Llegó la Semana Santa y nos fuimos a Gijón como habíamos planeado 5 días antes. Como es natural en esas fechas, todo está ocupado, absolutamente todo, por lo que nos sorprendimos un poco cuando Álvaro nos dijo a Carlos y a mi que había reservado una habitación para los 3 en un Hotel en pleno centro, en la Plaza del Ayuntamiento y a escasos 300 metros de casa de Mica.
Anda! Mira qué bien, si tenemos un mercadillo medieval en la Plaza!!! Pues nada, dejamos las cosas y a dar una vuelta por ahí a ver si vemos algo chulo para comprar. Claro, al principio eso te hace gracia, pero cuando día y noche sigue el mercadillo y no has podido dormir bien la siesta, ya empiezas a entender por qué desapareció la Edad Media ... porque hacían un ruido de narices y alguien fulminó a todos!. Y también entiendes por qué era el único Hotel con plazas libres en toda la ciudad en esas fechas.
Daba igual. Estábamos ahí y pretendíamos pasárnoslo bien. Así que la primera noche salimos a cenar y a tomar unas copas con Gordo, Mica y sus amigos. Las primeras noches siempre son de tránsito, de dejarse ver, de decir estamos aquí, hemos llegado y mañana ya nos buscareis, por lo que unas copitas en distintos bares y a descansar, que al día siguiente teníamos comida en casa de los padres de Mica.
Creo que era la primera o de las primeras veces que me iba de viaje con ellos y como yo ya conozco Gijón de sobra, pues quise ejercer de pseudo anfitrión, por lo que les desperté pronto y les di un pequeño paseo matutino aprovechando el buen día que hacía. Yo pensaba que es sabido por todos que las distancias en las pequeñas ciudades cambian, los km no se miden igual que en las grandes, pero parece ser que a ellos esto les sorprendió y lo que empezó siendo un paseo leyendo el periódico y tomando el sol por el paseo marítimo se convirtió en una escalada a un monte cercano y caminata de 14 km.
Llegamos asfixiados y exhaustos a casa de los padres de Mica, donde nos esperaban para tomar una fabada. Presentación en sociedad a sus padres y tras un breve momento de esparcimiento antes de comer viendo como Carlitos empezaba a jugar en el suelo con el nieto y sus cochecitos, se enfadaba, se los quitaba, le desmantelaba el garaje que el niño había hecho con su esfuerzo y le cambiaba las reglas del juego, pasamos al comedor para que aquello no fuera a mayores.
Me senté al lado de su hermano y con el refrán en la cabeza de allí donde fueres haz lo que vieres, le empecé a echar la ensalada a la fabada. Nunca lo había hecho en mi vida pero no era el momento de demostrarlo ... qué bueno Dios!!! Qué buena estaba la fabada!!!. El compango estaba bien surtido, tenía de todo, con su chorizo, su morcilla, su jamoncito y ... no, no tenía tocino. A mi eso no me importó en absoluto porque no me gusta, pero a Miguelín, el hermano de Mica, le dolió como si le pegaran una paliza. Pequeño momento tenso y a seguir saboreando aquél manjar. Después de repetir y tripitir por enésima vez, licor en el salón viendo romper las olas del mar en el paseo y al hotel a intentar seguir durmiendo la siesta que algunos ya habíamos empezado en la casa.
Al despertar, nos ponemos las mejores galas porque vamos a cenar a casa de Nano y Margui, la hermana de Mica. Era una pequeña fiesta improvisada en su chalet en un pueblecito a las afueras de Gijón. Estaba dando buena imagen con sus familias y tenía una última prueba que era fácil de pasar. Gente joven en ambiente distendido y conocía a la mitad de ellos. Buen plan.
Pero la cosa se fue torciendo por momentos. La entrada ya fue traumática y me condicionó. Dicen que los animales notan enseguida quien les tiene miedo y se acercan a ellos. Era de noche y no veía bien con la oscuridad, pero aquello que se me acercaba haciendo un eclipse de luna tenía pinta de cualquier cosa menos de un perro ... qué tamaño!!! Como diría un amigo, si hiciera una encuesta entre la gente el 55% de ellos dirían que era grande y el otro 35% que era inmenso ... (el resto hasta llegar a 100% se quedarían mudos del susto al ver el tamaño). Este no es que lo oliera, sino que antes de bajarme del coche creo que ya hicimos un cruce de miradas y sabíamos ambos que aquello no podía acabar bien.
