lunes, 3 de diciembre de 2007

Multiaventura en Asturias

Como todas las demás historias escritas con anterioridad, esta también es absolutamente real, si bien he cambiado el nombre de los 2 protagonistas por razones obvias. Ernesto y Alba son nombres ficticios porque en realidad se llaman … que no, que no lo digo. El lenguaje tampoco es el apropiado, pero es lo más parecido a la realidad. Y dicho esto, ahí vamos …

Se estaba acercando peligrosamente el mes de agosto y seguíamos sin tener cerradas las vacaciones. Barajábamos alguna idea que otra en la cabeza pero nadie daba un paso al frente a la hora de tomar decisiones y como veía que la cosa se iba complicando por momentos, decidí tomar las riendas … en qué hora!

Me había gustado la idea de mi amigo Javi de cambiar un poco el chip de las vacaciones y no ir a la playa como siempre, como todos los años. Esta vez queríamos algo distinto y pensamos en ir al norte y hacer deportes de multiaventura como rafting, descenso de barrancos, espeleología …

La idea resultó del agrado de todos, pero como suele pasar cuando se trata de un grupo, la mayoría de opiniones no aportan mucho a lo que es la organización del evento en sí, sino que más bien esperan a que alguien de un paso al frente para poder poner pegas si no está todo a su gusto.

Una vez que sabíamos lo que hacer, había que poner de acuerdo a los amigos en las fechas de las vacaciones, y es ahí donde ya surgieron las primeras discrepancias … que si yo no puedo la 2ª semana de agosto; que si aún no sé si me las van a conceder; que si yo prefiero en septiembre que es más barato; que si mejor 2 semanas que 10 días; tú no cuentes conmigo y si puedo en el último momento me apunto, que si no conozco al resto de gente, cómo son? … vamos, que facilidades de todo tipo.

A esto había que añadir la dificultad de las negociaciones debido a la diferente procedencia de todos: Juliet, mi novia por aquél entonces, venía de Londres y había que explicarle todo en Inglés, en mi Inglés para ser más precisos; Laura estaba viviendo en Canarias y sólo tenías una opción para hablar con ella y no debías desaprovecharla, era cuando paraba cada 5 minutos a tomar aire y seguir hablando ella; Ernesto vivía en Valencia y no tomaba una decisión hasta saber si le coincidían guardias en el hospital y si su novia Alba se apuntaba también con nosotros o no; y por último Javi y Sergio, que estaban en Madrid.

Durante las 2 últimas semanas de julio creo que no pasó un solo día sin que hablara al menos una vez con todos por teléfono. Aquello estaba resultando tan difícil por la falta de colaboración y tan costoso por las conferencias a Londres, que le dije a Juliet que se sacara el billete a Madrid y que ya veríamos luego qué hacer.

Por fin un día en casa de Javi navegando por Internet, nos pusimos a llamar a un montón de casas rurales y en todas nos contestaban lo mismo, que llamábamos muy tarde para reservar. Por fin, cuando Javi ya se estaba planteando pasarme parte del coste de la tarifa telefónica por la cantidad de llamadas realizadas, conseguimos una en Asturias. Nos habíamos asegurado un alojamiento aunque no era el mejor, pero dadas las circunstancias al menos era algo. Esta vez tuve suerte y no me hizo falta llamar a todos para comunicárselo, eso que me ahorré, porque me bastó llamar primero a Laura:
- (…) Pero Rafa, cómo se te ocurre reservar una casa rural en la que los dueños están viviendo en el piso de abajo?!?!? y si queremos montar un día una fiesta no podemos y dónde está nuestra intimidad y para eso te encargas tú de todo mejor déjame a mi que yo lo hago pero parece mentira que no sepas hacerlo me da igual que la hija sea joven y viva con la madre y coméntales si se pueden ellos ir y nos dejan la casa entera y además esos días no me viene bien no te das cuenta que llegaremos por la noche y si les despertamos nos dirán que no montemos jaleo y …
- (Aún siguió más, pero como tenía el teléfono retirado del oído no puedo transcribir exactamente todo lo que me dijo, lo único que sé es que aproveché el único momento que hizo una pausa para tomar aire y contesté) Vale, ya me encargo yo pero …
- Es que no entiendo como has podido reservar eso si seguro que hay muchas más casas rurales por ahí pero yo no tengo tiempo para mirarlo así que busca otra porque yo en esas condiciones no voy y supongo que el resto te habrá dicho lo mismo pero como te has empeñado pues claro y además en mitad del pueblo eso de casa rural no tiene nada de nada …
- Lau … Lau … Laura … que … o … o … oye … que … que ya te …que sí que … que ya … sí … siiii, va vale … que … bu bu bueno ya … bueno, ya te digo al … que ya te digo algo cuando ve … vea otra y te lla … y te llamo … que sí, que la cambio que … pero es que … bueno … que ya te llamo … adios, adios! Pienso que aunque colgué ella siguió al menos 10 minutos más hablando sola por el teléfono.

No hizo falta que le explicara mucho a Javi porque viendo mis contestaciones había entendido todo a la perfección. Así que nos pusimos a buscar otra casa rural por Internet y a seguir llamando. Creo que mi ángel de la guarda vio que ya había sufrido mucho con esto y que si no lo conseguía cambiar iba a dejar de tener trabajo cuidándome porque alguien me mataría, así que me presentó la gran oportunidad. No nos lo podíamos creer, una casa rural impresionante, en lo alto de una ladera, con unas vistas espectaculares, alejada del pueblo, con capacidad para 8 personas, cerca de donde queríamos, a un precio de risa y exactamente los días que a todos nos venían bien. La dueña estuvo a punto de desalquilármela por pesado ya que le llamaba casi todos los días para confirmarle que iríamos y la queríamos, que no se la diera a nadie.

Y llegó el día de la partida. Al final los 7 conseguimos cuadrar las vacaciones y nos fuimos todos juntos, si bien Ernesto y Alba no podían ir los 9 días y se volverían a Madrid 3 días antes que el resto, por ello decidimos que en mi coche irían Laura y Juliet (que no conocían a la otra pareja), mientras que Ernesto llevaría a su novia, Javi y Sergio.

Pensaba que ya había pasado todo el agobio de las reservas, las discusiones y demás y que ya sólo me quedaba disfrutar de las merecidas vacaciones con la novia y los amigos, pero me equivoqué. El día más extraño de mi vida no había hecho más que comenzar.

El punto de encuentro era la casa de Javi, que como quedaba un poco de camino y no tenía coche, pues no nos importaba recogerles a Sergio y a él ahí. Antes había quedado en pasar a recoger a Laura, así que a las 9.45 ya estaba en su portal esperando.
- (…) Ves cómo teníamos que salir antes, le dije señalándole la cantidad de maletas que había en el portal, mira cómo no eres la única que hoy se va de vacaciones, ya verás como vamos a encontrar la carretera!
- Pero qué dices! Si todo eso es mío
- Qué?!?! Que todo eso … qué!
- Sí, es mi equipaje!
- Juliet no entendía mucho el español pero viendo mi cara y la reacción de Laura ya se estaba imaginando lo que pasaba. Qué todo eso es tuyo?!!? Me estás diciendo que para 9-10 días de vacaciones te llevas 1, 2, 3 … 7 maletas!!!
- No son 7 maletas, que esto es un bolso de mano, son 6!
- Anda, anda … sube a tu casa y ya estás dejando cosas
- Pero cómo que voy a dejar cosas!! Qué quieres que deje! No voy a dejar nada, ya verás como cabe todo.
- A ver Laura! (mi tono ya no era relajado en absoluto). Juliet se ha venido de Inglaterra 11 días y se ha traído una sola maleta, y me dices tú que necesitas 7?!?!?! Pero qué narices llevas!!!
- Pues qué voy a llevar, mis cosas!
- Qué cosas?!?!?! ¡/@?:(%$ :(
- No me grites, eh! No me grites! Pues lo que me has dicho: la radio por si no hay en la casa, la plancha para la ropa y … y mi ropa
- La radio?!?!? Pero qué narices de radio me estás hablando, si eso parece una gramola de un bar!!!. Y solo con tu ropa ocupas eso?!?! Mira, vamos a llegar tarde a casa de Javi y estamos perdiendo el tiempo. Ya estás subiendo y dejando cosas.
- Que no puedo dejar nada!!! También llevo el balón de playa, una colchoneta inflable, las palas, el frisby (o como narices se escriba), juegos de mesa …
- Pero todo eso lo llevas hinchado o qué?!?!? Que yo te dije que te llevaras eso? @\@"$!ª!¡¡"@\@"$!ª!··$ª#~@##!!
- Bueno, eso no, pero ya sabes que me hace mucha ilusión lo de la playa y como algún día iremos pues así jugamos … no seas egoísta!
No sé cuánto tiempo más duró la discusión pero supe que la tenía perdida en cuanto me dijo lo del egoísmo. Ahí ya me calentó tanto que le dije que hiciera lo que quisiera, pero que en cuanto Ernesto y Alba se vinieran antes en coche ella soltaba mínimo 4 maletas si no quería que se quedaran en Asturias porque yo no las pensaba bajar en mi coche. Y, claro, que ni soñara que yo iba a pisar la playa en esas vacaciones. Por mis narices que no! Que ya podía ser el verano más caluroso de la historia que la playa más cercana la vería desde Madrid. Que si era egoísta, lo iba a ser pero con motivos.

Obviamente no cabía todo en el maletero, así que algunos bultos fueron en el asiento trasero. Llegamos tarde a casa de Javi y ya llevaba yo un mosqueo que para qué contar, cuando llamo al telefonillo y no lo coge. Llamo y llamo y nada. Por fin me coge el móvil con voz de dormido y resacoso … no me lo podía creer!!! Me cansé de repetirles que a si las 9 de la mañana les parecía pronto, que no más tarde de las 10 porque en plena salida de agosto de 2ª quincena de vacaciones la carretera de La Coruña estaría de aúpa y no me apetecía conducir con atasco. Pues bien, como se les ocurrió emborracharse la noche anterior y llegar a las tantas a casa, se quedaron dormidos tanto él como Sergio que, por supuesto, tampoco había llegado.

No quise hablar más con él por teléfono, se lo pasé a Ernesto y que se entendieran ellos. Si por mi hubiera sido, ahí se quedaban los 2, Laura y sus 7 maletas y todos, yo me iba, lo que pasa es que el resto me convenció para esperar.

Al final cogimos carretera con hora y media de retraso y mi enfado se iba agravando a medida que aumentaba el atasco. De Villalba al túnel de Guadarrama fue insufrible, porque al parar arrancar parar arrancar producto de la caravana había que añadir a Laura con baja la ventanilla, sube la ventanilla, pon la música más alta, bájala, pon el aire, repite esta canción, ayyy!!!! no hables tan alto, aquí atrás me mareo … estaba empezando a vivir una pesadilla y eran mis vacaciones!!! No daba crédito, pero con quién narices me iba de vacaciones, me había equivocado de gente y no eran mis amigos, me los habían suplantado!?!?!? Sería un programa piloto de cámara oculta a ver cuánto puede aguantar una persona antes de estallar??!?!

Justo antes de llegar al túnel de Guadarrama Ernesto me hace parar en un lado de la carretera porque se le había recalentado el coche por culpa del atasco. Yo con un coche de 15 años como si nada y él con un pedazo de cochazo que se le calentaba … nenaza de coche! Más caliente estaba yo y más humo echaba y no hice parar a nadie!!! Alba que se pone nerviosa con esto y no se le ocurre más que ir a un camión de bomberos que había en la misma explanada a pedirles ayuda. Claro, ni que decir tiene que su respuesta fue que esperáramos un rato a que se enfriara, que no usaban la manguera para eso.

Después de parar a comer a mitad de camino y no sé cuántas veces más cada vez que los del otro coche veían una gasolinera para ir al servicio, cambiar de conductor y de más cosas que se puedan hacer, de repente nos desviamos por un pueblo y ahí que paramos. Alba iba conduciendo y mientras se baja del coche, veo a su novio Ernesto que está oliendo el volante, así, tal cual! Dentro se oían las carcajadas.
- Qué pasa ahora?! Por qué paramos aquí si acabamos de hacerlo hace 10 minutos?!? Y tú que narices haces oliendo el volante?!, le pregunto.
- Pues que huele de pena, huele a mierda! En cuanto nos hemos montado en el coche ha empezado a oler mal y tras descartar que alguien hubiese hecho el cerdo, hemos llegado a la conclusión que alguno ha pisado algo. Nos hemos ido mirando todos las suelas de los zapatos y hemos visto que ninguno era, así que como Alba iba conduciendo y no podía mirárselas, pues se ha tocado con la mano y … ahí está! Era ella!! Y ahora está limpiándose en las hierbas que encuentre por el suelo!!
- Y qué tiene que ver con … No acabé la frase, comprendí enseguida porqué Ernesto estaba preocupado por si el volante de su coche y la palanca de cambios olían mal o tenían restos de alguna sustancia no apropiada.

Otra vez a parar en la siguiente gasolinera, aunque esta vez por motivos más que justificados!. Ya estábamos en Asturias y aprovechamos para mirar en un mapa el mejor recorrido para llegar a la casa rural, a la cual, por cierto, ya había llamado mil veces para decir que estábamos de camino pero que nos estábamos retrasando por causas ajenas a nuestra voluntad. Teníamos que ir hasta un pueblecito llamado Llamas de Parrés cerca de Arriondas y se presentaban dos opciones claras, una un poco más directa aunque la carretera tenía peor pinta y otra que daba más vuelta aunque era autopista. Ahí salió Sergio con un plano en la mano y nos indicó, tras varias discusiones, que lo mejor era por el camino más corto.

