Ya desde muy pequeñito me di cuenta que tenía un Don. Lo que para algunos era una simple afición para mi cobraba un sentido especial, era ver unos dardos sueltos y sentir un deseo irrefrenable de hacerlos volar, ya fuera hacia una diana o hacia la cabeza de mi cocinera cuando aquel día se cruzó por delante de su envenenada trayectoria.
Este hecho aislado no seccionó mi meteórica carrera en este mundo de gente peculiar pero hasta unos años más tarde no encontré con quién ni dónde practicar de forma continuada, teniéndome que conformar con las tómbolas del colegio cuando estaba en fiestas o las verbenas de los pueblos.
Fueron mis amigos los Javi’s los que hicieron renacer en mi esta virtud que durante años estuvo saliendo y ocultándose como los ojos del Guadiana. Teníamos unos 17 años cuando dimos cerca de casa con un bar de esos en los que además de beber sin más podíamos jugar a los dardos y nos aficionamos del todo ... a los dardos, me refiero, que a lo otro ya lo estábamos!.
Los comienzos no fueron como esperaba. Si bien éramos de los más jovencitos del bar que empezábamos a jugar a esto, yo traía tras de mi un gran curriculum de peluches, llaveros y muñecotes ganados por aquellas tómbolas del pasado, que mi dinerito me habían costado y que me hacían creer un gran jugador, pero pronto me pusieron los pies en la tierra.
En aquellos tiempos recuerdo cómo podías jugar con quién quisieras siempre que se respetaran unas reglas bastante sencillas: las partidas en diana de piel eran gratis y si querías jugar, caso de que alguien lo estuviera haciendo ya, tenías que apuntar la anotación de aquellos que estaban jugando en la pizarra y luego tú participabas contra el ganador. Si con los 3 dardos conseguías menos de 10 puntos en el 501, metías una moneda en una botella que había junto a la diana. Era fácil, si ganabas estabas jugando hasta que alguien te echara.
Las primeras veces me sirvieron bastante para el futuro, ya que me harté de hacer cálculos mentales de las puntuaciones que hacían los jugadores porque nunca llegaba a jugar un par de partidas seguidas y me tocaba apuntar siempre. La gente llevaba sus propios dardos para jugar, yo llegué a plantearme el llevar mi propio equipo de tizas y borrador para anotar! No había manera de ganar ni una sola partida y la botella se iba llenando a mi costa para un sorteo futuro ... Joe! Ni sorteo ni gaitas, que me lo dieran a mi directamente porque era mi dinero!!.
Iba pasando el tiempo y los Javi’s y yo nos íbamos aficionando cada vez más y más, hasta el punto de tomar por costumbre todos los fines de semana ir a jugar ahí antes de salir de marcha. La afición empezó a convertirse en un poco de obsesión cuando, con el paso del tiempo, íbamos jugando mejor y mejor hasta el punto de haber días que nadie nos echaba hasta las 2-3 a.m., momento en el cual dejábamos el bar para irnos a casa ... nunca gustó en el bar esa actitud porque cuando perdíamos la primera nos íbamos.
Era la época de la universidad y muchas veces los novillos (palabra casi en desuso que hay que retomar) consistían en ir hasta por la mañana a jugar ahí desde bien tempranito. Pasaré por alto esa época en la que algunos días mis amigos no podían venir a jugar entre semana por diversas razones y yo me iba solo al bar a jugar. Claro! después de tantos años seguro que tengo algún conocido ahí con el que echar alguna partidita que otra, pensaba yo. El problema es que a las 6 de la tarde de un martes de marzo, por poner un ejemplo, no suele haber mucha gente en estos bares, por lo que me pasaba 3-4 horas jugando solo contra mí mismo hasta que llegaba alguien y le pedía si quería jugar conmigo. Era triste acercarse a alguien en la barra de un bar con 21-22 añazos que tenía uno y preguntarle si le apetecía jugar conmigo porque estaba solo, pero más triste eran las horas anteriores en las que no tenía ni la opción de pedírselo a nadie.
Pasada esta etapa escabrosa de mi vida, decidí cambiar de bar e ir a jugar a otro cercano y comprarme mis propios dardos ... ya era uno de ellos! Atrás quedaron las penurias de pedir dardos prestados y manos llenas de tiza de tanto apuntar, ya tenía mi propio estuche Harrows con dardos de 21 gr y podía hablar sin tapujos de dónde los había comprado, de su peso, de si son mejores las dianas de piel de cabra u oveja, de si había que mojarla un poco para que no estuviera muy seca y el dardo no rebotase mucho, de la “media” de puntuación que tenía en los juegos, de si son mejores las colas largas o cortas o incluso del mismísimo diseño de la pluma ... ahhhh!!!! Por fin, ya era uno más de ellos!!!.
Mi amigo Álvaro de la universidad siempre me recuerda la primera vez que fue conmigo a este bar. Habíamos perdido el contacto después de acabar la carrera y tras 2-3 años sin vernos más que en unos simples partidos de fútbol quedamos para tomar unas cañas y hablar y ponernos al corriente de cómo nos había ido la vida en este tiempo. Tras unas pequeñas conversaciones en las que no profundizamos mucho en ningún tema porque no teníamos demasiada confianza, se le ocurre que podíamos jugar a los dardos y así romper un poquito el hielo y que la cosa fuera más animada. Por supuesto, le dije! Me levanto, me acerco a la diana, preparo todo, saco mi cajita con los dardos, los monto y cuando me giro para empezar a tirar le veo con una cara de pasmado que ni te cuento ...
- Qué co... estás haciendo, Rafa?!?!!?
- Cómo que qué hago?!?! Qué voy a hacer? No me has dicho que si jugábamos una partida? Pues eso, vamos ...
- Y qué has sacado de esa funda?
- Pues mis dardos!
- Qué?!?! Que tienes tus qué ...?!?!? Su cara de pasmado pasaba a incomprensión, a pena, a alucine, a pensar en qué narices estoy haciendo aquí con este friqui de los dardos, a lástima, a arrepentirse de haberme insinuado nada ...
