Quién no ha vuelto a estudiar tras acabar el instituto o el colegio? Ya sea una carrera, un módulo, un curso, idiomas, un master o lo que sea, casi todo el mundo ha continuado formándose tras acabar sus primeros estudios.
Y no es fácil, no es fácil sobre todo si han pasado algunos años y ya has perdido el hábito de estudio. Pero lo más duro de todo es el 1er día, esa primera vez que vas a un sitio nuevo y desconocido para ti y que te sacan de tu hábitat, de aquél lugar en que conocías a todos y todos te conocían, de ahí donde te habías formado tus amigos.
A lo largo de mi vida he pasado varias veces por esta situación y siempre me sucede lo mismo. Parece que no aprendo nada de una vez a otra y me cuesta horrores manejarme con soltura. Es más, a veces es tan lenta mi adaptación que acaba el año y no llego a ser yo mismo por completo.
Este año he vuelto a estudiar. Tras un cierto parón en el que había hecho mis pinitos con el inglés he vuelto a una academia a estudiar contabilidad. Hace ya 10 años que la estudié por última vez en la carrera.
Como todo curso que empieza, el primer día es el de los libros, carpetas y material escolar que reparten, así como el de las presentaciones. Esas presentaciones que sirven para ir conociendo un poco a los demás y que rara vez prestas demasiada atención a lo que han dicho tus compañeros porque estás todo el rato pensando en lo que dirás tú cuando te toque: Qué información debo soltar al principio? Les cuento mi vida entera? Me ciño solo a lo importante y que viene al caso? Si no digo todo será ocultar información? Me invento algo? Digo con naturalidad lo que venga en ese momento a la cabeza con improvisación o me preparo una gracia? En esas estamos cuando me toca presentarme. Creo que cada uno muestra algo de su personalidad en estos casos, yo no sé bien qué puede significa en mi, pero yo no dije todo, ni muchísimo menos!
Pasado este primer mal trago, comienzan a explicar desde el principio. Primeros ejercicios y primeros apuntes que tomo. Yo, ahí, sentado en el último pupitre de la clase y preguntándole a un compañero qué es lo último que había dicho el profesor para poder entablar conversación, aunque lo había escuchado perfectamente. Primera mirada del profesor con mala cara por hablar y … llega el recreo. Ese momento que desde el 2º día de clase hasta el último lo deseas como nada en el mundo, pero que el 1º es una pesadilla.
Se levanta la gente, disimulas y te vas al baño mientras dudas varias veces si te paras y le comentas algo absurdo al de al lado. Sales del baño, ya no hay nadie en el pasillo y … qué haces?!?!?! Pues nada, te pones a mirar el móvil como si tuvieras alguna llamada o sms o algo, pero no. No hay nada. El móvil está abarrotado de llamadas que no te han hecho y mensajes que nadie te ha escrito. Entonces echas una mirada a tu alrededor y ... joé! qué interesante!!! Todas las orlas de los graduados en el CEF de todos los cursos colgadas en la pared!!!! … y ahí me tenéis, mirando una tras otra como si conociera a alguien, interesado en ello. Creo que incluso en alguna de ellas me acerqué como si me sonara alguno que vi … je! Luego, cuando pasa un cierto tiempo, reflexionas sobre ello y llegas a la conclusión de que eso es como objetos perdidos, que nadie tiene el más mínimo interés en recoger una foto suya junto con otros tipos que no conoce de nada y pasa de ir a por ellas, por eso las tienen ahí expuestas.
Tras 5 minutos perdiendo el tiempo mirando las orlas (os lo recomiendo encarecidamente), pienso que es mejor entrar en clase, sentarme, y que como soy un tipo que a simple vista irradia curiosidad, tipo de aspecto interesante, ya habrá alguien que se acerque a hablar conmigo. Dicho y hecho. Tomo asiento en mi sitio de la última fila y hago como que repaso lo que hemos dado en clase … pero quién en su sano juicio se pone a repasar algo en el descanso el 1er día?!?!?! Pero que queréis!, no tenía un sudoku a mano.