Al final le hicimos caso para no tener que oírle el resto del camino y cogimos aquella que parecía más directa. Y sí, tenía razón porque más directa sí que era, aunque no se percató que atravesaba un puerto de montaña. La madre …!!! Es que ellos no saben lo que es viajar con Laura en el coche, ufff! Ya no solo la lata que da, sino que se marea por nada y no deja desaprovechar una sola oportunidad en que pueda marearse, así que con motivos más que justificados se mareó en … quizá la primera curva de la rampa de subida al puerto?!?! Creo que en cuanto le dijimos que íbamos a pasar por un puerto ya se le revolvieron las tripas.

Se empezaba a hacer más que tarde, teniendo en cuenta que a las 9.45 de la mañana estaba recogiendo a Laura en su casa y debían ser las 19.00 horas y aún nos quedaba un buen trecho para llegar. Lo único que había hecho en todo el trayecto fue conducir y discutir … Joe! Si mis únicos momentos de relax era cuando hablaba en Inglés con Juliet!!!

Pues lo dicho, ya en la primera curva se mareó y a buscar un entrante en la carretera para parar y que vomitara. Nos detuvimos un rato y cuando se encontró mejor a seguir camino, pero no fue la única vez. El puerto parecía no acabarse nunca y antes de coronarlo tuvimos que parar de nuevo para que evacuara otra vez. Por fin a la salida del mismo, en Arriondas, les vimos esperándonos un poco nerviosos porque no sabían lo que pasaba.

Finalmente llegamos a la cita con la dueña de la casa y nos guía hasta la que habíamos alquilado. Muy muy bonita, un lujazo para nosotros solos. Después de instalarnos debidamente y una ducha bien merecida, esperamos a que Laurita se recupere un poco y nos vamos por la noche a cenar y salir por Gijón que estaba en fiestas y me apetecía ver a mis sobrinas que estaban ahí. Llegamos a las 12 de la noche, la hora de los fuegos artificiales, lo cual nos dificultó enormemente el buscar un aparcamiento relativamente cerca de la zona de marcha y aparcamos junto al estadio de El Molinón, en un extremo de la ciudad.

Nos fue imposible acercarnos a un bar en condiciones para cenar algo hasta la 1 de la mañana, así que nos metimos en una hamburguesería para saciar nuestra hambre, ya ni apetito ni gaitas, estábamos que nos moríamos por comer algo. Tras esto, ya solo nos faltaba saciar nuestra sed, por lo que nos fuimos a una sidrería que conocía y a tomar unos culines. La cosa se nos empezó a ir pronto de las manos. Entre culín y culín nos pusieron unos bígaros para entretenernos y bien que lo consiguieron. Tras las primeras 5-6 botellas de sidra, las 3 chicas del grupo nos empezaron a dejar solos con la bebida y los bígaros a los 4 chicos. Ernesto ganó un sitio en la barra y con lo que le había costado conseguirlo decidió no perderlo en toda la noche y amortizarlo a base de bien. Salimos del bar casi una hora más tarde y con 20 botellas de sidra vacías, de las cuales Javi, Sergio y yo debimos catar menos de lo que nos correspondía por el filtro que nos hacía Ernesto.

Estábamos recorriendo todo el paseo para llegar a la zona de copas, pero se nos hizo tan largo el trayecto que a medio camino nos metimos en el primer bar que encontramos y ahí que nos tomamos una copa. Bueno, unos la tomamos y otros, como Ernesto, la vomitaron en la barra según se la bebieron de un trago. Fue un visto y no visto en el que solo los más allegados nos dimos cuenta del acto. En medio de la conversación, se giró un momento después de dar el trago, vomitó al otro lado y se giró de nuevo para retomar la conversación donde la había dejado. Nos quedamos tan atónitos que tardamos en reaccionar y salir del bar atropelladamente pero con naturalidad.

Cuando llegamos a la plaza del ayuntamiento y a los bares cercanos nos empezó a hacer mella la caja de botellas de sidra que nos habíamos metido. Debían ser ya las 3.00 de la mañana y el agotamiento era descomunal por el día tan largo, así que decidimos regresar a la casa y empezar al día siguiente con nuevos bríos, que para ser la primera noche ya era mucho. Como Ernesto y yo éramos los de los coches, le dejé las llaves del mío a Sergio previa explicación del lugar donde estaba aparcado, a más de media hora andando de donde nos encontrábamos.

Ahí dejamos a Sergio y Javi y nos fuimos el resto. Por el camino aproveché para tener una conversación con Ernesto que hacía mucho que no hablábamos de nuestra vida y pensé que era un buen momento por el paseo marítimo. Creo que a él no le pareció tan buen momento para hablar. El caso es que nos distanciamos un trecho de las mujeres mientras íbamos andando camino del coche ensimismados en nuestras conversaciones intelectuales cuando me paro un segundo para mirar atrás y esperarlas. Fue eso, nada más! Las esperé 30 segundos a que llegaran y …
- Ya vemos el caso que nos hacéis, eh! Nos podía haber pasado algo a estas horas por ahí y anda que nos habéis hecho caso!!! Venga gritar para llamaros porque unos tíos se nos han parado a hablar y querían que fuéramos a un bar con ellos y vosotros nada!
- Es que, hacía tiempo que no hablaba con Ernesto y claro, las conversaciones cada vez más y más interesantes. Ya sabes, de esas que a veces tenemos los tíos y …
- Y dónde está Ernesto? me pregunta Alba
- Pues aquí, a … cuando me doy la vuelta, me lo encuentro apoyado junto a un árbol vomitando.
- Así que conversaciones interesantes de tíos, eh! Ya!

Sé que no fui muy oportuno en aquél momento y menos dadas las circunstancias, pero le eché una bronca al pobre amigo por haberme dejado tan mal! Solté toda la tensión acumulada del viaje con él. Creo que me vi en posición dominante porque era el único que no estaba en condiciones de contestarme y me desahogué.

De camino al coche tuvo que parar unas veces más y cuando por fin lo encontramos, le deja las llaves a su novia para que conduzca ella. Él prefirió ir de copiloto por aquello de ser un tres puertas y que atrás no hubiera ventana.

Llegados a este punto se nos planteó la duda de cómo regresar a casa. Ellos era la primera vez que estaban en Gijón y yo era el único que conocía aquello, pero claro, eso no era salvoconducto de nada. Y así fue. Ernesto se quedó dormido mientras se ponía el cinturón de seguridad por lo que me quedé sin aliados en mi lucha con 3 mujeres. Como no me vieron muy seguro de las indicaciones, todas opinaron.

La 1ª vez que nos perdimos ya fue dentro del parking al aire libre del estadio de fútbol. Cuando por fin salimos y cogemos la que parece ser buena dirección, empezó todo:
- Eh! Dónde estamos?!
- Hola mi cosita! Qué tal estás? Cómo te encuentras? Que te has quedado dormidito…
- Mal! Tengo ganas de cagar!
Me entró la risa. No pude evitarlo, me reí. Sin más, sin querer ofender a nadie. Una risa sana. Creo que dadas las circunstancias era lo lógico.
- No, corazón, nooo, le decía Alba. Aquí no podemos parar porque estamos en la autopista y es peligroso. Cuando lleguemos a casita pues ya lo harás.
- Que no! Que me estoy cagando y quiero parar ahora!
- Amor, cielito, le decía ella mientras con una mano llevaba el volante y con la otra le acariciaba. Aquí no puedes hacerlo, aguanta un poquito que enseguida llegamos … así así, duérmete otro poquito …
- Que sí mujer, que sí. Tú déjale, que si el chaval quiere cagar y quedarse más a gusto, pues que lo haga! Le decía yo mientras las lágrimas que rodaban por mis mejillas no me dejaban ver bien la carretera.
- Eso! Di que sí. Tú en vez de apoyar a tu amigo venga chinchar y reírte de él! Menuda clase de amigo estás hecho!!
- Pero qué quieres que haga! Pues si el chaval está incómodo pues se para y ya está. Además, qué tiene que ver aquí la amistad! Simplemente está borracho y punto! Verdad mi corazoncito de almendra?
Ernesto no me contestó porque se volvió a quedar dormido, pero la charla moral que me echó Alba fue tela. Que si aquello no era un amigo, que si en vez de apoyar me reía (eso era cierto, la verdad, cuanto más me lo decía más me reía al ver la situación), que si menudos valores tengo, que si … Me encontré a las 3.30 de la mañana metido en un coche con un dolor de cabeza de aúpa por una autopista en medio de la nada discutiendo sobre la amistad y traduciendo un poco al inglés para que pudieran participar todas.
- Me cago!!!! Para ya que me cagooooo!!!! Se había vuelto a despertar.
- A ver mi cielito, ya te he dicho antes que aquí no se puede parar, que está prohibido parar en mitad de una autopista y ….
- Que te digo que como no pares me cago encima o me bajo en marcha!!!
- A ver Rafa, explícaselo tú a ver si a ti te hace caso. A que aquí no se puede parar?
Vi claramente mi oportunidad de limar ciertas asperezas con Alba y estaba dispuesto a echarle un cable, de verdad, lo estaba. Yo era partidario de parar pero aún así pensé que lo mejor sería no hacerle mucho caso y que se durmiera de nuevo. Al fin y al cabo eran argumentos sólidos los de Alba de no parar en mitad de la autopista por el peligro que eso conlleva pero, de repente, cambié de opinión.
- Alba! Para el coche de una maldita vez!
- Pero Rafa!. No le hagas caso mi cielín, aquí no se…
- Alba! Gritamos todos al unísono.
Creo que no fue este último grito lo que le animó a parar, sino que ella también percibió el olor que empezó a notarse dentro del coche y que era insoportable.

Como pudo se detuvo en el arcén de la autopista y antes de frenar del todo Ernesto ya tenía la puerta del coche abierta. Se bajó como una exhalación y mientras saltaba como podía el quitamiedos se bajó los pantalones a 2 metros escasos del coche. No se cortó ni un pelo y ahí hizo todo lo que tenía que hacer. El olor era insoportable, peor que el estiércol, no había quien lo aguantar. Yo le estaba explicando un poco a Juliet lo que estaba pasando aunque ella ya se hacía cargo cuando Alba se bajó del coche y ...
- Rápido, rápido, Rafa, baja … ven!
Yo no quería bajar, me lo estaba pasando en grande ahí dentro viendo el espectáculo y fuera olía mal y hacía frío. Pero lo hice para no oír más sermones sobre la amistad.
- Toma, rápido, coge el chaleco reflectante. Sólo tenemos uno.

Ahí cambió la opinión que llevaba sobre ella esa noche. Hasta en un momento así de nervios, de tensión, en que su novio está medio muriendo, ella reaccionando de una manera fría. Aluciné. Sólo había un chaleco y éramos 3 los que estábamos fuera del coche en la autopista por la noche y pensó en él. Muy bien, sí. Por un momento yo pensé que no sería buena idea ya que él era el más seguro de todos porque estaba en medio del prado y el chaleco lo único que haría sería destacar la humillante situación en que se encontraba con los pantalones por los tobillos. No sería mejor pasar inadvertido? En fin, que yo sólo estaba ahí para acatar órdenes, así que cogí el chaleco y salté el quitamiedos para ir junto a él.
- Pero qué estás haciendo, a dónde vas?!?!
- Pues a dónde voy a ir, a darle el chaleco. Bueno, a tirárselo y que se lo ponga él que yo no me acerco ni en pintura … será guarro el tío!
- Pero cómo que para él! Ven aquí, anda! Y ven rápido
Salté de nuevo el quitamiedos y me acerqué al coche sin saber muy bien porqué
- Coge el chaleco y ponte en la ventanilla con él, que no quiero que ellas le vean el culo a mi niño
- Qué?!?!
- Pues eso! Que te pongas con el chaleco tapando la ventanilla, que yo voy con él a ver cómo se encuentra

Y ahí estaba yo. En mi primer día de las vacaciones, después de un viaje de más de 6 horas conduciendo, con un mareo de aúpa, muerto de frío, perdidos a las 4.00 am en mitad de una autopista, con un amigo medio muriéndose colina abajo, llorando de la risa a más no poder, con dolor de estómago de tanto reír … y sentado en el quitamiedos con un chaleco reflectante tapando por fuera la ventanilla trasera del coche para que mi novia y mi amiga no le vieran el culo al otro amigo que acababan de conocer ese día.

Pensé que la situación no podía ser más patética y de nuevo me equivoqué. Alba no aguantó mucho al lado de su caramelito desnatado recubierto de frambuesa y se vino junto a nosotros al coche. No a relevarme sujetando el chaleco, sino a meterse dentro porque hacía frío y …
- Y ahora que haces, mi tesoro?
- Pues qué voy a hacer, que voy a hacer, voy a hacer, a hacer, hacer … se oyó con eco en la noche. Todo hombre después de cagar, mea!
Por un momento solté el chaleco, se me cayó de las manos porque las necesitaba para aplaudir. Aún en ese estado catatónico, el chaval razonaba de vez en cuando. Lo cogí rápido, como una centella, no fuera Alba a descubrir que Juliet y Laura aprovecharon el momento para mirar por la ventanilla y verle el culo a su novio … noooo, nooo, qué horror!
- Upppssss! Se oyó de nuevo desde el prado.
Me giré para ver qué pasaba, por qué alguien tenía una exclamación tan ridícula en esa situación y lo comprendí al momento. No hay otra exclamación que refleje mejor aquello … Ernesto se disponía a ponerse los pantalones cuando pisó todo lo que había dejado de recuerdo en la colina. Se había ensuciado hasta los codos. Muy dignamente se quitó del todo el pantalón y los calzoncillos, los cuales usó para limpiarse más o menos como podía y los lanzó al monte como recuerdo.