No sé si Gordo también olió mi miedo o se dio cuenta al verme subido a la chepa de Carlitos, pero el caso es que me azuzó a aquella sombra contra mi. Cómo es posible que la gente tenga osos en sus casas, pensé!!! Por fin lo vi bien, de cerca y sigo manteniendo que el agua del suelo debía ser que habían regado o algo así y no que me había hecho otra cosa como decían mis amigos.
Entramos en la casa y saludo a los propietarios empapado en sudor. Mientras se secan pienso que ya estoy a salvo y veo que dentro de la casa hay otro perro pequeño, al que le hago una caricia para demostrar que no tengo miedo. Bajamos al garaje, saludamos al resto de invitados ... y ahí estaban esos dos ojos mirándome de nuevo entre la inmensidad de la sala. No me lo podía creer!!!.
Sobre la mesa abierta de ping-pong en medio del garaje estaba la cena compuesta de tortilla, morcilla, queso cabrales ... vamos, delicias de la tierra. Como no podía apartar la mirada de aquel animal ni de la comida, estuve un rato bizco sin encontrar bien mi sitio.
Pero pronto cambió todo, sí, porque no hay como beber un poquito de alcohol para desinhibirte. La sidra es una bebida que tiene trampa y la gente lo sabe. Y ellos lo sabían, siiii, uy si lo sabían!!! Por qué? Pues muy sencillo. Porque tú cuando bebes copas sabes perfectamente cuánto puedes beber y te controlas tu ritmo y cómo bebes, la cantidad, todo ... pero con la sidra es distinto. Siendo sidra natural como era, te la debes beber de un trago porque no todo el mundo puede estar esperando a que acabes en 10 minutos a base de pequeños sorbos porque se comparte vaso y como el que escancia te la ofrece y queda mal decir de primeras que no, es un feo, te bebes el primer “culín” sin haber probado bocado antes y te entra directo al estómago que parece que te lo perfora. Luego esa tónica se repite varias veces y ... venga, va, otro culín ... y otro y ... Y la resaca?!?! Es cabezona de narices!
La cosa se va animando y casi sin darte cuenta, porque te da la sensación que no bebes mucho porque nunca tienes copa en la mano. Y llegamos a un punto de no retorno, ese punto en que debes decir hasta aquí y si no lo dices, si no lo dices .... y no lo dije. No, porque estaba todo muy rico y me encontraba en mi salsa, con buena comida, amigos y los que no conocía muy majos, como si los conociera.
Entonces saqué un sentimiento asturiano que no sabía que llevaba tan arraigado dentro hasta ese momento. Empecé a hablar a todo el que se cruzaba por mi lado sobre las excelencias del paisaje, la gente, la comida ... la comida y la bebida, la bebida y la comida ... y confundí todo. Agarré una botella de sidra que estaba por ahí deambulando sin dueño claro y con un trozo de cabrales empecé a hacer una mezcla pastosa rara para poder untarlo en condiciones. Ni pregunté y no estaba en estado de que me importara si a alguien no le gustaba eso, pero por suerte triunfó la idea. Me envalentoné, es duro admitirlo pero es la verdad, me crecí, me viene arriba, me gusté y con esa botella de sidra empecé por todo ... chorizo, joé! pues chorizo a la sidra!!! Y ahí que fui a mezclarlo ... tortilla! (antes Miguelín y las gemelas habían traído más y como había de sobra pues ...) a la sidra también! ... morcilla! pues ahí que fuimos a innovar con la “nouvelle cuisine” ... creo que solo se me resistieron los berberechos porque ya vi que venían de casa con su propio liquidito y pensé que algún listo se me había adelantado.
El hermano de Nano era el maestro escanciador. Yo solo veía cajas y cajas de sidra en la rampa de entrada al garaje pero no sabía de dónde habían salido. Me acerqué y entablamos un pequeño debate entre los que allí nos encontrábamos cerca:
- (..) está de narices esta sidra, eh!! –le dije- todo eso es lo que nos hemos bebido ahora?!?!
- Pues sí, van ya dos cajas enteras!
- Bueno, teniendo en cuenta los que somos y que si tiras el final, lo que se cae fuera y el culo de la botella, pues unos 6 culines por botella entre los que somos aquí y ... (estaba haciendo mis cálculos mentales cuando ...)
- No, bueno, de 6 nada, salen mínimo 7 u 8 si me apuras y lo haces bien
- Que no hombre, que no, cómo van a salir 8, qué dices!!! Te admito 7 pero pero .. no lo tengo claro, eh!
- Rafa, no le discutas que él se dedica a esto –me avisó Álvaro-
- Bueno, vale que se dedique a esto, pero es que 8 no salen, porque no!
Como fueron uniéndose voces que se decantaban todas a favor de él, decidí pasar a la acción
- Mira, déjame a mi.
