lunes, 4 de abril de 2011

El Metro

Soy una de esas personas a las que le ha afectado de lleno la crisis. El más claro ejemplo de ello es que ahora voy a trabajar en Metro y, antes, sin embargo, iba en autobús. Podéis pensar que no hay gran diferencia, pero ya lo creo yo que la hay!.

Te levantas por la mañana ajeno a todo. Con más o menos humor te diriges andando hacia la parada de Metro más cercana a tu casa y empiezas jugando … vamos a ver cuantos pasos soy capaz de dar con los ojos cerrados en línea recta sin chocarme con nada. Venga, va, hasta esa farola … y los vas contando y cada vez andas más y más despacio por miedo a tropezar con algo, algo que no existe porque ya te habías fijado antes que no había nada en 50 metros a la redonda. No has llegado, los has abierto antes!! Uff! Es que era mucha distancia, venga va, hasta esa papelera de ahí …

Y con estos jueguecitos absurdos llegas a los 15 minutos a la entrada del Metro. Abres los ojos el tiempo suficiente para enfilar la puerta, porque en cuanto pasas el umbral los vuelves a cerrar por el aire. La bocanada que te llega es tan fuerte que no sabes por qué cierras los ojos y aguantas la respiración hasta que media hora más tarde sales del Metro y la vuelves a retomar.

Bajas unas pequeñas escaleritas y observas cuál es la puerta de cristal que está abierta. Da igual que sea de salida o de entrada, eso no importa, tú haces cola para pasar por la que está abierta. Al lado, hay otras 4 cerradas, pero no te la juegas a intentar abrirlas y no poder con su peso. Si están cerradas, será por algo. Seguro que antes alguien lo intentó y no pudo con ellas.

Observas que ya no quedan taquillas como las de antes y las que hay están vacías, por lo que te diriges a las cajas automáticas a sacar tu abono del mes. Después de seleccionar el abono que no es, por fin das con el tuyo y pagas con la tarjeta de crédito. No funciona!! Un mensaje te indica que no lee tu tarjeta … ya! Seguro? Pero si el otro día en la tienda funcionó?!? No te queda otra que pagar con dinero pero … y si realmente te han cobrado de la tarjeta y ahora pagas por 2ª vez? Te va a tocar esperar hasta fin de mes, mirando todos los días la cuenta bancaria para comprobar que efectivamente no te lo han cobrado. Qué tensión! Yo por eso no saco mi abono hasta el último día, para no sufrir. Bueno, una vez se me pasó el plazo y lo compré el 1er día de mes … ni contar el mesecito que pasé!.

Con el ticket aún en la mano lo metes en el torno y sigues andando, pero no contabas con que no funcionaba y te golpeas con la máquina en una zona muy dolorosa. Lo retiras incrédulo -joé, si te lo acabas de comprar cómo es que no funciona!- y cuando quieres meterlo de nuevo, ya no puedes, el viajero que va justo detrás de ti no podía esperar ni un segundo y ya está con su ticket metiéndolo en la máquina.

Es en este momento cuando te entra una duda existencial … me puedo poner el 1º del torno de al lado o tengo que esperar la cola entera? Porque claro, tú ya estabas ahí antes que ninguno. Y decides hacer la cosa intermedia, dejas pasar a uno pero te metes inmediatamente detrás. Sigue sin funcionar!!! Y te das cuenta que llevas en la mano el abono que acabas de comprar que es para el mes siguiente. Lo cambias y pasas. Ay, qué cabecita tengo!, te vas pensando.

Mientras vas guardando el abono continúas andando y llegas a tu escalera mecánica y te asalta una pequeña duda que no dura nada, escasos segundos, de si ponerte a la derecha o bajar andando por la izquierda. Es el tiempo justo para que de un empujón decidan por ti y te manden a la derecha. Si venías algo dormido, ya te han despertado de golpe.

Hay una regla no escrita pero respetada por todos en el Metro: aquí no se pide perdón por nada. Si te empujan, te aguantas, ya tendrás tiempo tú de empujar a alguien en tu trayecto y desquitarte. Pero nunca, nunca pidas perdón, jamás!, está mal visto. Si esperas eso de alguien, haberte ido en autobús … Nenaza, esto es el Metro!.