Cuando por fin se subió al coche sólo balbuceaba pidiendo perdón. Mis risas cada vez eran más estruendosas y apenas me dejaban oír con nitidez la bronca que me echaba Alba. Laura y Juliet estaban congeladas ya que iban en tirantes. Alba dejó de estar tranquila y le entró ataque de nervios, pese a lo cual se negó en dejarme conducir y volvimos a discutir.

Ernesto se volvió a quedar medio dormido y durante unos kilómetros nadie habló, tan solo para pedir que se abrieran las ventanillas cuando el olor dentro era insoportable y que las cerraran cuando el frío nos provocaba congelaciones. Seguíamos perdidos por la autopista, completamente desorientados y sin un alma. Por fin, en un túnel, vemos unos operarios trabajando y detuvimos el coche a 500 metros de ellos. Se acercaron a ver qué sucedía y les explicamos que nos habíamos perdido. Mientras nos explicaban el camino a seguir, Ernesto se despertó de nuevo, abrió la ventanilla y se puso a vomitar por el lado del copiloto.

Alba arrancó de nuevo sin percatarse mucho de la situación y al cabo de un instante me giro hacia Laura mientras me toco la cara con cierto recelo, temiéndome lo que en realidad ocurrió …
- Oye, Laura, no has notado algo ext… Qué ascoooooo!!!!! Dios, ahhhhjjjjjj!!!! Ahhhjjjj!!!! Pero … buajjjjjj!!!!!
Creo que sí notó algo … y más que yo! Ernesto seguía vomitando con la ventanilla bajada y el coche en marcha, pero no sacó del todo la cabeza y el aire hizo el resto … toda la vomitona le fue a parar a Laura a su cara. Me sorprendió su entereza habida cuenta de la situación. Acababa de conocer ese día a un chico y le estaba vomitando en la cara.
- Paraaaaaaa!!!! Empezó a gritar Laura. Para este coche yaaaaa!!!!!
- Mirar, chicos, ya os he dicho antes que no podemos parar en mitad de la autopista cuando queramos porque …
- Para enseguida o te vomito yo dentro del coche, gritó Laura! Y qué estás haciendo Rafa!!!
- Joé! Qué más te da que me limpie en tu pantalón … pero te has visto como tienes la cara y el pelo!!!
- Ahhhhhh!!!! Para para para paraaaaaaa!!!!!!!

De nuevo paramos en una curva. Ernesto, ajeno a todo, en su mundo, se bajó por su puerta para seguir vomitando. Laura casi ni esperó a que Alba se bajara por la suya y tras pisotearme se lanzó a la carretera y se puso a vomitar. Alba no aguantó la situación tan esperpéntica e hizo lo propio. Yo me bajé del coche porque me dolía tanto el estómago de reírme que creo se me escapó alguna gotita de pis y no quería hacerlo todo encima. Me fui a por el chaleco reflectante ofreciéndoselo uno por uno para que se limpiaran. La única que mantuvo la compostura fue Juliet, que se quedó dentro del coche preguntándose si esa era la forma que tenían los españoles de pasar las vacaciones.

Tras 10 minutos en que cada uno se preocupó más de lo suyo que del resto, volvimos de nuevo al coche.
- Gi hips! Gijón, Gijón, Gijón … hips! … la culpa es de Gijón! Decía una y otra vez Ernesto. La cul … hips … la culpa es de Gijón y tuya, Rafa, por ha … hips … por haber querido venir aquí.
Yo no podía contestar … lloraba, reía, me hacía pis, me dolía el estómago, la mandíbula, todo.
- Mi soufflé de cremita con nata, no te preocupes, que cuando lleguemos a casa te voy a dar un bañito para frotarte bien y como nuevo … le decía Alba mientras le acariciaba
- Gi … hips … la culpa es … perdón, perdón Laura por … por, que vergüenza! Lo siento, perdón … hips … perdona pero no sé que … no volverá a pasar!
- Ni perdón ni nada, Ernesto. Gracias, gracias de verdad, le decía yo. Sólo te doy las gracias por hacerme vivir el mejor rato de mi vida, en serio.
- No le hagas caso al imbécil este de tu amigo mi bomboncito. Ya verás que bien te sienta la friega que te voy a dar. Te voy a dar un bañito calentito al llegar y verás como mañana estarás nuevecito. Si la culpa ha sido de los bígaros esos que …
De nuevo estallé en una carcajada. Los bígaros dice … pero si el tío se habrá tomado unas 10 botellas de sidra él solito!!! Los bígaros …


Y en este estado y tras hacer en más de 3 horas un camino que en condiciones normales duraría 30 – 40 minutos llegamos a la casa pasadas las 7 de la mañana. Mientras Ernesto estaba sentado en la bañera esperando que Alba subiera para frotarle, el resto aún estábamos esperando en la cocina a que se me nos pasara la taquicardia de tanto reír cuando a los 10 minutos llegan Javi y Sergio. Obviamente no sabían nada de todo lo sucedido y se extrañaron de ver toda la casa encendida.

Javi se había quitado los pantalones en el coche porque sentía calor y llamó a la casa con ellos en la mano. Alba le abrió la puerta y al verle en ese estado
- Tú también te has cagado?!?!
- Einch!! Tú eres tonta! Contestó Javi y entró sin más. Qué hacéis aún despiertos?
- No, nada nada, que acabamos de llegar … ya os contaremos

Y sin más cada uno se fue su cuarto y Alba a cuidar de su novio.

Al día siguiente no podía mirarle a la cara a Ernesto porque me reía. Casi ni pude preguntarle qué tal se encontraba porque no quería que sufriera más con mis risas, bastante humillado ya estaba cuando fue recordando cosas.

Este sólo fue el primer día de unas vacaciones alucinantes, en las que el hecho de que Laura acabara en un hospital poniéndose la antitetánica porque casi se mata en accidente de quad cayéndose por una ladera y que sólo un árbol fuera el que le parara de acabar en el río, quedó en mera anécdota.

lunes, 8 de octubre de 2007

Anécdotas laborales

Después de hacer varias entrevistas de trabajo sin el resultado esperado, en la misma semana me llaman de 3 empresas de distintos sectores y doy el “sí, quiero” a la primera que me lo comunica, una consultora inmobiliaria.

Entré como becario del COO en un momento un poco convulsionado en la empresa y mis funciones por aquel momento tampoco es que me ayudaran mucho a integrarme con la gente. Por no tener no tenía ni compañeros de departamento así que me sentaron en medio del de antenas, viendo como día a día iba quedando menos gente hasta que pocos meses después desapareció por completo. En mi primer día mi jefe estaba de viaje, por lo que una chica de recursos humanos se encargó amablemente de mi: “Mira, yo no tengo porqué estarme dedicando a hacer estas cosas, así que te vienes conmigo a que te enseñe la oficina y luego te conectas a la intranet e investigas por ahí. Cuando acabes, al mediodía, te puedes ir a casa y vuelve mañana que ya estará tu jefe”. Dicho y hecho. La seguí y ahí cometí mi primer error.

Debí imaginarme, absurdamente, que como yo no tenía compañeros de departamento el resto de la gente estaría en una situación similar así que no deberíamos ser muchos trabajando en la oficina, por lo que unos besos a las chicas y un apretón de manos a los chicos sería el saludo pertinente ... ya dejaría el abrazo a ellos para el 2º día.

Ya lo de menos fue que había más gente de la que esperaba, unas 120 personas y aquello se me hiciera un poco largo, sino las situaciones que se fueron provocando por mi actitud inconsciente. Cuando saludas a las 5-6 primeras personas, incluso si me apuras un poco llegando a las 10 primeras, no pasa nada, pero a partir de ahí piensas “Dios! en menuda me he metido!!! Y ahora cómo hago para frenar esta vorágine de besos y apretones de mano sin quedar mal?!?!. Si paro ahora, qué pensará ese de ahí cuando vea que a su compañero le he dado la mano y a él no, pensará que me cae mal? No, no puedo hacer ese desplante el 1er día a compañeros de trabajo” ... y sigues con el mismo saludo a todo el mundo pero cada vez más cansado, la mano más húmeda y sudada y cara de no estar cómodo con la situación y no saber salir de ella.

Aún con los chicos la cosa se lleva mejor, pero con las chicas, uy con las chicas!. Entre los hombres el apretón de manos no va más allá de eso pero con las mujeres lo de los 2 besos es como dar un paso más, dar un paso adelante y romper esa pequeña barrera de la confianza que está entre la mano y los besos y no todas quieren traspasar esa barrera y mucho menos el primer día con alguien que le acaban de presentar en el trabajo. Han dejado de trabajar para levantarse a saludarte y es entonces cuando te ves abalanzado hacia ella para dar los 2 besos como has venido haciendo con el resto de compañeras pero a mitad de camino te encuentras que te ha tendido la mano, se la has agarrado y estás besando el aire. Te ha dicho “encantada y bienvenido” y te ves diciéndole lo mismo pero como en un susurro a su oído ... piensas si estás en una discoteca ligando o en la oficina trabajando, patético! Te retiras rojo como un tomate y esperas que por favor te saquen pronto de ahí que aún te queda mucha gente por saludar efusivamente. Hasta entonces lo estabas pasando mal, sin más, porque eran muchos y muy cansado lo de los besos, pero no te habías planteado que alguien no los aceptara y te entran más dudas aún desde ese momento ... con la siguiente chica, qué hago?! Mano, beso, las dos cosas, una antes y otra después, las 2 a la vez ...?!?!?

Y lo del nombre?!?! Ya no es que te digan tantos que al final los confundes y no puedes retener todos, sino que directamente desconectas cuando crees que te van a decir cómo se llaman y conectas de nuevo milésimas de segundo más tarde. Luego ellos se acuerdan del tuyo y a ti te cuesta días y semanas asociar nombres con caras y te sientes más tonto aún.

Una vez finalizado el tour por la oficina y navegado un poco por la intranet me fui a casa para regresar al día siguiente. Cuando me recibió mi jefe me llevó de nuevo con él a que conociera a algunos departamentos específicos, pero ese día ya me pareció excesivo besar de nuevo a la gente y me ceñí al “hola, buenos días, qué tal?” con el que hay que tener muy mala suerte para fastidiarla. Como estaba muy liado, me soltó unos cuantos libros sobre la empresa y me pasé un par de días mirándome todo.

Durante los 6 meses en que estuve de becario aprendí bastantes cosas, entre ellas el que antes de ponerte a subrayar, colorear y marcar un documento a tu gusto, primero te tienes que cerciorar que no es el original y debes hacer una copia si te lo quieres quedar. Ya con la confianza de haber entrado en plantilla y con el cambio de departamento al de administración de edificios de oficinas empecé a abrirme un poco más a la gente y me hice con un hueco fijo en recepción durante 10-15 minutos al día.

Fui entablando amistad con algunos compañeros y un buen día me fui a jugar al padel con María, una compañera de otro departamento. Era el día siguiente al que ardió el edifico Windsord y al volver de jugar, de regreso a su casa, decidí llevarla por la Castellana y que viera las ruinas y cotillear un poco, idea no muy original porque nos comimos un atascazo de muerte ya que medio Madrid estaba haciendo lo mismo que nosotros.
- Has visto cómo ha quedado el edificio?, le dije.
- Sí, sí, impresionante!!! Ayer vi las imágenes por televisión y no me lo creía ... qué pasada!!!
- Sí, yo estaba ayer de copas con unos amigos en un bar cerca de aquí y cuando vimos las imágenes por televisión nos acercamos a verlo en directo ... alucinante!! Estaba a tope de gente y algunos, incluso, con cámaras de vídeo semi-profesionales grabando todo ... fíjate que me arrepentí de no tener cámara de fotos en el móvil!
- Ay va! No hueles algo raro? Como ha quemado o algo así?!
- La miré con aire de suficiencia y le dije, normal! Cómo no va a oler ha quemado si ha estado ardiendo toda la noche!! Tú sabes lo que es esa mole ardiendo sin parar?! Ayer dijeron que ...
- Ostrás! Fíjate, pero si es que hasta se ve humo?!?!
- Yo no daba crédito a que tuviera que volverle a explicar esto ... pero no te digo que es lógico? Cuando el aire sopla hacia aquí viene el olor ha quemado y el humo, es normal! Son 30 plantas de edifico ardiendo durante un día entero, es … es … es obvio!

Ella seguía alucinando y mirando el edifico o lo que quedaba de él mientras yo le seguía razonando y dando motivos de porqué el humo, el olor ... lo que tienen los incendios, vamos! Cuando llegamos a su casa, me paro en frente del portal para que se baje y ...
- Oye? No sigues oliendo ha quemado? Me dice.
- Tomé aire, sí, lo tomé porque sentía que no me había escuchado todo ese tiempo y ya no sabía cómo hacerle ver la situación. Miré al frente para que no me viera la cara mezcla de resignación, enfado, incomprensión, cansancio de repetir siempre lo mismo y cuando le voy a contestar ... Ostrás! Pero si ... pero si hay hasta humo!! Pero y ... joé! Pero si es mi coche!!! Es el motor ... no lo ves?!?!

Oler olía, lógico y normal viendo la cantidad de humo que salía por el motor de mi coche. Pero si es que está casi ardiendo??! Lo aparqué en la puerta de un garaje que había en la calle y cuando conseguí que la humareda me dejara ver, abrí el capó y de nuevo el humo me cegó. Al principio cara de no saber qué narices está pasando hasta que escuchas de fondo ... “qué, el humo del Windsord, eh!?” y oyes la risita de tu amiga.

Llamé a la grúa y a esperar que me viniera a recoger y cuando pasamos por la Castellana camino de mi casa me dice el conductor ... “qué alucine, eh, chaval! cómo flipa!!! Pero si hasta huele y se ve algo de humo!!!”. Ufff! Rafa, calma, por favor, cálmate! No es momento ni lugar!!