- Bueno qué, vamos?! Yo a lo mío
Bueno, se calló todo lo que pensaba al respecto y cuando empezamos la partida me quiso dar conversación. Nooo!!! Noooo, no! Chhsss, no!!! Alto ahí! Alto ahí ... no nos equivoquemos ni por un momento. Todo el mundo sabe que cuando juegas a los dardos ... no se habla!!! No se habla porque pierdes la concentración en la partida, te distraes y si apuntas al 20 puedes dar al 1 y, claro, hay una sutil diferencia!!. Se lo expliqué y tras pegarle una paliza sin mediar palabra el resto de partida no quiso volver a jugar otra.
Mientras recogía mis dardos en la funda pensaba para mi que claro, en el fondo lo entendía, no le iba a reprochar nada por no querer seguir jugando, llevo tanto tiempo haciéndolo que no quiere que le humille de nuevo. Él, por su parte, también en silencio mientras apuraba su último trago de cerveza desde la mitad de la jarra, pensaba que con este friqui no volvía a jugar en la vida y que se plantearía el volver a quedar de nuevo. No deja ni que le hable después de años sin vernos!!!
Pasó algún tiempo y seguíamos jugando con asiduidad a los dardos, aunque uno de los Javi’s emigró y ya iba a jugar sólo con el otro. Como se nos daba bien, nos planteamos hacer un equipo de dardos y competir en una liga entre semana con gente de otros bares a ver si de verdad éramos buenos o no, por lo que se lo dijimos a Beltrán (El novio de “Testigos de Boda”), a Garrote (amigo de mi trabajo) y a Baile (amigo de Garrote). Eran equipos de 4 así que nos iríamos turnando ya que al ser entre semana a veces no todos podíamos ir.
Con estas nos apuntamos a una liga de Dardos Electrónicos. Nunca jugábamos con este tipo de dardos porque, además de costar dinero las partidas, nos gustaban menos, pero el premio al ganador era ir al Campeonato de España en Salou con todos los gastos pagados y estábamos convencidos de ello. Bueno, lo dejamos de estar tanto cuando vimos a Beltrán y Garro jugar ... en fin!.
Como esperábamos fue fácil y ganamos, pero llegó la hora del Campeonato de España y comenzaron las complicaciones. Baile y Beltrán no podían ir, así que necesitábamos un 4 jugador para ir al campeonato y no lo teníamos. Tras un sondeo de mercado no conseguimos a ningún amigo de mínimas garantías para ir y el dueño del bar donde jugábamos nos dio la solución, él conocía a un chaval que jugaba muy bien y se había quedado sin equipo y que podía ir con nosotros. Ninguno le conocíamos de nada ni le habíamos visto en la vida, pero como me recordó mi época de jugador solitario sin amigos con los que competir apoyé desde el primer momento esta opción.
La organización nos pagaba el alojamiento, la comida y las partidas que disputáramos en el torneo, corriendo sólo por nuestra cuenta el transporte, así que la opción de ir en el coche de Garro fue la más acertada teniendo en cuenta mis percances automovilísticos por todos conocidos y el viaje en avión que recientemente habíamos realizado a Londres.
Estábamos en medio de la liga y nos apeteció ir a conocer Londres, por lo que nos fuimos Javi, Beltrán, Garro y yo para hacer equipo, mayor cohesión. El avión salía un jueves de octubre a las 7 a.m. por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 5 a.m. para facturar, cosa que hicimos sin mayor problema. Las complicaciones llegaron en el primer control policial:
- Quién es Fernando Garrote? Preguntó el policía.
- Yo! contestó Fernando.
- Sabes que tienes el DNI caducado? Tú con esto no puedes viajar a Londres.
- Cómo que caducado?!? Que no puedo viajar a dónde? Pero si ...
- No! Con este DNI no puedes ir. Bueno, no es que no puedas ir, porque volar puedes, lo que pasa es que cuando vayas a entrar en el país y te pidan el DNI no te van a dejar entrar porque lo tienes caducado, por eso no te dejamos pasar. No tienes otro documento que te identifique ... el pasaporte?
- Pues no, aquí no lo tengo, le dijo al policía mientras ambos mirábamos en su cartera el carné de jugador de dardos internacional y yo rezaba todo lo que sabía porque no se le ocurriera sacarlo para identificarse con eso.
- Pues entonces nada!
- Cómo que nada?!?!? Pero si acabo de facturar la maleta y no me han puesto ningún problema?
- Ese no es mi problema. Tú con el DNI caducado no puedes pasar y si no tienes el pasaporte, nada. Si has facturado será porque no lo han visto.
Llegados a este punto, solo había una salida, así que les dije a Javi y Beltrán que se fueran ellos en el avión y cogieran nuestras maletas, que yo me quedaba con Garro y le acompañaba a su casa a por el pasaporte y cogeríamos el vuelo de las 12.
Tras una primera intentona infructuosa en la comisaría del aeropuerto para hacer un DNI de emergencia que no resultó debido a que era demasiado temprano y estaba cerrada ya que no se trataba de un 24 horas, me volví con él a su casa a por el pasaporte, hacer tiempo, darle un par de collejas bien dadas y volver al aeropuerto a coger el siguiente vuelo, pero al llegar al mostrador de la compañía ...
- Fernando? Sí, ya me han comentado los compañeros, perdona que antes se me haya pasado lo de tu DNI caducado. Sí, no tienes ningún problema en coger el siguiente vuelo porque ha sido error nuestro. Disculpa las molestias.
- Hola, le digo dándole mi DNI, yo también quiero plaza en el siguiente vuelo.
- Y tú? Y tú por qué? Por qué no has ido en el anterior si tenías todo en regla?
- Hombre! Pues porque no le iba a dejar solo!!
- Se me queda mirando con cara atónita y ... la verdad, es que es un gesto muy bonito por tu parte, sí, pero tú no puedes ir. Él volará gratis porque ha sido error nuestro pero tú, tú has renunciado a ir antes y por tanto te costará dinero volar ahora.
