Hay días que están en tu contra, que van a por ti. No sabes muy bien por qué motivo ni razón, porque aparentemente no has hecho nada diferente a los demás y los días son cosas inertes que no atienden a sentimientos ni razones, pero todo te sale mal. Da igual las vueltas que le des a las cosas y el interés que pongas en arreglarlo, da absolutamente igual, si te ha tocado vivir uno de esos días, la suerte está echada de antemano … absolutamente todo irá en tu contra. Lo mejor que puedes hacer es tener esto en mente desde el principio y ser consciente de ello para no preocuparte demasiado.
Yo viví uno de esos días. Estaba esperando que llegara desde hacía mucho porque iba a ser especial, y lo fue, vaya si lo fue! Aunque por otros motivos bien distintos a los que deseaba.
Eran las navidades de hace ya algunos años y mi hermano, como estaba de viaje, me dejó su coche ese día. Quizá fueran los nervios y la de veces que le di vueltas a todo en la cabeza, lo que hizo que se me pasara el tiempo volando y ya salí con cierto retraso de casa. Ahora, con cierta perspectiva temporal, empiezo a pensar si el coche me lo dejaban por ser mis hermanos y como favor o aprovechaban los días que se quedaban sin gasolina para hacerlo a sabiendas de que yo correspondería y les llenaría el depósito.
El hecho es que fui a una gasolinera de auto servicio. Fue el primer error. Nunca vayáis con un coche nuevo que no conocéis bien a una gasolinera de este tipo, porque os puede pasar lo que me pasó (en estas gasolineras las mujeres tampoco se bajan del coche para echar gasolina? No sé, me inquieta). Me bajé del coche, abrí la tapa del depósito y empezaron mis dudas … normal, súper o sin plomo. Pues si no veo que ponga nada en el depósito y el coche es nuevo, entiendo que sin plomo, que para eso acaban de establecer esto, digo yo!. El razonamiento era bueno, no cabe duda, lo que me causó problemas fue el llevarlo a la práctica.
No caía ni gota. Bueno, mejor dicho, sí caían y bastantes, lo que pasa es que todas por fuera. Rebosaban. No metía bien la manguera? Joé! Ni que fuera la primera vez que me dejaban un coche y le echaba gasolina!!!. Pues nada, no había manera. Echaba y echaba y la manguera no entraba bien en el depósito y se salía todo por fuera. Después de 10 minutos de meter y sacar la manguera varias veces en el depósito sólo llevaba 20 pts de combustible más o menos. Aún no había calculado cuánto dentro y cuánto fuera, pero por el charco del suelo calculaba que iban ganando los de fuera, los visitantes por goleada.
Los coches que iban llegando a la gasolinera ya empezaban a mostrar cierta impaciencia hacia mi ineptitud, pero yo no me inmutaba y seguía a lo mío. Daba igual que apretara fuerte el botón de echar, que lo hiciera flojo, a ráfagas, a golpecitos suaves e intermitentes, con el pi pi pipipi pipipipi Madrid!, que mientras sacara un poco la manguera o la introdujera hasta donde podía … todo daba igual porque el resultado era el mismo, mis calcetines estaban a punto de calar por la gasolina que se escurría por el lateral del coche y formaba charco en el suelo. Por qué narices pasaba aquello! Yo observaba con el rabillo del ojo al resto de coches en los surtidores y, la gente, tras dejar de hacer sonar su claxon e insultarme, llenaban sus depósitos, pagaban y se largaban dando voces. Si era sencillo, por qué a mi me pasaba eso?!?!
Tras más de 15-20 minutos echando o intentando llenar el depósito de gasolina, ya no puedo más. Ya me dolía el dedo de apretar, la espalda de la postura al estar encorvado, me estaba quedando sordo con los bocinazos de los coches, ciego de mirarles de reojo, no sabía dónde poner los pies sin mojarme, así que decidí parar aquel sufrimiento. 97 pts. Sí, había conseguido echar 97 tristes y asquerosas pts después de 20 minutos y estaba tan harto que no quise ni emplear 5 minutos más en llegar a las 100 pts, más vale que eso fuera suficiente para todo el día y devolver el coche con el depósito cargado.