Al repasar me doy cuenta que me faltan datos de algunos asientos que escribí en la mesa cuando me salí del folio y otros que hice en la hoja del compañero de al lado que lo tengo súper pegado (ya no domino los márgenes de las hojas como antes). Además, estaba esperando el momento de decir a alguien que tengo un amigo que sale en el canal intereconomía diciendo “supongamos” cada poco y otro que sabe porqué se llama el Debe debe y el Haber haber pero que no se lo va a decir a nadie.
Es en esos momentos cuando empiezas a envidiar a aquél que se maneja como pez en el agua en estas situaciones, al extrovertido, al que parece que ha nacido para ir de curso en curso sólo el 1er día y que ya es amigo de todo el mundo. Te gustaría levantarte de tu pupitre y con confianza hablar con los compañeros sobre temas normales ya que casi todos estamos en la misma situación de soledad y desamparo. Lo que pasa es que sólo lo deseas en ese 1er día, en cuanto el curso va avanzando y la gente se va conociendo, los líderes se van diluyendo y ya no se encuentran tan a gusto porque no es tan básica su función.
Y contra todo pronóstico, nada!!! Nadie se acerca y nadie me dice nada!! Tras 10 minutos mirando la misma hoja sin mucho sentido, empiezo a pensar en lo que me espera a partir de ahora … pasar los apuntes a limpio, forrar las carpetas, comprar bolis de distintos colores, hacer chuletas ya pasadas de moda, cuadernos, que mi madre me tome la lección … en fin, qué tiempos casi olvidados.
Por suerte el profesor hizo pasar a todos rápidamente tras un breve descanso. Creo que se dio cuenta de lo mal que lo estaba pasado durante el mismo y no quiso que cundiera en mi el desánimo el primer día, no me quiso alargar la agonía y reanudamos la clase. Este gesto me pareció muy loable por su parte, así que me dije a mi mismo que ahora yo tenía que corresponder, por lo que estuve un buen rato poniendo cara de interesante a lo que él explicaba y, mientras, pensaba en alguna pregunta para hacerle y así animar al resto de compañeros a hacer una clase participativa.
La idea era buena, qué duda cabe, pero no sólo es necesario tener buenas ideas, sino saberlas llevar a la práctica correctamente .... yo levanté la mano para preguntar. Sí, lo hice! Cómo no lo iba a hacer?!?! Si desde pequeño te enseñan en el cole de curas que antes de hablar y preguntar tienes que levantar la mano!! Pues eso, levanté la mano como gesto espontáneo, sin más, como gesto cargado de añoranza al pasado y respeto ante la institución. No era necesario hacer leña de ello. Encontré tan fuera de lugar que recalcaran el hecho de que tenía la mano levantada que me puse nervioso y no pregunté, qué vergüenza!
Al salir de clase coincido en el metro con un compañero. Ya se sabe que las primeras conversaciones son vanas, tópicas y, a veces, hasta te las podías haber ahorrado, pero intentas ser simpático.
- Hola!
- Hola, qué tal!
- Vas a mi clase, verdad?
- Sí.
- Y qué te ha parecido?
- Hombre! pues biiiennn … (es la primera vez que hablo con él y no me quiero decantar hacia ningún lado hasta ver su reacción)
- Yo ya hice un curso de estos este verano, un intensivo, y gracias a él he encontrado trabajo.
- Ah! Sí, qué bien! Y en qué trabajas?
- En contabilidad.
Como en cada contestación se tomaba su tiempo, pues yo esperaba, aunque después de 2 estaciones de metro sin hablar y cuando empiezo a sospechar que se ha acabado la conversación …
- Oye –me dice mirándome a los ojos-, tú crees que es normal que me duelan los pies con zapatos nuevos?