- Qué?!!? Que me costará qué ...?!?? Qué ha dicho del gesto?!?!?
- Pues que tú no has querido ir antes y ...
- No, no ... un momento, yo no es que no haya querido ir, vaya si quería! Cree que me levanto a las 4 a.m. y no he volado antes porque me hacía ilusión quedarme? Lo que pasa es que como él no pudo pues no le iba a dejar solo!
- Te repito que buen gesto, pero veremos si incluso hay plazas para ti aún pagando porque ...
- Vale, vale, muy bien ... mientras le quito el carné de la mano le digo: Pues ahora voy a ir al otro mostrador de la compañía y les voy a decir que yo también facturé antes pero que al llegar al control policial me di cuenta que había perdido mi DNI y por eso a mi tampoco me dejaron volar, que no es que yo renunciara, sino que no pude. Le mantuve la mirada.
Estoy convencido que no fue el argumento en sí, que podía ser un argumento de peso si no se lo dijera con el DNI en la mano, ni mi cara desafiante cuando sabíamos ambos que ella tenía razón, sino que pensó que sería la bomba que yo me quedara en tierra mientras Garro podía volar cuando todo había empezado por él. Creo que la situación le pareció demasiado sangrante para mi dignidad y nos dejó embarcar ya que el avión iba medio vacío. Y ya en el avión cuando la azafata se enteró que nuestras maletas habían ido en el vuelo anterior, alucinó. Todo esto justo después del 11-S, por lo que me imaginaba a Javi y Beltrán arrestados en el aeropuerto de Londres por llevar unas maletas que no son suyas porque viajaban a nombre de unos pasajeros que no iban en el avión y que estaban con armas blancas (se me ocurrió llevar mis dardos para competir allende los mares).
En fin, que siendo este nuestro más reciente precedente, nos decantamos por el coche de Fernando, eso sí, los 3 solitos y al chaval que iba a jugar con nosotros nos lo encontraríamos ya en Salou.
Me habían dado el teléfono del chaval para quedar con él en el aparta-hotel y vernos ahí, pero ya por el camino nos llamó unas cuantas veces para adelantarnos cómo eran las habitaciones y contarnos que estaba nervioso. Simplemente nos dijo que le reconoceríamos fácilmente en la recepción pese a que a esa hora estaba llegando casi todo el mundo de todas las partes de España ... y así fue, tenía razón.
Mira que por el camino íbamos debatiendo entre nosotros cómo sería y no nos pusimos de acuerdo, pero fue entrar en el hotel en medio de una jauría de fanáticos de los dardos cuando los 3 nos miramos y sin mediar palabra, supimos que era él ... delgado, bajito, zapatillas de gimnasia rítmica, pantalones pitillo tan ajustados en los que casi ni entraba él y de los que colgaba una cadena de una trabilla del pantalón a su bolsillo trasero sujetando la cartera, camiseta aún más ajustada marcando todos y cada uno de los huesos del cuerpo y pelo largo con coleta hasta la mitad de la espalda.
Una vez que nos identificamos en el aparta-hotel de la 2ª guerra mundial y que suponíamos con refugio antinuclear y nos dieron las 2 habitaciones dobles, subimos a dejar las cosas e irnos al hotel de enfrente donde se disputaría el campeonato al día siguiente para entrenar un poquito. Yo iba vestido con la ropa del trabajo y como la idea era jugar un poquito e irnos pronto a dormir porque al día siguiente empezábamos bien pronto, ni me cambié y salí con los pantalones del traje, zapatos y camisa. Pero Garro no quiso que “el coletas” se sintiera fuera de lugar y se plantó una camiseta de colores de Custo Barceló con el número 2 a la espalda con la que un día no nos dejaron entrar en ningún bar en Madrid, que ni pá qué!
Entramos en el hotel del campeonato y me bastaron cero coma segundos para darme cuenta que el que estaba fuera de lugar así vestido era yo. Era una sala inmensa con unas 100 máquinas de dardos electrónicos una junto a la otra y todas a tope de gente jugando y nadie iba de traje, iban normal, con ropa cómoda, como se suele ir a jugar a los dardos y no en plan boda.
En fin, que conseguimos una máquina y ahí que nos pusimos a jugar, a ver qué tal era este chaval. Bueno, yo cuando juego a los dardos no suelo hablar para no desconcentrarme, pero aquel día no hablaba del mosqueo que tenía. Si bien era cierto que simplemente era un entrenamiento y no pasaba nada, es que se me cayó el alma a los pies: Javi, que aunque tenga la mano temblorosa como si tuviera Parkinson juega muy bien, aquél día no metía ni una y fue preludio de un fin de semana bastante normalito para como suele jugar; Garro en su nivel, pero decidió que tenía que cambiar de estilo y se puso a jugar a pie cambiado e innovar (sí, sin duda era el día para hacer probaturas, pensé!); y por último “el coletas”, que nos lo vendieron como bueno y que no sabía si tiraba los dardos o los porros que no dejaba de fumarse.
Después de unas horitas apedreando la diana, salimos del hotel dispuestos a irnos a dormir pero con tan mala suerte que hay un tipo en una furgoneta aparcada en la puerta ofreciéndonos un chupito gratis en un bar de la ciudad. Llovía a mares y aunque sólo teníamos que cruzar la calle para ir a nuestro hotel, nos gustó la idea de no mojarnos y nos montamos en la furgoneta todos menos el chaval. Casi le tuvimos que prometer, jurar y perjurar que sólo era una copita y que volveríamos pronto ... ya!
Aún no sé cómo nos dejamos engañar de esa manera, aunque supongo que estábamos tan fumaos con el olor de sus porros que fue fácil convencernos para entrar en la furgoneta con otra gente que no conocíamos y que no sabíamos si se trataba de trata de blancos o qué narices era aquello. El hecho es que tras 20 minutos de camino nos sueltan en un bar, nos ponen un chupito y, hala, a hacer lo que queráis!.