Es lo que tiene el alcohol, que te incita a hacer cosas que en estado normal nunca harías y eso pasó. Pero ante la sorpresa de todos escancié que vamos, de narices. Incluso como me estaban haciendo una foto mirando a cámara y todo, les callé un rato. Pero eso era lo fácil, porque un vaso lo hace cualquiera. Ahora tenía que demostrar que sólo se sacan 6 culines bien tirados. Y se lo demostré, vaya si se lo demostré. Como la cosa estaba como estaba y no atinaba ni una, sólo saqué 5! No le culpo en absoluto porque no me dejara escanciar más.
Ya nadie me frenaba. Entre culín y culín que seguían cayendo e intentando olvidar el bochornoso incidente con la sidra hablamos de todo, de fútbol, trabajo, mujeres, novias, exnovias, animales, mascotas, perros, conejos ... y demás historias que ya no tenían ninguna conexión unas con otras y a las que nadie hacía caso salvo el que en ese momento las estuviera contando.
Y yo, que hasta entonces me había evadido de mi problema con el mastodonte que había en la casa refugiándome en el alcohol, me encontré de nuevo con él. Pero las cosas habían cambiado. De repente y sin pedir nada a cambio por su parte me lo encontré a mis pies en el suelo abrazándome con su patas. Hacía mucho que no recibía una muestra de afecto tan sincera, tan cariñosa, así que correspondí. Le hice unas pequeñas caricias en la tripa con mis pies y ya no se separó de mi.
Hubo un pequeño rato de tonteo y se levantó, vaya si se levantó. Empezó como una simple caricia a su lomo y unas cosquillas en la cabeza, pero poco a poco los acontecimientos se precipitaron y tomaron un camino para todos inesperado ... primero fuerte y despacio, luego más lento y suave. Sí, es lo que parece. Le di un masaje como mandan los cánones: desde la cabeza al rabo y viceversa pasando por el lomo, en todos los ángulos y movimientos habidos y por haber y finalizando como se tiene que acabar, para desentumecer los músculos y que luego no le irrite mucho el lomo, con el tiki-taka, con las manos de canto y movimientos rápidos y secos por todo el animal.
Solo me tomaba un respiro en el masaje para beber más sidra y él, impaciente, me miraba como preguntándose por qué paraba. Como me vieron finalizar con la pasada relajante, me hicieron el lío y en uno de esos parones en que yo creía que me volvían a dar otro culín me vi con un cepillo en la mano. Y ya una vez metidos en faena, pues a cepillarlo como a los caballos. Unas cuantas pasadas incluyendo las patas y como nuevo.
Y qué hacían mis amigos mientras tanto? Pues mientras todos me miraban con estupor uno de ellos tuvo la genial idea de grabarme en vídeo. Todo fue tan rápido que sólo le dio tiempo de inmortalizar 2 minutos de la historia y al ver el vídeo parece que así, sin venir a cuento, un tipo coge y le da un masaje a un perro más alto que la mesa de pin-pon. Pero no es así, eso es contar la historia sesgada, porque ahí no se recogen los previos, el cómo me incitó.
A partir de ahí ya sólo tengo recuerdos parciales de la noche. Recuerdo que nos fuimos habiendo encontrado al llegar un oso gruñendo que nos salió a recibir y habiendo dejado un gatito amanerado que lloró cuando nos vio marchar. Recuerdo que una vez sentado en el coche, todo me empezó a dar vueltas, que iba con la ventanilla abierta, la cabeza fuera del coche y la lengua sacada (como si me hubiese mimetizado con el perro) dándome el aire de las 5 a.m. en la cara. Recuerdo que de repente y antes de haber llegado al destino, Mica paró el coche y alguien iluminó el interior con una linterna. No quiero ni imaginarme el susto que se llevó el policía al ver 5 cuerpos en el coche y sólo 4 cabezas en él. Creo que el poli quería hacerme a mi el control de alcoholemia, pero se conformó con Mica que era la única que no había bebido. Bien, Mica, bien!!. Recuerdo que llegados a las cercanías del hotel, Carlos y Álvaro me acompañaron a la habitación por si no sabía llegar. Y recuerdo que dormí en el cuarto de baño y de vez en cuando, al encontrarme un pelín mejor, me iba a mi cama.
A la mañana siguiente nos acercamos a casa de Mica a despedirnos de sus padres, pero las noticias habían viajado antes que nosotros. Cuando llegamos, ya sabían lo de la noche anterior en casa de su otra hija. Para colmo, de camino a Ribadesella pasamos por casa de Margui y Nano. El perro y yo nos hicimos los distraídos, como pasando el uno del otro, intentando que nadie recordara lo de la noche anterior. Fue un poco vergonzoso el pedir disculpas por aquél espectáculo.
