lunes, 8 de octubre de 2007

Anécdotas laborales

Después de hacer varias entrevistas de trabajo sin el resultado esperado, en la misma semana me llaman de 3 empresas de distintos sectores y doy el “sí, quiero” a la primera que me lo comunica, una consultora inmobiliaria.

Entré como becario del COO en un momento un poco convulsionado en la empresa y mis funciones por aquel momento tampoco es que me ayudaran mucho a integrarme con la gente. Por no tener no tenía ni compañeros de departamento así que me sentaron en medio del de antenas, viendo como día a día iba quedando menos gente hasta que pocos meses después desapareció por completo. En mi primer día mi jefe estaba de viaje, por lo que una chica de recursos humanos se encargó amablemente de mi: “Mira, yo no tengo porqué estarme dedicando a hacer estas cosas, así que te vienes conmigo a que te enseñe la oficina y luego te conectas a la intranet e investigas por ahí. Cuando acabes, al mediodía, te puedes ir a casa y vuelve mañana que ya estará tu jefe”. Dicho y hecho. La seguí y ahí cometí mi primer error.

Debí imaginarme, absurdamente, que como yo no tenía compañeros de departamento el resto de la gente estaría en una situación similar así que no deberíamos ser muchos trabajando en la oficina, por lo que unos besos a las chicas y un apretón de manos a los chicos sería el saludo pertinente ... ya dejaría el abrazo a ellos para el 2º día.

Ya lo de menos fue que había más gente de la que esperaba, unas 120 personas y aquello se me hiciera un poco largo, sino las situaciones que se fueron provocando por mi actitud inconsciente. Cuando saludas a las 5-6 primeras personas, incluso si me apuras un poco llegando a las 10 primeras, no pasa nada, pero a partir de ahí piensas “Dios! en menuda me he metido!!! Y ahora cómo hago para frenar esta vorágine de besos y apretones de mano sin quedar mal?!?!. Si paro ahora, qué pensará ese de ahí cuando vea que a su compañero le he dado la mano y a él no, pensará que me cae mal? No, no puedo hacer ese desplante el 1er día a compañeros de trabajo” ... y sigues con el mismo saludo a todo el mundo pero cada vez más cansado, la mano más húmeda y sudada y cara de no estar cómodo con la situación y no saber salir de ella.

Aún con los chicos la cosa se lleva mejor, pero con las chicas, uy con las chicas!. Entre los hombres el apretón de manos no va más allá de eso pero con las mujeres lo de los 2 besos es como dar un paso más, dar un paso adelante y romper esa pequeña barrera de la confianza que está entre la mano y los besos y no todas quieren traspasar esa barrera y mucho menos el primer día con alguien que le acaban de presentar en el trabajo. Han dejado de trabajar para levantarse a saludarte y es entonces cuando te ves abalanzado hacia ella para dar los 2 besos como has venido haciendo con el resto de compañeras pero a mitad de camino te encuentras que te ha tendido la mano, se la has agarrado y estás besando el aire. Te ha dicho “encantada y bienvenido” y te ves diciéndole lo mismo pero como en un susurro a su oído ... piensas si estás en una discoteca ligando o en la oficina trabajando, patético! Te retiras rojo como un tomate y esperas que por favor te saquen pronto de ahí que aún te queda mucha gente por saludar efusivamente. Hasta entonces lo estabas pasando mal, sin más, porque eran muchos y muy cansado lo de los besos, pero no te habías planteado que alguien no los aceptara y te entran más dudas aún desde ese momento ... con la siguiente chica, qué hago?! Mano, beso, las dos cosas, una antes y otra después, las 2 a la vez ...?!?!?

Y lo del nombre?!?! Ya no es que te digan tantos que al final los confundes y no puedes retener todos, sino que directamente desconectas cuando crees que te van a decir cómo se llaman y conectas de nuevo milésimas de segundo más tarde. Luego ellos se acuerdan del tuyo y a ti te cuesta días y semanas asociar nombres con caras y te sientes más tonto aún.