Y fui a pagar. No llevaba dinero suelto porque tenía pensado pagar con tarjeta, pero dadas las circunstancias me daba vergüenza hacerlo. Busqué y rebusqué por el coche y por fin encontré una moneda de 200 pts. Ufff!
- Hola, me dice el número de surtidor, por favor?
- El el el … el 4!
- El 4 es el mío, señor! (escuché por atrás)
- (Vaya, lo había intentado pero no resultó. Estaba dispuesto a pagar el combustible de otro con tal de no decir la verdad) Perdón, es que … el, el 2. Dije mirando hacia abajo.
- El 2? Debe estar estropeado. 97 pts?!?!
- Sí, bueno no, digo sí, sí debe estar estropeado y sí, son 97 pts. (Mirada de incredulidad y silencio. Pensará que le estoy tomando el pelo?). Verá, es que me acaban de dejar el coche y yo creía que no tenía gasolina porque el indicador de combustible así me lo indica, pero debe estar estropeado y tener el depósito lleno porque no he podido echar más que eso. Fíjese que ni ha llegado a 100 pts! jeje
- (No le gusto ni la broma del jeje ni se creyó la historia, pero como también formaba cola a la hora de pagar, ya me quería quitar de su vista). Pues 97 pts. Adiós.
Y me fui. Si ya había salido tarde de casa este contratiempo no me había ayudado lo más mínimo. Por fin llegué a recoger a mi novia a su casa. Preferí decir, sin más, que me dejaron el coche un poco tarde, que así la culpa recayera en otro. Y llegó uno de los momentos esperados y deseados, el regalo de Papá Noel! Lo llevaba ese día para dárselo y me había costado elegirlo.
- Toma, tu regalo de Papá Noel! Era un bulto grande, inmenso, y lo iba abriendo con cara de ilusión. No se lo esperaría, qué sorpresa! Y sí, efectivamente fue una sorpresa. Cuando acabó de desenvolver el paquete no daba crédito a lo que le parecía ver. Sigue, sigue, le decía yo.
- Pero qué es?
- Tú, abre la caja …
- Una tumbona! Es una tumbona?!?! Su mirada indicaba claramente que quería una explicación, que la necesitaba más bien.
- Pues, pues sí, una tumbona! Para tu piscina. Para que cuando os vayáis a vivir al chalet y llegue el verano la pongas en el jardín y puedas tumbarte a tomar el sol. Así no te la quita tu hermano. Tiene ruedas, ves. Yo quería una hamaca pero no encontré la que buscaba así que pensé en la tumbona. Las había de color verde y de color blanco. Me decidí por la blanca porque …
No me dejó continuar! Ella no sabía cuánto me había costado encontrar una tumbona en pleno mes de diciembre y no parecía muy interesada en saberlo.
Nos fuimos a cenar. Ese no era el plan inicial pero tenía que levantar aquella situación como fuera. Tomé la iniciativa y elegí sitio, uno distinto del típico Vips de siempre. Con lo que me había ahorrado de gasolina podría gastar un poco más en la cena. Y en esas estábamos cenando en el Gino’s cuando aparece un tipo con flores por las mesas. Cuando se acercó a nuestra mesa, ni pregunté, le cogí una del ramo y se la ofrecí a ella. Son 300 pts señor. Qué?!?!? 300 pts por una rosa? Pero qué timo era ese!!! Cómo podía costar tanto una maldita rosa!!! No me extrañaba en absoluto que nadie le hubiese comprado en el resto de mesas, con esos precios.
Y me acordé. Yo sólo llevaba 103 pts en el bolsillo y la tarjeta de crédito. Aún tenía la rosa en la mano, quedaría bien protestar un poco por el precio y devolvérsela? No, no mucho porque en ese instante ella me la arrebató de la mano dándome las gracias. Y ahora qué? Regateaba? Qué feo! Ahí, delante de mi novia, regatear por un regalo que le estaba haciendo a ella, por un detalle. Le pregunto si acepta tarjeta? No, se pensará que me estoy riendo de él. Y no me quedó más remedio. Le tuve que pedir dinero prestado a ella para pagar la rosa. Yo sólo puse 100 pts y ella las 200 restantes. Tampoco era tan grave la cosa, joé, si al fin y al cabo yo iba a pagar luego toda la cena!.
