lunes, 7 de mayo de 2007

Ese día perdí los papeles

Era domingo. Un domingo soleado, de esos que apetece salir de casa para hacer cosas y decides llevarte tu resaca a pasear. Para no empezar siendo imprecisos, se trataba de un domingo de uno de los meses del año. Yo, por aquel entonces, no tenía coche así que quise aprovechar que mi hermana se había ido de viaje y me dejó el encargo de que le “cuidara” el suyo.

Como mis padres tienen un chalet en la sierra, cerca de Navacerrada por la carretera de Colmenar, me pareció un buen momento para hacer vida familiar. Así que me levanté, preparé todos los bártulos para pasar el día en el campo y allí que me fui.

Aunque ahora no tengo plaza de garaje, sin embargo en aquella época tampoco, así que salí a la calle y tras 10 minutos buscando el coche por el barrio (es lo que tiene no tener coche propio ni plaza de garaje, que cuando pides que te lo dejen nunca te dan datos muy precisos sobre dónde está por si tienen suerte y no lo ves) por fin lo encuentro. Parecía que más que irme un día a la sierra me iba de acampada una semana, porque como no tienes muy desarrollados los sentidos por el madrugón, pues te vistes como siempre y vas con tus vaqueros, abrigo y todo lo que se te ocurre, pero luego llevas una mochila con pantalón corto por si el día es del todo apropiado, una camiseta, zapatillas ... en fin, de todo!

A esto hay que añadirle los papeles del coche, la radio ... ufff! No era una radio cualquiera, era de las de antes, de esas que cuando la vas a sacar parece que te llevas contigo todo el salpicadero incluido. Joé! Qué cómodas! Eran las primeras que decían de quita y pon pero que las dejabas siempre puestas porque te daba vergüenza ir con eso por la calle.

Pues en esas estamos, que encuentro el coche, apoyo la mochila, el abrigo, los papeles, la radio ... vamos, todo en el techo, abro la puerta y ahora a recoger todo de nuevo, radio, mochila, abrigo.

Por fin arranco y llego al primer semáforo en el lateral de la Castellana, junto a mi casa. Como iba con la música puesta que para eso me había costado un rato lo de la radio, tardo en oír que me están pitando. Miro por el retrovisor y veo que el autobús que tengo detrás no deja de pitar. No le doy más importancia y arranco chirriando rueda por si lo que quería era picarse, pues dejar las cosas claras desde el principio.

Llego al 2º semáforo aún en el lateral de la Castellana y me paro de nuevo. Otra vez, el mismo autobús pitando. Miro por el retrovisor y veo al conductor junto con 5 tipos en el cristal delantero dando golpes y haciendo gestos raros. Aunque se te pasa por la mente en décimas de segundo que el tipo ha frenado en seco y los pasajeros se han estampado contra la luna delantera, luego pienso fríamente en esa chorrada y creo que debe ser porque viene una ambulancia o policía o algo así con las sirenas y que no lo oigo bien por la música, así que me adelanto un poco en el semáforo y me echo a un lado para dejar pasar.

Ya estaba un poco hasta las narices de tanto pitidito del autobús y de otros coches que había en el semáforo que cuando por fin se pone en verde y ninguna ambulancia o policía ha pasado, acelero más a fondo si cabe y con mi AX salgo que vamos ... ñiñiñiñummmm!!!!!

Me incorporo al central de la Castellana y con una sonrisa en la cara por haber dejado al autobús más tirado que a una colilla veo por el retrovisor como algo sale volando ... Ya está! La maldita publicidad que ponen en los parabrisas y que jamás lees y que ya ni te molestas en quitar porque así ven que ya te han puesto algo y dejan de inundarte el coche con más propaganda. Yo creo que hay gente que cuando pasea por la calle y ve un coche sin nada en el parabrisas, busca un papel por el suelo para ponérselo!!!! Joe!!! Es que si os fijáis no hay un solo coche que esté normal!.

En fin, que ya estaba encaminado en la carretera de Colmenar con la música a tope camino de la sierra y se veía al fondo que empezaba a clarear ... iba a ser un día de narices!!. Pues en esas estamos que un poco antes de la Universidad Autónoma y tras ir pensando en la noche anterior, me llega a la mente una idea, así como un rayo fugaz que me estremece. Empiezo a notar un sudor frío que me recorre todo el cuerpo. Al principio crees que no es posible pero poco a poco esa idea va tomando cuerpo y forma.

Apago la radio para pensar mejor. Mientras sigo conduciendo echo un R.E.M. a mi alrededor (esto no viene al caso, pero sabéis que las siglas del grupo de música REM significan Rapid Eye Movement?) y veo que es cierto. Ahí estaba el abrigo, que con los sudores que tenía en ese momento me iba a venir de perlas, también la radio porque la encendí y apagué varias veces seguidas para cerciorarme que sí estaba, la mochila que tenía pinta de no usarla ese día, las llaves del coche ... Sí, sí, ya sé que es una tontería pero en esos momentos de pánico también piensas que hasta se te han podido olvidar las llaves del coche, pero tocas el contacto y ves que no es cierto.

Y es en ese momento, en ese preciso momento cuando haces memoria y encuentras sentido a todo lo ocurrido 20 minutos antes en la calle ... los pitidos del autobús, la gente haciendo muecas en el cristal del mismo, la ambulancia que nunca pasó, la propaganda que viste volar y ... y una mierda!!!! Que no era la propaganda, Dios! Que eran los malditos papeles del coche y su funda!!!!!.