Nos despedimos y nos fuimos a casa de Alvarito a comer fabada a Ribadesella. La resaca era brutal y el ambiente en aquella casa con todos los hermanos hablando al mismo tiempo no favorecía nada. Yo ya iba bien apercibido por Alvaro que no le llevara la contraria nunca a su abuela y, llegado un momento de la comida ...
- Abuela, sabes que Rafa trabaja en JLL, como tu sobrino Pedro?
- Ah, sí?!!? Como Pedrito?
- Sí, trabajamos en la misma empresa.
- Yo fui una vez a la empresa, tenéis el despacho cerca?
- Abuela –intervino su nieto- que Pedro es su jefe. Es uno de los jefazos de la empresa y Rafa, pues ... pues que Rafa le rinde pleitesía, que cuando le ve por los pasillos agacha la cabeza y le trata de usted!
- Qué tonterías dices Álvaro –le regañó su abuela- si es Pedrito! Entonces trabajáis juntos, su despacho está cerca del tuyo?
- (Yo tenía muy presente aquello de no llevarle la contraria a la abuela de mi amigo, pero cómo decirle que su nieto tenía razón?) Bueno, lo que pasa es que yo estoy en el otro lado de la oficina, en lo que se llama llanura y justo en el extremo opuesto y sólo hay 5-6 despachos de jefes en toda la empresa y a mi no me ha tocado ninguno.
- Cómo que no te ha tocado! Se reían mis amigos ... bastante con que te dejan sentarte en una mesa!
- Pero ves a Pedrito? –insistía ella-
- Abuela, no le llames Pedrito porque para Rafa es Don Pedro, no vaya a ser que el próximo día se líe y le echen del trabajo.
- Pero qué tonterías dices, hijo! Hay que ver! Si siempre ha sido Pedrito ... no le llamáis así?
- (En la mirada que crucé con mi amigo vi el nunca, nunca le lleves la contraria a mi abuela, eh!) Bueno, ahí nos tuteamos, pero tanto tanto como para llamarle así pues ... aunque tampoco por el Don, eh! –yo intentaba salir como podía de aquello- pues la fabada está buenísima María!, dirigiéndome a su madre en busca de ayuda externa y cambio de conversación.
- Rafa, que no desvíes el tema, contesta a mi abuela si le llamas así o no?
- Es que no le trato mucho porque está en el otro lado de la oficina y él siempre está muy liado, porque trabaja mucho y está siempre de viaje y ...
- Sí, eso sí, siempre desde pequeñito Pedrito fue muy trabajador!
(...)
Me costó, vaya si me costó pero conseguí salir airoso un día de resaca descomunal de una encerrona así. Sólo tuve otro momento tenso cuando la madre de mi amigo preguntó por la fiesta del día anterior y se lo contaron, vaya si se lo contaron, con pelos (los del perro) y señales (las de mi resaca).
De vuelta a la oficina, intenté mandar el famoso vídeo a uno de los amigos que había estado presente, pero no sé qué demonios pasó que se colapsó aquello. No me fijé en el tamaño del email y cuando tras 15 minutos intentando de todo y mi correo fastidiado fui a IT a preguntar qué pasaba y me contestaron que ahora el servidor estaba en Londres y que no se podía hacer nada por recuperar aquél correo, me entraron unos sudores fríos que para qué contar.
Me imaginaba a un tipo en Londres viendo aquello, yo llamando Pedrito a quien no debía ... mis días estaban contados ahí. Llamé a un amigo informático y después de pedirle perdón por todas las veces que le llamaba para que me arreglara la tostadora de casa o el microondas por aquello de, pues se puso manos a la obra. Aquello seguía sin funcionar y todo lo que me decía ya lo había probado antes, así que me aconsejó pasar al método rudimentario ... desenchufa todo tipo de cables que unan tu ordenador con la red, apaga el ordenador y vuelve a encender todo de nuevo. También el del cargador del móvil, le pregunté. (pero que queréis, con los nervios!!). A los 5 minutos aquello seguía igual pero por fin pudimos eliminar el famoso correo con el vídeo. Todo el día tuve problemas con el e-mail porque no me llegaban o me llegaban con retraso o no podía mandar, hasta que a las 5 de la tarde (yo no entiendo mucho de esto pero fue demasiada casualidad) se recibió un correo de la central de Londres diciendo que en España estábamos teniendo problemas con el correo porque aquello se había colapsado.