Creo que la 1ª de las 10 llamadas que me hizo nuestro compañero esa noche ya fue en ese bar, que dónde estábamos y que si íbamos a tardar mucho, que estaba nervioso y no se podía dormir. Claro, al ser la 1ª, me hizo gracia y se lo comenté a estos y nos echamos unas risas, pero cuando cada media hora se repetían las llamadas ya no me hacía tanta gracia y algunas veces no se lo cogí.
Debían ser las 2 a.m. más o menos cuando Garro dijo que se iba de vuelta al hotel quedándonos Javi y yo a tomar la penúltima. Finalmente a eso de la 6ª-7ª llamada más o menos decidimos que era hora de volver al hotel, influenciados también porque nos cerraban el bar. Ingenuos de nosotros pensábamos que la furgoneta que nos había llevado hasta allí nos estaría esperando en la puerta para devolvernos al hotel ... ja!!! Allí ni taxis ni furgonetas ni coches ni ná de ná, aquella noche con lo que llovía sólo se veía agua, tiburones y windsurfistas por las calles.
Era la 1ª vea que estábamos en Salou y no teníamos ni plano ni nada por el estilo para guiarnos, por no tener ni la dirección del hotel. No sabíamos cómo ir de vuelta al hotel, sólo nos acordábamos que estaba en cuesta, fíjate tú! Al principio nos pusimos a deambular por debajo de los pocos toldos de tiendas o soportales que veíamos ya que lo único que nos preocupaba era no mojarnos ya que cualquier dirección de regreso podía ser buena porque no sabíamos dónde estábamos, bueno sí, sí lo sabíamos, estábamos perdidos en mitad de una ciudad a punto de inundarse.
Las llamadas se repetían con más insistencia que si estás un mes sin aparecer por casa, alucinante!!! y ya me daba miedo hasta coger el teléfono por si me daba una descargaba ya que iba calado hasta las rodillas, el agua que caía por las calles casi nos arrastraba, y el traje encogía por momentos. En una de las innumerables llamadas me dice que debido a la tormenta se ha ido la luz de toda la zona y que no se quiere dormir hasta que yo llegue porque tiene miedo a las tormentas ... en fin!
Después de casi hora y media vagando sin rumbo fijo por la ciudad, aparecemos en el hotel, que si el aspecto a luz del día era tenebroso no quiero ni contar cómo era en medio de una tormenta, sin luz y las habitaciones repletas de jugadores de dardos ... me daba miedo subir por las escaleras por si nos hacían una emboscada.
Tras un último intento de engañar a Javi para cambiar de habitación, por fin rezo todo lo que sé y abro la puerta. La imagen que vi al abrirla aún hoy la veo cada vez que abro una puerta ... Calado como estaba hasta los huesos como quien está una hora vestido debajo de la ducha, exhausto por las vueltas que di por la ciudad, las gafas empapadas y el pelo chorreando, veo al fondo del pasillo, en el salón, con la luz de la luna en la lejanía, una silueta envuelta en una nube que viene y va. Al olor a porro ya me estaba acostumbrando, pero, qué narices será ese chas! chas! que oigo cada poco?!?!? Y cuando me seco las gafas ... el chaval tenía un mechero en cada mano y cuando lo encendía se le veía la cara desencajada del que lo ha pasado mal toda la noche, pero se quemaba y encendía el de la otra mano.
- Hola! Te estaba esperando, se ha ido la luz y no me puedo dormir, menos mal que ya has llegado. Estás empapado!?!?!? Te dejo una toalla? ... me dijo mientras aparecía y desaparecía de mi visión.
Bien, pensé, llegados a este punto, casi es mejor que directamente me baje los pantalones y que haga conmigo lo que quiera, pero por favor que lo haga ya y me deje dormir tranquilo que si no, no voy a pegar ojo en toda la noche por el miedo. La escena de mi entrada en el hotel era de película porno como mínimo.
Con un ojo abierto y otro cerrado como los perros descansé aquella noche como pude ...
- Ehhh!!! Qué! Qué pasa ... qué pasa ... qué haces? A a dónde vas?
- Tranquilo, Rafa, tranquilo ... que tengo sed y voy a la cocina a beber un poco
- Ah! Ah!! Bu bu bueno ... bueno ... vale ... vale ... uuuffffff!!!!
A la mañana siguiente me puse el despertador antes de lo que habíamos estipulado sin que él lo supiera y le dije que es que me había despertado antes por los nervios del campeonato y ya no me pude dormir, así que pues me levanté. Que si me importa que te hagas unos porretes para llevarlos a jugar al campeonato porque te relaja??!? Nooo, nooo, no ... tranquilo, tú mismo, no te preocupes, yo casi prefiero desayunar un donut.
Por fin empiezan nuestras partidas. Con la chapita identificativa del equipo colgada en el pecho, me autoproclamé como el capitán y llevé al equipo hasta el estrellato, ya que nos estrellamos en la primera ronda ganando la primera de las partidas y perdiendo las 2 siguientes, si bien en mi descarga diré que nos las pusieron después de comer en mi hora de la siesta y, claro, con uno dormido, otro emporrado, otro tembloroso y el último innovando nueva técnica de tiro no se pudo hacer más.
Una vez eliminados, por la noche decidimos ir a comprar bebidas para hacer botellón en una habitación y luego salir de copas. Cuando Garro y yo estamos comprando, recibo una llamada de ... bueno, está claro de quién fue, el único que me llamó en todo el fin de semana. Me cuenta que ha tenido una desgracia familiar y que se tiene que volver a Madrid ese mismo sábado por la noche, que no hay vuelos ni trenes y que si le dejamos 50.000 pts para coger un taxi.
No teníamos tanto dinero entre los 3 para dejarle, así que se quedó toda la noche en la habitación y se fue al día siguiente por la mañana con la gente que le había llevado. No hemos vuelto a saber nunca más de su vida ni coincidido con él en el bar en Madrid, por lo que no sabemos si fue real o no. Aquella noche, por si acaso, nos quedamos en la habitación de al lado jugando a las cartas y me desplumaron con la pocha lo que no está escrito.
