martes, 14 de octubre de 2008

Viaje en autobús

Después de una semana de vacaciones en Gijón con la familia tocaba volver a Madrid. Se me habían acabado los días de descanso y mi autobús de vuelta a casa salía en una hora. Como un autómata estaba haciendo el equipaje para volver de nuevo a la rutina diaria, metiendo todas mis cosas en la maleta en un orden previamente establecido y estudiado basado en la experiencia de anteriores viajes, mientras hacía un rápido repaso de lo vivido esos días.

Es alucinante a qué velocidad funciona a veces la mente, verdad?. Te puedes pasar horas y horas pensando y notando que algo se te olvida, que algo no marcha según lo previsto, que hay algo que no te encaja pero no aciertas a ver lo que es y te dices a ti mismo: “Bah! Seguro que cuando no lo piense, me acordaré de lo que es!” Y seguí con toda naturalidad guardando todo en la maleta.

Y así sucedió. Tras el último repaso a la habitación y cerciorarme que no se me olvidaba nada, que no me dejaba nada atrás, le comenté a mi hermana que seguía echando algo en falta, así que si lo veía ella otro día que me lo devolviera. Pero no hizo falta. Cuando tuve todo dentro de la maleta y le puse el candado … zas! Joé! Ya está, ya lo tengo!

Es una mezcla de sensaciones, porque por un lado sentí un pequeño alivio ya que después de mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza por fin me había acordado, pero por otro también noté una pequeña angustia al darme cuenta que no tenía la llave del candado, que se me había olvidado en mi casa de Madrid. Ya decía yo que no la veía …

Bueno Rafa, pensé tranquilamente, que no cunda el pánico, no pasa nada, y me bajé del marco de la ventana del 6º piso cuando estaba a punto de saltar. Aunque mi documentación está en la maleta, el móvil, las llaves de casa y el billete del autobús están en el bolsillo. Mal será que …

Estaba ya en mi asiento en el autobús, perfectamente acoplado y deseando que se me pasaran rápido las 6 horas de viaje que tenía por delante, cuando empiezo a notar cierta sensación incómoda en el estómago. Al principio pensé que sería porque seguía teniendo hambre, que ese sándwich de ensaladilla rusa que compré en la máquina de la estación no había sido suficiente alimento.

Pero ya no había marcha atrás. Ya no tenía tiempo para tomar medidas. El autobús arrancó y con él mi pesadilla. El mp3 estaba muy bien guardado dentro de la maleta y los cascos que me dieron para ver la peli durante el camino no funcionaban, supongo que para oír con toda nitidez al conductor recomendarnos encarecidamente que el baño que hay en el autobús no es para “hacer mayores”, como él lo definió.

Yo sonreí pensando quién narices en su sano juicio se iba a poner ahí a … pero no había terminado de pensar la frase cuando el sándwich que me comí hizo acto de presencia erigiéndose en uno de los principales protagonistas del viaje. Nuevos sabores que en la primera ingesta no conseguí apreciar afloraban ahora en mi boca en todo su esplendor. Mi estómago parecía una lavadora y yo soltaba fuego como un dragón por todos sitios.

Los sudores y la tiritona que empezaba a sentir no se mitigaban en absoluto con el simple hecho de ponerme la tobera del aire acondicionado apuntándome directamente a la cabeza a su mayor potencia. Le empezaba a transmitir sudor a la chica de al lado como si de dos vasos comunicantes se tratara. Al principio había pensado en ayudarle con su sudoku, siguiendo los consejos de un amigo en estos casos, pero lo descarté pronto al percatarme que ella se separaba más y más por momentos, llegando casi a sentarse en el pasillo.

En mis constantes visitas al baño para lavarme la cara y relajarme, siempre se me aparecía el mismo dilema; por un lado, el conductor con una escobilla de váter zumbándome por todo el autobús y gritándome que el baño no estaba para hacer mayores; por otro, mi estado físico me hacía pensar en “ancha es castilla” y nunca mejor dicho, y dar rienda suelta a todo lo habido y por haber.

Finalmente más mal que bien aguanté 3 horitas de nada hasta que llegamos a un área de servicio para una parada técnica de 10 minutos y seguir camino a Madrid. Son esas horitas que se pasan en un suspiro, vamos, que en ese estado haces testamento porque no sabes cómo va a terminar la cosa.

Cuando nos paramos salí escopetado al servicio de la gasolinera pasando por encima de niños, ancianos, chicas haciendo sudokus y demás compañeros de fatigas sin reparar en cuanto dejaba atrás.