Creo que fue el único correo de IT de Londres que imprimí, me leí con detenimiento, subrayé todas las palabras que se podían parecer a mi nombre y las busqué en el diccionario ... ufff!!!!.
Anda! Mira qué bien, si tenemos un mercadillo medieval en la Plaza!!! Pues nada, dejamos las cosas y a dar una vuelta por ahí a ver si vemos algo chulo para comprar. Claro, al principio eso te hace gracia, pero cuando día y noche sigue el mercadillo y no has podido dormir bien la siesta, ya empiezas a entender por qué desapareció la Edad Media ... porque hacían un ruido de narices y alguien fulminó a todos!. Y también entiendes por qué era el único Hotel con plazas libres en toda la ciudad en esas fechas.
Daba igual. Estábamos ahí y pretendíamos pasárnoslo bien. Así que la primera noche salimos a cenar y a tomar unas copas con Gordo, Mica y sus amigos. Las primeras noches siempre son de tránsito, de dejarse ver, de decir estamos aquí, hemos llegado y mañana ya nos buscareis, por lo que unas copitas en distintos bares y a descansar, que al día siguiente teníamos comida en casa de los padres de Mica.
Creo que era la primera o de las primeras veces que me iba de viaje con ellos y como yo ya conozco Gijón de sobra, pues quise ejercer de pseudo anfitrión, por lo que les desperté pronto y les di un pequeño paseo matutino aprovechando el buen día que hacía. Yo pensaba que es sabido por todos que las distancias en las pequeñas ciudades cambian, los km no se miden igual que en las grandes, pero parece ser que a ellos esto les sorprendió y lo que empezó siendo un paseo leyendo el periódico y tomando el sol por el paseo marítimo se convirtió en una escalada a un monte cercano y caminata de 14 km.
Llegamos asfixiados y exhaustos a casa de los padres de Mica, donde nos esperaban para tomar una fabada. Presentación en sociedad a sus padres y tras un breve momento de esparcimiento antes de comer viendo como Carlitos empezaba a jugar en el suelo con el nieto y sus cochecitos, se enfadaba, se los quitaba, le desmantelaba el garaje que el niño había hecho con su esfuerzo y le cambiaba las reglas del juego, pasamos al comedor para que aquello no fuera a mayores.
Me senté al lado de su hermano y con el refrán en la cabeza de allí donde fueres haz lo que vieres, le empecé a echar la ensalada a la fabada. Nunca lo había hecho en mi vida pero no era el momento de demostrarlo ... qué bueno Dios!!! Qué buena estaba la fabada!!!. El compango estaba bien surtido, tenía de todo, con su chorizo, su morcilla, su jamoncito y ... no, no tenía tocino. A mi eso no me importó en absoluto porque no me gusta, pero a Miguelín, el hermano de Mica, le dolió como si le pegaran una paliza. Pequeño momento tenso y a seguir saboreando aquél manjar. Después de repetir y tripitir por enésima vez, licor en el salón viendo romper las olas del mar en el paseo y al hotel a intentar seguir durmiendo la siesta que algunos ya habíamos empezado en la casa.
Al despertar, nos ponemos las mejores galas porque vamos a cenar a casa de Nano y Margui, la hermana de Mica. Era una pequeña fiesta improvisada en su chalet en un pueblecito a las afueras de Gijón. Estaba dando buena imagen con sus familias y tenía una última prueba que era fácil de pasar. Gente joven en ambiente distendido y conocía a la mitad de ellos. Buen plan.
Pero la cosa se fue torciendo por momentos. La entrada ya fue traumática y me condicionó. Dicen que los animales notan enseguida quien les tiene miedo y se acercan a ellos. Era de noche y no veía bien con la oscuridad, pero aquello que se me acercaba haciendo un eclipse de luna tenía pinta de cualquier cosa menos de un perro ... qué tamaño!!! Como diría un amigo, si hiciera una encuesta entre la gente el 55% de ellos dirían que era grande y el otro 35% que era inmenso ... (el resto hasta llegar a 100% se quedarían mudos del susto al ver el tamaño). Este no es que lo oliera, sino que antes de bajarme del coche creo que ya hicimos un cruce de miradas y sabíamos ambos que aquello no podía acabar bien.
No sé si Gordo también olió mi miedo o se dio cuenta al verme subido a la chepa de Carlitos, pero el caso es que me azuzó a aquella sombra contra mi. Cómo es posible que la gente tenga osos en sus casas, pensé!!! Por fin lo vi bien, de cerca y sigo manteniendo que el agua del suelo debía ser que habían regado o algo así y no que me había hecho otra cosa como decían mis amigos.