- (le mantuve la mirada unos segundos un tanto aturdido porque no sabía si me estaba tomando el pelo, si lo decía en serio, si era una cámara oculta, o qué narices pasaba). Miramos ambos al suelo, a sus zapatos en concreto, subimos la mirada a la par y … hombre! Es todo lo que se me ocurrió decir, aunque mientras pensaba que este curso iba a dar mucho de sí. Creo que después de eso no hablamos más hasta final de trayecto.
Y qué me decís de la importancia del 2º día, eh?! No es un día cualquiera, en absoluto, es casi el más importante del año, casi más importante que el 1º si cabe. El 1er día llegas, te sientas donde puedes, escuchas y observas. Sí, observas. El qué? Pues está claro!!! Como si ninguno lo hubiera hecho antes! Pues observas con quien te gustaría sentarte al día siguiente y al otro y al otro … porque de donde te sientes el 2º día depende el resto del curso. Ya no hay más oportunidades. O alguna vez os habéis cambiado a mitad de año de sitio … “oye, que ya no me siento más con vosotros que no me acabáis de convencer y me voy junto a aquellos …” y cuando llegas a donde están aquellos “… oye, tú, que este es mi sitio, vete con los otros …”. Por eso, para evitar esta situación no lo hacemos, porque tememos ser repudiados por aquellos y los otros. No hay nombre en la mesa que indique que es tu sitio, pero como cambies … ufff!!!
Y me he decidido. No fui muy descarado y no me senté donde ellas el 1er día, me senté justo detrás o al lado para que no se notara mucho y ya poco a poco iríamos hablando de algo, no hay prisa, hay 9 meses por delante. Llegué pronto y pude escoger sitio, pero es ahí cuando te entran las dudas. Es como cuando vas en coche y están todos los sitios del parking vacíos, no sabes donde dejarlo, dudas, y al final tienes hasta que maniobrar. Pues esto es parecido, casi es mejor que todo el mundo esté sentado y así vas a tiro fijo. Yo llegué, no había nadie y me la jugué por un sitio en concreto. Fue llegando la gente poco a poco y eligiendo sitio.
Llevamos 6 meses y aún no he hablado nada con ellas. No se han sentado ni cerca en una clase de 20 personas, y mira que ya es difícil! Para colmo, me quitaron MI sitio y me tuve que cambiar a la 3ª semana.
El 2º recreo haces un pequeño esfuerzo por integrarte con la gente y con un “vamos fuera?” que le preguntas a tu compañero de pupitre sales de clase. Y ahí te reúnes con unos cuantos compañeros. Las conversaciones no son gran cosa y abundan los silencios más que nada, hasta que en un buen momento pasa una chica guapa por delante y, en cuanto uno suelta, “menuda tía!” ya se ha abierto la veda. Desde ese momento ya hay confianza para hablar de chicas, fútbol, coches y cualquier otro tema de hombres. Y ya te sientes más cómodo con ellos. Ya te has integrado en ese grupo.
Pero el otro día vi mi oportunidad de hablar algo con las niñas, cena con los del curso en la que reservo restaurante y me encargo de todo. Llegamos a la mesa y lo mismo, 2 extremos, me pongo en uno dejando sitio y … ahí se quedó el sitio, vacío. Me repuse y tuve una 3ª oportunidad ya que me encontré a una en el metro en la misma parada que cojo yo en el trabajo. Me puse delante de ella, la saludé y menos mal que no le di 2 besos porque aún hubiera sido más humillante si cabe … quién eres, me dijo? No lo sabes?, le contesté sonriendo porque la broma era buena. La mirada dulce y la sonrisa que me echó me gustó, si no fuera porque me dijo que no, que no lo sabía. Ya no se puede hacer más!.
En cuanto a los recreos (que así los llamamos en el argot), ya me sé de memorieta las últimas 5 promociones del CEF de informática aplicada a la pesca submarina, de técnicos en adquisiciones inmateriales y de licenciados en administraciones de vicios ocultos, así que aún me quedan unas cuantas promociones más por observar sus fotos. Siento que no me va a dar tiempo a verlas todas porque los compañeros del curso son majos y ya le saco partido a los descansos.