Sigo jugando a los dardos de vez en cuando, pero desde que me lo tomo menos en serio, no me importa tanto perder y hablo mientras juego, ya no gano tanto como antes.
Este hecho aislado no seccionó mi meteórica carrera en este mundo de gente peculiar pero hasta unos años más tarde no encontré con quién ni dónde practicar de forma continuada, teniéndome que conformar con las tómbolas del colegio cuando estaba en fiestas o las verbenas de los pueblos.
Fueron mis amigos los Javi’s los que hicieron renacer en mi esta virtud que durante años estuvo saliendo y ocultándose como los ojos del Guadiana. Teníamos unos 17 años cuando dimos cerca de casa con un bar de esos en los que además de beber sin más podíamos jugar a los dardos y nos aficionamos del todo ... a los dardos, me refiero, que a lo otro ya lo estábamos!.
Los comienzos no fueron como esperaba. Si bien éramos de los más jovencitos del bar que empezábamos a jugar a esto, yo traía tras de mi un gran curriculum de peluches, llaveros y muñecotes ganados por aquellas tómbolas del pasado, que mi dinerito me habían costado y que me hacían creer un gran jugador, pero pronto me pusieron los pies en la tierra.
En aquellos tiempos recuerdo cómo podías jugar con quién quisieras siempre que se respetaran unas reglas bastante sencillas: las partidas en diana de piel eran gratis y si querías jugar, caso de que alguien lo estuviera haciendo ya, tenías que apuntar la anotación de aquellos que estaban jugando en la pizarra y luego tú participabas contra el ganador. Si con los 3 dardos conseguías menos de 10 puntos en el 501, metías una moneda en una botella que había junto a la diana. Era fácil, si ganabas estabas jugando hasta que alguien te echara.
Las primeras veces me sirvieron bastante para el futuro, ya que me harté de hacer cálculos mentales de las puntuaciones que hacían los jugadores porque nunca llegaba a jugar un par de partidas seguidas y me tocaba apuntar siempre. La gente llevaba sus propios dardos para jugar, yo llegué a plantearme el llevar mi propio equipo de tizas y borrador para anotar! No había manera de ganar ni una sola partida y la botella se iba llenando a mi costa para un sorteo futuro ... Joe! Ni sorteo ni gaitas, que me lo dieran a mi directamente porque era mi dinero!!.
Iba pasando el tiempo y los Javi’s y yo nos íbamos aficionando cada vez más y más, hasta el punto de tomar por costumbre todos los fines de semana ir a jugar ahí antes de salir de marcha. La afición empezó a convertirse en un poco de obsesión cuando, con el paso del tiempo, íbamos jugando mejor y mejor hasta el punto de haber días que nadie nos echaba hasta las 2-3 a.m., momento en el cual dejábamos el bar para irnos a casa ... nunca gustó en el bar esa actitud porque cuando perdíamos la primera nos íbamos.
Era la época de la universidad y muchas veces los novillos (palabra casi en desuso que hay que retomar) consistían en ir hasta por la mañana a jugar ahí desde bien tempranito. Pasaré por alto esa época en la que algunos días mis amigos no podían venir a jugar entre semana por diversas razones y yo me iba solo al bar a jugar. Claro! después de tantos años seguro que tengo algún conocido ahí con el que echar alguna partidita que otra, pensaba yo. El problema es que a las 6 de la tarde de un martes de marzo, por poner un ejemplo, no suele haber mucha gente en estos bares, por lo que me pasaba 3-4 horas jugando solo contra mí mismo hasta que llegaba alguien y le pedía si quería jugar conmigo. Era triste acercarse a alguien en la barra de un bar con 21-22 añazos que tenía uno y preguntarle si le apetecía jugar conmigo porque estaba solo, pero más triste eran las horas anteriores en las que no tenía ni la opción de pedírselo a nadie.
Pasada esta etapa escabrosa de mi vida, decidí cambiar de bar e ir a jugar a otro cercano y comprarme mis propios dardos ... ya era uno de ellos! Atrás quedaron las penurias de pedir dardos prestados y manos llenas de tiza de tanto apuntar, ya tenía mi propio estuche Harrows con dardos de 21 gr y podía hablar sin tapujos de dónde los había comprado, de su peso, de si son mejores las dianas de piel de cabra u oveja, de si había que mojarla un poco para que no estuviera muy seca y el dardo no rebotase mucho, de la “media” de puntuación que tenía en los juegos, de si son mejores las colas largas o cortas o incluso del mismísimo diseño de la pluma ... ahhhh!!!! Por fin, ya era uno más de ellos!!!.
Mi amigo Álvaro de la universidad siempre me recuerda la primera vez que fue conmigo a este bar. Habíamos perdido el contacto después de acabar la carrera y tras 2-3 años sin vernos más que en unos simples partidos de fútbol quedamos para tomar unas cañas y hablar y ponernos al corriente de cómo nos había ido la vida en este tiempo. Tras unas pequeñas conversaciones en las que no profundizamos mucho en ningún tema porque no teníamos demasiada confianza, se le ocurre que podíamos jugar a los dardos y así romper un poquito el hielo y que la cosa fuera más animada. Por supuesto, le dije! Me levanto, me acerco a la diana, preparo todo, saco mi cajita con los dardos, los monto y cuando me giro para empezar a tirar le veo con una cara de pasmado que ni te cuento ...
- Qué co... estás haciendo, Rafa?!?!!?
- Cómo que qué hago?!?! Qué voy a hacer? No me has dicho que si jugábamos una partida? Pues eso, vamos ...
- Y qué has sacado de esa funda?
- Pues mis dardos!
- Qué?!?! Que tienes tus qué ...?!?!? Su cara de pasmado pasaba a incomprensión, a pena, a alucine, a pensar en qué narices estoy haciendo aquí con este friqui de los dardos, a lástima, a arrepentirse de haberme insinuado nada ...