Pero … es curioso cómo reacciona el cuerpo humano en algunos momentos, no? Porque puedes aguantar, qué se yo!, mismamente las 3 horas de camino sin hacer nada, simplemente con tus sudores fríos, tu boca y lo que no es tu boca ardiendo como una barbacoa, pero aguantas. Sí, no sabes muy bien cómo lo haces pero lo consigues. Pero basta que te veas en la puerta del servicio, basta que toques el pomo de la puerta o que sueñes que lo tocas para que … para qué contar!

Por qué?!?! Qué es el tiempo?!?! Qué narices son 5 segundos más en la vida de un hombre?!?! Qué es eso en comparación con toda la eternidad o, sin ir tan lejos, con las 3 angustiosas horas que acabas de vivir?!?! Por qué tu cuerpo dice “hasta aquí hemos llegado”?!?! Qué le importaba llegar 3 pasos más después de tanto sufrimiento compartido?!?! Joé! Que estábamos los 2 en esto, que nos teníamos el uno al otro!!! … y me abandonó!

Lo que tenía que pasar ocurrió. Llegados ya a ese punto, lo que allí dentro se vivió es inenarrable.

Cuando empecé a ser un poquito yo mismo, comencé a percatarme de todos esos aspectos intrínsecos a la situación y que no me iban ayudando lo más mínimo en recuperar la autoestima. Antes la cosa no estaba para perder tiempo preocupándome por si alguien me observaba o limpiando la taza del váter o buscando un servicio con papel o … pero ahora sí. Ahora era el momento de pensar con más calma en todo eso y … Dios! Por qué a mi? Y ahora, qué?

Creo que salí del baño en peor estado de como entré. Bien es cierto que internamente yo me sentía un poco mejor, pero las caras de la gente me demostraban que externamente no era el caso … sudando que parecía llevar gomina, la camiseta como recién sacada de la lavadora bien entalladita y el pantalón corto de deporte que, en fin, dejémoslo en que calaba.

Pensé que en estos casos lo mejor era actuar con naturalidad, sin darle importancia al lamentable aspecto que llevaba, así que me fui a la tienda de la gasolinera a comprar una botellita de agua como quien no quiere la cosa. Pese a estar la cartera con la tarjeta y el dinero en la maleta, siendo previsor como soy, llevaba unos euritos en el bolsillo de lo que aún yo consideraba un pantalón de deporte.

Compré el agua, un sorbito y … pufff!!!! Pero qué … pero qué porquería es esta?!?!?! Miro bien el bote, la gente me mira preguntándose porqué escupo todo … agua con sabor a manzana azucarada?!?!? Pero qué broma es esta??!?! Por qué narices el bote es igual que el de el agua normal?!?!? Lo de menos era el haberme escupido encima, lo malo era el sabor asqueroso que se me quedó en la boca!

Mientras veía a una china correr desesperada gritando en su idioma por toda la gasolinera quitándome algo de protagonismo, lo cual agradecí, entré de nuevo a la tienda a por otra botellita de agua de toda la vida, de manantial o no potable, me daba igual, el caso era quitar ese sabor de boca que juntado con el del sándwich para que seguir contando.

Por fin salí de la tienda y me dirigí a coger el … el qué, joé?!?! El qué narices iba a coger!?!? El autobús o el automierdas!!!! Que se había pirado!!! Que se había ido sin mi??!?! Pero cómo era posible que … Dios!!! Por un instante dudé en cómo había llegado hasta allí, si en autobús, en mi coche, corriendo, en autogiro, a lomos de un velociraptor …. A punto del colapso oí los gritos de la china y entendí chino al instante, se había quedado sin autobús igual que yo. Bueno, igual igual no, que ella no sabía español pero no parecía una vagabunda como otro que yo me sé.

Después de buscar el autobús por la gasolinera por si se había escondido y me estaban gastando una bromita, me paré a reflexionar y analizar la situación con calma … AHAHAHAHAHAHAHHA!!!!!! JOEEEEE!!!!! \@"$!ª!··$ª#~@##!! Una vez que te desahogas ya piensas bastante mejor. Vamos a ver, estoy tirado en mitad de la nada, apestando a sudor y lo que no es sudor, sin maleta y solo con mi móvil, las llaves de casa, una botella de agua y unos euritos … suficiente para un McGyver como yo.

Me manejo bastante mejor si cabe con el chino cantonés y la mujer se declinaba por el chino mandarín, pero bueno, no fue óbice para llegar a un entendimiento rápido ... ella por su lado y yo por el mío.

Tras enésimas conversaciones con la agencia de autobuses y aguantar toda clase de insultos por ser tan paquete de perder el autobús (creo que la chica que llevaba al lado en el viaje fue la instigadora de que saliera antes de la hora prevista), consigo que me admitan en el siguiente que pase.

