está muy bien y que se lo ha pasado muy bien aquí con vosotros –dije a mis amigos mientras hablaba con ella por teléfono- que un beso a todos. Aprovecho que está con nosotros Mica, la novia de Gordo y le digo a ella, oye, que dice que eres muy guapa, que ha visto fotos tuyas y que muy guapa.
- Ah, sí! De verdad?! de verdad te ha dicho eso?!?! En serio? Gracias gracias qué ilusión –oigo al otro lado del teléfono-
- Laura! Que no es para ti, que es para Mica, que eso es lo que me dijiste tú de ella...
- Ay, ay, qué vergüenza qué vergüenza!

Finalmente el último día nos fuimos a las fiestas de Quintueles, un pueblo cercano a Gijón. Iba bastante nervioso porque fue mi reencuentro con el perro del masaje. Él también lo estaba, se lo noté. Me vino a saludar nada más bajarme del coche, pero uno de esos saludos de cortesía y poco más ... me había olvidado. Me usó para una noche y ya, sin más. No le dio la mayor importancia. El resto de la noche nos rehuimos las miradas. Acabé la fiesta envuelto en barro por un resbalón desafortunado en un baile frenético en mitad de un lodazal.


A Laurita, mi musa en esta historia, por ser una chica natural y “normal” desde los calcetines rosas que se pone para dormir hasta el pelo escarola que se le pone después de la ducha.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El mundo de los dardos

Ya desde muy pequeñito me di cuenta que tenía un Don. Lo que para algunos era una simple afición para mi cobraba un sentido especial, era ver unos dardos sueltos y sentir un deseo irrefrenable de hacerlos volar, ya fuera hacia una diana o hacia la cabeza de mi cocinera cuando aquel día se cruzó por delante de su envenenada trayectoria.

Este hecho aislado no seccionó mi meteórica carrera en este mundo de gente peculiar pero hasta unos años más tarde no encontré con quién ni dónde practicar de forma continuada, teniéndome que conformar con las tómbolas del colegio cuando estaba en fiestas o las verbenas de los pueblos.

Fueron mis amigos los Javi’s los que hicieron renacer en mi esta virtud que durante años estuvo saliendo y ocultándose como los ojos del Guadiana. Teníamos unos 17 años cuando dimos cerca de casa con un bar de esos en los que además de beber sin más podíamos jugar a los dardos y nos aficionamos del todo ... a los dardos, me refiero, que a lo otro ya lo estábamos!.

Los comienzos no fueron como esperaba. Si bien éramos de los más jovencitos del bar que empezábamos a jugar a esto, yo traía tras de mi un gran curriculum de peluches, llaveros y muñecotes ganados por aquellas tómbolas del pasado, que mi dinerito me habían costado y que me hacían creer un gran jugador, pero pronto me pusieron los pies en la tierra.

En aquellos tiempos recuerdo cómo podías jugar con quién quisieras siempre que se respetaran unas reglas bastante sencillas: las partidas en diana de piel eran gratis y si querías jugar, caso de que alguien lo estuviera haciendo ya, tenías que apuntar la anotación de aquellos que estaban jugando en la pizarra y luego tú participabas contra el ganador. Si con los 3 dardos conseguías menos de 10 puntos en el 501, metías una moneda en una botella que había junto a la diana. Era fácil, si ganabas estabas jugando hasta que alguien te echara.

Las primeras veces me sirvieron bastante para el futuro, ya que me harté de hacer cálculos mentales de las puntuaciones que hacían los jugadores porque nunca llegaba a jugar un par de partidas seguidas y me tocaba apuntar siempre. La gente llevaba sus propios dardos para jugar, yo llegué a plantearme el llevar mi propio equipo de tizas y borrador para anotar! No había manera de ganar ni una sola partida y la botella se iba llenando a mi costa para un sorteo futuro ... Joe! Ni sorteo ni gaitas, que me lo dieran a mi directamente porque era mi dinero!!.

Iba pasando el tiempo y los Javi’s y yo nos íbamos aficionando cada vez más y más, hasta el punto de tomar por costumbre todos los fines de semana ir a jugar ahí antes de salir de marcha. La afición empezó a convertirse en un poco de obsesión cuando, con el paso del tiempo, íbamos jugando mejor y mejor hasta el punto de haber días que nadie nos echaba hasta las 2-3 a.m., momento en el cual dejábamos el bar para irnos a casa ... nunca gustó en el bar esa actitud porque cuando perdíamos la primera nos íbamos.