Después de recorrer cientos de pasillos interminables estás llegando al andén con un par de periódicos, una encuesta hecha, un zumo de papaya de propaganda para el que has esperado una cola, un seguro de vida y una nueva cuenta bancaria abierta en el banco de turno. Escuchas como llega un tren y observas si dobla gente la esquina o los que llevas delante corren. Sí, efectivamente, es tu tren, y comienzas a moverte con el muy bien llamado trote cochinero. Ni corres ni andas, es una mezcla en la que te bamboleas sin compás y, cuando estás cerca y el conductor te ha visto … piiiii!! Se empiezan a cerrar las puertas. Ahora corres como no lo has hecho antes y entras dando un salto y girando en el aire tipo Matrix. Estás contento, dos por uno: has entrado y además ya has golpeado a alguien al hacerlo.

Tenemos suerte que los andenes en España no son como en Londres, con mamparas de cristal separando la vía del andén. No me quiero ni imaginar la de gente estampada por no calcular bien. El tren que llega, se abren las puertas de cristal, la gente corre, salta … y estampados contra el tren porque el conductor no ha hecho coincidir puerta de vagón con la de cristal … ufff! Qué golpe!

Pero tú ya estás dentro, que es de lo que se trataba. Cuando retomas el aire, observas a la gente: chicos jóvenes sentados en el suelo escuchando la música del móvil sin cascos, algunos durmiendo, otros andando por dentro del vagón, los más leyendo uno de los miles de periódicos del vecino, otros haciendo equilibrios por no sujetarse y poder golpear a alguien, haciendo los sudokus de otros … pero lo que más llama la atención de todo, sin duda alguna … cuánta gente fea hay!!! Ostras!! Luego en la calle no ves tanta, por qué??!?!.

Y me pongo a sonreír. Sí, me he fijado que si sonríes por la mañana desentonas. Bueno, desentonas si sonríes por la mañana, al mediodía, por la tarde … Que se fastidien, que piensen que soy feliz, que les de rabia.

Ensimismado estoy en estas reflexiones, agarrado a la barra para no caer, cuando llegamos a la siguiente estación y entra gente a tropel. Por qué siempre hay alguien que se apoya en tu barra y te aplasta los dedos? Y qué haces entonces, le acaricias la nuca, le rascas la espalda? No, aguantas el dolor para demostrar que tú estabas antes y que si a él no le importa, a ti tampoco.

Y llega tu parada. Con los dedos amoratados sin sangre intentas pulsar el botón de la puerta y no se abre. Tranquilo, ya habrá alguien que se encargue de darle por ti y te mire como perdonándote la vida … oye! Que si no fuera porque no siento los dedos yo también lo hubiera hecho, que sé hacerlo!.

Pero si la 1ª regla no escrita del Metro es que no se pide nunca perdón, la 2ª es que no se admite la duda. Las puertas ya están abiertas y no te has movido en el primer milisegundo, por lo que los viajeros que intentan salir te empujan contra la muralla de gente que intenta entrar. Porque esta es otra, por qué la gente colapsa las salidas y siempre hay alguien que ya ha entrado antes de que todos salgan? La consigna es que no salgan los feos a la calle?

Con el mareo del parón en seco del vagón en mitad de las estaciones, los frenazos y los empujones, te diriges al transbordo. Entre tanto túnel y gente sabes perfectamente cuál es tu camino, allá donde esté la escalera mecánica estropeada. No falla, siempre es la tuya.

Vuelves a llegar a otro andén de distinta línea, pero el tren se acaba de ir. En el reloj indica que llegará en 2 minutos pero … te lo crees, te fías? Puedes mirar tu reloj y cronometrar disimuladamente hasta que venga para comprobar si es verdad, pero es demasiado friqui y además alguien te puede ver y pensar, con razón, que estás pirado … 1, 2, 3, 4 … te pones a contar los segundos en bajito y así nadie se percata. Cuando entra en la estación no sabes si es a tiempo o no porque te has perdido en la cuenta.