Y no es fácil, no es fácil sobre todo si han pasado algunos años y ya has perdido el hábito de estudio. Pero lo más duro de todo es el 1er día, esa primera vez que vas a un sitio nuevo y desconocido para ti y que te sacan de tu hábitat, de aquél lugar en que conocías a todos y todos te conocían, de ahí donde te habías formado tus amigos.
A lo largo de mi vida he pasado varias veces por esta situación y siempre me sucede lo mismo. Parece que no aprendo nada de una vez a otra y me cuesta horrores manejarme con soltura. Es más, a veces es tan lenta mi adaptación que acaba el año y no llego a ser yo mismo por completo.
Este año he vuelto a estudiar. Tras un cierto parón en el que había hecho mis pinitos con el inglés he vuelto a una academia a estudiar contabilidad. Hace ya 10 años que la estudié por última vez en la carrera.
Como todo curso que empieza, el primer día es el de los libros, carpetas y material escolar que reparten, así como el de las presentaciones. Esas presentaciones que sirven para ir conociendo un poco a los demás y que rara vez prestas demasiada atención a lo que han dicho tus compañeros porque estás todo el rato pensando en lo que dirás tú cuando te toque: Qué información debo soltar al principio? Les cuento mi vida entera? Me ciño solo a lo importante y que viene al caso? Si no digo todo será ocultar información? Me invento algo? Digo con naturalidad lo que venga en ese momento a la cabeza con improvisación o me preparo una gracia? En esas estamos cuando me toca presentarme. Creo que cada uno muestra algo de su personalidad en estos casos, yo no sé bien qué puede significa en mi, pero yo no dije todo, ni muchísimo menos!
Pasado este primer mal trago, comienzan a explicar desde el principio. Primeros ejercicios y primeros apuntes que tomo. Yo, ahí, sentado en el último pupitre de la clase y preguntándole a un compañero qué es lo último que había dicho el profesor para poder entablar conversación, aunque lo había escuchado perfectamente. Primera mirada del profesor con mala cara por hablar y … llega el recreo. Ese momento que desde el 2º día de clase hasta el último lo deseas como nada en el mundo, pero que el 1º es una pesadilla.
Se levanta la gente, disimulas y te vas al baño mientras dudas varias veces si te paras y le comentas algo absurdo al de al lado. Sales del baño, ya no hay nadie en el pasillo y … qué haces?!?!?! Pues nada, te pones a mirar el móvil como si tuvieras alguna llamada o sms o algo, pero no. No hay nada. El móvil está abarrotado de llamadas que no te han hecho y mensajes que nadie te ha escrito. Entonces echas una mirada a tu alrededor y ... joé! qué interesante!!! Todas las orlas de los graduados en el CEF de todos los cursos colgadas en la pared!!!! … y ahí me tenéis, mirando una tras otra como si conociera a alguien, interesado en ello. Creo que incluso en alguna de ellas me acerqué como si me sonara alguno que vi … je! Luego, cuando pasa un cierto tiempo, reflexionas sobre ello y llegas a la conclusión de que eso es como objetos perdidos, que nadie tiene el más mínimo interés en recoger una foto suya junto con otros tipos que no conoce de nada y pasa de ir a por ellas, por eso las tienen ahí expuestas.
Tras 5 minutos perdiendo el tiempo mirando las orlas (os lo recomiendo encarecidamente), pienso que es mejor entrar en clase, sentarme, y que como soy un tipo que a simple vista irradia curiosidad, tipo de aspecto interesante, ya habrá alguien que se acerque a hablar conmigo. Dicho y hecho. Tomo asiento en mi sitio de la última fila y hago como que repaso lo que hemos dado en clase … pero quién en su sano juicio se pone a repasar algo en el descanso el 1er día?!?!?! Pero que queréis!, no tenía un sudoku a mano.