Era la época de la universidad y muchas veces los novillos (palabra casi en desuso que hay que retomar) consistían en ir hasta por la mañana a jugar ahí desde bien tempranito. Pasaré por alto esa época en la que algunos días mis amigos no podían venir a jugar entre semana por diversas razones y yo me iba solo al bar a jugar. Claro! después de tantos años seguro que tengo algún conocido ahí con el que echar alguna partidita que otra, pensaba yo. El problema es que a las 6 de la tarde de un martes de marzo, por poner un ejemplo, no suele haber mucha gente en estos bares, por lo que me pasaba 3-4 horas jugando solo contra mí mismo hasta que llegaba alguien y le pedía si quería jugar conmigo. Era triste acercarse a alguien en la barra de un bar con 21-22 añazos que tenía uno y preguntarle si le apetecía jugar conmigo porque estaba solo, pero más triste eran las horas anteriores en las que no tenía ni la opción de pedírselo a nadie.

Pasada esta etapa escabrosa de mi vida, decidí cambiar de bar e ir a jugar a otro cercano y comprarme mis propios dardos ... ya era uno de ellos! Atrás quedaron las penurias de pedir dardos prestados y manos llenas de tiza de tanto apuntar, ya tenía mi propio estuche Harrows con dardos de 21 gr y podía hablar sin tapujos de dónde los había comprado, de su peso, de si son mejores las dianas de piel de cabra u oveja, de si había que mojarla un poco para que no estuviera muy seca y el dardo no rebotase mucho, de la “media” de puntuación que tenía en los juegos, de si son mejores las colas largas o cortas o incluso del mismísimo diseño de la pluma ... ahhhh!!!! Por fin, ya era uno más de ellos!!!.

Mi amigo Álvaro de la universidad siempre me recuerda la primera vez que fue conmigo a este bar. Habíamos perdido el contacto después de acabar la carrera y tras 2-3 años sin vernos más que en unos simples partidos de fútbol quedamos para tomar unas cañas y hablar y ponernos al corriente de cómo nos había ido la vida en este tiempo. Tras unas pequeñas conversaciones en las que no profundizamos mucho en ningún tema porque no teníamos demasiada confianza, se le ocurre que podíamos jugar a los dardos y así romper un poquito el hielo y que la cosa fuera más animada. Por supuesto, le dije! Me levanto, me acerco a la diana, preparo todo, saco mi cajita con los dardos, los monto y cuando me giro para empezar a tirar le veo con una cara de pasmado que ni te cuento ...
- Qué co... estás haciendo, Rafa?!?!!?
- Cómo que qué hago?!?! Qué voy a hacer? No me has dicho que si jugábamos una partida? Pues eso, vamos ...
- Y qué has sacado de esa funda?
- Pues mis dardos!
- Qué?!?! Que tienes tus qué ...?!?!? Su cara de pasmado pasaba a incomprensión, a pena, a alucine, a pensar en qué narices estoy haciendo aquí con este friqui de los dardos, a lástima, a arrepentirse de haberme insinuado nada ...
- Bueno qué, vamos?! Yo a lo mío

Bueno, se calló todo lo que pensaba al respecto y cuando empezamos la partida me quiso dar conversación. Nooo!!! Noooo, no! Chhsss, no!!! Alto ahí! Alto ahí ... no nos equivoquemos ni por un momento. Todo el mundo sabe que cuando juegas a los dardos ... no se habla!!! No se habla porque pierdes la concentración en la partida, te distraes y si apuntas al 20 puedes dar al 1 y, claro, hay una sutil diferencia!!. Se lo expliqué y tras pegarle una paliza sin mediar palabra el resto de partida no quiso volver a jugar otra.

Mientras recogía mis dardos en la funda pensaba para mi que claro, en el fondo lo entendía, no le iba a reprochar nada por no querer seguir jugando, llevo tanto tiempo haciéndolo que no quiere que le humille de nuevo. Él, por su parte, también en silencio mientras apuraba su último trago de cerveza desde la mitad de la jarra, pensaba que con este friqui no volvía a jugar en la vida y que se plantearía el volver a quedar de nuevo. No deja ni que le hable después de años sin vernos!!!