Por fin llega tu parada. Ya has sufrido lo que es salir lento de un vagón y no estás dispuesto a que vuelva a suceder lo mismo, así que esta vez lo haces embalado y consigues una buena posición al llegar a las escaleras mecánicas. Te pones en la izquierda y estás subiendo a buen ritmo, incluso golpeando a algún que otro viajero que está a la derecha cuando, a escasos 3-4 escalones del final del tramo, el que va delante de ti se para en seco y decide que ya no anda más, que espera que la escalera le lleve. Ni él contaba con tu empujón ni tú con su frenazo … tablas.

Ya estás cerca de la salida y sigues vivo, amoratado y con bultos como un serpa, pero vivo al fin y al cabo. Te relajas, te confías, y ese es tu error. Crees que para salir por los tornos hay que hacer lo mismo que para entrar y sacas de nuevo el abono transporte para picar (en el peor de los casos sacas las llaves de casa … esto ya merece estudio aparte). Tranquilo, aún puedes disimular haciendo como que miras algo, pocos se han dado cuenta y a esos, también les habrá pasado alguna que otra vez.

Y llegas a las últimas puertas, esas de cristal en las que en una de ellas pone en un letrero gigantesco “abre fácil” y jamás has visto abierta. Imposible. Nadie nunca ha podido abrirla. Y aprovechas que alguien ha abierto otra y te planteas el salir sin tocarla, sin usar las manos, pasando por el huequecito que deja el de delante y que se las apañe el de detrás. Esto es un logro, el mayor éxito que puede alcanzar un viajero del Metro. Cruzar una puerta sin tocarla …. Uaahhh!! Qué pasada! Te ves capacitado, sabes que es difícil pero puedes hacerlo. Y cuando estás en ello, el de delante no la ha abierto lo suficiente y cuando la suelta no estás lo suficientemente pegado a él y se te viene encima. Tu planteamiento era no tocarla, así que te cuesta cambiar el chip e intentas sujetarla casi sin fuerza, así, como de pasada, levemente … y no puedes con su peso. Estás haciendo el ridículo y tienes que sacar ambas manos para frenar el golpe y sacar fuerzas de donde no las tenías … si es que me tenía que haber pegado más al de delante!!!! Piensas.

Ya te quedan pocos Metros para la superficie, sólo las últimas escaleras, el tiempo justo para echar una carrerita al que llevas junto a ti y hacerte el encontradizo con esa persona que has visto en los vagones pero que no te apetecía mucho hablar con ella en el Metro. El Metro no está para hablar y menos por las mañanas, es sabido por todos.

Ya en la superficie, retomas el oxígeno y entras contento en la oficina … ya no hay feos.

viernes, 17 de julio de 2009

La 1ª cita

Sin duda la peor parte de ser soltero son las citas a ciegas. Quizá para los que se encargan de organizar una entre dos personas que no se conocen sea algo divertido, pero para los involucrados puede llegar a resultar de lo más incómodo que hay. Es cierto que nadie te obliga a ir, pero muchas veces te coge por sorpresa.

Fui muy precoz en esta tradición tan arraigada entre las parejas consolidadas que, cuando se aburren entre ellos, organizan una cita entre amigos comunes para pasar el rato. Ya con 17 años empecé a coger experiencia en este arte y casi hasta nuestros días no he parado de recabar la suficiente información como para una tesis al respecto.

Es conocido por todos que en la 1ª cita, mientras el chico se va a casa con la esperanza de no haberlo hecho del todo mal y poder tener un 2º encuentro, la chica a los 5 minutos ya sabe de sobra si va a haber una 2ª cita o no y si hay posibilidades de algo más que amistad entre ellos.

La 1ª cita es importante porque es la 1ª impresión que se causa, pero si la pasas, la 2ª y 3ª son vitales, esenciales, son las que marcarán tu futuro con esa chica. Si las desaprovechas sin demostrar algo, como mucho en el futuro sólo seréis amigos sin opción a nada más. Podrás llegar a ser un “chico majo” … y ese es el pero piropo que puedes escuchar de alguien que te gusta.