Una vez finalizado el tour por la oficina y navegado un poco por la intranet me fui a casa para regresar al día siguiente. Cuando me recibió mi jefe me llevó de nuevo con él a que conociera a algunos departamentos específicos, pero ese día ya me pareció excesivo besar de nuevo a la gente y me ceñí al “hola, buenos días, qué tal?” con el que hay que tener muy mala suerte para fastidiarla. Como estaba muy liado, me soltó unos cuantos libros sobre la empresa y me pasé un par de días mirándome todo.

Durante los 6 meses en que estuve de becario aprendí bastantes cosas, entre ellas el que antes de ponerte a subrayar, colorear y marcar un documento a tu gusto, primero te tienes que cerciorar que no es el original y debes hacer una copia si te lo quieres quedar. Ya con la confianza de haber entrado en plantilla y con el cambio de departamento al de administración de edificios de oficinas empecé a abrirme un poco más a la gente y me hice con un hueco fijo en recepción durante 10-15 minutos al día.

Fui entablando amistad con algunos compañeros y un buen día me fui a jugar al padel con María, una compañera de otro departamento. Era el día siguiente al que ardió el edifico Windsord y al volver de jugar, de regreso a su casa, decidí llevarla por la Castellana y que viera las ruinas y cotillear un poco, idea no muy original porque nos comimos un atascazo de muerte ya que medio Madrid estaba haciendo lo mismo que nosotros.
- Has visto cómo ha quedado el edificio?, le dije.
- Sí, sí, impresionante!!! Ayer vi las imágenes por televisión y no me lo creía ... qué pasada!!!
- Sí, yo estaba ayer de copas con unos amigos en un bar cerca de aquí y cuando vimos las imágenes por televisión nos acercamos a verlo en directo ... alucinante!! Estaba a tope de gente y algunos, incluso, con cámaras de vídeo semi-profesionales grabando todo ... fíjate que me arrepentí de no tener cámara de fotos en el móvil!
- Ay va! No hueles algo raro? Como ha quemado o algo así?!
- La miré con aire de suficiencia y le dije, normal! Cómo no va a oler ha quemado si ha estado ardiendo toda la noche!! Tú sabes lo que es esa mole ardiendo sin parar?! Ayer dijeron que ...
- Ostrás! Fíjate, pero si es que hasta se ve humo?!?!
- Yo no daba crédito a que tuviera que volverle a explicar esto ... pero no te digo que es lógico? Cuando el aire sopla hacia aquí viene el olor ha quemado y el humo, es normal! Son 30 plantas de edifico ardiendo durante un día entero, es … es … es obvio!

Ella seguía alucinando y mirando el edifico o lo que quedaba de él mientras yo le seguía razonando y dando motivos de porqué el humo, el olor ... lo que tienen los incendios, vamos! Cuando llegamos a su casa, me paro en frente del portal para que se baje y ...
- Oye? No sigues oliendo ha quemado? Me dice.
- Tomé aire, sí, lo tomé porque sentía que no me había escuchado todo ese tiempo y ya no sabía cómo hacerle ver la situación. Miré al frente para que no me viera la cara mezcla de resignación, enfado, incomprensión, cansancio de repetir siempre lo mismo y cuando le voy a contestar ... Ostrás! Pero si ... pero si hay hasta humo!! Pero y ... joé! Pero si es mi coche!!! Es el motor ... no lo ves?!?!

Oler olía, lógico y normal viendo la cantidad de humo que salía por el motor de mi coche. Pero si es que está casi ardiendo??! Lo aparqué en la puerta de un garaje que había en la calle y cuando conseguí que la humareda me dejara ver, abrí el capó y de nuevo el humo me cegó. Al principio cara de no saber qué narices está pasando hasta que escuchas de fondo ... “qué, el humo del Windsord, eh!?” y oyes la risita de tu amiga.