Pasó algún tiempo y seguíamos jugando con asiduidad a los dardos, aunque uno de los Javi’s emigró y ya iba a jugar sólo con el otro. Como se nos daba bien, nos planteamos hacer un equipo de dardos y competir en una liga entre semana con gente de otros bares a ver si de verdad éramos buenos o no, por lo que se lo dijimos a Beltrán (El novio de “Testigos de Boda”), a Garrote (amigo de mi trabajo) y a Baile (amigo de Garrote). Eran equipos de 4 así que nos iríamos turnando ya que al ser entre semana a veces no todos podíamos ir.

Con estas nos apuntamos a una liga de Dardos Electrónicos. Nunca jugábamos con este tipo de dardos porque, además de costar dinero las partidas, nos gustaban menos, pero el premio al ganador era ir al Campeonato de España en Salou con todos los gastos pagados y estábamos convencidos de ello. Bueno, lo dejamos de estar tanto cuando vimos a Beltrán y Garro jugar ... en fin!.

Como esperábamos fue fácil y ganamos, pero llegó la hora del Campeonato de España y comenzaron las complicaciones. Baile y Beltrán no podían ir, así que necesitábamos un 4 jugador para ir al campeonato y no lo teníamos. Tras un sondeo de mercado no conseguimos a ningún amigo de mínimas garantías para ir y el dueño del bar donde jugábamos nos dio la solución, él conocía a un chaval que jugaba muy bien y se había quedado sin equipo y que podía ir con nosotros. Ninguno le conocíamos de nada ni le habíamos visto en la vida, pero como me recordó mi época de jugador solitario sin amigos con los que competir apoyé desde el primer momento esta opción.

La organización nos pagaba el alojamiento, la comida y las partidas que disputáramos en el torneo, corriendo sólo por nuestra cuenta el transporte, así que la opción de ir en el coche de Garro fue la más acertada teniendo en cuenta mis percances automovilísticos por todos conocidos y el viaje en avión que recientemente habíamos realizado a Londres.

Estábamos en medio de la liga y nos apeteció ir a conocer Londres, por lo que nos fuimos Javi, Beltrán, Garro y yo para hacer equipo, mayor cohesión. El avión salía un jueves de octubre a las 7 a.m. por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 5 a.m. para facturar, cosa que hicimos sin mayor problema. Las complicaciones llegaron en el primer control policial:
- Quién es Fernando Garrote? Preguntó el policía.
- Yo! contestó Fernando.
- Sabes que tienes el DNI caducado? Tú con esto no puedes viajar a Londres.
- Cómo que caducado?!? Que no puedo viajar a dónde? Pero si ...
- No! Con este DNI no puedes ir. Bueno, no es que no puedas ir, porque volar puedes, lo que pasa es que cuando vayas a entrar en el país y te pidan el DNI no te van a dejar entrar porque lo tienes caducado, por eso no te dejamos pasar. No tienes otro documento que te identifique ... el pasaporte?
- Pues no, aquí no lo tengo, le dijo al policía mientras ambos mirábamos en su cartera el carné de jugador de dardos internacional y yo rezaba todo lo que sabía porque no se le ocurriera sacarlo para identificarse con eso.
- Pues entonces nada!
- Cómo que nada?!?!? Pero si acabo de facturar la maleta y no me han puesto ningún problema?
- Ese no es mi problema. Tú con el DNI caducado no puedes pasar y si no tienes el pasaporte, nada. Si has facturado será porque no lo han visto.

Llegados a este punto, solo había una salida, así que les dije a Javi y Beltrán que se fueran ellos en el avión y cogieran nuestras maletas, que yo me quedaba con Garro y le acompañaba a su casa a por el pasaporte y cogeríamos el vuelo de las 12.