Como tengo la misma teoría de un amigo, la primera vez que le propuse quedar a cenar fue entre semana, porque si las cosas van mal no nos estropeamos mutuamente el fin de semana. Y no podía ser al cine, ya que es malgastar una cita sin apenas hablar y conocernos. Además, ya tuve una mala experiencia en una 1ª cita metiéndome en una película de lucha libre en versión original, que para qué contar!.

Yo ese día estaba nervioso, no era como otras veces que me habían hecho una encerrona y bajo la apariencia de una comida familiar en la que iba en chándal después de jugar al fútbol y sin duchar, me encontraba con dos desconocidas compartiendo mesa y mantel. No, aquella vez ya la había conocido antes en una fiesta pero era la 1ª cita a solas.

Ante todo tenía claro que jamás se puede llegar tarde la 1ª vez. Al menos tú, ella se hará un poquito de rogar, pero tú tienes que estar a tu hora, sino antes.

Llegué con tanto tiempo de sobra que pude dar varias vueltas a la manzana y elegir un sitio estratégico, perfecto. Ni en la puerta para que no se sintiera agobiada ni necesidad de tomar un taxi para llegar a donde había aparcado. La distancia justa para un breve paseo charlando.

Mientras esperaba me quedé un buen rato escuchando música dentro del coche intentando relajarme. El reloj no corría y en vez de tranquilizarme me estaba poniendo más y más nervioso al darme cuenta que de tantas vueltas que había dado para aparcar, había perdido un poquito la orientación de dónde estaba y dónde había quedado, así que decidí salir del coche y analizar la zona. Le puse el antirrobo y allá que me fui a rastrear.

Por fin la eterna espera finalizó y tras 45 minutos de vueltas en el coche, escuchar música haciendo tiempo y paseos por el barrio, ella apareció. Todo estaba tan bien organizado que nada podía fallar: ella muy bien arreglada, coche lavado, restaurante bueno con reserva, bares de copas pensados pero haría que parecieran improvisados …

Y no sé muy bien cómo, todo se torció desde el principio. Al llegar al coche tras el breve paseo …
- No! no me lo puedo creer
- Qué! Qué pasa? Me pregunta
- No me lo puedo creer!
- Pero qué pasa, Rafa?
- Pues que le he puesto el antirrobo al coche y … que … que no puedo abrirlo, que no tengo la llave!
- Cómo que no tienes qué?!?!
- Pues eso! Que no tengo la llave! La maldita llave … que se me ha olvidado en casa!
- Estás de broma, no? - Sólo me lo preguntó una vez. No me conocía de nada pero le bastó preguntármelo una sola vez y mirarme a la cara para darse cuenta de la situación. Y ahora? Qué hacemos ahora?
- Pues … pues … ufff! y yo qué sé! Bueno, pues como aún tenemos tiempo, vamos a mi casa en metro, cojo la llave y volvemos.
- Que vamos a … a qué?!
- Sí, vaya! Que vamos a por la llave que no tardamos nada y luego nos vamos a cenar. Dónde está el metro?
- El metro?!?!
- Claro! Qué quieres hacer entonces?
- Mira, vamos a coger un taxi y …
- No, hombre, no! Un taxi con el atasco que hay, no llegamos en la vida! Venga, vamos al metro.

El paseo hacia el metro lo definiría como bonito. Sí, creo que sí … agradable quizá también. Sí, quizá esa es la palabra adecuada. A un comienzo como este, si lo sabes llevar, pues sacarle mucho partido. Y empezó a llover. Supongo que mientras yo aprovechaba los largos silencios para pensar en que se me estaba ensuciando el coche, ella pensaba en qué hacía con un desconocido camino del metro, vestida casi para una boda, mientras se tapaba en los soportales para que no se le rizara el pelo.

Tras muchos silencios y recuperar las llaves, por fin volvimos al lugar donde había aparcado el coche. Abro la puerta del conductor con la llave y cuando me dispongo a entrar, veo que se mete ella primero por mi puerta. Tardé unos segundos en reaccionar porque no me podía creer lo que estaba viendo y en mi cabeza se agolpaban multitud de preguntas sin respuesta lógica … Por qué entraba por mi puerta y se iba a gatas hasta el asiento del copiloto? Por qué no entraba por su puerta? Por qué me llenaba todo el asiento de barro con los zapatos mojados? Por qué me movía el espejo retrovisor de un cabezazo? Por qué … por qué!