Llamé a la grúa y a esperar que me viniera a recoger y cuando pasamos por la Castellana camino de mi casa me dice el conductor ... “qué alucine, eh, chaval! cómo flipa!!! Pero si hasta huele y se ve algo de humo!!!”. Ufff! Rafa, calma, por favor, cálmate! No es momento ni lugar!!

Tuve que tomar una decisión al respecto. Sí, es cierto, quizá algo precipitada y de la que ha podido salir gente perjudicada, pero había que tomar una decisión y lo hice … nunca más jugar al padel con una chica del trabajo. Las siguientes citas con amigas de la oficina decidí que sería mejor tenerlas a la vieja usanza, una cena, un cine, ir de compras, copas por la noche o algo así, pero dejando a un lado el deporte.

Al día siguiente tuve que llevar el coche al taller para que me dijeran qué narices le pasaba y al salir de casa, atasco. Qué hace todo el mundo cuando está en un atasco? Pues se mira en el espejo retrovisor. Sí, todos lo hacemos, es un hecho irrefutable que una vez que te das cuenta que estás parado en un atasco te miras en el espejo. No sé muy bien por qué, pero el hecho es ese. En esas estaba, mirándome, cuando se me ocurre frotarme la cara porque no veía bien. Nunca! Nunca te frotes los ojos cuando lleves lentillas! Yo no estaba acostumbrado y lo aprendí ese día. Aún a día de hoy no tengo muy claro que fue más patético, si perder la lentilla y bajarme del coche en mitad del atasco a ver si la encontraba por el asiento y gritar a los del coche de detrás que dejaran de pitar y esperaran un minuto que se me había perdido la lentilla, si llegar al del taller y decirle que antes de mirar el motor me ayudara a buscarla por dentro del coche durante 5 minutos o si una hora después, tomando una coca-cola con una amiga, me quito las gafas de sol graduadas y me pregunta por lo que tengo en el ojo … ahí podía estar, arrugada, doblada … en fin.

El caso es que de vuelta a la rutina laboral, no sufrí mucho tiempo las risas del incendio del Windsord porque mi compañera dejó el trabajo y en su lugar vino Alejandra. Me acordé de mis primeros días en la oficina y decidí que no se sintiera sola, que si alguien le podía mostrar todo lo intangible de la oficina ese era yo, tenía suerte porque había dado con el más indicado para ello. Creo que no a todo el mundo le pareció una buena idea que me pasara media hora de mi tiempo contándole cosas que no venían a cuento en su primer día de trabajo y Jesús, mi jefe directo por aquel entonces (el COO) y Marina, la directora de RRHH me lo hicieron notar aporreando el cristal del despacho que tenía a mi espalda y gritándome que dejara de ligar y me pusiera a trabajar de una vez, que para eso me pagaban. Qué forma de cortar el rollo!

No sé si fue porque en ese sitio no me concentraba mucho, el caso es que tras algunas aventuras y desventuras me cambian de nuevo de departamento y voy al de finanzas, donde estoy ahora.

Nuevos compañeros y un jefe intermedio entre Jesús y yo, Óscar. Nuevos hábitos, nuevas rutinas, nuevas responsabilidades … pero hay cosas que no cambian. Estábamos David y yo solos en el despachito cuando entra Jesús …
- Hola. Esta tarde me voy a Portugal y no vuelvo hasta el lunes, necesitáis algo de mi?
- Sentado desde mi silla miro a David … Oye, David, le has pedido a Óscar que nos traiga de Portugal esos bollitos tan ricos que suele traer?
- Un poco con cara de alucinado, me contesta que no sin saber muy bien a qué viene esa pregunta que le hago.
- Miro a Jesús … Pues sí! Es que Óscar se ha ido también a Portugal y se nos ha olvidado pedirle esos bollos que nos trae. Sabes cómo son? Son así, pequeñitos, redondos, como de hojaldre, rellenos de crema y … y cuando dejo de gesticular indicándole el tamaño le miro a la cara y …
- Rafa! (Silencio de 2-3 segundos que me parecieron 2-3 millones de años) Tú te crees que eres mi mujer o algo así para que me vaya de viaje y te traiga un recuerdo de donde he estado?!?! Te lo voy a repetir de otra forma para que te quede más claro. Si te digo que me voy a Portugal y pregunto si necesitáis algo de mi, es por si necesitáis mi firma para hacer pagos o ingresar cheques, no para que me hagas encarguitos … si quieres te traigo unas toallas!