Tras una velada en la que salió a relucir el tema de la tumbona, me vi obligado a contarle lo de las 103 pts en mi bolsillo para relajar un poquito el ambiente. Acabamos de cenar y nos fuimos a tomar una copa a un bar y luego la llevé de vuelta a su casa. Lo típico, dejo el coche en segunda fila en frente de su portal con las 4 lucecitas encendidas y la acompaño hasta su piso. Puede salir algo mal aquí? Si es una cosa habitual que hacía siempre!.
Esperamos que llegue el ascensor y damos al 4º. Cuando llegamos a su piso, abro la puerta para que salga ella primero y … todo sucedió muy rápido y muy lento a la vez. No sé cómo pero al salir me dio un leve golpecito en el brazo que tenía extendido abriendo la puerta del ascensor y se me escurrieron las llaves del coche que llevaba en la mano. Según noté el leve contacto en mi brazo y cómo se abría mi mano para dejar escapar las llaves, ya sabía lo que iba a pasar. Con el día que llevaba el desenlace no podía ser otro. Se podían haber caído en cualquier sitio, pero no, fueron directas al hueco que hay entre la caja del ascensor y el piso, sin rebotar antes si quiera en algún lado para darte tiempo a pensar que las puedes coger y reaccionar a tiempo. Nada, ni eso. Directas al hueco.
Así que con la mirada las intenté seguir pero ya en el tercer piso las perdí de vista. Seguí mirando por la rendija, sin pestañear, hasta que a los dos-tres segundos me pareció escuchar cómo tocaban fondo. Es poco tiempo, pero la mente viaja en esos casos a una velocidad de premio Nóbel, pensé en el coche en 2ª fila, en que mi hermano estaba de viaje y no tenía llaves de repuesto, en que no tenía forma de volver a casa, en que era un buen final para un día aciago ... Ella me miraba sin saber muy bien lo que yo estaba haciendo, no se había percatado de la situación.
- Las llaves!!!!
- Qué llaves?
- Las llaves del coche!!! Le decía mientras miraba alternativamente a ella y el hueco del ascensor.
- Qué le pasa a las llaves del coche?
- Pues que me has golpeado en la mano y se me han caído por el hueco del ascensor!!!!
- Qué? Qué dices!!! Pero si apenas … entonces era eso lo que me pareció ver que …
- Sí!!!! Las malditas llaves del coche!!!
- Y ahora qué hacemos?
- Y yo qué sé!!!
- No tienes llaves de repuesto?
- Qué va! Mi hermano está en Santander y se llevó las otras llaves!!! No sé muy bien para qué pero se las llevó.
- (Tras unos instantes debatiendo en el descansillo de la escalera y después de descartar la opción de llamar a mi hermano para que suspendiera sus vacaciones y me trajera inmediatamente de vuelta el duplicado, dejar el coche todo el fin de semana ahí hasta que él volviera de viaje, llamar a los bomberos para que abrieran el ascensor, etc, tomamos una decisión más práctica). Ya está, no queda otra que despertar a tu portero. Quizá él tenga una llave del ascensor y podamos abrirlo.
- A mi portero?!?! Pero cómo le vamos a despertar ahora!!! Tú estás loco!. Son las 3 a.m. del 25 de diciembre y quieres que le despertemos?
- Pues dime tú que otra solución hay! Anda, vamos a decírselo a tu padre y que él nos acompañe.
Entramos en su casa y por suerte el padre estaba despierto esperando impaciente que llegara su hija. Cuando le contamos lo sucedido, tuvimos que someternos a las típicas preguntas de si estábamos de broma, que cuántas copas nos habíamos tomado y qué narices hacíamos en el ascensor para que se nos cayeran las llaves por ese minúsculo agujero. Cuando por fin le convencimos de lo sucedido, no se atrevía a despertar al portero. Por qué? Me preguntaba yo una y otra vez. Esto es una urgencia y por desgracia para él y suerte para nosotros, vivía en la bloque. Sólo teníamos que preguntarle.