Tras una primera intentona infructuosa en la comisaría del aeropuerto para hacer un DNI de emergencia que no resultó debido a que era demasiado temprano y estaba cerrada ya que no se trataba de un 24 horas, me volví con él a su casa a por el pasaporte, hacer tiempo, darle un par de collejas bien dadas y volver al aeropuerto a coger el siguiente vuelo, pero al llegar al mostrador de la compañía ...
- Fernando? Sí, ya me han comentado los compañeros, perdona que antes se me haya pasado lo de tu DNI caducado. Sí, no tienes ningún problema en coger el siguiente vuelo porque ha sido error nuestro. Disculpa las molestias.
- Hola, le digo dándole mi DNI, yo también quiero plaza en el siguiente vuelo.
- Y tú? Y tú por qué? Por qué no has ido en el anterior si tenías todo en regla?
- Hombre! Pues porque no le iba a dejar solo!!
- Se me queda mirando con cara atónita y ... la verdad, es que es un gesto muy bonito por tu parte, sí, pero tú no puedes ir. Él volará gratis porque ha sido error nuestro pero tú, tú has renunciado a ir antes y por tanto te costará dinero volar ahora.
- Qué?!!? Que me costará qué ...?!?? Qué ha dicho del gesto?!?!?
- Pues que tú no has querido ir antes y ...
- No, no ... un momento, yo no es que no haya querido ir, vaya si quería! Cree que me levanto a las 4 a.m. y no he volado antes porque me hacía ilusión quedarme? Lo que pasa es que como él no pudo pues no le iba a dejar solo!
- Te repito que buen gesto, pero veremos si incluso hay plazas para ti aún pagando porque ...
- Vale, vale, muy bien ... mientras le quito el carné de la mano le digo: Pues ahora voy a ir al otro mostrador de la compañía y les voy a decir que yo también facturé antes pero que al llegar al control policial me di cuenta que había perdido mi DNI y por eso a mi tampoco me dejaron volar, que no es que yo renunciara, sino que no pude. Le mantuve la mirada.

Estoy convencido que no fue el argumento en sí, que podía ser un argumento de peso si no se lo dijera con el DNI en la mano, ni mi cara desafiante cuando sabíamos ambos que ella tenía razón, sino que pensó que sería la bomba que yo me quedara en tierra mientras Garro podía volar cuando todo había empezado por él. Creo que la situación le pareció demasiado sangrante para mi dignidad y nos dejó embarcar ya que el avión iba medio vacío. Y ya en el avión cuando la azafata se enteró que nuestras maletas habían ido en el vuelo anterior, alucinó. Todo esto justo después del 11-S, por lo que me imaginaba a Javi y Beltrán arrestados en el aeropuerto de Londres por llevar unas maletas que no son suyas porque viajaban a nombre de unos pasajeros que no iban en el avión y que estaban con armas blancas (se me ocurrió llevar mis dardos para competir allende los mares).

En fin, que siendo este nuestro más reciente precedente, nos decantamos por el coche de Fernando, eso sí, los 3 solitos y al chaval que iba a jugar con nosotros nos lo encontraríamos ya en Salou.

Me habían dado el teléfono del chaval para quedar con él en el aparta-hotel y vernos ahí, pero ya por el camino nos llamó unas cuantas veces para adelantarnos cómo eran las habitaciones y contarnos que estaba nervioso. Simplemente nos dijo que le reconoceríamos fácilmente en la recepción pese a que a esa hora estaba llegando casi todo el mundo de todas las partes de España ... y así fue, tenía razón.

Mira que por el camino íbamos debatiendo entre nosotros cómo sería y no nos pusimos de acuerdo, pero fue entrar en el hotel en medio de una jauría de fanáticos de los dardos cuando los 3 nos miramos y sin mediar palabra, supimos que era él ... delgado, bajito, zapatillas de gimnasia rítmica, pantalones pitillo tan ajustados en los que casi ni entraba él y de los que colgaba una cadena de una trabilla del pantalón a su bolsillo trasero sujetando la cartera, camiseta aún más ajustada marcando todos y cada uno de los huesos del cuerpo y pelo largo con coleta hasta la mitad de la espalda.

Una vez que nos identificamos en el aparta-hotel de la 2ª guerra mundial y que suponíamos con refugio antinuclear y nos dieron las 2 habitaciones dobles, subimos a dejar las cosas e irnos al hotel de enfrente donde se disputaría el campeonato al día siguiente para entrenar un poquito. Yo iba vestido con la ropa del trabajo y como la idea era jugar un poquito e irnos pronto a dormir porque al día siguiente empezábamos bien pronto, ni me cambié y salí con los pantalones del traje, zapatos y camisa. Pero Garro no quiso que “el coletas” se sintiera fuera de lugar y se plantó una camiseta de colores de Custo Barceló con el número 2 a la espalda con la que un día no nos dejaron entrar en ningún bar en Madrid, que ni pá qué!