Entramos en la casa y saludo a los propietarios empapado en sudor. Mientras se secan pienso que ya estoy a salvo y veo que dentro de la casa hay otro perro pequeño, al que le hago una caricia para demostrar que no tengo miedo. Bajamos al garaje, saludamos al resto de invitados ... y ahí estaban esos dos ojos mirándome de nuevo entre la inmensidad de la sala. No me lo podía creer!!!.
Sobre la mesa abierta de ping-pong en medio del garaje estaba la cena compuesta de tortilla, morcilla, queso cabrales ... vamos, delicias de la tierra. Como no podía apartar la mirada de aquel animal ni de la comida, estuve un rato bizco sin encontrar bien mi sitio.
Pero pronto cambió todo, sí, porque no hay como beber un poquito de alcohol para desinhibirte. La sidra es una bebida que tiene trampa y la gente lo sabe. Y ellos lo sabían, siiii, uy si lo sabían!!! Por qué? Pues muy sencillo. Porque tú cuando bebes copas sabes perfectamente cuánto puedes beber y te controlas tu ritmo y cómo bebes, la cantidad, todo ... pero con la sidra es distinto. Siendo sidra natural como era, te la debes beber de un trago porque no todo el mundo puede estar esperando a que acabes en 10 minutos a base de pequeños sorbos porque se comparte vaso y como el que escancia te la ofrece y queda mal decir de primeras que no, es un feo, te bebes el primer “culín” sin haber probado bocado antes y te entra directo al estómago que parece que te lo perfora. Luego esa tónica se repite varias veces y ... venga, va, otro culín ... y otro y ... Y la resaca?!?! Es cabezona de narices!
La cosa se va animando y casi sin darte cuenta, porque te da la sensación que no bebes mucho porque nunca tienes copa en la mano. Y llegamos a un punto de no retorno, ese punto en que debes decir hasta aquí y si no lo dices, si no lo dices .... y no lo dije. No, porque estaba todo muy rico y me encontraba en mi salsa, con buena comida, amigos y los que no conocía muy majos, como si los conociera.
Entonces saqué un sentimiento asturiano que no sabía que llevaba tan arraigado dentro hasta ese momento. Empecé a hablar a todo el que se cruzaba por mi lado sobre las excelencias del paisaje, la gente, la comida ... la comida y la bebida, la bebida y la comida ... y confundí todo. Agarré una botella de sidra que estaba por ahí deambulando sin dueño claro y con un trozo de cabrales empecé a hacer una mezcla pastosa rara para poder untarlo en condiciones. Ni pregunté y no estaba en estado de que me importara si a alguien no le gustaba eso, pero por suerte triunfó la idea. Me envalentoné, es duro admitirlo pero es la verdad, me crecí, me viene arriba, me gusté y con esa botella de sidra empecé por todo ... chorizo, joé! pues chorizo a la sidra!!! Y ahí que fui a mezclarlo ... tortilla! (antes Miguelín y las gemelas habían traído más y como había de sobra pues ...) a la sidra también! ... morcilla! pues ahí que fuimos a innovar con la “nouvelle cuisine” ... creo que solo se me resistieron los berberechos porque ya vi que venían de casa con su propio liquidito y pensé que algún listo se me había adelantado.
El hermano de Nano era el maestro escanciador. Yo solo veía cajas y cajas de sidra en la rampa de entrada al garaje pero no sabía de dónde habían salido. Me acerqué y entablamos un pequeño debate entre los que allí nos encontrábamos cerca:
- (..) está de narices esta sidra, eh!! –le dije- todo eso es lo que nos hemos bebido ahora?!?!
- Pues sí, van ya dos cajas enteras!
- Bueno, teniendo en cuenta los que somos y que si tiras el final, lo que se cae fuera y el culo de la botella, pues unos 6 culines por botella entre los que somos aquí y ... (estaba haciendo mis cálculos mentales cuando ...)
- No, bueno, de 6 nada, salen mínimo 7 u 8 si me apuras y lo haces bien
- Que no hombre, que no, cómo van a salir 8, qué dices!!! Te admito 7 pero pero .. no lo tengo claro, eh!
- Rafa, no le discutas que él se dedica a esto –me avisó Álvaro-
- Bueno, vale que se dedique a esto, pero es que 8 no salen, porque no!
Como fueron uniéndose voces que se decantaban todas a favor de él, decidí pasar a la acción
- Mira, déjame a mi.