En esa casa eran todos reticentes a mi gran idea, así que me encontré con un destornillador intentando desencajar la puerta del ascensor … en el 4º piso!!! Menos mal que no pude, porque si lo consigo me veo que llevan el ascensor al piso de arriba y a mi me dicen que me deslice con una linterna en la boca por los cables del mismo hasta la planta baja!!. Y todo por no despertar al portero!. El caso es que no pude y alguien pensó que sería más fácil intentarlo en la planta baja, así que otra vez ahí nos pusimos en faena.
Aprendí mucho sobre el sistema de seguridad de los ascensores aquel día. No están hechos para que cualquiera abra la puerta, no, tienen un mecanismo de bloqueo y unas llaves especiales para abrirlas.
Cuando por fin entendieron que no había forma de abrir eso, les convencí para ir a despertar al portero. Eran las 3.30 a.m. cuando salió dormido a la puerta de su casa y le explicamos lo sucedido. Si la cara es el espejo del alma, esa alma no lo quisiera yo para nadie, muy sucia muy sucia, qué cara puso … ufff!! … lo decía todo!. Se metió en su casa y salió de nuevo con una bata por encima del pijama y unas llaves en la mano. Según íbamos andando hacia el ascensor, me acerqué a él porque hasta el momento me había mantenido en un no menos importante segundo plano y le dije un escueto “lo siento”. No me miró. Siguió andando y contestó un “yo lo siento más!”. A partir de ahí volví a mi discreto segundo plano de donde no debía haber salido nunca. Ahora empezaba a entender porqué no querían despertarle. Si lo llego a saber antes llamo a los bomberos.
Accionó el mecanismo de bloqueo del ascensor en el 1er piso y con la llave de seguridad abrió la puerta del mismo en la planta baja. Iluminó con una linterna el suelo y ahí que se lanzó. Mi novia me decía que debería ser yo el que fuera a buscar las llaves. Era lógico, pues yo sabía perfectamente cómo era el llavero y él no lo había visto en su vida, pero rechacé la ofrenda porque pensé que si yo bajaba se descolgaría el ascensor y me quedaría atrapado en el hueco que hay en la planta baja, no era un día para tentar más a la suerte. Además, tampoco creo que hubiese una colección de llaveros ahí caídos … o sí, quién sabe. Yo una 2ª vez no le hubiera vuelto a despertar.
Me recuperó las llaves y me fui a casa. Al día siguiente volví y le regalé una botella de vino por el favor.
Desde entonces, cuando voy en ascensor, nunca llevo llaves en las manos.
Yo viví uno de esos días. Estaba esperando que llegara desde hacía mucho porque iba a ser especial, y lo fue, vaya si lo fue! Aunque por otros motivos bien distintos a los que deseaba.
Eran las navidades de hace ya algunos años y mi hermano, como estaba de viaje, me dejó su coche ese día. Quizá fueran los nervios y la de veces que le di vueltas a todo en la cabeza, lo que hizo que se me pasara el tiempo volando y ya salí con cierto retraso de casa. Ahora, con cierta perspectiva temporal, empiezo a pensar si el coche me lo dejaban por ser mis hermanos y como favor o aprovechaban los días que se quedaban sin gasolina para hacerlo a sabiendas de que yo correspondería y les llenaría el depósito.
El hecho es que fui a una gasolinera de auto servicio. Fue el primer error. Nunca vayáis con un coche nuevo que no conocéis bien a una gasolinera de este tipo, porque os puede pasar lo que me pasó (en estas gasolineras las mujeres tampoco se bajan del coche para echar gasolina? No sé, me inquieta). Me bajé del coche, abrí la tapa del depósito y empezaron mis dudas … normal, súper o sin plomo. Pues si no veo que ponga nada en el depósito y el coche es nuevo, entiendo que sin plomo, que para eso acaban de establecer esto, digo yo!. El razonamiento era bueno, no cabe duda, lo que me causó problemas fue el llevarlo a la práctica.
No caía ni gota. Bueno, mejor dicho, sí caían y bastantes, lo que pasa es que todas por fuera. Rebosaban. No metía bien la manguera? Joé! Ni que fuera la primera vez que me dejaban un coche y le echaba gasolina!!!. Pues nada, no había manera. Echaba y echaba y la manguera no entraba bien en el depósito y se salía todo por fuera. Después de 10 minutos de meter y sacar la manguera varias veces en el depósito sólo llevaba 20 pts de combustible más o menos. Aún no había calculado cuánto dentro y cuánto fuera, pero por el charco del suelo calculaba que iban ganando los de fuera, los visitantes por goleada.