Tuve que tomar una decisión al respecto. Sí, es cierto, quizá algo precipitada y de la que ha podido salir gente perjudicada, pero había que tomar una decisión y lo hice … nunca más jugar al padel con una chica del trabajo. Las siguientes citas con amigas de la oficina decidí que sería mejor tenerlas a la vieja usanza, una cena, un cine, ir de compras, copas por la noche o algo así, pero dejando a un lado el deporte.

Al día siguiente tuve que llevar el coche al taller para que me dijeran qué narices le pasaba y al salir de casa, atasco. Qué hace todo el mundo cuando está en un atasco? Pues se mira en el espejo retrovisor. Sí, todos lo hacemos, es un hecho irrefutable que una vez que te das cuenta que estás parado en un atasco te miras en el espejo. No sé muy bien por qué, pero el hecho es ese. En esas estaba, mirándome, cuando se me ocurre frotarme la cara porque no veía bien. Nunca! Nunca te frotes los ojos cuando lleves lentillas! Yo no estaba acostumbrado y lo aprendí ese día. Aún a día de hoy no tengo muy claro que fue más patético, si perder la lentilla y bajarme del coche en mitad del atasco a ver si la encontraba por el asiento y gritar a los del coche de detrás que dejaran de pitar y esperaran un minuto que se me había perdido la lentilla, si llegar al del taller y decirle que antes de mirar el motor me ayudara a buscarla por dentro del coche durante 5 minutos o si una hora después, tomando una coca-cola con una amiga, me quito las gafas de sol graduadas y me pregunta por lo que tengo en el ojo … ahí podía estar, arrugada, doblada … en fin.

El caso es que de vuelta a la rutina laboral, no sufrí mucho tiempo las risas del incendio del Windsord porque mi compañera dejó el trabajo y en su lugar vino Alejandra. Me acordé de mis primeros días en la oficina y decidí que no se sintiera sola, que si alguien le podía mostrar todo lo intangible de la oficina ese era yo, tenía suerte porque había dado con el más indicado para ello. Creo que no a todo el mundo le pareció una buena idea que me pasara media hora de mi tiempo contándole cosas que no venían a cuento en su primer día de trabajo y Jesús, mi jefe directo por aquel entonces (el COO) y Marina, la directora de RRHH me lo hicieron notar aporreando el cristal del despacho que tenía a mi espalda y gritándome que dejara de ligar y me pusiera a trabajar de una vez, que para eso me pagaban. Qué forma de cortar el rollo!

No sé si fue porque en ese sitio no me concentraba mucho, el caso es que tras algunas aventuras y desventuras me cambian de nuevo de departamento y voy al de finanzas, donde estoy ahora.

Nuevos compañeros y un jefe intermedio entre Jesús y yo, Óscar. Nuevos hábitos, nuevas rutinas, nuevas responsabilidades … pero hay cosas que no cambian. Estábamos David y yo solos en el despachito cuando entra Jesús …
- Hola. Esta tarde me voy a Portugal y no vuelvo hasta el lunes, necesitáis algo de mi?
- Sentado desde mi silla miro a David … Oye, David, le has pedido a Óscar que nos traiga de Portugal esos bollitos tan ricos que suele traer?
- Un poco con cara de alucinado, me contesta que no sin saber muy bien a qué viene esa pregunta que le hago.
- Miro a Jesús … Pues sí! Es que Óscar se ha ido también a Portugal y se nos ha olvidado pedirle esos bollos que nos trae. Sabes cómo son? Son así, pequeñitos, redondos, como de hojaldre, rellenos de crema y … y cuando dejo de gesticular indicándole el tamaño le miro a la cara y …
- Rafa! (Silencio de 2-3 segundos que me parecieron 2-3 millones de años) Tú te crees que eres mi mujer o algo así para que me vaya de viaje y te traiga un recuerdo de donde he estado?!?! Te lo voy a repetir de otra forma para que te quede más claro. Si te digo que me voy a Portugal y pregunto si necesitáis algo de mi, es por si necesitáis mi firma para hacer pagos o ingresar cheques, no para que me hagas encarguitos … si quieres te traigo unas toallas!

Había una competición por ver quién estaba más rojo, si Jesús alucinando ante el personal que tenía trabajando para él, si David muerto de la risa escondiéndose como podía detrás del ordenador o yo por razones obvias … creo que gané!. Con el tiempo nunca más le he vuelto a encargar nada, aunque muchas veces me he quedado con las ganas, la verdad.

Claro, estas cosas para Fran y Ana que conviven conmigo en el despacho tanto tiempo les resultan más creíbles (sobre todo cuando Fran fue protagonista en directo de la z de zamburiña), pero cuando se lo contamos a Óscar a su vuelta no daba crédito, hasta que un día me pasó algo con él y empezó a entender todo de sopetón.

Debía ser octubre o noviembre del 2006 cuando Óscar se ausentó un día para ir a la otra oficina que tiene mi empresa en Madrid y me llama por teléfono…
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar, qué tal, alguna novedad?
- Bueno, no, solo que tienes al director de la oficina de Portugal trabajando en tu mesa.
- Ah, vale! Oye, hazme un favor, pásame con Fran que no me sé su número.
- Un segundo … Fran, cuál es tu extensión?
- La …
- Un momento Óscar, te paso.
Conversación entre Fran y Óscar que dura poco y cuelgan. Al rato suena mi teléfono de nuevo.
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar otra vez, pásame con Fran por favor.
- Fran, es Óscar otra vez, tu extensión?
- La …
Otra pequeña charla entre ellos y cuelgan. A los 5 minutos otra vez suena mi teléfono ...
- (…) Rafa, dame mejor la extensión de Fran y así le llamo a él directamente y no te molesto.
- Pues sí, cierto, mejor! Fran, tu extensión es …
Vuelven a hablar y a los 5 minutos de nuevo suena mi teléfono
- Rafa, soy yo otra vez, que estoy llamando a Fran y no me coge el teléfono y …
- Es que está hablando por él con otra persona y no puede.
- Bueno, a ver si me puedes ayudar tú. Te vas a mi mesa, abres el 1er cajón, coges una tarjetita que hay en un sobre que pone ….
- Alto alto alto! Para un segundo! Le digo mientras me levanto de mi silla, me pongo en pie y empiezo a estirar el cable del teléfono todo lo que puedo … no vayas tan rápido, espera un momento que apunte en un papel todo lo que tengo que hacer porque el cable del teléfono no me llega hasta tu mesa y se me olvida todo lo que me dices.

Aproximadamente durante 3-4 segundos no se oyó nada al otro lado del teléfono, un silencio tan atronador que pensé que se había perdido la comunicación. Me encontraba de pie, junto a mi mesa estirando el cable del teléfono que sólo me daba hasta la puerta de su despacho cuando por fin se oye algo …
- Rafa … No tienes que llevar el teléfono hasta mi mesa, basta con pasar la llamada a mi extensión y desde ahí lo descuelgas y haces todo lo que te pido!

No le hizo falta verme. Tampoco a Fran y David les hizo falta oír la otra parte de conversación que no escucharon. Todos se estaban imaginando la situación. Me sentí tan ridículo ahí de pie con lo que acababa de pasar que lloré, reí, grité, jadeé, me tembló la voz, balbuceé, sufrí un conato de taquicardia, me atraganté y tosí … el color rojo parecería blanco si se comparara con mi cara en aquel momento. Dios! Cómo podía hacer tanto el ridículo con mi jefe! Me entró la risa descontrolada y no podía parar. Tampoco me ayudaba nada ver los lagrimones de mis compañeros rodar por sus mejillas. Sólo conseguía oír de vez en cuando a Óscar decir que si no podía que lo hiciera dentro de 5 minutos, pero que era muy importante y tenían mucha prisa, que si no se lo pasara a otro. No! Por mis narices que no! Ya lo estaba pasando bastante mal como para encima hundirme más encargándoselo a otro … y a quién?!?! Si ellos estaban riéndose más que yo?

Por fin, entre lloros de risa le pido su extensión, paso la llamada a su teléfono y me siento en su silla para hacer lo que me ha encargado. El director de Portugal que tenía en frente no salía de su asombro. Debió alucinar!. Por suerte desde el otro lado del teléfono, pese a la urgencia e importancia del asunto, solo oía voces de ánimo (me faltó oír el “vamos! Que tú puedes hacerlo!”) y paciencia … no era para menos. En lo que quedó de tarde no hice absolutamente nada, me fui al baño a airearme y simplemente dejé que me pasara el sofocón.

Cuando regresó a la oficina al día siguiente me costó un poco mirarle a la cara, todavía estaba avergonzado de la situación vivida el día anterior. Lo único bueno es que ahora tengo el cable de teléfono más largo de toda la empresa, ni un solo nudo.

Pero cuando uno cree que ya ha tocado fondo, que ya no puede hacer nada más, surgen imponderables, situaciones que se escapan de tu intelecto y que no sabes muy bien porqué has hecho ciertas cosas o por qué se precipitan los acontecimientos siempre en tu contra.

Disponemos en el departamento de una pequeña caja fuerte que está en el suelo en un cuartito enfrente del despacho. Dicha caja fuerte tiene una llave y una rueda con números para poner una combinación de seguridad y durante años esa rueda siempre ha estado fija y nunca le presté la menor atención porque con la llave es suficiente para abrir la caja. Pero ese día, ese fatídico día no sé qué narices se me pasó por la cabeza y quise comprobar si la rueda funcionaba o era de pega. Pues sí! Sí funciona, mira como gira! Y me fui tan contento a mi sitio a seguir con mis labores. A los 5 minutos …
- Oye? Alguno sabe que le pasa a la caja fuerte? Por qué no se puede abrir? Rafa, no has sido tú el último en usarla? Me pregunta Laura.
- Sí, fui yo, pero la abrí perfectamente.
- Pues ven ahora a ver si puedes abrirla porque yo no puedo.
- Cierto! Pues yo tampoco puedo. Qué porras le pasará? Y me vuelvo a mi sitio ensimismado en los pensamientos cuando ... Oye?! Puede tener algo que ver la rueda?
- Cómo que la rueda? Pregunta Ana
- Sí, la rueda! Y sigo con voz temblorosa y temiéndome lo peor … sí, la rueda, que antes así, como sin querer, vamos, de pasada, pues que la he girado para ver si funcionaba y …
- Qué has hecho qué?!?!? Pregunta Fran. Qué has girado la rueda?!?!? Pero tú estás tonto!!! Pero no he repetido mil veces que la rueda no se puede girar porque luego no hay forma de abrir la caja!!! Pues la has liado …
- Yo miraba a Ana para buscar una mirada amiga, un apoyo no queriendo creer que lo que decía Fran era verdad, pero nada, su mirada denotaba que él tenía razón. Y ahora qué hago? Cómo la abrimos? Usé el plural para hacer sentir a todos que en estas estábamos en el mismo barco, que éramos todos un departamento, una piña en los malos momentos, un …
- Cómo que qué hacemos?!?! Qué haces tú! Fran sonría recordando cuando a él le pasó lo mismo … pues como no la puedas abrir hay que llamar a un cerrajero y que la reviente. Nos quedamos sin caja. Mira que he repetido mil veces lo de la rueda y tú nada, tenías que girarla!.
- Y ahora qué? Repetía yo una y otra vez.
- Fran, cuando te pasó a ti la otra vez no fue Anabel la que la consiguió abrir? Preguntó Ana. No tiene ella la contraseña?.
- Sí, ella tenía la contraseña pero es bastante complicada. Aún teniéndola le costó media hora abrir la dichosa caja fuerte. Voy a ver si yo la tengo en algún sitio y si no, Rafa, vete llamando a Anabel para pedírsela y reza por que la tenga.

Por suerte Anabel la encontró y, efectivamente, era bastante complicada, que si 1 vuelta a la derecha y parar en el X, que si 2 a la izquierda y parar en … que si 368 veces a la izquierda con paradas intermitentes en números múltiplos de 2 y 7 que si … vamos, que la bomba!. El primer paso estaba dado pero no era suficiente. Tenía la contraseña pero me quedaba abrir la caja y, si por un casual no lo conseguía, se lo tenía que comentar a Óscar.
- Óscar, ehhhh … tienes un segundo?
- Sí, claro! Qué pasa?
- Bueno, verás, parece ser que hemos tenido un pequeño problemilla con la caja fuerte y no podemos abrirla. Al parecer, es probable que se haya girado la ruedecilla y ahora no podemos abrirla. Anabel nos ha dado la contraseña y voy a intentarlo pero …
- Qué?!? Y cómo ha podido pasar eso? Según lo preguntaba creo que ya sabía de sobra la respuesta.
- Bueno, pues hay bastantes opciones a que yo la haya podido girar. Aún no sé bien porqué pero …
- Pues hala, majete, ya la estás abriendo! Y si no puedes a llamar a un cerrajero.

Me meto en el cuartito con el móvil en la mano (esta vez no quise probar si el cable de mi teléfono fijo llegaba 6 metros), cierro la puerta, me siento en el suelo y lo intento pero nada, eso no se abría. Llamo a Anabel para que me repita la combinación y hacerlo según sus pasos y nada, seguimos igual. Se ofreció cien veces a venir ella y hacerlo, pero no podía consentirlo. Como me dijo que hacía un pequeño ruidito y era entonces cuando se abría, ahí me tenéis sentado en el suelo, con una mano en el teléfono, otra en la rueda y la oreja pegada a la caja … nada! Por mil veces que lo intentaba, nada de nada. Cuando alguien abría la puerta del cuartito para preguntar cómo iba, rápidamente separaba la cabeza de la caja, ya era humillante la situación como para hacerla más ridícula aún.