Es lo que tiene el alcohol, que te incita a hacer cosas que en estado normal nunca harías y eso pasó. Pero ante la sorpresa de todos escancié que vamos, de narices. Incluso como me estaban haciendo una foto mirando a cámara y todo, les callé un rato. Pero eso era lo fácil, porque un vaso lo hace cualquiera. Ahora tenía que demostrar que sólo se sacan 6 culines bien tirados. Y se lo demostré, vaya si se lo demostré. Como la cosa estaba como estaba y no atinaba ni una, sólo saqué 5! No le culpo en absoluto porque no me dejara escanciar más.
Ya nadie me frenaba. Entre culín y culín que seguían cayendo e intentando olvidar el bochornoso incidente con la sidra hablamos de todo, de fútbol, trabajo, mujeres, novias, exnovias, animales, mascotas, perros, conejos ... y demás historias que ya no tenían ninguna conexión unas con otras y a las que nadie hacía caso salvo el que en ese momento las estuviera contando.
Y yo, que hasta entonces me había evadido de mi problema con el mastodonte que había en la casa refugiándome en el alcohol, me encontré de nuevo con él. Pero las cosas habían cambiado. De repente y sin pedir nada a cambio por su parte me lo encontré a mis pies en el suelo abrazándome con su patas. Hacía mucho que no recibía una muestra de afecto tan sincera, tan cariñosa, así que correspondí. Le hice unas pequeñas caricias en la tripa con mis pies y ya no se separó de mi.
Hubo un pequeño rato de tonteo y se levantó, vaya si se levantó. Empezó como una simple caricia a su lomo y unas cosquillas en la cabeza, pero poco a poco los acontecimientos se precipitaron y tomaron un camino para todos inesperado ... primero fuerte y despacio, luego más lento y suave. Sí, es lo que parece. Le di un masaje como mandan los cánones: desde la cabeza al rabo y viceversa pasando por el lomo, en todos los ángulos y movimientos habidos y por haber y finalizando como se tiene que acabar, para desentumecer los músculos y que luego no le irrite mucho el lomo, con el tiki-taka, con las manos de canto y movimientos rápidos y secos por todo el animal.
Solo me tomaba un respiro en el masaje para beber más sidra y él, impaciente, me miraba como preguntándose por qué paraba. Como me vieron finalizar con la pasada relajante, me hicieron el lío y en uno de esos parones en que yo creía que me volvían a dar otro culín me vi con un cepillo en la mano. Y ya una vez metidos en faena, pues a cepillarlo como a los caballos. Unas cuantas pasadas incluyendo las patas y como nuevo.
Y qué hacían mis amigos mientras tanto? Pues mientras todos me miraban con estupor uno de ellos tuvo la genial idea de grabarme en vídeo. Todo fue tan rápido que sólo le dio tiempo de inmortalizar 2 minutos de la historia y al ver el vídeo parece que así, sin venir a cuento, un tipo coge y le da un masaje a un perro más alto que la mesa de pin-pon. Pero no es así, eso es contar la historia sesgada, porque ahí no se recogen los previos, el cómo me incitó.
A partir de ahí ya sólo tengo recuerdos parciales de la noche. Recuerdo que nos fuimos habiendo encontrado al llegar un oso gruñendo que nos salió a recibir y habiendo dejado un gatito amanerado que lloró cuando nos vio marchar. Recuerdo que una vez sentado en el coche, todo me empezó a dar vueltas, que iba con la ventanilla abierta, la cabeza fuera del coche y la lengua sacada (como si me hubiese mimetizado con el perro) dándome el aire de las 5 a.m. en la cara. Recuerdo que de repente y antes de haber llegado al destino, Mica paró el coche y alguien iluminó el interior con una linterna. No quiero ni imaginarme el susto que se llevó el policía al ver 5 cuerpos en el coche y sólo 4 cabezas en él. Creo que el poli quería hacerme a mi el control de alcoholemia, pero se conformó con Mica que era la única que no había bebido. Bien, Mica, bien!!. Recuerdo que llegados a las cercanías del hotel, Carlos y Álvaro me acompañaron a la habitación por si no sabía llegar. Y recuerdo que dormí en el cuarto de baño y de vez en cuando, al encontrarme un pelín mejor, me iba a mi cama.
A la mañana siguiente nos acercamos a casa de Mica a despedirnos de sus padres, pero las noticias habían viajado antes que nosotros. Cuando llegamos, ya sabían lo de la noche anterior en casa de su otra hija. Para colmo, de camino a Ribadesella pasamos por casa de Margui y Nano. El perro y yo nos hicimos los distraídos, como pasando el uno del otro, intentando que nadie recordara lo de la noche anterior. Fue un poco vergonzoso el pedir disculpas por aquél espectáculo.