Los coches que iban llegando a la gasolinera ya empezaban a mostrar cierta impaciencia hacia mi ineptitud, pero yo no me inmutaba y seguía a lo mío. Daba igual que apretara fuerte el botón de echar, que lo hiciera flojo, a ráfagas, a golpecitos suaves e intermitentes, con el pi pi pipipi pipipipi Madrid!, que mientras sacara un poco la manguera o la introdujera hasta donde podía … todo daba igual porque el resultado era el mismo, mis calcetines estaban a punto de calar por la gasolina que se escurría por el lateral del coche y formaba charco en el suelo. Por qué narices pasaba aquello! Yo observaba con el rabillo del ojo al resto de coches en los surtidores y, la gente, tras dejar de hacer sonar su claxon e insultarme, llenaban sus depósitos, pagaban y se largaban dando voces. Si era sencillo, por qué a mi me pasaba eso?!?!
Tras más de 15-20 minutos echando o intentando llenar el depósito de gasolina, ya no puedo más. Ya me dolía el dedo de apretar, la espalda de la postura al estar encorvado, me estaba quedando sordo con los bocinazos de los coches, ciego de mirarles de reojo, no sabía dónde poner los pies sin mojarme, así que decidí parar aquel sufrimiento. 97 pts. Sí, había conseguido echar 97 tristes y asquerosas pts después de 20 minutos y estaba tan harto que no quise ni emplear 5 minutos más en llegar a las 100 pts, más vale que eso fuera suficiente para todo el día y devolver el coche con el depósito cargado.
Y fui a pagar. No llevaba dinero suelto porque tenía pensado pagar con tarjeta, pero dadas las circunstancias me daba vergüenza hacerlo. Busqué y rebusqué por el coche y por fin encontré una moneda de 200 pts. Ufff!
- Hola, me dice el número de surtidor, por favor?
- El el el … el 4!
- El 4 es el mío, señor! (escuché por atrás)
- (Vaya, lo había intentado pero no resultó. Estaba dispuesto a pagar el combustible de otro con tal de no decir la verdad) Perdón, es que … el, el 2. Dije mirando hacia abajo.
- El 2? Debe estar estropeado. 97 pts?!?!
- Sí, bueno no, digo sí, sí debe estar estropeado y sí, son 97 pts. (Mirada de incredulidad y silencio. Pensará que le estoy tomando el pelo?). Verá, es que me acaban de dejar el coche y yo creía que no tenía gasolina porque el indicador de combustible así me lo indica, pero debe estar estropeado y tener el depósito lleno porque no he podido echar más que eso. Fíjese que ni ha llegado a 100 pts! jeje
- (No le gusto ni la broma del jeje ni se creyó la historia, pero como también formaba cola a la hora de pagar, ya me quería quitar de su vista). Pues 97 pts. Adiós.
Y me fui. Si ya había salido tarde de casa este contratiempo no me había ayudado lo más mínimo. Por fin llegué a recoger a mi novia a su casa. Preferí decir, sin más, que me dejaron el coche un poco tarde, que así la culpa recayera en otro. Y llegó uno de los momentos esperados y deseados, el regalo de Papá Noel! Lo llevaba ese día para dárselo y me había costado elegirlo.
- Toma, tu regalo de Papá Noel! Era un bulto grande, inmenso, y lo iba abriendo con cara de ilusión. No se lo esperaría, qué sorpresa! Y sí, efectivamente fue una sorpresa. Cuando acabó de desenvolver el paquete no daba crédito a lo que le parecía ver. Sigue, sigue, le decía yo.
- Pero qué es?
- Tú, abre la caja …
- Una tumbona! Es una tumbona?!?! Su mirada indicaba claramente que quería una explicación, que la necesitaba más bien.