Había una competición por ver quién estaba más rojo, si Jesús alucinando ante el personal que tenía trabajando para él, si David muerto de la risa escondiéndose como podía detrás del ordenador o yo por razones obvias … creo que gané!. Con el tiempo nunca más le he vuelto a encargar nada, aunque muchas veces me he quedado con las ganas, la verdad.

Claro, estas cosas para Fran y Ana que conviven conmigo en el despacho tanto tiempo les resultan más creíbles (sobre todo cuando Fran fue protagonista en directo de la z de zamburiña), pero cuando se lo contamos a Óscar a su vuelta no daba crédito, hasta que un día me pasó algo con él y empezó a entender todo de sopetón.

Debía ser octubre o noviembre del 2006 cuando Óscar se ausentó un día para ir a la otra oficina que tiene mi empresa en Madrid y me llama por teléfono…
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar, qué tal, alguna novedad?
- Bueno, no, solo que tienes al director de la oficina de Portugal trabajando en tu mesa.
- Ah, vale! Oye, hazme un favor, pásame con Fran que no me sé su número.
- Un segundo … Fran, cuál es tu extensión?
- La …
- Un momento Óscar, te paso.
Conversación entre Fran y Óscar que dura poco y cuelgan. Al rato suena mi teléfono de nuevo.
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar otra vez, pásame con Fran por favor.
- Fran, es Óscar otra vez, tu extensión?
- La …
Otra pequeña charla entre ellos y cuelgan. A los 5 minutos otra vez suena mi teléfono ...
- (…) Rafa, dame mejor la extensión de Fran y así le llamo a él directamente y no te molesto.
- Pues sí, cierto, mejor! Fran, tu extensión es …
Vuelven a hablar y a los 5 minutos de nuevo suena mi teléfono
- Rafa, soy yo otra vez, que estoy llamando a Fran y no me coge el teléfono y …
- Es que está hablando por él con otra persona y no puede.
- Bueno, a ver si me puedes ayudar tú. Te vas a mi mesa, abres el 1er cajón, coges una tarjetita que hay en un sobre que pone ….
- Alto alto alto! Para un segundo! Le digo mientras me levanto de mi silla, me pongo en pie y empiezo a estirar el cable del teléfono todo lo que puedo … no vayas tan rápido, espera un momento que apunte en un papel todo lo que tengo que hacer porque el cable del teléfono no me llega hasta tu mesa y se me olvida todo lo que me dices.

Aproximadamente durante 3-4 segundos no se oyó nada al otro lado del teléfono, un silencio tan atronador que pensé que se había perdido la comunicación. Me encontraba de pie, junto a mi mesa estirando el cable del teléfono que sólo me daba hasta la puerta de su despacho cuando por fin se oye algo …
- Rafa … No tienes que llevar el teléfono hasta mi mesa, basta con pasar la llamada a mi extensión y desde ahí lo descuelgas y haces todo lo que te pido!