Nos despedimos y nos fuimos a casa de Alvarito a comer fabada a Ribadesella. La resaca era brutal y el ambiente en aquella casa con todos los hermanos hablando al mismo tiempo no favorecía nada. Yo ya iba bien apercibido por Alvaro que no le llevara la contraria nunca a su abuela y, llegado un momento de la comida ...
- Abuela, sabes que Rafa trabaja en JLL, como tu sobrino Pedro?
- Ah, sí?!!? Como Pedrito?
- Sí, trabajamos en la misma empresa.
- Yo fui una vez a la empresa, tenéis el despacho cerca?
- Abuela –intervino su nieto- que Pedro es su jefe. Es uno de los jefazos de la empresa y Rafa, pues ... pues que Rafa le rinde pleitesía, que cuando le ve por los pasillos agacha la cabeza y le trata de usted!
- Qué tonterías dices Álvaro –le regañó su abuela- si es Pedrito! Entonces trabajáis juntos, su despacho está cerca del tuyo?
- (Yo tenía muy presente aquello de no llevarle la contraria a la abuela de mi amigo, pero cómo decirle que su nieto tenía razón?) Bueno, lo que pasa es que yo estoy en el otro lado de la oficina, en lo que se llama llanura y justo en el extremo opuesto y sólo hay 5-6 despachos de jefes en toda la empresa y a mi no me ha tocado ninguno.
- Cómo que no te ha tocado! Se reían mis amigos ... bastante con que te dejan sentarte en una mesa!
- Pero ves a Pedrito? –insistía ella-
- Abuela, no le llames Pedrito porque para Rafa es Don Pedro, no vaya a ser que el próximo día se líe y le echen del trabajo.
- Pero qué tonterías dices, hijo! Hay que ver! Si siempre ha sido Pedrito ... no le llamáis así?
- (En la mirada que crucé con mi amigo vi el nunca, nunca le lleves la contraria a mi abuela, eh!) Bueno, ahí nos tuteamos, pero tanto tanto como para llamarle así pues ... aunque tampoco por el Don, eh! –yo intentaba salir como podía de aquello- pues la fabada está buenísima María!, dirigiéndome a su madre en busca de ayuda externa y cambio de conversación.
- Rafa, que no desvíes el tema, contesta a mi abuela si le llamas así o no?
- Es que no le trato mucho porque está en el otro lado de la oficina y él siempre está muy liado, porque trabaja mucho y está siempre de viaje y ...
- Sí, eso sí, siempre desde pequeñito Pedrito fue muy trabajador!
(...)
Me costó, vaya si me costó pero conseguí salir airoso un día de resaca descomunal de una encerrona así. Sólo tuve otro momento tenso cuando la madre de mi amigo preguntó por la fiesta del día anterior y se lo contaron, vaya si se lo contaron, con pelos (los del perro) y señales (las de mi resaca).
De vuelta a la oficina, intenté mandar el famoso vídeo a uno de los amigos que había estado presente, pero no sé qué demonios pasó que se colapsó aquello. No me fijé en el tamaño del email y cuando tras 15 minutos intentando de todo y mi correo fastidiado fui a IT a preguntar qué pasaba y me contestaron que ahora el servidor estaba en Londres y que no se podía hacer nada por recuperar aquél correo, me entraron unos sudores fríos que para qué contar.
Me imaginaba a un tipo en Londres viendo aquello, yo llamando Pedrito a quien no debía ... mis días estaban contados ahí. Llamé a un amigo informático y después de pedirle perdón por todas las veces que le llamaba para que me arreglara la tostadora de casa o el microondas por aquello de, pues se puso manos a la obra. Aquello seguía sin funcionar y todo lo que me decía ya lo había probado antes, así que me aconsejó pasar al método rudimentario ... desenchufa todo tipo de cables que unan tu ordenador con la red, apaga el ordenador y vuelve a encender todo de nuevo. También el del cargador del móvil, le pregunté. (pero que queréis, con los nervios!!). A los 5 minutos aquello seguía igual pero por fin pudimos eliminar el famoso correo con el vídeo. Todo el día tuve problemas con el e-mail porque no me llegaban o me llegaban con retraso o no podía mandar, hasta que a las 5 de la tarde (yo no entiendo mucho de esto pero fue demasiada casualidad) se recibió un correo de la central de Londres diciendo que en España estábamos teniendo problemas con el correo porque aquello se había colapsado.
Creo que fue el único correo de IT de Londres que imprimí, me leí con detenimiento, subrayé todas las palabras que se podían parecer a mi nombre y las busqué en el diccionario ... ufff!!!!.
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