- Pues, pues sí, una tumbona! Para tu piscina. Para que cuando os vayáis a vivir al chalet y llegue el verano la pongas en el jardín y puedas tumbarte a tomar el sol. Así no te la quita tu hermano. Tiene ruedas, ves. Yo quería una hamaca pero no encontré la que buscaba así que pensé en la tumbona. Las había de color verde y de color blanco. Me decidí por la blanca porque …
No me dejó continuar! Ella no sabía cuánto me había costado encontrar una tumbona en pleno mes de diciembre y no parecía muy interesada en saberlo.
Nos fuimos a cenar. Ese no era el plan inicial pero tenía que levantar aquella situación como fuera. Tomé la iniciativa y elegí sitio, uno distinto del típico Vips de siempre. Con lo que me había ahorrado de gasolina podría gastar un poco más en la cena. Y en esas estábamos cenando en el Gino’s cuando aparece un tipo con flores por las mesas. Cuando se acercó a nuestra mesa, ni pregunté, le cogí una del ramo y se la ofrecí a ella. Son 300 pts señor. Qué?!?!? 300 pts por una rosa? Pero qué timo era ese!!! Cómo podía costar tanto una maldita rosa!!! No me extrañaba en absoluto que nadie le hubiese comprado en el resto de mesas, con esos precios.
Y me acordé. Yo sólo llevaba 103 pts en el bolsillo y la tarjeta de crédito. Aún tenía la rosa en la mano, quedaría bien protestar un poco por el precio y devolvérsela? No, no mucho porque en ese instante ella me la arrebató de la mano dándome las gracias. Y ahora qué? Regateaba? Qué feo! Ahí, delante de mi novia, regatear por un regalo que le estaba haciendo a ella, por un detalle. Le pregunto si acepta tarjeta? No, se pensará que me estoy riendo de él. Y no me quedó más remedio. Le tuve que pedir dinero prestado a ella para pagar la rosa. Yo sólo puse 100 pts y ella las 200 restantes. Tampoco era tan grave la cosa, joé, si al fin y al cabo yo iba a pagar luego toda la cena!.
Tras una velada en la que salió a relucir el tema de la tumbona, me vi obligado a contarle lo de las 103 pts en mi bolsillo para relajar un poquito el ambiente. Acabamos de cenar y nos fuimos a tomar una copa a un bar y luego la llevé de vuelta a su casa. Lo típico, dejo el coche en segunda fila en frente de su portal con las 4 lucecitas encendidas y la acompaño hasta su piso. Puede salir algo mal aquí? Si es una cosa habitual que hacía siempre!.
Esperamos que llegue el ascensor y damos al 4º. Cuando llegamos a su piso, abro la puerta para que salga ella primero y … todo sucedió muy rápido y muy lento a la vez. No sé cómo pero al salir me dio un leve golpecito en el brazo que tenía extendido abriendo la puerta del ascensor y se me escurrieron las llaves del coche que llevaba en la mano. Según noté el leve contacto en mi brazo y cómo se abría mi mano para dejar escapar las llaves, ya sabía lo que iba a pasar. Con el día que llevaba el desenlace no podía ser otro. Se podían haber caído en cualquier sitio, pero no, fueron directas al hueco que hay entre la caja del ascensor y el piso, sin rebotar antes si quiera en algún lado para darte tiempo a pensar que las puedes coger y reaccionar a tiempo. Nada, ni eso. Directas al hueco.
Así que con la mirada las intenté seguir pero ya en el tercer piso las perdí de vista. Seguí mirando por la rendija, sin pestañear, hasta que a los dos-tres segundos me pareció escuchar cómo tocaban fondo. Es poco tiempo, pero la mente viaja en esos casos a una velocidad de premio Nóbel, pensé en el coche en 2ª fila, en que mi hermano estaba de viaje y no tenía llaves de repuesto, en que no tenía forma de volver a casa, en que era un buen final para un día aciago ... Ella me miraba sin saber muy bien lo que yo estaba haciendo, no se había percatado de la situación.
- Las llaves!!!!
- Qué llaves?
- Las llaves del coche!!! Le decía mientras miraba alternativamente a ella y el hueco del ascensor.
- Qué le pasa a las llaves del coche?
- Pues que me has golpeado en la mano y se me han caído por el hueco del ascensor!!!!
- Qué? Qué dices!!! Pero si apenas … entonces era eso lo que me pareció ver que …
- Sí!!!! Las malditas llaves del coche!!!