A los 15-20 minutos y tras recibir la ayuda de todos los compañeros aparece Óscar a preguntar cómo iba aquello. Al ver que yo no podía, se sienta a mi lado, cierra la puerta y con la contraseña en la mano se pone él a intentarlo. Si la hubiese abierto a la primera de sus intentonas me hubiera sentado un poco mal porque aún me sentiría más hundido de lo que ya estaba, pero en cuanto empezó a entrar gente a preguntar cómo íbamos y cada vez que lo hacían le daban con la puerta en la espalda, ya deseé que la abriera como fuera. Yo rezaba todo lo que sabía … “por favor, que se abra la puerta que se abra la puerta que se … no! No joé esa no!!! … zas! otro golpe a la espada de Óscar!. De esta no salgo!”. Con la espalda amoratada se levantó y me dejó que siguiera yo hablando con Anabel y luchando con la dichosa caja.

Me cansé, tras media hora y más de 20 intentos cedí, me levanté tras la última vez y la giré con rabia y … joe! Se abrió! Se había abierto!!! Llamé a los compañeros para que fueran testigos de la proeza y me fui a mi sitio con la satisfacción del trabajo bien realizado.

Aún sigo trabajando en el mismo departamento, por lo que no se sabe qué novedades puede deparar el futuro …

lunes, 17 de septiembre de 2007

Cadena de serenos

Me levanté pronto ese día y tras despedirme de Sergio después de una semana de vacaciones con él visitando Galicia, la tierra de nuestras familias, abandoné el hotel en el que estábamos dejando el aviso de que pagaría él. Metí todo el equipaje en el coche, incluido el balón gigante que con gran esfuerzo gané la noche anterior jugando a los dardos en una tómbola en Pontevedra y me puse en marcha camino de Gijón.

Se me había estropeado el GPS así que con un mapa de los de siempre extendido en el asiento del copiloto me encaminé hacia la 3ª y última semana de mis vacaciones. Después de dar un par de vueltas absurdas por Pontevedra buscando la salida camino de Vigo y haber solucionado el primero de mis problemas con relativa facilidad, se me enciende el indicador de la gasolina, por lo que todos mis esfuerzos se reconducen a encontrar una estación de servicio.

No estaba la cosa para ir descartando ninguna por no ser Repsol o Campsa que me regalan puntos, así que en la primera que vi allí que me metí. Como estaban todos los surtidores llenos me pongo detrás del más torpe, o al menos eso creí en aquel primer momento. El típico señor parsimonioso que se baja de su flamante coche, chequea las ruedas a ver si tienen la presión adecuada, mirada exhaustiva para ver si su esposa le hizo un rascón al coche el último día que lo cogió, busca los guantes de plástico para no mancharse, lee con detenimiento los tipos de carburante que hay, coge la manguera correcta, echa gasolina, deja la manguera, se quita los guantes, se va a pagar, al servicio a hacer sus cosas y lavarse las manos, comprar una botellita de agua, el marca para él y el hola para ella ... y yo mientras tanto siendo el primero de una hilera de coches que se formaba detrás por momentos.

Por fin llega mi turno e intento demostrar con qué firmeza y resolución actúa la gente joven en estos casos. Me bajo del coche, casi por instinto cojo una manguera, la acerco al depósito y ... vaya! Me he puesto en el lado contrario. Da igual, no pasa nada, estiro la manguera pasándola por encima del maletero y ... joe!! Se habrá atascado?!?! No llega!!! Qué raro? Vuelvo a tirar. Pero tiro como sin darle importancia, sin querer demostrar al resto de la gente que quizá no llegue la manguera, un tirón suave, estirándola poco a poco y, sí, es cierto, no llega más allá de la mitad del maletero!. En fin, no pasa nada, cuelgo la manguera, me monto rápidamente en el coche y chirriando un poquito de rueda echo el vehículo hacia delante y en una rápida maniobra luego hacia atrás arrimándolo todo lo que puedo al surtidor. Me bajo de nuevo, cojo esta vez la manguera correcta y estirándola de nuevo por encima del maletero sin miedo a rayarlo ... Dios, casi! qué poco falta, si le embocadura está tocando el depósito! Bueno, en milésimas de segundo veo la forma de la manguera y pienso que si aprieto saldrá la gasolina como si regara, a presión entrará disparada en el depósito, como si escanciara sidra, vamos! así que lo hago. Y sí, salió disparada sí, y escancié, sí, pero hacia fuera del coche y empezó a chorrear por todo el lateral acabando en mis zapatillas.

No sé por qué la situación me resultó bastante familiar, como si ya la hubiese vivido anteriormente hace muchos años, así que mientras veía la cola de gente que había formado tras de mi que casi llegaba a la carretera y oía un “chaval, que eso no lo puedes hacer!!!, deja ya eso!!!”, me encaminé con aire desenfadado al cajero sin quitarme las gafas de sol en ningún momento para no ser reconocido.
- Hola! Verá soy el del ...
- Sí, el del volvo!
- Eeehhhhh!! Sí, ese mismo. Verá, es que la manguera no me llega hasta el depósito y todo lo que ponga el contador no está en el coche. Bueno, en el coche sí, pero por fuera, y otro poco en el suelo y en mis zapatillas.
- Ya! Si ya te hemos visto, ya! Me dice con una sonrisilla que no me gustó nada. No importa esto, tú saca el coche de ahí que menuda cola has montado y ponlo en otro surtidor de tu lado del depósito.
- Vale, gracias!

Ni que decir tiene que al salir de ahí y ver la cara con la que me estaba mirando todo el mundo y los comentarios que se escuchaban de fondo, cogí el coche y me fui de la gasolinera como si nada. Bueno, no como si nada, muerto de vergüenza, enfadado conmigo mismo y rezando porque en el atasco en el que me había metido nadie tirara una colilla por la ventanilla de su coche, no por que les pusieran una multa, que en esos momentos era lo menos importante, sino porque con el reguero de gasolina que había dejado por el lateral del coche y las ruedas podía salir de ahí ardiendo como una falla de Valencia.

Y vuelta a empezar, a buscar otra gasolinera y esta vez con la premisa de que no fuera autoservicio, porque si a alguien le daba un cortocircuito o algo que no fuera a mi, sino a un profesional de este sector que sabría cómo actuar. Por fin encontré una que reunía todos los requisitos y que aún no tenía mi foto colgada en la vitrina con un “se busca”, es peligroso. Tras comprar unos donuts para el camino y dejar una buena propina por el trabajo que me habían ahorrado, emprendí de nuevo camino a Gijón.

Desde Pontevedra puede parecer que la mejor ruta para ir a Gijón es por el norte, pero no es tal porque no todo son autopistas así que me iría por Benavente para luego subir. Sí, lo sé, desde Astorga hay autopista a León y te ahorras unos cuantos kilómetros, pero en ese momento no se me ocurrió. En fin, que con la boca seca de tanto donut sin tener ni gota de agua me llama mi amiga Laurita y tras varias conversaciones telefónicas con ella desde mil teléfonos distintos porque no tenía batería en el suyo, finalmente me confirma, tal como habíamos hablado días antes, que se venía unos días conmigo a Asturias, el problema es que ella estaba de camino a León. No te preocupes, le dije, que por casualidades de la vida yo voy a pasar por ahí, así que te recojo y en marcha!. Estas casualidades de la vida que sólo existen cuando te equivocas de carretera.

Como no teníamos sincronizados los relojes y ella calculó mal el tiempo, llegué 4 horas antes, horas que empleé en dar una vuelta por la ciudad, seguir paseando, ir de reconocimiento al punto de encuentro en el que habíamos quedado para no perderme luego, seguir comiendo donuts y ponerme a jugar en la PDA a un juego absurdo de bolitas. Cuando llegó la hora h me quité la camiseta de conducir (claro, como cuando salí de viaje no estaba claro que viniera, pues iba con la camiseta que tengo para conducir, una cómoda y vieja que no me agobia en viajes largos y que, ahora, apestaba también a gasolina por motivos obvios) y me puse la que menos usos le había dado en mis vacaciones rociándola en colonia. Todo esto en mitad de León con el coche aparcado en una calle ... parecía un ... no sé, no sé lo que parecía la escena, la verdad!.

Serían las 5 de la tarde cuando llegó Laura con su amiga Gema. Estaban hambrientas y tras varias intentonas en distintas terrazas por fin nos sirvieron algo de comer en una de ellas cerca de la catedral, eso sí, todo frío porque ya no había cocina. Mientras Laura se bebía toda mi cocacola, yo escuchaba la historia tan surrealista que me contaba Gema que habían vivido las 2 el día anterior en Cangas, de donde venían. Habían tenido un problema de liquidez momentáneo y les supuso una gran discusión con la dueña de un hostal por usar la ducha de la habitación antes de pagar. El resto de clientes de la cafetería seguía tomando café ajenos a estar compartiendo terraza con un prófugo de las gasolineras y 2 guapas y peligrosas okupas de duchas.

Mientras hacíamos tiempo a que llegara Rubén, un amigo de Gema y tomarnos unas cañas con ellos antes de partir a Gijón, decidimos dar un paseo para bajar esa comida que ya empezaba a hacer estragos en ellas. Primero, una visita guiada a la catedral de León y sus vidrieras, con las perfectas explicaciones de Gema ... ole, ole y ole! Entre la lección de historia que nos dio, lo bien que lo contó y lo bonito del lugar íbamos flotando ... qué digo flotando! levitando entre los bancos, hasta que nos habló del topo gigante. Por qué, por qué lo hizo?!?! Al ver encima de una de las puertas de entrada lo que parecía un cascarón enorme mezcló la historia con una fábula sobre un topo gigante que una y otra vez echaba abajo la construcción de la Catedral, que no sé yo no sé yo, en fin, me lo creeré pero ... uummmmm, uuuummmm, con reservas, con bastantes reservas. Luego completó la lección magistral con la visita por otra iglesia cercana y las calles más típicas de León. Un placer, sí señor!.

Seguimos haciendo tiempo y nos metemos en una librería para que Laura se comprara cualquier cosa ya que, según ella, se le iban a hacer los días muy largos en mi compañía y necesitaba distraerse de alguna forma. Lo peor de todo es que me convence para comprarme un libro del que no pude ni acabar de ver la película en vídeo de lo que me aburrió. En fin, personalidad que tiene uno. A la hora de pagar temen que les suceda como con la señora del hostal y que no pase la tarjeta, pero no tienen ningún problema y la máquina lee la banda perfectamente, cosa lógica teniendo en cuenta que estábamos en una librería.

Una vez que llega Rubén recorremos de nuevo las calles típicas y nos metemos en un par de bares a tomar unas cañitas rápidas porque ya se acercaba la hora de irnos a Gijón, se hacía de noche y aún nos quedaban más de 2 horas de camino. Insistieron mucho en llevarnos a un bar en el que pides la cerveza y te ponen un aperitivo muy típico de ese sitio y que, según ellos, estaba muy bueno. La verdad es que habrá que volver otra vez a probarlo porque no lo sabemos, fue poner el aperitivo y sólo catamos el nuestro y gracias. Al final, sólo al final, se dieron cuenta que la idea era que Laura y yo probáramos todos y ... bueno, lo entiendo, a ellos también les gustaba, joe!.

Muy amablemente nos ofrecieron quedarnos en León esa noche e irnos al día siguiente a Gijón, pero preferíamos ya descansar allí y levantarnos sin prisas y con calma al día siguiente. Qué majetes, pero Laura estaba agotada de los días anteriores y yo también prefería llegar a mi casa porque al día siguiente había quedado con amigos a comer. Lo agradecimos igual de cualquier forma y quedando pendiente para otra vez emprendimos la marcha a los coches para irnos. Desde el coche de Laura fuimos a por el mío, cosa buena porque así vimos la otra parte de la ciudad que no habíamos llegado a ver en los paseos anteriores. No lo tengo muy claro aún, pero o León tiene un solo sentido de circulación o nos perdimos, porque dimos vueltas alrededor de la muralla que ni te cuento.

Una vez cada uno en su coche, las indicaciones precisas para el viaje ya que Laura tenía el móvil sin batería y sin cargador: Yo, le decía, iré delante todo el camino y cuando quieras algo me haces luces y paro o me adelantas y nos echamos a un lado. Tienes gasolina suficiente? Sí, sí, de sobra. Vale, pues en marcha. Como suele suceder siempre, el chico, en este caso Rubén, nos encaminó casi a la salida y desde ahí nos dio las indicaciones claras y precisas para salir a la autopista en dirección a Gijón, acabando con el típico “es un camino para tontos”. Acto seguido la chica, en este caso Gema, le mira con una cara mezcla de comprensión y paciencia y nos explica otra vez el camino de salida pero más resumido y directo. “Es un camino para tontos” seguía escuchando decir de fondo a Rubén mientras Gema nos daba las últimas explicaciones...

Como acordamos, yo delante en mi coche y Laura detrás en el suyo nos vamos siguiendo las explicaciones recibidas y, en el primer cruce con cierta dificultad, tomo la dirección opuesta a la indicada porque soy despistado, pero no tonto y como el que nos indicaron era para tontos pues no lo cogí. Vamos, que supongo que un poco más largo sí que fue pero llegamos al final, que es lo que importa.

En mitad de la noche y de la autopista de montaña me hacen luces, no me lo podía creer, Laurita me estaba haciendo luces y eso significaba que pasaba algo. Sigo unos metros más para intentar detener el coche en el arcén en una zona que no sea demasiado peligrosa y me bajo corriendo y nervioso hacia su coche...
- Qué pasa Laura, te pasa algo?
- Que no tengo gasolina, que voy en reserva.
- Ya! No pasa nada, tranquila, en la siguiente gasolinera que vea me paro. Para que no se asustara no le quise decir que justo la gasolinera que acabábamos de pasar era la última en unos 50 km.
- No te habrás asustado, no?
- Nooo, qué va! Si siempre suelo parar en este punto en mitad de la noche cuando voy a Gijón, pensé.