Estas cosas o las afrontas en el momento y pasas ahí el mal trago o luego ya no tiene sentido volver atrás, remover el pasado, así que se lo pregunté a pecho descubierto … por qué lo has hecho? Me respondió que creía que le estaba abriendo la puerta como un caballero para que pasara ella antes!!!! Ni se sonrojó, oye! Como una princesa, sí señor! Con el pelo chorreando por la lluvia y la cara de tonto que se me quedó con la contestación, intenté arrancar el coche en estado de shock sin mediar palabra.

Mira, sinceramente, a esas alturas de la cita y con todo lo vivido en ese rato, ni me inmuté cuando el coche no me arrancó. Tanto escuchar música con el coche apagado mientras la esperaba no podía ser del todo bueno. Me dio absolutamente igual. En otros momentos te preocupas, te acuerdas de todos los antepasados habidos y por haber del creador del coche y juras en arameo. Pero allí sentado, sin saber porqué narices no podía tener una cita como cualquier otro mortal de la tierra y calado hasta los huesos, me daba todo igual.

Salí del coche, le dije que se pusiera ella en el volante (me daba igual si reptaba por dentro del coche o usaba las puertas o prefería pasar resbalando por encima del capó, el caso es que se colocara en el volante) y mientras yo empujaba que metiera 2ª y … me vino de lujo para pensar y recomponer la noche.

Con todos los planes trastocados y ya sin llegar al restaurante que tenía reservado, nos fuimos a uno que ella conocía. Tras la cena, no estaba el tiempo como para ir de bar en bar buscando uno agradable para tomar algo tranquilo y la noche parecía estar tocando a su fin. Estábamos un poco incómodos con la ropa algo mojada, así que para salvar la situación y poderse cambiar de ropa, dio un paso al frente y me ofreció tomar una copa en su casa. Había hecho tiramisú, que según ella era su especialidad y quería que lo probara.

Como relatarlo … en fin! Su especialidad puede que lo fuera y dudo mucho que alguien lo haga igual. No le quito su mérito. Aquello era … era … era como comer cola-cao a cucharadas. Pero ni siquiera el turbo que se disuelve antes en la boca, uy! quita quita, qué va!!!! Era el de toda la vida, el de antaño, el que tardas días en disolverlo con la leche … pues sin leche. Ahí, a palo seco. Nada, sin leche ni galletas ni magdalenas ni nada para acompañarlo. Pero si mi madre le echaba menos polvos al de mi desayuno!!!
- Qué tal está? Te gusta?
- Mmmmm … sí, sí, … glup … claro, claro … está muy rico. Contesté con la boca llena a ver si con un poquito de suerte escupía algo de cola-cao al hablar y no tenía que tomármelo entero.
- Es que lo he hecho por la mañana y ha sobrado algo de la comida. Mi compi de piso no ha podido con todo. Sabes cocinar? Quieres que te de la receta? Es muy fácil!
Nos ha fastidiado que es fácil, cómo no va a serlo, pensé, si hasta yo puedo!!!! Basta con abrir el bote de cola-cao y ya está! Si quiero la receta la miro en el prospecto.
- No, no, gracias, gracias, no te preocupes … soy muy malo cocinando. Pero … glup … muy bueno, sí.

En la tiritona que me empezaba a entrar no sé si tenía más peso el seguir empapado o el postre asesino que no conseguía acabar. Tras una lucha sin cuartel y repetir una vez por educación y querer ligar (no precisamente en ese orden), se levantó a poner música.
- Sabes qué disco me encanta? Un disco que lo escucho muchísimas veces y me evade, me hace olvidar lo malo, me transporta, me …
- No sigas! Le interrumpí. Con la intuición que tengo y lo que sé de música, como si lo viera, no me digas más … Dirty Dancing con los bailes de Patrick Swayze.
No tengo ni idea de porqué se me ocurrió aquella estupidez ni que vi o que sentí o qué pensé para decirlo, pero me salió así.
- La Misión, me contestó un poco perpleja.