Entramos en el hotel del campeonato y me bastaron cero coma segundos para darme cuenta que el que estaba fuera de lugar así vestido era yo. Era una sala inmensa con unas 100 máquinas de dardos electrónicos una junto a la otra y todas a tope de gente jugando y nadie iba de traje, iban normal, con ropa cómoda, como se suele ir a jugar a los dardos y no en plan boda.

En fin, que conseguimos una máquina y ahí que nos pusimos a jugar, a ver qué tal era este chaval. Bueno, yo cuando juego a los dardos no suelo hablar para no desconcentrarme, pero aquel día no hablaba del mosqueo que tenía. Si bien era cierto que simplemente era un entrenamiento y no pasaba nada, es que se me cayó el alma a los pies: Javi, que aunque tenga la mano temblorosa como si tuviera Parkinson juega muy bien, aquél día no metía ni una y fue preludio de un fin de semana bastante normalito para como suele jugar; Garro en su nivel, pero decidió que tenía que cambiar de estilo y se puso a jugar a pie cambiado e innovar (sí, sin duda era el día para hacer probaturas, pensé!); y por último “el coletas”, que nos lo vendieron como bueno y que no sabía si tiraba los dardos o los porros que no dejaba de fumarse.

Después de unas horitas apedreando la diana, salimos del hotel dispuestos a irnos a dormir pero con tan mala suerte que hay un tipo en una furgoneta aparcada en la puerta ofreciéndonos un chupito gratis en un bar de la ciudad. Llovía a mares y aunque sólo teníamos que cruzar la calle para ir a nuestro hotel, nos gustó la idea de no mojarnos y nos montamos en la furgoneta todos menos el chaval. Casi le tuvimos que prometer, jurar y perjurar que sólo era una copita y que volveríamos pronto ... ya!

Aún no sé cómo nos dejamos engañar de esa manera, aunque supongo que estábamos tan fumaos con el olor de sus porros que fue fácil convencernos para entrar en la furgoneta con otra gente que no conocíamos y que no sabíamos si se trataba de trata de blancos o qué narices era aquello. El hecho es que tras 20 minutos de camino nos sueltan en un bar, nos ponen un chupito y, hala, a hacer lo que queráis!.

Creo que la 1ª de las 10 llamadas que me hizo nuestro compañero esa noche ya fue en ese bar, que dónde estábamos y que si íbamos a tardar mucho, que estaba nervioso y no se podía dormir. Claro, al ser la 1ª, me hizo gracia y se lo comenté a estos y nos echamos unas risas, pero cuando cada media hora se repetían las llamadas ya no me hacía tanta gracia y algunas veces no se lo cogí.

Debían ser las 2 a.m. más o menos cuando Garro dijo que se iba de vuelta al hotel quedándonos Javi y yo a tomar la penúltima. Finalmente a eso de la 6ª-7ª llamada más o menos decidimos que era hora de volver al hotel, influenciados también porque nos cerraban el bar. Ingenuos de nosotros pensábamos que la furgoneta que nos había llevado hasta allí nos estaría esperando en la puerta para devolvernos al hotel ... ja!!! Allí ni taxis ni furgonetas ni coches ni ná de ná, aquella noche con lo que llovía sólo se veía agua, tiburones y windsurfistas por las calles.

Era la 1ª vea que estábamos en Salou y no teníamos ni plano ni nada por el estilo para guiarnos, por no tener ni la dirección del hotel. No sabíamos cómo ir de vuelta al hotel, sólo nos acordábamos que estaba en cuesta, fíjate tú! Al principio nos pusimos a deambular por debajo de los pocos toldos de tiendas o soportales que veíamos ya que lo único que nos preocupaba era no mojarnos ya que cualquier dirección de regreso podía ser buena porque no sabíamos dónde estábamos, bueno sí, sí lo sabíamos, estábamos perdidos en mitad de una ciudad a punto de inundarse.

Las llamadas se repetían con más insistencia que si estás un mes sin aparecer por casa, alucinante!!! y ya me daba miedo hasta coger el teléfono por si me daba una descargaba ya que iba calado hasta las rodillas, el agua que caía por las calles casi nos arrastraba, y el traje encogía por momentos. En una de las innumerables llamadas me dice que debido a la tormenta se ha ido la luz de toda la zona y que no se quiere dormir hasta que yo llegue porque tiene miedo a las tormentas ... en fin!