Continuamos el viaje y en el 2º y último peaje se acerca a mi coche con la cara desencajada diciendo que está en las últimas últimas, que no llega más. Por suerte, ya estaba cerquita la gasolinera y paramos al poco. Éramos los únicos y aprovecho para llenar el depósito e ir al servicio. Laura fue primero al servicio y tardó en salir, lo que me preocupó un poco y no se me ocurrió pensar otra cosa que si la habían raptado en esa noche tan tenebrosa ... siempre pensando en positivo.

Me pongo a echar marcha atrás para acercar mi coche al de Laura y cambiar las maletas de su coche al mío y a la chica de la gasolinera no se le ocurre otra cosa que pasar por detrás ... pero sí sólo estábamos nosotros!!!! No había ni un solo coche más (salvo el de los posibles raptores, claro!), el de Laura parado en el surtidor y yo maniobrando y ... vamos, que no la atropellé de milagro!! Que casi me atropellas y me dan la baja, me dice. Se puso a echar combustible al coche de Laura y al ver en su maletero que llevaba una tienda de campaña y sacos de dormir entabló una conversación, bueno conversación, un monólogo con nosotros de 5-10 minutos que ni pá qué! Poco le importó que hiciera un frío de narices, lloviera y yo estuviera tiritando o que Laura se encontraba de pena, la cara desencajada y agotada ... pues cuando yo era pequeña, nos decía, me iba con una amiga al prau, ahí cerquita, lo conóceis? No, bueno, pues me iba con ella el viernes al salir del cole al prau y nos cogíamos la tienda y los sacos y nos íbamos a pasar el fin de semana de acampada. Estábamos a unos 2 km de casa, pero aprovechábamos para fumarnos unos porrines y echarnos unas risitas jijijijiji ... qué divertido! Una noche que no avisamos aparecieron nuestros padres y nos vieron riendo por todo y al ver fuera cervezas que habían dejado los de otra tienda se creyeron que estábamos borrachas y no nos dijeron nada jijijiji, menos mal que no pensaron en los porrines jijijiji ... Aguantamos estoicamente porque se lo debíamos ya que casi la dejo debajo de las ruedas. Otro día, a lo mejor hasta entablábamos conversación, pero ese día no era el momento.

Por fin llegamos a casa a eso de las 11.30 de la noche. El viaje había sido duro pero ya sólo teníamos que descansar y al día siguiente ir a comer con mis amigos y dar una vuelta por la ciudad andando, porque en coche ya se la di al entrar. Le enseño la casa, que elija habitación ya que dos días más tarde llegarían otros amigos a la casa y que se ponga cómoda. No le dio tiempo a ponerse cómoda pues lo primero que hizo fue ir al baño. Normal, pensé, cuando uno llega de viaje pues ... y cuando ella salió entré yo porque ese es el baño que siempre uso cuando estoy ahí. En fin, cómo relatarlo ... ufff ... vamos a ver vamos a ver ... las sensaciones no fueron las esperadas, por así decirlo. Cuando salí, me encontré a Laura en el pasillo ... perdona, Rafa, perdona, pero es que ... no sé lo que me pasa, no me encuentro bien, te tenía que haber avisado, perdona, qué vergüenza qué vergüenza ... por favor, no vuelvas a entrar en este baño y déjamelo sola a mi, tú vete al otro ... que vergüenza ... En aquél momento no sé muy bien quién de los dos estaba más sofocado, aunque por distintas razones.

Después de vaciar cada uno sus maletas y hacer las camas, me dice que se sigue encontrando muy mal, que empeora por momentos y que dónde hay una farmacia cerca. Como le da un poco de palo decirme lo que necesita que le compre me acompaña a la farmacia que hay justo enfrente al portal pero, es salir del mismo, y que se va, que se dobla, que no se tiene en pie, que se empieza a poner blanca, pálida, a tener arcadas y conatos de vómito y se sienta en un saliente para tomar aire. Tras unos minutos aguantando parece que el aire le empieza a hacer efecto y se recupera un poco.

Nos acercamos a la puerta de la farmacia que estaba cerrada para ver dónde había otras de guardia y en esas que miro alrededor y ... diantre! Un sereno!!! Corriendo que me voy hacia él y le paro en mitad del paso de cebra
- Hola, buenas noches!
- Buenas noches!
- Perdone, sabría decirnos dónde está la farmacia de guardia más cercana? Es que se encuentra mal, le digo al sereno indicando a Laura, y necesitamos comprar algo para el estómago y alguna cosa más. No era cuestión de especificarle al señor con pelos y señales lo que necesitábamos.
- Pues déjame que piense ... ahh sí! hay dos farmacias de guardia pero están por el centro. Sois de aquí?
- Bueno, no lo soy pero conozco más o menos esto.
- Vale, pues si coges la calle ... bla bla bla ...
- Vaya, pues no lo conozco tanto. Se puede ir andando? Hay que coger coche?
- El sereno se me queda mirando, mira a Laura que sigue con sus convulsiones y tapándose la boca para no vomitarle encima y se hace cargo de la situación. Mirar, si no sabes ir podemos hacer otra cosa, si queréis, podemos hacer una cadena humana de serenos ...
- Laura y yo nos miramos boquiabiertos ... bueno, yo boquiabierto y ella atónita porque si abría una vez más la boca no sabría decir qué podía salir por ahí. Qué?!?!
- Sí, una cadena de serenos. Yo llamo por el walkie a mi compañero de aquella zona, le digo lo que queréis comprar y que lo compre él en la farmacia y luego nos lo vamos pasando uno a uno al hacer la ronda hasta llegar aquí. Eso sí, tardará un poquito hasta que nos pongamos todos de acuerdo.
- Estoooo, bueno, no no no se preocupe, muchas gracias, no no importa, ya vamos nosotros, si nos dice dónde es ya voy yo con el coche y lo buscaré como sea. Gracias de todas formas.

Tras despedirnos del primer eslabón de la cadena de serenos, Laura no se tiene en pie y se sube a casa a descansar mientras yo cojo el coche en busca de la farmacia de guardia. Ahí no le queda más remedio que escribirme en un papel lo que quiere y, de nuevo, a sentirse avergonzada porque no son sólo cosas de estómago, sino también de mujer las que necesita. Entre risas nerviosas, medio lloros, convulsiones y un poco de tiritona se pone sus calcetines rosas para dormir y se mete en la cama a la espera de que yo llegue con el encargo.

Para llegar a la farmacia necesité de la colaboración de otro sereno, del último eslabón de la cadena, el que estaba en ese barrio y que probablemente ya tenía indicaciones de su compañero de hacerme llegar perfectamente a mi destino. Al volver a casa 10-15 minutos más tarde con todo lo indicado, se me cae el alma a los pies al verla llorando en la cama hablando por teléfono con Manu, su novio, porque se encontraba avergonzada.

La cosa no mejoraba mucho ni en lo físico porque seguía mala ni en lo psicológico porque cada minuto que pasaba la cosa se iba enrareciendo. Ahora, a gritos desde el baño, que le dejara papel que se le había acabado. Menos mal que esas lágrimas se convirtieron en risas al ver la situación tan atípica que estábamos viviendo. Estuve un ratillo haciendo guardia hasta que me entró el sueño, pero me fui tranquilo a dormir porque la cama tenía un protector que usan mis sobrinas por si las moscas y le facilité una toalla y un par de palanganas para que no mezclara arriba y abajo si tenía algo que expulsar y si no le daba tiempo a llegar al baño que las tuviera a mano.

Durante la noche fue unas 12-13 veces al baño y optó por el viejo truco de abrir el grifo del agua para que no se oyera nada desde fuera. Por suerte y pese a estar el baño pegado a mi habitación, no oí nada, me dormí del tirón de lo cansado que estaba. A ella le salió bien ese recurso el resto de los días que estuvo en mi casa, pero no sé si mi hermana estará tan contenta cuando llegue la tarifa del agua, ya veremos.

A la mañana siguiente nos despertamos pronto, pero tras una breve charla la dejo durmiendo en el salón y me voy de compras, había que comprar productos para la dieta blanda tipo yogures naturales, yogures con bifidus, jamón york, leche, aquarius, huevos ... y sobre todo papel higiénico que podía escasear visto lo visto. El tipo de dieta que hizo no lo tengo muy claro, porque acabaron las vacaciones y estuve comiendo en Madrid esto durante una semana porque ella lo único que tomaba era una especie de suero bebible que sabía a rayos y, eso sí, mi yogur bebible para el desayuno.

Cuando vuelvo a casa me siento como un okupa ya que no puedo entrar en mi baño y ahora tampoco en el salón porque ella está durmiendo y ha cogido mi sofá. Llama a su amiga Gema para contarle lo que le ha pasado y preguntar si ella va a subir unos días con nosotros y, cual es nuestra sorpresa, cuando ella nos dice que se encuentra igual, que tiene lo mismo!. Por momentos disfruté pensando que las 2 se podían venir unos días de vacaciones conmigo, sería un sueño hecho realidad, pero en aquel momento agradecí que no fuera así porque no sabría que hacer con 2 en el mismo estado ... ufff!!!

Se corrió la voz entre las amigas de Laura de la situación que estaba viviendo conmigo, de esa reacción extraña que había sufrido su cuerpo al solo pensar que íbamos a pasar unos días solos en Gijón, y empecé a recibir llamadas y más llamadas porque Laura estuvo todo el tiempo sin móvil. Nunca tanta chica me había llamado antes al móvil y aunque no eran para mi, qué! me hacía ilusión ... Bea, Gema, Gema, Bea ... y Manu, claro está. Yo tenía otro móvil de repuesto, pero quiero pensar que no se me ocurrió dejárselo en vez de compartir el mío (bueno, es un decir, ya lo sacaba ella a la calle porque lo usaba más que yo) y no que no quise hacerlo para seguir hablando con sus amigas.

Al principio le pasaba pronto el teléfono o lo cogía ella directamente, al final yo estaba hablando 15 minutos y luego se lo pasaba para que hablara un pelín, ya que me habían contado todo a mi. Como ya habíamos compartido lo menos sexy que 2 amigos pueden vivir en un viaje, a partir de ahí se perdió todo tipo de compostura y miramientos ... el poner la lavadora y tender luego la ropa interior del otro estaba a la orden del día.

Tras dormir la siesta nos fuimos a dar una pequeña vuelta por el paseo marítimo y de nuevo comprar ciertos productos para cenar y alquilar un par de pelis, ya que la noche podía ser larga. Además, como seguía sin tarjetas tampoco tenía dinero, por lo que le dejé yo. No le bastaba el consumo del móvil, quería algo más material. Menuda joyita me llevé de vacaciones, no me extraña que al novio no le importara en absoluto. Incluso me tenía que haber pagado!. En fin, intentó recompensar haciéndome unos huevos estrellados de cena para que yo también me pusiera malo y estar en igualdad de condiciones, qué barbaridad qué cacho plato!!! Estaban ricos, todo hay que decirlo.

Ni por la noche dejaba de sonar el teléfono. Ni baño, ni sofá, ni manta, ni móvil, ni dinero, cada vez me iba sintiendo menos en mi casa, pero que ni una peli se pueda ver tranquilo porque mi móvil no dejaba de sonar por ella!!! Tras las pelis una conversación hasta altas horas de la mañana y a descansar.

Al día siguiente se levantó mejor y nos fuimos a comer a Cudillero, pueblo pesquero muy muy bonito que se caracteriza porque tiene una tienda de artículos varios con 2 puertas, pero como una de ellas está al doblar la esquina te hace pensar que son dos tiendas distintas y entras una y otra vez todo ilusionado pensando ver cosas nuevas ... y no.

Teníamos la intención de volver pronto a Gijón porque venían Gordo y Garagorri a mi casa, descansar viendo una de las pelis del día anterior que tantas veces nos interrumpieron y recoger la ropa tendida porque era demasiado premio que ellos vieran la ropa interior por ahí sin haber vivido lo anterior, y a punto estuvimos de no hacerlo porque como las indicaciones de las carreteras están mal, nos pasamos la entrada a la ciudad a la ida, dimos la vuelta y nos la pasamos de nuevo, rectifiqué otra vez y me confundí, y a la 4ª ya me dio Laura un toque de atención y que entrara como fuera en la ciudad de una maldita vez.

Mis amigos encontraron la casa sin problemas, si bien les sorprendió no ver la puerta del piso abierta de par en par como es costumbre ahí. Aún recuerdo la última vez que subí con éstos y otros y salimos por la noche. Me volví antes a casa dejándoles un juego de llaves a cada 2. A la mañana siguiente me levanto y veo la puerta que da al descansillo de la escalera abierta del todo, pienso que menudo pasillo tiene la casa, la retiro, paso a la cocina y ... joe! Qué narices de pasillo ni qué! Vuelvo y veo la puerta abierta. Me asomo al descansillo y no veo a nadie, entro en casa dejando aún la puerta igual pensando que alguien está entrando y saliendo y sigo sin ver a nadie, voy a las habitaciones y todos durmiendo que roncaban. No me lo podía creer, se habían acostado a las 7 de la mañana y pensaron que las llaves sólo se las dejé para entrar y que no me despertaran, pero no para luego cerrar la puerta ... si es que, cómo se me pudo haber pasado decirles eso, aaayyyy!!!