Estaba claro que esa cita ya había tocado a su fin. Eso era imposible levantarlo y no me sentía con fuerzas ni para intentarlo. Por suerte llegó al instante su compañera de piso y tras una breve charla de 10 minutos y un número mayor de retortijones, me despedí hasta más ver.

Estaba claro que nos debíamos una 2ª oportunidad, o al menos eso es lo que pensaba yo. Puse tanto interés que, mirándolo con la perspectiva que da el tiempo, creo que ella fue medio por compromiso para cerciorarse de si lo que pasó fue la realidad o un espejismo.

Como había quedado claro en la 1ª cita que la noche no era lo mío, decidí quedar a comer. Sí, me manejo mejor a plena luz del día, comiendo soy bueno.

Con los errores anteriores bien aprendidos y dejando que se subiera al coche por donde le pareciera oportuno sin hacerle preguntas incómodas, nos fuimos a un asiático. La comida no iba mal, de hecho iba de lujo, hasta que llegó el primer plato, ese me mató. Echó por tierra la buena gestión de los primeros 20 minutos de cita.

Yo estaba estrenando brakets y no quería estropearlos por lo que pedí un plato fácil de comer, arroz. Bueno, cómo explicarlo para los que no hayan llevado nunca hierros en los dientes. Si ya de por sí notas algo raro en la boca, piensas que cada vez que hablas todo el mundo te mira los dientes, hablas raro y te duele todo, no se me ocurrió otra cosa que pedir arroz. Fue en el primer tenedor que me eché a la boca cuando sucedió … la mitad de los granitos encajados en los hierros!!!!

Con la lengua lo intentas, pero nada, no salen. Te tapas un poquito con la servilleta mientras te hurgas pero es inútil, no hay manera. Quizá con la púa del tenedor saldrán? Ni por esas. Tampoco me ayudó mucho en mi ya de por sí a esas alturas mellada autoestima, el que ella me hiciera ver que estaba sangrando un poquito por la boca. Con la educación que no tuve al hurgarme, pedí permiso para ir al baño y cuando me miré en el espejo aquello era la guerra. Parte de los brakets se habían soltado, algunos habían desaparecido entre los granos de arroz (ya noté alguno un poco duro) y el hierro suelto me estaba rajando la boca por dentro.

Volví a la mesa sabiendo que ya estaba todo el pescado vendido y no probé más bocado. Observé cómo ella acababa de comer y yo hablaba poco para que el hierro no atravesara el carrillo hasta fuera como un piercing.

Una tercera cita!!!! Tenía claro que me merecía una 3ª cita, que sólo podía mejorar! Pero ella no pensaba lo mismo y me lo dejó claro con un: “Me caes casi casi casi tan bien como yo a ti”.

Una pena, la cosa iba por buen camino.

martes, 14 de octubre de 2008

Viaje en autobús

Después de una semana de vacaciones en Gijón con la familia tocaba volver a Madrid. Se me habían acabado los días de descanso y mi autobús de vuelta a casa salía en una hora. Como un autómata estaba haciendo el equipaje para volver de nuevo a la rutina diaria, metiendo todas mis cosas en la maleta en un orden previamente establecido y estudiado basado en la experiencia de anteriores viajes, mientras hacía un rápido repaso de lo vivido esos días.

Es alucinante a qué velocidad funciona a veces la mente, verdad?. Te puedes pasar horas y horas pensando y notando que algo se te olvida, que algo no marcha según lo previsto, que hay algo que no te encaja pero no aciertas a ver lo que es y te dices a ti mismo: “Bah! Seguro que cuando no lo piense, me acordaré de lo que es!” Y seguí con toda naturalidad guardando todo en la maleta.

Y así sucedió. Tras el último repaso a la habitación y cerciorarme que no se me olvidaba nada, que no me dejaba nada atrás, le comenté a mi hermana que seguía echando algo en falta, así que si lo veía ella otro día que me lo devolviera. Pero no hizo falta. Cuando tuve todo dentro de la maleta y le puse el candado … zas! Joé! Ya está, ya lo tengo!