No sabes que hacer! Por mucho que miras dentro del coche por si al volarse alguno entró por la ventanilla abierta y se posó en el asiento trasero ... no! Eso no pasó. Cojo el cambio de sentido en la Universidad Autónoma y me encamino de nuevo a Madrid ... a hacer qué?!?! Pues no lo tenía muy claro en ese momento, pero supongo que a ver si los podía encontrar.

Llego al punto fatídico en la incorporación del lateral de la Castellana con el central (en frente de las actuales torres de la Ciudad Deportiva del Real Madrid) y aparco el coche. Ahí estaban. Volando por los aires cada vez que un coche pasaba cerca y los pisaba todos y cada uno de los papeles del coche y su funda. Era joven y tenía más miedo a mi hermana que a ser atropellado en plena Castellana por todos los domingueros que se iban a la sierra a disfrutar del día (qué paradojas tiene la vida, eh! Un mismo hecho, en el mismo día, y ellos disfrutando y yo ... yo ... en fin!), así que me lancé a los medios como salen los recortadores en la arena para burlar a los toros y me puse a lidiar con los coches. 12.00 a.m. de un Domingo soleado ... ahí es ná!

Al principio no fue fácil porque era la primera vez que me veía en una parecida, así que en las primeras incursiones no cogía más de uno o dos papeles a lo sumo. Luego, tras 10 minutos en este proceso, ya le cogí práctica y afición y con la adrenalina a tope ya hacía rondas de 6-7 papeles de una tacada. Creo que incluso me atreví a coger alguno en pleno vuelo según pasaba un coche cerca porque así no me tenía que agachar tanto. Pero cómo se pueden llevar tantos papeles absurdos en la funda de la documentación del coche?!?!?! Que si un ticket lavado por aquí, que si el cambio del aceite de hace 5 años, que si la vez que fue al taller y no te hicieron factura para ahorrarte el IVA y llevas un papel cochambroso, que si ... vamos, que desde ese día llevo 3 cartones y punto. Si lo llego a saber antes ....

Pues en esas estábamos cuando uno de los coches que esquivé fue el de mis aturdidos padres. Con signo de aparcador de aviones les dije que siguieran, que siguieran, que en aquel momento no tenía una explicación muy coherente a lo que estaban viendo.

Por fin, tras 20 minutos de frenética actividad de “recortador”, escudriño el paisaje y solo veo gente que pasa en coche y me mira con extrañeza, algún peatón con descaro que se para a ver qué narices hago (anda que me dijeron, chavalín, te echamos una mano?), pero ni un papel más!!! Tenía una mezcla de risa floja nerviosa y la satisfacción del deber cumplido y bien realizado.

Asfixiado y jadeante por el ejercicio, me meto de nuevo en el coche y empiezo a ver fríamente la situación. Un pelín de ataque de furia me entró al comprobar que todos los papeles estaban arrugados y con marcas de ruedas ... había de todo, Pireli, Michelín, Firestone ... algunos creo que adiviné que eran de moto, aunque esto no lo puedo asegurar con certeza.

De nuevo me encamino a la sierra y voy pensando en todo, pero sobre todo en qué les voy a decir, primero a mis padres y luego a mi hermana. Decidí que a mis padres, si me presionaban mucho en saber la verdad, les diría que me drogaba, que me sentaron mal algunas pastillas el día anterior y no fue buena la mezcla con el alcohol, eso sería mejor que contarles la verdad y que pensaran que tenían un hijo que tenía aficiones extrañas los domingos. Sí, hay veces que a los padres se les debe mentir por su bien. El problema vendría con mi hermana.

Por fin llegué a la sierra y ... y me derrumbé. Jolín!!! Tenía escasos 18 años y no pude mantenerme fuerte, así que les conté lo del autobús, la ambulancia falsa, la propaganda de las narices y no hizo falta que siguieran más porque ellos ya me había visto en plena faena. Al enseñarles lo que se suponía era la documentación del coche y tras aguantar que, lo que en un principio era una confesión padres - hijo íntima, se convirtiera en una fiesta familiar improvisada con vecinos invitados incluidos, decidimos tomar medidas.

Mi madre, mientras se secaba las lágrimas y arriesgando su vida a un corto circuito entre el agua que manaba de sus ojos y la corriente eléctrica de la plancha, me planchaba uno tras otro todos los papeles. Fue el momento del recuento. Ahí llegó el verdadero mazazo. Había 30-35 papeles de distintos colores, texturas, arrugas, marcas de ruedas, rotos, pedacitos de otros, papeles que no eran del coche sino de la calle que cogí en plena vorágine de acontecimientos (entre ellos las explicaciones de por qué había uno de un Night Club que de dónde narices había salido) ... y solo faltaba uno. Un maldito papel de 35 que recuperé. Bueno, entre uno de tantos, pensé yo, iluso, mal será que ... pues sí! Era ese Uno, el cartón con los datos del vehículo!!!!!.

Omito las explicaciones dadas a mi hermana sobre lo sucedido el día de autos y más aún las que tuve que dar en tráfico para hacer duplicado por extravío del maldito cartón de las narices!! Aún ahora cuando voy a renovar el carné siento como se ríen por dentro al verme.

En fin, que ese día, perdí los papeles!

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