Esa noche salimos todos a cenar y al día siguiente a Tazones de ruta turística. Por la tarde quedamos con Carlitos en Covadonga y fuimos a visitar la Santina. Debajo de la gruta hay una pequeña cascada y una fuentecilla donde la gente tira monedas y pide un deseo. Pues estábamos arriba en la cueva donde está la Santina y Laura me pide una moneda para lanzarla al agua y pedir un deseo. Bueno, me pareció que se anticipaba un poco pero como íbamos a bajar ya, supuse que lo quería ir pensando y demás y le di 1 €. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vemos que se retira un poco, medita, cierra los ojos y tira la moneda.
- Pero qué narices estás haciendo?
- Pues pidiendo un deseo! Pero con tan mala suerte que la moneda ha caído entre las rocas y no ha llegado al agua!
- Pero cómo va a llegar si aquí no se piden los deseos, que se piden allí! Le decimos todos señalándole abajo del todo el sitio donde se amontonaba la gente haciendo fotos y pidiendo cosas.
- Y yo qué sabía!?!?! Cómo he visto que esta niña lo hace aquí! Y nos señala a una niña de 2 años que estaba a su lado.
- Sí, bueno –dice el padre- es que la pobre se ha encaprichado y quería tirar desde aquí la moneda. Aunque ya le he dicho que no es el sitio.

Claro, abajo le tuve que dejar otro euro y que lo hiciera correctamente. Sólo espero que con 2 euros que le dejé se acordara de mi en sus peticiones porque da para mucho!!!

Faltaba más de una hora para que abrieran al tráfico el acceso a los Lagos así que Laura y yo en un arranque de insensatez decidimos empezar la subida andando y que nos cogieran por el camino. Vaya idea peregrina! 14 km de subida por una carretera que en algunos tramos no cabe casi más que un coche, arriba con cabras por la carretera, vacas, llena de curvas infernales y ella y yo picados haciendo cómo que disimulábamos: Oye, que si estás cansada, que paramos un poco, eh! ... No, no, tranquilo, yo pararía por ti, si tú lo necesitas ... Yo?!?! Estás tonta? Yo no yo no, tú si acaso ... bueno, pues seguimos un poco entonces porque voy muy bien ... Al final paramos un par de veces tragándonos el orgullo porque no había quién subiera eso!

Al día siguiente, el viernes, dejé bien encarrilada a Laura con las indicaciones perfectas para ir a Madrid, si bien con la condición de que llamara al llegar para saber si estaba bien o no. La primera de las llamadas fue a mitad de camino antes de echarse la siesta en un área de servicio y la última desde Madrid...
- Oye chavales, que dice Laura que ya ha llegado a Madrid, que está muy bien y que se lo ha pasado muy bien aquí con vosotros –dije a mis amigos mientras hablaba con ella por teléfono- que un beso a todos. Aprovecho que está con nosotros Mica, la novia de Gordo y le digo a ella, oye, que dice que eres muy guapa, que ha visto fotos tuyas y que muy guapa.
- Ah, sí! De verdad?! de verdad te ha dicho eso?!?! En serio? Gracias gracias qué ilusión –oigo al otro lado del teléfono-
- Laura! Que no es para ti, que es para Mica, que eso es lo que me dijiste tú de ella...
- Ay, ay, qué vergüenza qué vergüenza!

Finalmente el último día nos fuimos a las fiestas de Quintueles, un pueblo cercano a Gijón. Iba bastante nervioso porque fue mi reencuentro con el perro del masaje. Él también lo estaba, se lo noté. Me vino a saludar nada más bajarme del coche, pero uno de esos saludos de cortesía y poco más ... me había olvidado. Me usó para una noche y ya, sin más. No le dio la mayor importancia. El resto de la noche nos rehuimos las miradas. Acabé la fiesta envuelto en barro por un resbalón desafortunado en un baile frenético en mitad de un lodazal.


A Laurita, mi musa en esta historia, por ser una chica natural y “normal” desde los calcetines rosas que se pone para dormir hasta el pelo escarola que se le pone después de la ducha.

lunes, 10 de septiembre de 2007

El mundo de los dardos

Ya desde muy pequeñito me di cuenta que tenía un Don. Lo que para algunos era una simple afición para mi cobraba un sentido especial, era ver unos dardos sueltos y sentir un deseo irrefrenable de hacerlos volar, ya fuera hacia una diana o hacia la cabeza de mi cocinera cuando aquel día se cruzó por delante de su envenenada trayectoria.

Este hecho aislado no seccionó mi meteórica carrera en este mundo de gente peculiar pero hasta unos años más tarde no encontré con quién ni dónde practicar de forma continuada, teniéndome que conformar con las tómbolas del colegio cuando estaba en fiestas o las verbenas de los pueblos.

Fueron mis amigos los Javi’s los que hicieron renacer en mi esta virtud que durante años estuvo saliendo y ocultándose como los ojos del Guadiana. Teníamos unos 17 años cuando dimos cerca de casa con un bar de esos en los que además de beber sin más podíamos jugar a los dardos y nos aficionamos del todo ... a los dardos, me refiero, que a lo otro ya lo estábamos!.

Los comienzos no fueron como esperaba. Si bien éramos de los más jovencitos del bar que empezábamos a jugar a esto, yo traía tras de mi un gran curriculum de peluches, llaveros y muñecotes ganados por aquellas tómbolas del pasado, que mi dinerito me habían costado y que me hacían creer un gran jugador, pero pronto me pusieron los pies en la tierra.

En aquellos tiempos recuerdo cómo podías jugar con quién quisieras siempre que se respetaran unas reglas bastante sencillas: las partidas en diana de piel eran gratis y si querías jugar, caso de que alguien lo estuviera haciendo ya, tenías que apuntar la anotación de aquellos que estaban jugando en la pizarra y luego tú participabas contra el ganador. Si con los 3 dardos conseguías menos de 10 puntos en el 501, metías una moneda en una botella que había junto a la diana. Era fácil, si ganabas estabas jugando hasta que alguien te echara.

Las primeras veces me sirvieron bastante para el futuro, ya que me harté de hacer cálculos mentales de las puntuaciones que hacían los jugadores porque nunca llegaba a jugar un par de partidas seguidas y me tocaba apuntar siempre. La gente llevaba sus propios dardos para jugar, yo llegué a plantearme el llevar mi propio equipo de tizas y borrador para anotar! No había manera de ganar ni una sola partida y la botella se iba llenando a mi costa para un sorteo futuro ... Joe! Ni sorteo ni gaitas, que me lo dieran a mi directamente porque era mi dinero!!.

Iba pasando el tiempo y los Javi’s y yo nos íbamos aficionando cada vez más y más, hasta el punto de tomar por costumbre todos los fines de semana ir a jugar ahí antes de salir de marcha. La afición empezó a convertirse en un poco de obsesión cuando, con el paso del tiempo, íbamos jugando mejor y mejor hasta el punto de haber días que nadie nos echaba hasta las 2-3 a.m., momento en el cual dejábamos el bar para irnos a casa ... nunca gustó en el bar esa actitud porque cuando perdíamos la primera nos íbamos.

Era la época de la universidad y muchas veces los novillos (palabra casi en desuso que hay que retomar) consistían en ir hasta por la mañana a jugar ahí desde bien tempranito. Pasaré por alto esa época en la que algunos días mis amigos no podían venir a jugar entre semana por diversas razones y yo me iba solo al bar a jugar. Claro! después de tantos años seguro que tengo algún conocido ahí con el que echar alguna partidita que otra, pensaba yo. El problema es que a las 6 de la tarde de un martes de marzo, por poner un ejemplo, no suele haber mucha gente en estos bares, por lo que me pasaba 3-4 horas jugando solo contra mí mismo hasta que llegaba alguien y le pedía si quería jugar conmigo. Era triste acercarse a alguien en la barra de un bar con 21-22 añazos que tenía uno y preguntarle si le apetecía jugar conmigo porque estaba solo, pero más triste eran las horas anteriores en las que no tenía ni la opción de pedírselo a nadie.

Pasada esta etapa escabrosa de mi vida, decidí cambiar de bar e ir a jugar a otro cercano y comprarme mis propios dardos ... ya era uno de ellos! Atrás quedaron las penurias de pedir dardos prestados y manos llenas de tiza de tanto apuntar, ya tenía mi propio estuche Harrows con dardos de 21 gr y podía hablar sin tapujos de dónde los había comprado, de su peso, de si son mejores las dianas de piel de cabra u oveja, de si había que mojarla un poco para que no estuviera muy seca y el dardo no rebotase mucho, de la “media” de puntuación que tenía en los juegos, de si son mejores las colas largas o cortas o incluso del mismísimo diseño de la pluma ... ahhhh!!!! Por fin, ya era uno más de ellos!!!.

Mi amigo Álvaro de la universidad siempre me recuerda la primera vez que fue conmigo a este bar. Habíamos perdido el contacto después de acabar la carrera y tras 2-3 años sin vernos más que en unos simples partidos de fútbol quedamos para tomar unas cañas y hablar y ponernos al corriente de cómo nos había ido la vida en este tiempo. Tras unas pequeñas conversaciones en las que no profundizamos mucho en ningún tema porque no teníamos demasiada confianza, se le ocurre que podíamos jugar a los dardos y así romper un poquito el hielo y que la cosa fuera más animada. Por supuesto, le dije! Me levanto, me acerco a la diana, preparo todo, saco mi cajita con los dardos, los monto y cuando me giro para empezar a tirar le veo con una cara de pasmado que ni te cuento ...
- Qué co... estás haciendo, Rafa?!?!!?
- Cómo que qué hago?!?! Qué voy a hacer? No me has dicho que si jugábamos una partida? Pues eso, vamos ...
- Y qué has sacado de esa funda?
- Pues mis dardos!
- Qué?!?! Que tienes tus qué ...?!?!? Su cara de pasmado pasaba a incomprensión, a pena, a alucine, a pensar en qué narices estoy haciendo aquí con este friqui de los dardos, a lástima, a arrepentirse de haberme insinuado nada ...
- Bueno qué, vamos?! Yo a lo mío

Bueno, se calló todo lo que pensaba al respecto y cuando empezamos la partida me quiso dar conversación. Nooo!!! Noooo, no! Chhsss, no!!! Alto ahí! Alto ahí ... no nos equivoquemos ni por un momento. Todo el mundo sabe que cuando juegas a los dardos ... no se habla!!! No se habla porque pierdes la concentración en la partida, te distraes y si apuntas al 20 puedes dar al 1 y, claro, hay una sutil diferencia!!. Se lo expliqué y tras pegarle una paliza sin mediar palabra el resto de partida no quiso volver a jugar otra.

Mientras recogía mis dardos en la funda pensaba para mi que claro, en el fondo lo entendía, no le iba a reprochar nada por no querer seguir jugando, llevo tanto tiempo haciéndolo que no quiere que le humille de nuevo. Él, por su parte, también en silencio mientras apuraba su último trago de cerveza desde la mitad de la jarra, pensaba que con este friqui no volvía a jugar en la vida y que se plantearía el volver a quedar de nuevo. No deja ni que le hable después de años sin vernos!!!

Pasó algún tiempo y seguíamos jugando con asiduidad a los dardos, aunque uno de los Javi’s emigró y ya iba a jugar sólo con el otro. Como se nos daba bien, nos planteamos hacer un equipo de dardos y competir en una liga entre semana con gente de otros bares a ver si de verdad éramos buenos o no, por lo que se lo dijimos a Beltrán (El novio de “Testigos de Boda”), a Garrote (amigo de mi trabajo) y a Baile (amigo de Garrote). Eran equipos de 4 así que nos iríamos turnando ya que al ser entre semana a veces no todos podíamos ir.

Con estas nos apuntamos a una liga de Dardos Electrónicos. Nunca jugábamos con este tipo de dardos porque, además de costar dinero las partidas, nos gustaban menos, pero el premio al ganador era ir al Campeonato de España en Salou con todos los gastos pagados y estábamos convencidos de ello. Bueno, lo dejamos de estar tanto cuando vimos a Beltrán y Garro jugar ... en fin!.

Como esperábamos fue fácil y ganamos, pero llegó la hora del Campeonato de España y comenzaron las complicaciones. Baile y Beltrán no podían ir, así que necesitábamos un 4 jugador para ir al campeonato y no lo teníamos. Tras un sondeo de mercado no conseguimos a ningún amigo de mínimas garantías para ir y el dueño del bar donde jugábamos nos dio la solución, él conocía a un chaval que jugaba muy bien y se había quedado sin equipo y que podía ir con nosotros. Ninguno le conocíamos de nada ni le habíamos visto en la vida, pero como me recordó mi época de jugador solitario sin amigos con los que competir apoyé desde el primer momento esta opción.

La organización nos pagaba el alojamiento, la comida y las partidas que disputáramos en el torneo, corriendo sólo por nuestra cuenta el transporte, así que la opción de ir en el coche de Garro fue la más acertada teniendo en cuenta mis percances automovilísticos por todos conocidos y el viaje en avión que recientemente habíamos realizado a Londres.

Estábamos en medio de la liga y nos apeteció ir a conocer Londres, por lo que nos fuimos Javi, Beltrán, Garro y yo para hacer equipo, mayor cohesión. El avión salía un jueves de octubre a las 7 a.m. por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 5 a.m. para facturar, cosa que hicimos sin mayor problema. Las complicaciones llegaron en el primer control policial:
- Quién es Fernando Garrote? Preguntó el policía.
- Yo! contestó Fernando.
- Sabes que tienes el DNI caducado? Tú con esto no puedes viajar a Londres.
- Cómo que caducado?!? Que no puedo viajar a dónde? Pero si ...
- No! Con este DNI no puedes ir. Bueno, no es que no puedas ir, porque volar puedes, lo que pasa es que cuando vayas a entrar en el país y te pidan el DNI no te van a dejar entrar porque lo tienes caducado, por eso no te dejamos pasar. No tienes otro documento que te identifique ... el pasaporte?
- Pues no, aquí no lo tengo, le dijo al policía mientras ambos mirábamos en su cartera el carné de jugador de dardos internacional y yo rezaba todo lo que sabía porque no se le ocurriera sacarlo para identificarse con eso.
- Pues entonces nada!
- Cómo que nada?!?!? Pero si acabo de facturar la maleta y no me han puesto ningún problema?
- Ese no es mi problema. Tú con el DNI caducado no puedes pasar y si no tienes el pasaporte, nada. Si has facturado será porque no lo han visto.