- Bueno qué, vamos?! Yo a lo mío
Bueno, se calló todo lo que pensaba al respecto y cuando empezamos la partida me quiso dar conversación. Nooo!!! Noooo, no! Chhsss, no!!! Alto ahí! Alto ahí ... no nos equivoquemos ni por un momento. Todo el mundo sabe que cuando juegas a los dardos ... no se habla!!! No se habla porque pierdes la concentración en la partida, te distraes y si apuntas al 20 puedes dar al 1 y, claro, hay una sutil diferencia!!. Se lo expliqué y tras pegarle una paliza sin mediar palabra el resto de partida no quiso volver a jugar otra.
Mientras recogía mis dardos en la funda pensaba para mi que claro, en el fondo lo entendía, no le iba a reprochar nada por no querer seguir jugando, llevo tanto tiempo haciéndolo que no quiere que le humille de nuevo. Él, por su parte, también en silencio mientras apuraba su último trago de cerveza desde la mitad de la jarra, pensaba que con este friqui no volvía a jugar en la vida y que se plantearía el volver a quedar de nuevo. No deja ni que le hable después de años sin vernos!!!
Pasó algún tiempo y seguíamos jugando con asiduidad a los dardos, aunque uno de los Javi’s emigró y ya iba a jugar sólo con el otro. Como se nos daba bien, nos planteamos hacer un equipo de dardos y competir en una liga entre semana con gente de otros bares a ver si de verdad éramos buenos o no, por lo que se lo dijimos a Beltrán (El novio de “Testigos de Boda”), a Garrote (amigo de mi trabajo) y a Baile (amigo de Garrote). Eran equipos de 4 así que nos iríamos turnando ya que al ser entre semana a veces no todos podíamos ir.
Con estas nos apuntamos a una liga de Dardos Electrónicos. Nunca jugábamos con este tipo de dardos porque, además de costar dinero las partidas, nos gustaban menos, pero el premio al ganador era ir al Campeonato de España en Salou con todos los gastos pagados y estábamos convencidos de ello. Bueno, lo dejamos de estar tanto cuando vimos a Beltrán y Garro jugar ... en fin!.
Como esperábamos fue fácil y ganamos, pero llegó la hora del Campeonato de España y comenzaron las complicaciones. Baile y Beltrán no podían ir, así que necesitábamos un 4 jugador para ir al campeonato y no lo teníamos. Tras un sondeo de mercado no conseguimos a ningún amigo de mínimas garantías para ir y el dueño del bar donde jugábamos nos dio la solución, él conocía a un chaval que jugaba muy bien y se había quedado sin equipo y que podía ir con nosotros. Ninguno le conocíamos de nada ni le habíamos visto en la vida, pero como me recordó mi época de jugador solitario sin amigos con los que competir apoyé desde el primer momento esta opción.
La organización nos pagaba el alojamiento, la comida y las partidas que disputáramos en el torneo, corriendo sólo por nuestra cuenta el transporte, así que la opción de ir en el coche de Garro fue la más acertada teniendo en cuenta mis percances automovilísticos por todos conocidos y el viaje en avión que recientemente habíamos realizado a Londres.
Estábamos en medio de la liga y nos apeteció ir a conocer Londres, por lo que nos fuimos Javi, Beltrán, Garro y yo para hacer equipo, mayor cohesión. El avión salía un jueves de octubre a las 7 a.m. por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 5 a.m. para facturar, cosa que hicimos sin mayor problema. Las complicaciones llegaron en el primer control policial:
- Quién es Fernando Garrote? Preguntó el policía.
- Yo! contestó Fernando.
- Sabes que tienes el DNI caducado? Tú con esto no puedes viajar a Londres.
- Cómo que caducado?!? Que no puedo viajar a dónde? Pero si ...
- No! Con este DNI no puedes ir. Bueno, no es que no puedas ir, porque volar puedes, lo que pasa es que cuando vayas a entrar en el país y te pidan el DNI no te van a dejar entrar porque lo tienes caducado, por eso no te dejamos pasar. No tienes otro documento que te identifique ... el pasaporte?
- Pues no, aquí no lo tengo, le dijo al policía mientras ambos mirábamos en su cartera el carné de jugador de dardos internacional y yo rezaba todo lo que sabía porque no se le ocurriera sacarlo para identificarse con eso.
- Pues entonces nada!
- Cómo que nada?!?!? Pero si acabo de facturar la maleta y no me han puesto ningún problema?
- Ese no es mi problema. Tú con el DNI caducado no puedes pasar y si no tienes el pasaporte, nada. Si has facturado será porque no lo han visto.
Llegados a este punto, solo había una salida, así que les dije a Javi y Beltrán que se fueran ellos en el avión y cogieran nuestras maletas, que yo me quedaba con Garro y le acompañaba a su casa a por el pasaporte y cogeríamos el vuelo de las 12.
Tras una primera intentona infructuosa en la comisaría del aeropuerto para hacer un DNI de emergencia que no resultó debido a que era demasiado temprano y estaba cerrada ya que no se trataba de un 24 horas, me volví con él a su casa a por el pasaporte, hacer tiempo, darle un par de collejas bien dadas y volver al aeropuerto a coger el siguiente vuelo, pero al llegar al mostrador de la compañía ...
- Fernando? Sí, ya me han comentado los compañeros, perdona que antes se me haya pasado lo de tu DNI caducado. Sí, no tienes ningún problema en coger el siguiente vuelo porque ha sido error nuestro. Disculpa las molestias.
- Hola, le digo dándole mi DNI, yo también quiero plaza en el siguiente vuelo.
- Y tú? Y tú por qué? Por qué no has ido en el anterior si tenías todo en regla?
- Hombre! Pues porque no le iba a dejar solo!!
- Se me queda mirando con cara atónita y ... la verdad, es que es un gesto muy bonito por tu parte, sí, pero tú no puedes ir. Él volará gratis porque ha sido error nuestro pero tú, tú has renunciado a ir antes y por tanto te costará dinero volar ahora.
- Qué?!!? Que me costará qué ...?!?? Qué ha dicho del gesto?!?!?
- Pues que tú no has querido ir antes y ...
- No, no ... un momento, yo no es que no haya querido ir, vaya si quería! Cree que me levanto a las 4 a.m. y no he volado antes porque me hacía ilusión quedarme? Lo que pasa es que como él no pudo pues no le iba a dejar solo!