No le hizo falta verme. Tampoco a Fran y David les hizo falta oír la otra parte de conversación que no escucharon. Todos se estaban imaginando la situación. Me sentí tan ridículo ahí de pie con lo que acababa de pasar que lloré, reí, grité, jadeé, me tembló la voz, balbuceé, sufrí un conato de taquicardia, me atraganté y tosí … el color rojo parecería blanco si se comparara con mi cara en aquel momento. Dios! Cómo podía hacer tanto el ridículo con mi jefe! Me entró la risa descontrolada y no podía parar. Tampoco me ayudaba nada ver los lagrimones de mis compañeros rodar por sus mejillas. Sólo conseguía oír de vez en cuando a Óscar decir que si no podía que lo hiciera dentro de 5 minutos, pero que era muy importante y tenían mucha prisa, que si no se lo pasara a otro. No! Por mis narices que no! Ya lo estaba pasando bastante mal como para encima hundirme más encargándoselo a otro … y a quién?!?! Si ellos estaban riéndose más que yo?

Por fin, entre lloros de risa le pido su extensión, paso la llamada a su teléfono y me siento en su silla para hacer lo que me ha encargado. El director de Portugal que tenía en frente no salía de su asombro. Debió alucinar!. Por suerte desde el otro lado del teléfono, pese a la urgencia e importancia del asunto, solo oía voces de ánimo (me faltó oír el “vamos! Que tú puedes hacerlo!”) y paciencia … no era para menos. En lo que quedó de tarde no hice absolutamente nada, me fui al baño a airearme y simplemente dejé que me pasara el sofocón.

Cuando regresó a la oficina al día siguiente me costó un poco mirarle a la cara, todavía estaba avergonzado de la situación vivida el día anterior. Lo único bueno es que ahora tengo el cable de teléfono más largo de toda la empresa, ni un solo nudo.

Pero cuando uno cree que ya ha tocado fondo, que ya no puede hacer nada más, surgen imponderables, situaciones que se escapan de tu intelecto y que no sabes muy bien porqué has hecho ciertas cosas o por qué se precipitan los acontecimientos siempre en tu contra.

Disponemos en el departamento de una pequeña caja fuerte que está en el suelo en un cuartito enfrente del despacho. Dicha caja fuerte tiene una llave y una rueda con números para poner una combinación de seguridad y durante años esa rueda siempre ha estado fija y nunca le presté la menor atención porque con la llave es suficiente para abrir la caja. Pero ese día, ese fatídico día no sé qué narices se me pasó por la cabeza y quise comprobar si la rueda funcionaba o era de pega. Pues sí! Sí funciona, mira como gira! Y me fui tan contento a mi sitio a seguir con mis labores. A los 5 minutos …
- Oye? Alguno sabe que le pasa a la caja fuerte? Por qué no se puede abrir? Rafa, no has sido tú el último en usarla? Me pregunta Laura.
- Sí, fui yo, pero la abrí perfectamente.
- Pues ven ahora a ver si puedes abrirla porque yo no puedo.
- Cierto! Pues yo tampoco puedo. Qué porras le pasará? Y me vuelvo a mi sitio ensimismado en los pensamientos cuando ... Oye?! Puede tener algo que ver la rueda?
- Cómo que la rueda? Pregunta Ana
- Sí, la rueda! Y sigo con voz temblorosa y temiéndome lo peor … sí, la rueda, que antes así, como sin querer, vamos, de pasada, pues que la he girado para ver si funcionaba y …
- Qué has hecho qué?!?!? Pregunta Fran. Qué has girado la rueda?!?!? Pero tú estás tonto!!! Pero no he repetido mil veces que la rueda no se puede girar porque luego no hay forma de abrir la caja!!! Pues la has liado …
- Yo miraba a Ana para buscar una mirada amiga, un apoyo no queriendo creer que lo que decía Fran era verdad, pero nada, su mirada denotaba que él tenía razón. Y ahora qué hago? Cómo la abrimos? Usé el plural para hacer sentir a todos que en estas estábamos en el mismo barco, que éramos todos un departamento, una piña en los malos momentos, un …
- Cómo que qué hacemos?!?! Qué haces tú! Fran sonría recordando cuando a él le pasó lo mismo … pues como no la puedas abrir hay que llamar a un cerrajero y que la reviente. Nos quedamos sin caja. Mira que he repetido mil veces lo de la rueda y tú nada, tenías que girarla!.
- Y ahora qué? Repetía yo una y otra vez.
- Fran, cuando te pasó a ti la otra vez no fue Anabel la que la consiguió abrir? Preguntó Ana. No tiene ella la contraseña?.
- Sí, ella tenía la contraseña pero es bastante complicada. Aún teniéndola le costó media hora abrir la dichosa caja fuerte. Voy a ver si yo la tengo en algún sitio y si no, Rafa, vete llamando a Anabel para pedírsela y reza por que la tenga.