Después de casi hora y media vagando sin rumbo fijo por la ciudad, aparecemos en el hotel, que si el aspecto a luz del día era tenebroso no quiero ni contar cómo era en medio de una tormenta, sin luz y las habitaciones repletas de jugadores de dardos ... me daba miedo subir por las escaleras por si nos hacían una emboscada.

Tras un último intento de engañar a Javi para cambiar de habitación, por fin rezo todo lo que sé y abro la puerta. La imagen que vi al abrirla aún hoy la veo cada vez que abro una puerta ... Calado como estaba hasta los huesos como quien está una hora vestido debajo de la ducha, exhausto por las vueltas que di por la ciudad, las gafas empapadas y el pelo chorreando, veo al fondo del pasillo, en el salón, con la luz de la luna en la lejanía, una silueta envuelta en una nube que viene y va. Al olor a porro ya me estaba acostumbrando, pero, qué narices será ese chas! chas! que oigo cada poco?!?!? Y cuando me seco las gafas ... el chaval tenía un mechero en cada mano y cuando lo encendía se le veía la cara desencajada del que lo ha pasado mal toda la noche, pero se quemaba y encendía el de la otra mano.
- Hola! Te estaba esperando, se ha ido la luz y no me puedo dormir, menos mal que ya has llegado. Estás empapado!?!?!? Te dejo una toalla? ... me dijo mientras aparecía y desaparecía de mi visión.

Bien, pensé, llegados a este punto, casi es mejor que directamente me baje los pantalones y que haga conmigo lo que quiera, pero por favor que lo haga ya y me deje dormir tranquilo que si no, no voy a pegar ojo en toda la noche por el miedo. La escena de mi entrada en el hotel era de película porno como mínimo.

Con un ojo abierto y otro cerrado como los perros descansé aquella noche como pude ...
- Ehhh!!! Qué! Qué pasa ... qué pasa ... qué haces? A a dónde vas?
- Tranquilo, Rafa, tranquilo ... que tengo sed y voy a la cocina a beber un poco
- Ah! Ah!! Bu bu bueno ... bueno ... vale ... vale ... uuuffffff!!!!

A la mañana siguiente me puse el despertador antes de lo que habíamos estipulado sin que él lo supiera y le dije que es que me había despertado antes por los nervios del campeonato y ya no me pude dormir, así que pues me levanté. Que si me importa que te hagas unos porretes para llevarlos a jugar al campeonato porque te relaja??!? Nooo, nooo, no ... tranquilo, tú mismo, no te preocupes, yo casi prefiero desayunar un donut.

Por fin empiezan nuestras partidas. Con la chapita identificativa del equipo colgada en el pecho, me autoproclamé como el capitán y llevé al equipo hasta el estrellato, ya que nos estrellamos en la primera ronda ganando la primera de las partidas y perdiendo las 2 siguientes, si bien en mi descarga diré que nos las pusieron después de comer en mi hora de la siesta y, claro, con uno dormido, otro emporrado, otro tembloroso y el último innovando nueva técnica de tiro no se pudo hacer más.

Una vez eliminados, por la noche decidimos ir a comprar bebidas para hacer botellón en una habitación y luego salir de copas. Cuando Garro y yo estamos comprando, recibo una llamada de ... bueno, está claro de quién fue, el único que me llamó en todo el fin de semana. Me cuenta que ha tenido una desgracia familiar y que se tiene que volver a Madrid ese mismo sábado por la noche, que no hay vuelos ni trenes y que si le dejamos 50.000 pts para coger un taxi.

No teníamos tanto dinero entre los 3 para dejarle, así que se quedó toda la noche en la habitación y se fue al día siguiente por la mañana con la gente que le había llevado. No hemos vuelto a saber nunca más de su vida ni coincidido con él en el bar en Madrid, por lo que no sabemos si fue real o no. Aquella noche, por si acaso, nos quedamos en la habitación de al lado jugando a las cartas y me desplumaron con la pocha lo que no está escrito.

Sigo jugando a los dardos de vez en cuando, pero desde que me lo tomo menos en serio, no me importa tanto perder y hablo mientras juego, ya no gano tanto como antes.