- Y ahora qué hacemos?
- Y yo qué sé!!!
- No tienes llaves de repuesto?
- Qué va! Mi hermano está en Santander y se llevó las otras llaves!!! No sé muy bien para qué pero se las llevó.
- (Tras unos instantes debatiendo en el descansillo de la escalera y después de descartar la opción de llamar a mi hermano para que suspendiera sus vacaciones y me trajera inmediatamente de vuelta el duplicado, dejar el coche todo el fin de semana ahí hasta que él volviera de viaje, llamar a los bomberos para que abrieran el ascensor, etc, tomamos una decisión más práctica). Ya está, no queda otra que despertar a tu portero. Quizá él tenga una llave del ascensor y podamos abrirlo.
- A mi portero?!?! Pero cómo le vamos a despertar ahora!!! Tú estás loco!. Son las 3 a.m. del 25 de diciembre y quieres que le despertemos?
- Pues dime tú que otra solución hay! Anda, vamos a decírselo a tu padre y que él nos acompañe.
Entramos en su casa y por suerte el padre estaba despierto esperando impaciente que llegara su hija. Cuando le contamos lo sucedido, tuvimos que someternos a las típicas preguntas de si estábamos de broma, que cuántas copas nos habíamos tomado y qué narices hacíamos en el ascensor para que se nos cayeran las llaves por ese minúsculo agujero. Cuando por fin le convencimos de lo sucedido, no se atrevía a despertar al portero. Por qué? Me preguntaba yo una y otra vez. Esto es una urgencia y por desgracia para él y suerte para nosotros, vivía en la bloque. Sólo teníamos que preguntarle.
En esa casa eran todos reticentes a mi gran idea, así que me encontré con un destornillador intentando desencajar la puerta del ascensor … en el 4º piso!!! Menos mal que no pude, porque si lo consigo me veo que llevan el ascensor al piso de arriba y a mi me dicen que me deslice con una linterna en la boca por los cables del mismo hasta la planta baja!!. Y todo por no despertar al portero!. El caso es que no pude y alguien pensó que sería más fácil intentarlo en la planta baja, así que otra vez ahí nos pusimos en faena.
Aprendí mucho sobre el sistema de seguridad de los ascensores aquel día. No están hechos para que cualquiera abra la puerta, no, tienen un mecanismo de bloqueo y unas llaves especiales para abrirlas.
Cuando por fin entendieron que no había forma de abrir eso, les convencí para ir a despertar al portero. Eran las 3.30 a.m. cuando salió dormido a la puerta de su casa y le explicamos lo sucedido. Si la cara es el espejo del alma, esa alma no lo quisiera yo para nadie, muy sucia muy sucia, qué cara puso … ufff!! … lo decía todo!. Se metió en su casa y salió de nuevo con una bata por encima del pijama y unas llaves en la mano. Según íbamos andando hacia el ascensor, me acerqué a él porque hasta el momento me había mantenido en un no menos importante segundo plano y le dije un escueto “lo siento”. No me miró. Siguió andando y contestó un “yo lo siento más!”. A partir de ahí volví a mi discreto segundo plano de donde no debía haber salido nunca. Ahora empezaba a entender porqué no querían despertarle. Si lo llego a saber antes llamo a los bomberos.
Accionó el mecanismo de bloqueo del ascensor en el 1er piso y con la llave de seguridad abrió la puerta del mismo en la planta baja. Iluminó con una linterna el suelo y ahí que se lanzó. Mi novia me decía que debería ser yo el que fuera a buscar las llaves. Era lógico, pues yo sabía perfectamente cómo era el llavero y él no lo había visto en su vida, pero rechacé la ofrenda porque pensé que si yo bajaba se descolgaría el ascensor y me quedaría atrapado en el hueco que hay en la planta baja, no era un día para tentar más a la suerte. Además, tampoco creo que hubiese una colección de llaveros ahí caídos … o sí, quién sabe. Yo una 2ª vez no le hubiera vuelto a despertar.
Me recuperó las llaves y me fui a casa. Al día siguiente volví y le regalé una botella de vino por el favor.
Desde entonces, cuando voy en ascensor, nunca llevo llaves en las manos.
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