Por suerte Anabel la encontró y, efectivamente, era bastante complicada, que si 1 vuelta a la derecha y parar en el X, que si 2 a la izquierda y parar en … que si 368 veces a la izquierda con paradas intermitentes en números múltiplos de 2 y 7 que si … vamos, que la bomba!. El primer paso estaba dado pero no era suficiente. Tenía la contraseña pero me quedaba abrir la caja y, si por un casual no lo conseguía, se lo tenía que comentar a Óscar.
- Óscar, ehhhh … tienes un segundo?
- Sí, claro! Qué pasa?
- Bueno, verás, parece ser que hemos tenido un pequeño problemilla con la caja fuerte y no podemos abrirla. Al parecer, es probable que se haya girado la ruedecilla y ahora no podemos abrirla. Anabel nos ha dado la contraseña y voy a intentarlo pero …
- Qué?!? Y cómo ha podido pasar eso? Según lo preguntaba creo que ya sabía de sobra la respuesta.
- Bueno, pues hay bastantes opciones a que yo la haya podido girar. Aún no sé bien porqué pero …
- Pues hala, majete, ya la estás abriendo! Y si no puedes a llamar a un cerrajero.

Me meto en el cuartito con el móvil en la mano (esta vez no quise probar si el cable de mi teléfono fijo llegaba 6 metros), cierro la puerta, me siento en el suelo y lo intento pero nada, eso no se abría. Llamo a Anabel para que me repita la combinación y hacerlo según sus pasos y nada, seguimos igual. Se ofreció cien veces a venir ella y hacerlo, pero no podía consentirlo. Como me dijo que hacía un pequeño ruidito y era entonces cuando se abría, ahí me tenéis sentado en el suelo, con una mano en el teléfono, otra en la rueda y la oreja pegada a la caja … nada! Por mil veces que lo intentaba, nada de nada. Cuando alguien abría la puerta del cuartito para preguntar cómo iba, rápidamente separaba la cabeza de la caja, ya era humillante la situación como para hacerla más ridícula aún.

A los 15-20 minutos y tras recibir la ayuda de todos los compañeros aparece Óscar a preguntar cómo iba aquello. Al ver que yo no podía, se sienta a mi lado, cierra la puerta y con la contraseña en la mano se pone él a intentarlo. Si la hubiese abierto a la primera de sus intentonas me hubiera sentado un poco mal porque aún me sentiría más hundido de lo que ya estaba, pero en cuanto empezó a entrar gente a preguntar cómo íbamos y cada vez que lo hacían le daban con la puerta en la espalda, ya deseé que la abriera como fuera. Yo rezaba todo lo que sabía … “por favor, que se abra la puerta que se abra la puerta que se … no! No joé esa no!!! … zas! otro golpe a la espada de Óscar!. De esta no salgo!”. Con la espalda amoratada se levantó y me dejó que siguiera yo hablando con Anabel y luchando con la dichosa caja.

Me cansé, tras media hora y más de 20 intentos cedí, me levanté tras la última vez y la giré con rabia y … joe! Se abrió! Se había abierto!!! Llamé a los compañeros para que fueran testigos de la proeza y me fui a mi sitio con la satisfacción del trabajo bien realizado.

Aún sigo trabajando en el mismo departamento, por lo que no se sabe qué novedades puede deparar el futuro …