- Te repito que buen gesto, pero veremos si incluso hay plazas para ti aún pagando porque ...
- Vale, vale, muy bien ... mientras le quito el carné de la mano le digo: Pues ahora voy a ir al otro mostrador de la compañía y les voy a decir que yo también facturé antes pero que al llegar al control policial me di cuenta que había perdido mi DNI y por eso a mi tampoco me dejaron volar, que no es que yo renunciara, sino que no pude. Le mantuve la mirada.
Estoy convencido que no fue el argumento en sí, que podía ser un argumento de peso si no se lo dijera con el DNI en la mano, ni mi cara desafiante cuando sabíamos ambos que ella tenía razón, sino que pensó que sería la bomba que yo me quedara en tierra mientras Garro podía volar cuando todo había empezado por él. Creo que la situación le pareció demasiado sangrante para mi dignidad y nos dejó embarcar ya que el avión iba medio vacío. Y ya en el avión cuando la azafata se enteró que nuestras maletas habían ido en el vuelo anterior, alucinó. Todo esto justo después del 11-S, por lo que me imaginaba a Javi y Beltrán arrestados en el aeropuerto de Londres por llevar unas maletas que no son suyas porque viajaban a nombre de unos pasajeros que no iban en el avión y que estaban con armas blancas (se me ocurrió llevar mis dardos para competir allende los mares).
En fin, que siendo este nuestro más reciente precedente, nos decantamos por el coche de Fernando, eso sí, los 3 solitos y al chaval que iba a jugar con nosotros nos lo encontraríamos ya en Salou.
Me habían dado el teléfono del chaval para quedar con él en el aparta-hotel y vernos ahí, pero ya por el camino nos llamó unas cuantas veces para adelantarnos cómo eran las habitaciones y contarnos que estaba nervioso. Simplemente nos dijo que le reconoceríamos fácilmente en la recepción pese a que a esa hora estaba llegando casi todo el mundo de todas las partes de España ... y así fue, tenía razón.
Mira que por el camino íbamos debatiendo entre nosotros cómo sería y no nos pusimos de acuerdo, pero fue entrar en el hotel en medio de una jauría de fanáticos de los dardos cuando los 3 nos miramos y sin mediar palabra, supimos que era él ... delgado, bajito, zapatillas de gimnasia rítmica, pantalones pitillo tan ajustados en los que casi ni entraba él y de los que colgaba una cadena de una trabilla del pantalón a su bolsillo trasero sujetando la cartera, camiseta aún más ajustada marcando todos y cada uno de los huesos del cuerpo y pelo largo con coleta hasta la mitad de la espalda.
Una vez que nos identificamos en el aparta-hotel de la 2ª guerra mundial y que suponíamos con refugio antinuclear y nos dieron las 2 habitaciones dobles, subimos a dejar las cosas e irnos al hotel de enfrente donde se disputaría el campeonato al día siguiente para entrenar un poquito. Yo iba vestido con la ropa del trabajo y como la idea era jugar un poquito e irnos pronto a dormir porque al día siguiente empezábamos bien pronto, ni me cambié y salí con los pantalones del traje, zapatos y camisa. Pero Garro no quiso que “el coletas” se sintiera fuera de lugar y se plantó una camiseta de colores de Custo Barceló con el número 2 a la espalda con la que un día no nos dejaron entrar en ningún bar en Madrid, que ni pá qué!
Entramos en el hotel del campeonato y me bastaron cero coma segundos para darme cuenta que el que estaba fuera de lugar así vestido era yo. Era una sala inmensa con unas 100 máquinas de dardos electrónicos una junto a la otra y todas a tope de gente jugando y nadie iba de traje, iban normal, con ropa cómoda, como se suele ir a jugar a los dardos y no en plan boda.
En fin, que conseguimos una máquina y ahí que nos pusimos a jugar, a ver qué tal era este chaval. Bueno, yo cuando juego a los dardos no suelo hablar para no desconcentrarme, pero aquel día no hablaba del mosqueo que tenía. Si bien era cierto que simplemente era un entrenamiento y no pasaba nada, es que se me cayó el alma a los pies: Javi, que aunque tenga la mano temblorosa como si tuviera Parkinson juega muy bien, aquél día no metía ni una y fue preludio de un fin de semana bastante normalito para como suele jugar; Garro en su nivel, pero decidió que tenía que cambiar de estilo y se puso a jugar a pie cambiado e innovar (sí, sin duda era el día para hacer probaturas, pensé!); y por último “el coletas”, que nos lo vendieron como bueno y que no sabía si tiraba los dardos o los porros que no dejaba de fumarse.
Después de unas horitas apedreando la diana, salimos del hotel dispuestos a irnos a dormir pero con tan mala suerte que hay un tipo en una furgoneta aparcada en la puerta ofreciéndonos un chupito gratis en un bar de la ciudad. Llovía a mares y aunque sólo teníamos que cruzar la calle para ir a nuestro hotel, nos gustó la idea de no mojarnos y nos montamos en la furgoneta todos menos el chaval. Casi le tuvimos que prometer, jurar y perjurar que sólo era una copita y que volveríamos pronto ... ya!
Aún no sé cómo nos dejamos engañar de esa manera, aunque supongo que estábamos tan fumaos con el olor de sus porros que fue fácil convencernos para entrar en la furgoneta con otra gente que no conocíamos y que no sabíamos si se trataba de trata de blancos o qué narices era aquello. El hecho es que tras 20 minutos de camino nos sueltan en un bar, nos ponen un chupito y, hala, a hacer lo que queráis!.
Creo que la 1ª de las 10 llamadas que me hizo nuestro compañero esa noche ya fue en ese bar, que dónde estábamos y que si íbamos a tardar mucho, que estaba nervioso y no se podía dormir. Claro, al ser la 1ª, me hizo gracia y se lo comenté a estos y nos echamos unas risas, pero cuando cada media hora se repetían las llamadas ya no me hacía tanta gracia y algunas veces no se lo cogí.