Al repasar me doy cuenta que me faltan datos de algunos asientos que escribí en la mesa cuando me salí del folio y otros que hice en la hoja del compañero de al lado que lo tengo súper pegado (ya no domino los márgenes de las hojas como antes). Además, estaba esperando el momento de decir a alguien que tengo un amigo que sale en el canal intereconomía diciendo “supongamos” cada poco y otro que sabe porqué se llama el Debe debe y el Haber haber pero que no se lo va a decir a nadie.
Es en esos momentos cuando empiezas a envidiar a aquél que se maneja como pez en el agua en estas situaciones, al extrovertido, al que parece que ha nacido para ir de curso en curso sólo el 1er día y que ya es amigo de todo el mundo. Te gustaría levantarte de tu pupitre y con confianza hablar con los compañeros sobre temas normales ya que casi todos estamos en la misma situación de soledad y desamparo. Lo que pasa es que sólo lo deseas en ese 1er día, en cuanto el curso va avanzando y la gente se va conociendo, los líderes se van diluyendo y ya no se encuentran tan a gusto porque no es tan básica su función.
Y contra todo pronóstico, nada!!! Nadie se acerca y nadie me dice nada!! Tras 10 minutos mirando la misma hoja sin mucho sentido, empiezo a pensar en lo que me espera a partir de ahora … pasar los apuntes a limpio, forrar las carpetas, comprar bolis de distintos colores, hacer chuletas ya pasadas de moda, cuadernos, que mi madre me tome la lección … en fin, qué tiempos casi olvidados.
Por suerte el profesor hizo pasar a todos rápidamente tras un breve descanso. Creo que se dio cuenta de lo mal que lo estaba pasado durante el mismo y no quiso que cundiera en mi el desánimo el primer día, no me quiso alargar la agonía y reanudamos la clase. Este gesto me pareció muy loable por su parte, así que me dije a mi mismo que ahora yo tenía que corresponder, por lo que estuve un buen rato poniendo cara de interesante a lo que él explicaba y, mientras, pensaba en alguna pregunta para hacerle y así animar al resto de compañeros a hacer una clase participativa.
La idea era buena, qué duda cabe, pero no sólo es necesario tener buenas ideas, sino saberlas llevar a la práctica correctamente .... yo levanté la mano para preguntar. Sí, lo hice! Cómo no lo iba a hacer?!?! Si desde pequeño te enseñan en el cole de curas que antes de hablar y preguntar tienes que levantar la mano!! Pues eso, levanté la mano como gesto espontáneo, sin más, como gesto cargado de añoranza al pasado y respeto ante la institución. No era necesario hacer leña de ello. Encontré tan fuera de lugar que recalcaran el hecho de que tenía la mano levantada que me puse nervioso y no pregunté, qué vergüenza!
Al salir de clase coincido en el metro con un compañero. Ya se sabe que las primeras conversaciones son vanas, tópicas y, a veces, hasta te las podías haber ahorrado, pero intentas ser simpático.
- Hola!
- Hola, qué tal!
- Vas a mi clase, verdad?
- Sí.
- Y qué te ha parecido?
- Hombre! pues biiiennn … (es la primera vez que hablo con él y no me quiero decantar hacia ningún lado hasta ver su reacción)
- Yo ya hice un curso de estos este verano, un intensivo, y gracias a él he encontrado trabajo.
- Ah! Sí, qué bien! Y en qué trabajas?
- En contabilidad.
Como en cada contestación se tomaba su tiempo, pues yo esperaba, aunque después de 2 estaciones de metro sin hablar y cuando empiezo a sospechar que se ha acabado la conversación …
- Oye –me dice mirándome a los ojos-, tú crees que es normal que me duelan los pies con zapatos nuevos?