Aún quedaba una horita larga tirando a casi 3, así que tenía tiempo para mi y para pensar, lo cual a veces conviene que no tenga tanto, la verdad. Fui a la tienda del agua en la que ya me tuteaban al ser cliente habitual y me dirigí directo a la sección de revistas. Tenía tanto tiempo que me compré un periódico deportivo, uno de noticias nacionales y una revista del corazón, pero cuando me estaba yendo, se me iluminó esa lucecita que parecía fundida, esa lucecita que siempre me aparece en los momentos difíciles y me hace actuar con criterio.

Lo tengo!! Había visto una oferta en Ragazza de una camiseta muy chula de “médicos sin fronteras” y me la iba a comprar (otra cosita interesante para leer). Decidí asearme. Sí, era lo mejor visto mi estado.

Pero cuando la vida se empeña en poner todo en tu contra …
- Hola! Soy yo otra vez -dije sonriendo
- Hola! Qué tal el agua esta vez? -me contesta la cajera con cierta sorna mientras pasa los artículos por la caja
- Bien bien, gracias, no sé si está caducada o no pero al menos sabe mejor que la otra.
- Son 10 euros
- Toma … y la camiseta que viene con la revista? Por eso la compro, eh!, no te vayas tú a creer que … vamos que a mi estás revistas no me … -me callé al ver que tenía en la mano la del corazón
- No, la camiseta no te la dan ahora. Dentro viene un vale y si juntas 10 vales ya te la damos.
- Cómo?!?! Pero … 10 vales? Y … y … 10 vales! Uff!!
- Qué haces entonces?
- Espera espera … da igual que sean 10 vales del mismo número o tienen que ser de números distintos? –la pillé, jeje
- Pues pues … no sé … la promoción acaba de salir hoy y …
- Ya está, espera un momento –y me piré corriendo a por 9 números más de la revista –Ya estoy, me cobras todo y me das la camiseta, por favor? –cuando se me mete una idea en la cabeza …
- No sé yo si esto sirve pero … bueno … son 50 € todo
- 50 qué?!?!?! Que no tengo tanto!!!! -Malditas botellas de manzana y de agua!!- Bueno, pues entonces dejo … dejo … jeje, está claro! … me quedo con el deportivo.

Salí de la tienda cargado con las revistas y me fui al baño para cambiarme de camiseta. Lo primero era secar un poquito esos pantalones de deporte que me estaban dando asco, así que aproveché que estaba solo en el baño y me los quité y los puse a secar en el secamanos de la pared. La cosa marchaba bien hasta que empezó a entrar gente que venía en otro autobús.

- Perdone! Perdone! Vienen en un autobús camino de Gijón en dirección a Madrid?
Me miró de arriba abajo, se quedó mirando un ratillo abajo donde se suponía que debería llevar puestos los pantalones, me volvió a mirar arriba, hizo una mueca y ni me contestó. Lo seguí intentando con otros y ya por fin encontré el mío, sí!

Con el pantalón a medio secar me lo puse, me cambié de camiseta y tiré la usada y salí corriendo al autobús a explicarle al conductor mi situación y que yo era el que … sí, ya le había llegado a sus oídos mi aventura!

Por fin, por fin estaba de nuevo camino de Madrid. En una de las 200 llamadas que hice a la empresa de autobuses me confirmaron que tenían mi maleta y ya me quedé tranquilo. Todo se estaba solucionado a Dios gracias.

Y llegamos a Madrid. Paramos en la estación de Méndez Álvaro y me fui directo a la agencia a por mi maleta.
- Hola, buenas noches! Soy Rafa, el que ha estado llamando esta tarde. Vengo por lo de mi maleta
- Hola Rafa. A ver, me puedes enseñar, por favor, tu DNI para comprobar los datos que nos has dado por teléfono?
- No, verás, es que no te lo puedo enseñar porque precisamente mi DNI está en la maleta.
- Pues entonces, lo siento mucho, pero no te la podré dar.
- Pero cómo que no me la podrás dar! Pero si es mi maleta!!! Si os he llamado mil veces y pico y he hablado con todos vosotros y me decíais que ya la teníais!!?!?
- Sí, lo sé, pero sin un documento que te acredite, no puedo entregarte nada … lo siento.
- Espera espera … vamos a ver … no estoy documentado! Te digo que está todo en la maleta! Yo iba en otro autobús con mi equipaje y …
- Si la historia no me la cuentes que ya me la sé! Pero sin un documento no puedo hacer nada, lo siento. Siguiente?
- Llama a tu responsable, por favor.

Casi me apalean en la cola por la que estaba montando, pero ya veía tan cerca mi maleta que no me iba de ahí sin ella, vamos, faltaría con todo lo que había pasado!!!. Tras duras negociaciones consigo convencer al responsable y me hago con mi maleta. Ya era tarde y estaba agotado. No tenía dinero para el metro como para pensar en un taxi.