Llegados a este punto, solo había una salida, así que les dije a Javi y Beltrán que se fueran ellos en el avión y cogieran nuestras maletas, que yo me quedaba con Garro y le acompañaba a su casa a por el pasaporte y cogeríamos el vuelo de las 12.

Tras una primera intentona infructuosa en la comisaría del aeropuerto para hacer un DNI de emergencia que no resultó debido a que era demasiado temprano y estaba cerrada ya que no se trataba de un 24 horas, me volví con él a su casa a por el pasaporte, hacer tiempo, darle un par de collejas bien dadas y volver al aeropuerto a coger el siguiente vuelo, pero al llegar al mostrador de la compañía ...
- Fernando? Sí, ya me han comentado los compañeros, perdona que antes se me haya pasado lo de tu DNI caducado. Sí, no tienes ningún problema en coger el siguiente vuelo porque ha sido error nuestro. Disculpa las molestias.
- Hola, le digo dándole mi DNI, yo también quiero plaza en el siguiente vuelo.
- Y tú? Y tú por qué? Por qué no has ido en el anterior si tenías todo en regla?
- Hombre! Pues porque no le iba a dejar solo!!
- Se me queda mirando con cara atónita y ... la verdad, es que es un gesto muy bonito por tu parte, sí, pero tú no puedes ir. Él volará gratis porque ha sido error nuestro pero tú, tú has renunciado a ir antes y por tanto te costará dinero volar ahora.
- Qué?!!? Que me costará qué ...?!?? Qué ha dicho del gesto?!?!?
- Pues que tú no has querido ir antes y ...
- No, no ... un momento, yo no es que no haya querido ir, vaya si quería! Cree que me levanto a las 4 a.m. y no he volado antes porque me hacía ilusión quedarme? Lo que pasa es que como él no pudo pues no le iba a dejar solo!
- Te repito que buen gesto, pero veremos si incluso hay plazas para ti aún pagando porque ...
- Vale, vale, muy bien ... mientras le quito el carné de la mano le digo: Pues ahora voy a ir al otro mostrador de la compañía y les voy a decir que yo también facturé antes pero que al llegar al control policial me di cuenta que había perdido mi DNI y por eso a mi tampoco me dejaron volar, que no es que yo renunciara, sino que no pude. Le mantuve la mirada.

Estoy convencido que no fue el argumento en sí, que podía ser un argumento de peso si no se lo dijera con el DNI en la mano, ni mi cara desafiante cuando sabíamos ambos que ella tenía razón, sino que pensó que sería la bomba que yo me quedara en tierra mientras Garro podía volar cuando todo había empezado por él. Creo que la situación le pareció demasiado sangrante para mi dignidad y nos dejó embarcar ya que el avión iba medio vacío. Y ya en el avión cuando la azafata se enteró que nuestras maletas habían ido en el vuelo anterior, alucinó. Todo esto justo después del 11-S, por lo que me imaginaba a Javi y Beltrán arrestados en el aeropuerto de Londres por llevar unas maletas que no son suyas porque viajaban a nombre de unos pasajeros que no iban en el avión y que estaban con armas blancas (se me ocurrió llevar mis dardos para competir allende los mares).

En fin, que siendo este nuestro más reciente precedente, nos decantamos por el coche de Fernando, eso sí, los 3 solitos y al chaval que iba a jugar con nosotros nos lo encontraríamos ya en Salou.

Me habían dado el teléfono del chaval para quedar con él en el aparta-hotel y vernos ahí, pero ya por el camino nos llamó unas cuantas veces para adelantarnos cómo eran las habitaciones y contarnos que estaba nervioso. Simplemente nos dijo que le reconoceríamos fácilmente en la recepción pese a que a esa hora estaba llegando casi todo el mundo de todas las partes de España ... y así fue, tenía razón.

Mira que por el camino íbamos debatiendo entre nosotros cómo sería y no nos pusimos de acuerdo, pero fue entrar en el hotel en medio de una jauría de fanáticos de los dardos cuando los 3 nos miramos y sin mediar palabra, supimos que era él ... delgado, bajito, zapatillas de gimnasia rítmica, pantalones pitillo tan ajustados en los que casi ni entraba él y de los que colgaba una cadena de una trabilla del pantalón a su bolsillo trasero sujetando la cartera, camiseta aún más ajustada marcando todos y cada uno de los huesos del cuerpo y pelo largo con coleta hasta la mitad de la espalda.

Una vez que nos identificamos en el aparta-hotel de la 2ª guerra mundial y que suponíamos con refugio antinuclear y nos dieron las 2 habitaciones dobles, subimos a dejar las cosas e irnos al hotel de enfrente donde se disputaría el campeonato al día siguiente para entrenar un poquito. Yo iba vestido con la ropa del trabajo y como la idea era jugar un poquito e irnos pronto a dormir porque al día siguiente empezábamos bien pronto, ni me cambié y salí con los pantalones del traje, zapatos y camisa. Pero Garro no quiso que “el coletas” se sintiera fuera de lugar y se plantó una camiseta de colores de Custo Barceló con el número 2 a la espalda con la que un día no nos dejaron entrar en ningún bar en Madrid, que ni pá qué!

Entramos en el hotel del campeonato y me bastaron cero coma segundos para darme cuenta que el que estaba fuera de lugar así vestido era yo. Era una sala inmensa con unas 100 máquinas de dardos electrónicos una junto a la otra y todas a tope de gente jugando y nadie iba de traje, iban normal, con ropa cómoda, como se suele ir a jugar a los dardos y no en plan boda.

En fin, que conseguimos una máquina y ahí que nos pusimos a jugar, a ver qué tal era este chaval. Bueno, yo cuando juego a los dardos no suelo hablar para no desconcentrarme, pero aquel día no hablaba del mosqueo que tenía. Si bien era cierto que simplemente era un entrenamiento y no pasaba nada, es que se me cayó el alma a los pies: Javi, que aunque tenga la mano temblorosa como si tuviera Parkinson juega muy bien, aquél día no metía ni una y fue preludio de un fin de semana bastante normalito para como suele jugar; Garro en su nivel, pero decidió que tenía que cambiar de estilo y se puso a jugar a pie cambiado e innovar (sí, sin duda era el día para hacer probaturas, pensé!); y por último “el coletas”, que nos lo vendieron como bueno y que no sabía si tiraba los dardos o los porros que no dejaba de fumarse.

Después de unas horitas apedreando la diana, salimos del hotel dispuestos a irnos a dormir pero con tan mala suerte que hay un tipo en una furgoneta aparcada en la puerta ofreciéndonos un chupito gratis en un bar de la ciudad. Llovía a mares y aunque sólo teníamos que cruzar la calle para ir a nuestro hotel, nos gustó la idea de no mojarnos y nos montamos en la furgoneta todos menos el chaval. Casi le tuvimos que prometer, jurar y perjurar que sólo era una copita y que volveríamos pronto ... ya!

Aún no sé cómo nos dejamos engañar de esa manera, aunque supongo que estábamos tan fumaos con el olor de sus porros que fue fácil convencernos para entrar en la furgoneta con otra gente que no conocíamos y que no sabíamos si se trataba de trata de blancos o qué narices era aquello. El hecho es que tras 20 minutos de camino nos sueltan en un bar, nos ponen un chupito y, hala, a hacer lo que queráis!.

Creo que la 1ª de las 10 llamadas que me hizo nuestro compañero esa noche ya fue en ese bar, que dónde estábamos y que si íbamos a tardar mucho, que estaba nervioso y no se podía dormir. Claro, al ser la 1ª, me hizo gracia y se lo comenté a estos y nos echamos unas risas, pero cuando cada media hora se repetían las llamadas ya no me hacía tanta gracia y algunas veces no se lo cogí.

Debían ser las 2 a.m. más o menos cuando Garro dijo que se iba de vuelta al hotel quedándonos Javi y yo a tomar la penúltima. Finalmente a eso de la 6ª-7ª llamada más o menos decidimos que era hora de volver al hotel, influenciados también porque nos cerraban el bar. Ingenuos de nosotros pensábamos que la furgoneta que nos había llevado hasta allí nos estaría esperando en la puerta para devolvernos al hotel ... ja!!! Allí ni taxis ni furgonetas ni coches ni ná de ná, aquella noche con lo que llovía sólo se veía agua, tiburones y windsurfistas por las calles.

Era la 1ª vea que estábamos en Salou y no teníamos ni plano ni nada por el estilo para guiarnos, por no tener ni la dirección del hotel. No sabíamos cómo ir de vuelta al hotel, sólo nos acordábamos que estaba en cuesta, fíjate tú! Al principio nos pusimos a deambular por debajo de los pocos toldos de tiendas o soportales que veíamos ya que lo único que nos preocupaba era no mojarnos ya que cualquier dirección de regreso podía ser buena porque no sabíamos dónde estábamos, bueno sí, sí lo sabíamos, estábamos perdidos en mitad de una ciudad a punto de inundarse.

Las llamadas se repetían con más insistencia que si estás un mes sin aparecer por casa, alucinante!!! y ya me daba miedo hasta coger el teléfono por si me daba una descargaba ya que iba calado hasta las rodillas, el agua que caía por las calles casi nos arrastraba, y el traje encogía por momentos. En una de las innumerables llamadas me dice que debido a la tormenta se ha ido la luz de toda la zona y que no se quiere dormir hasta que yo llegue porque tiene miedo a las tormentas ... en fin!

Después de casi hora y media vagando sin rumbo fijo por la ciudad, aparecemos en el hotel, que si el aspecto a luz del día era tenebroso no quiero ni contar cómo era en medio de una tormenta, sin luz y las habitaciones repletas de jugadores de dardos ... me daba miedo subir por las escaleras por si nos hacían una emboscada.

Tras un último intento de engañar a Javi para cambiar de habitación, por fin rezo todo lo que sé y abro la puerta. La imagen que vi al abrirla aún hoy la veo cada vez que abro una puerta ... Calado como estaba hasta los huesos como quien está una hora vestido debajo de la ducha, exhausto por las vueltas que di por la ciudad, las gafas empapadas y el pelo chorreando, veo al fondo del pasillo, en el salón, con la luz de la luna en la lejanía, una silueta envuelta en una nube que viene y va. Al olor a porro ya me estaba acostumbrando, pero, qué narices será ese chas! chas! que oigo cada poco?!?!? Y cuando me seco las gafas ... el chaval tenía un mechero en cada mano y cuando lo encendía se le veía la cara desencajada del que lo ha pasado mal toda la noche, pero se quemaba y encendía el de la otra mano.
- Hola! Te estaba esperando, se ha ido la luz y no me puedo dormir, menos mal que ya has llegado. Estás empapado!?!?!? Te dejo una toalla? ... me dijo mientras aparecía y desaparecía de mi visión.

Bien, pensé, llegados a este punto, casi es mejor que directamente me baje los pantalones y que haga conmigo lo que quiera, pero por favor que lo haga ya y me deje dormir tranquilo que si no, no voy a pegar ojo en toda la noche por el miedo. La escena de mi entrada en el hotel era de película porno como mínimo.

Con un ojo abierto y otro cerrado como los perros descansé aquella noche como pude ...
- Ehhh!!! Qué! Qué pasa ... qué pasa ... qué haces? A a dónde vas?
- Tranquilo, Rafa, tranquilo ... que tengo sed y voy a la cocina a beber un poco
- Ah! Ah!! Bu bu bueno ... bueno ... vale ... vale ... uuuffffff!!!!

A la mañana siguiente me puse el despertador antes de lo que habíamos estipulado sin que él lo supiera y le dije que es que me había despertado antes por los nervios del campeonato y ya no me pude dormir, así que pues me levanté. Que si me importa que te hagas unos porretes para llevarlos a jugar al campeonato porque te relaja??!? Nooo, nooo, no ... tranquilo, tú mismo, no te preocupes, yo casi prefiero desayunar un donut.

Por fin empiezan nuestras partidas. Con la chapita identificativa del equipo colgada en el pecho, me autoproclamé como el capitán y llevé al equipo hasta el estrellato, ya que nos estrellamos en la primera ronda ganando la primera de las partidas y perdiendo las 2 siguientes, si bien en mi descarga diré que nos las pusieron después de comer en mi hora de la siesta y, claro, con uno dormido, otro emporrado, otro tembloroso y el último innovando nueva técnica de tiro no se pudo hacer más.

Una vez eliminados, por la noche decidimos ir a comprar bebidas para hacer botellón en una habitación y luego salir de copas. Cuando Garro y yo estamos comprando, recibo una llamada de ... bueno, está claro de quién fue, el único que me llamó en todo el fin de semana. Me cuenta que ha tenido una desgracia familiar y que se tiene que volver a Madrid ese mismo sábado por la noche, que no hay vuelos ni trenes y que si le dejamos 50.000 pts para coger un taxi.

No teníamos tanto dinero entre los 3 para dejarle, así que se quedó toda la noche en la habitación y se fue al día siguiente por la mañana con la gente que le había llevado. No hemos vuelto a saber nunca más de su vida ni coincidido con él en el bar en Madrid, por lo que no sabemos si fue real o no. Aquella noche, por si acaso, nos quedamos en la habitación de al lado jugando a las cartas y me desplumaron con la pocha lo que no está escrito.

Sigo jugando a los dardos de vez en cuando, pero desde que me lo tomo menos en serio, no me importa tanto perder y hablo mientras juego, ya no gano tanto como antes.