Debían ser las 2 a.m. más o menos cuando Garro dijo que se iba de vuelta al hotel quedándonos Javi y yo a tomar la penúltima. Finalmente a eso de la 6ª-7ª llamada más o menos decidimos que era hora de volver al hotel, influenciados también porque nos cerraban el bar. Ingenuos de nosotros pensábamos que la furgoneta que nos había llevado hasta allí nos estaría esperando en la puerta para devolvernos al hotel ... ja!!! Allí ni taxis ni furgonetas ni coches ni ná de ná, aquella noche con lo que llovía sólo se veía agua, tiburones y windsurfistas por las calles.
Era la 1ª vea que estábamos en Salou y no teníamos ni plano ni nada por el estilo para guiarnos, por no tener ni la dirección del hotel. No sabíamos cómo ir de vuelta al hotel, sólo nos acordábamos que estaba en cuesta, fíjate tú! Al principio nos pusimos a deambular por debajo de los pocos toldos de tiendas o soportales que veíamos ya que lo único que nos preocupaba era no mojarnos ya que cualquier dirección de regreso podía ser buena porque no sabíamos dónde estábamos, bueno sí, sí lo sabíamos, estábamos perdidos en mitad de una ciudad a punto de inundarse.
Las llamadas se repetían con más insistencia que si estás un mes sin aparecer por casa, alucinante!!! y ya me daba miedo hasta coger el teléfono por si me daba una descargaba ya que iba calado hasta las rodillas, el agua que caía por las calles casi nos arrastraba, y el traje encogía por momentos. En una de las innumerables llamadas me dice que debido a la tormenta se ha ido la luz de toda la zona y que no se quiere dormir hasta que yo llegue porque tiene miedo a las tormentas ... en fin!
Después de casi hora y media vagando sin rumbo fijo por la ciudad, aparecemos en el hotel, que si el aspecto a luz del día era tenebroso no quiero ni contar cómo era en medio de una tormenta, sin luz y las habitaciones repletas de jugadores de dardos ... me daba miedo subir por las escaleras por si nos hacían una emboscada.
Tras un último intento de engañar a Javi para cambiar de habitación, por fin rezo todo lo que sé y abro la puerta. La imagen que vi al abrirla aún hoy la veo cada vez que abro una puerta ... Calado como estaba hasta los huesos como quien está una hora vestido debajo de la ducha, exhausto por las vueltas que di por la ciudad, las gafas empapadas y el pelo chorreando, veo al fondo del pasillo, en el salón, con la luz de la luna en la lejanía, una silueta envuelta en una nube que viene y va. Al olor a porro ya me estaba acostumbrando, pero, qué narices será ese chas! chas! que oigo cada poco?!?!? Y cuando me seco las gafas ... el chaval tenía un mechero en cada mano y cuando lo encendía se le veía la cara desencajada del que lo ha pasado mal toda la noche, pero se quemaba y encendía el de la otra mano.
- Hola! Te estaba esperando, se ha ido la luz y no me puedo dormir, menos mal que ya has llegado. Estás empapado!?!?!? Te dejo una toalla? ... me dijo mientras aparecía y desaparecía de mi visión.
Bien, pensé, llegados a este punto, casi es mejor que directamente me baje los pantalones y que haga conmigo lo que quiera, pero por favor que lo haga ya y me deje dormir tranquilo que si no, no voy a pegar ojo en toda la noche por el miedo. La escena de mi entrada en el hotel era de película porno como mínimo.
Con un ojo abierto y otro cerrado como los perros descansé aquella noche como pude ...
- Ehhh!!! Qué! Qué pasa ... qué pasa ... qué haces? A a dónde vas?
- Tranquilo, Rafa, tranquilo ... que tengo sed y voy a la cocina a beber un poco
- Ah! Ah!! Bu bu bueno ... bueno ... vale ... vale ... uuuffffff!!!!
A la mañana siguiente me puse el despertador antes de lo que habíamos estipulado sin que él lo supiera y le dije que es que me había despertado antes por los nervios del campeonato y ya no me pude dormir, así que pues me levanté. Que si me importa que te hagas unos porretes para llevarlos a jugar al campeonato porque te relaja??!? Nooo, nooo, no ... tranquilo, tú mismo, no te preocupes, yo casi prefiero desayunar un donut.
Por fin empiezan nuestras partidas. Con la chapita identificativa del equipo colgada en el pecho, me autoproclamé como el capitán y llevé al equipo hasta el estrellato, ya que nos estrellamos en la primera ronda ganando la primera de las partidas y perdiendo las 2 siguientes, si bien en mi descarga diré que nos las pusieron después de comer en mi hora de la siesta y, claro, con uno dormido, otro emporrado, otro tembloroso y el último innovando nueva técnica de tiro no se pudo hacer más.
Una vez eliminados, por la noche decidimos ir a comprar bebidas para hacer botellón en una habitación y luego salir de copas. Cuando Garro y yo estamos comprando, recibo una llamada de ... bueno, está claro de quién fue, el único que me llamó en todo el fin de semana. Me cuenta que ha tenido una desgracia familiar y que se tiene que volver a Madrid ese mismo sábado por la noche, que no hay vuelos ni trenes y que si le dejamos 50.000 pts para coger un taxi.
No teníamos tanto dinero entre los 3 para dejarle, así que se quedó toda la noche en la habitación y se fue al día siguiente por la mañana con la gente que le había llevado. No hemos vuelto a saber nunca más de su vida ni coincidido con él en el bar en Madrid, por lo que no sabemos si fue real o no. Aquella noche, por si acaso, nos quedamos en la habitación de al lado jugando a las cartas y me desplumaron con la pocha lo que no está escrito.
Sigo jugando a los dardos de vez en cuando, pero desde que me lo tomo menos en serio, no me importa tanto perder y hablo mientras juego, ya no gano tanto como antes.
1 comentario:
jajajajajaja, vaya experiencias que tienes, mare mia. Un placer que vuelvas a escribir. UN SALUDO DESDE ALMERIA
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