Y mi lucecita volvió a brillar. Relleno los test de Ragazza en las 10 revistas con distintas soluciones a ver qué sale o, intento venderlas y recuperar algo de dinero para el taxi? La primera opción era sin duda la más tentadora, pero siendo práctico me decanté por la 2ª … y así me fue!

Cuál es el público objetivo de estas revistas, me pregunté. Descartando los tipos que se quedan tirados en las gasolineras, las quinceañeras sin duda! Y andaba yo por la estación ofreciendo las revistas a buen precio a cuantos grupos de chicas jóvenes veía cuando una pareja de no tan jóvenes se me acercó.
- Hola, buenas noches!
- Hola, buenas noches! Quieren una revista a 4 €? Me ha costado 5 y …
- Me puede enseñar la documentación, por favor?
- Qué?
- Si nos puede enseñar la documentación, por favor. Tiene permiso para vender aquí esto?
- Y qué permiso necesito? Quiénes son ustedes? Y qué documentación les voy a enseñar?
La chica me enseñó una de esas plaquitas que llevan los polis de las pelis.
- La documentación, por favor! Le hemos estado observando molestando a varias chicas en la estación.
- Per per perdón, per per perdón! Yo yo yo creía que … que ustedes … vamos que …
- Nos enseña la documentación de una vez!
- No, bueno, verán! Jeje … se van a reír, porque se van a reír! Vamos que tengo el DNI en la maleta y no tengo llave para abrirla así que …
- Abra la maleta! –el chico era más arisco que la chica, todo hay que decirlo … y no se rió, no!-
- Es que no tengo la llave. Acabo de llegar de Gijón en un autobús y perdí la maleta en el primero que iba y conseguí llamar a otro que me recogiera cuando estaba perdido bueno tirado en una gasolinera y no tengo dinero para un taxi porque me gasté todo en revistas para una camiseta porque yo hablé con los de la agencia y me …
- Contra la pared, por favor.
- Qué? Pero si yo no … por favor si yo …
- Por favor, contra la pared! Manos y pies abiertos y contra la pared!
- No me lo podía creer! No daba crédito. Casi llorando de impotencia obedecí. Y cuando me empieza a cachear el hombre, me acuerdo que … -no, no no por favor, ahí no …- No me dio tiempo a avisarle
- Pero qué?!?! Pero qué guarrada es esta? Pero estos pantalones … pero …
- Joé! Si es que quería explicarles antes que cuando me paré en …
- Vamos a comisaría! Si no tiene documentación a la p… comisaría le dijo a su compañera un poco mosqueado por lo que había tocado (entendible, hasta cierto punto, entendible. Si me pongo en su situación … uyyy!!!)

Y allí me tenéis en la comisaría cargado con mi maleta y mi colección de revistas enterita porque no me dio tiempo a vender ninguna. Aguanté todo lo que pude pero al final, ante la amenaza de una multa por estar indocumentado, no me quedó más remedio que rajar la maleta y sacar mis documentos. Que porqué no lo había dicho antes, que menuda historia que nadie se cree, que porqué lo de entrar a quinceañeras, que … en fin, que conseguí salir sin cargos y sin las revistas por si me daba por reincidir.

Finalmente a las tantas de la noche consigo coger un taxi que me llevara a casa. Había sido un día agotador, iba exhausto, agotado, pensando en mis cosas, evadido del mundo real cuando …
- Eh! Eh! Chaval!!! Eh, despierta! Eh! Que ya hemos llegado!
- Ehh!! Qué qué … que hemos llegado? A dónde? A dónde hemos llegado?
- Pues a Madrid! Al final del viaje. Esta es la última parada y te tienes que bajar.
- Ostras! Qué qué ha pasado …
- Que te has quedado dormido … anda baja y coge tu maleta.

Habíamos llegado a Méndez Álvaro. Estaba en la estación de autobuses. Me había quedado dormido todo el camino. El autobús estaba vacío y yo era el último pasajero, no quedaba ni la niña del sudoku. Me levanté atontado, cogí mi maleta y me fui a casa a descansar. Por suerte todo había sido un sueño … o no, porque sí llevaba mi camiseta de médicos sin fronteras y el dolor de estómago era ya casi insoportable.

Lo pasé tan mal que ya nunca me duermo en el autobús, por precaución.

1 comentario:

Marta dijo...

Buenísimo..estaba a punto de ponerme a llorar o de llamarte porque te imaginaba vendiendo las revistas en la estación...Dios mio!!menos mal que lo he leido hasta el final porque pensba que era real..jij..aunque nadie tiene tanta mala suerte junta,no??oye..tengo una propuesta: escribimos un libro de historietas???jiji...

Una amiga o ex-amiga... blogger o ex-blogger...jijijiji ...muy bueno el mail ;)