- (le mantuve la mirada unos segundos un tanto aturdido porque no sabía si me estaba tomando el pelo, si lo decía en serio, si era una cámara oculta, o qué narices pasaba). Miramos ambos al suelo, a sus zapatos en concreto, subimos la mirada a la par y … hombre! Es todo lo que se me ocurrió decir, aunque mientras pensaba que este curso iba a dar mucho de sí. Creo que después de eso no hablamos más hasta final de trayecto.
Y qué me decís de la importancia del 2º día, eh?! No es un día cualquiera, en absoluto, es casi el más importante del año, casi más importante que el 1º si cabe. El 1er día llegas, te sientas donde puedes, escuchas y observas. Sí, observas. El qué? Pues está claro!!! Como si ninguno lo hubiera hecho antes! Pues observas con quien te gustaría sentarte al día siguiente y al otro y al otro … porque de donde te sientes el 2º día depende el resto del curso. Ya no hay más oportunidades. O alguna vez os habéis cambiado a mitad de año de sitio … “oye, que ya no me siento más con vosotros que no me acabáis de convencer y me voy junto a aquellos …” y cuando llegas a donde están aquellos “… oye, tú, que este es mi sitio, vete con los otros …”. Por eso, para evitar esta situación no lo hacemos, porque tememos ser repudiados por aquellos y los otros. No hay nombre en la mesa que indique que es tu sitio, pero como cambies … ufff!!!
Y me he decidido. No fui muy descarado y no me senté donde ellas el 1er día, me senté justo detrás o al lado para que no se notara mucho y ya poco a poco iríamos hablando de algo, no hay prisa, hay 9 meses por delante. Llegué pronto y pude escoger sitio, pero es ahí cuando te entran las dudas. Es como cuando vas en coche y están todos los sitios del parking vacíos, no sabes donde dejarlo, dudas, y al final tienes hasta que maniobrar. Pues esto es parecido, casi es mejor que todo el mundo esté sentado y así vas a tiro fijo. Yo llegué, no había nadie y me la jugué por un sitio en concreto. Fue llegando la gente poco a poco y eligiendo sitio.
Llevamos 6 meses y aún no he hablado nada con ellas. No se han sentado ni cerca en una clase de 20 personas, y mira que ya es difícil! Para colmo, me quitaron MI sitio y me tuve que cambiar a la 3ª semana.
El 2º recreo haces un pequeño esfuerzo por integrarte con la gente y con un “vamos fuera?” que le preguntas a tu compañero de pupitre sales de clase. Y ahí te reúnes con unos cuantos compañeros. Las conversaciones no son gran cosa y abundan los silencios más que nada, hasta que en un buen momento pasa una chica guapa por delante y, en cuanto uno suelta, “menuda tía!” ya se ha abierto la veda. Desde ese momento ya hay confianza para hablar de chicas, fútbol, coches y cualquier otro tema de hombres. Y ya te sientes más cómodo con ellos. Ya te has integrado en ese grupo.
Pero el otro día vi mi oportunidad de hablar algo con las niñas, cena con los del curso en la que reservo restaurante y me encargo de todo. Llegamos a la mesa y lo mismo, 2 extremos, me pongo en uno dejando sitio y … ahí se quedó el sitio, vacío. Me repuse y tuve una 3ª oportunidad ya que me encontré a una en el metro en la misma parada que cojo yo en el trabajo. Me puse delante de ella, la saludé y menos mal que no le di 2 besos porque aún hubiera sido más humillante si cabe … quién eres, me dijo? No lo sabes?, le contesté sonriendo porque la broma era buena. La mirada dulce y la sonrisa que me echó me gustó, si no fuera porque me dijo que no, que no lo sabía. Ya no se puede hacer más!.
En cuanto a los recreos (que así los llamamos en el argot), ya me sé de memorieta las últimas 5 promociones del CEF de informática aplicada a la pesca submarina, de técnicos en adquisiciones inmateriales y de licenciados en administraciones de vicios ocultos, así que aún me quedan unas cuantas promociones más por observar sus fotos. Siento que no me va a dar tiempo a verlas todas porque los compañeros del curso son majos y ya le saco partido a los descansos.
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