Es una mezcla de sensaciones, porque por un lado sentí un pequeño alivio ya que después de mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza por fin me había acordado, pero por otro también noté una pequeña angustia al darme cuenta que no tenía la llave del candado, que se me había olvidado en mi casa de Madrid. Ya decía yo que no la veía …

Bueno Rafa, pensé tranquilamente, que no cunda el pánico, no pasa nada, y me bajé del marco de la ventana del 6º piso cuando estaba a punto de saltar. Aunque mi documentación está en la maleta, el móvil, las llaves de casa y el billete del autobús están en el bolsillo. Mal será que …

Estaba ya en mi asiento en el autobús, perfectamente acoplado y deseando que se me pasaran rápido las 6 horas de viaje que tenía por delante, cuando empiezo a notar cierta sensación incómoda en el estómago. Al principio pensé que sería porque seguía teniendo hambre, que ese sándwich de ensaladilla rusa que compré en la máquina de la estación no había sido suficiente alimento.

Pero ya no había marcha atrás. Ya no tenía tiempo para tomar medidas. El autobús arrancó y con él mi pesadilla. El mp3 estaba muy bien guardado dentro de la maleta y los cascos que me dieron para ver la peli durante el camino no funcionaban, supongo que para oír con toda nitidez al conductor recomendarnos encarecidamente que el baño que hay en el autobús no es para “hacer mayores”, como él lo definió.

Yo sonreí pensando quién narices en su sano juicio se iba a poner ahí a … pero no había terminado de pensar la frase cuando el sándwich que me comí hizo acto de presencia erigiéndose en uno de los principales protagonistas del viaje. Nuevos sabores que en la primera ingesta no conseguí apreciar afloraban ahora en mi boca en todo su esplendor. Mi estómago parecía una lavadora y yo soltaba fuego como un dragón por todos sitios.

Los sudores y la tiritona que empezaba a sentir no se mitigaban en absoluto con el simple hecho de ponerme la tobera del aire acondicionado apuntándome directamente a la cabeza a su mayor potencia. Le empezaba a transmitir sudor a la chica de al lado como si de dos vasos comunicantes se tratara. Al principio había pensado en ayudarle con su sudoku, siguiendo los consejos de un amigo en estos casos, pero lo descarté pronto al percatarme que ella se separaba más y más por momentos, llegando casi a sentarse en el pasillo.

En mis constantes visitas al baño para lavarme la cara y relajarme, siempre se me aparecía el mismo dilema; por un lado, el conductor con una escobilla de váter zumbándome por todo el autobús y gritándome que el baño no estaba para hacer mayores; por otro, mi estado físico me hacía pensar en “ancha es castilla” y nunca mejor dicho, y dar rienda suelta a todo lo habido y por haber.

Finalmente más mal que bien aguanté 3 horitas de nada hasta que llegamos a un área de servicio para una parada técnica de 10 minutos y seguir camino a Madrid. Son esas horitas que se pasan en un suspiro, vamos, que en ese estado haces testamento porque no sabes cómo va a terminar la cosa.

Cuando nos paramos salí escopetado al servicio de la gasolinera pasando por encima de niños, ancianos, chicas haciendo sudokus y demás compañeros de fatigas sin reparar en cuanto dejaba atrás.

Pero … es curioso cómo reacciona el cuerpo humano en algunos momentos, no? Porque puedes aguantar, qué se yo!, mismamente las 3 horas de camino sin hacer nada, simplemente con tus sudores fríos, tu boca y lo que no es tu boca ardiendo como una barbacoa, pero aguantas. Sí, no sabes muy bien cómo lo haces pero lo consigues. Pero basta que te veas en la puerta del servicio, basta que toques el pomo de la puerta o que sueñes que lo tocas para que … para qué contar!

Por qué?!?! Qué es el tiempo?!?! Qué narices son 5 segundos más en la vida de un hombre?!?! Qué es eso en comparación con toda la eternidad o, sin ir tan lejos, con las 3 angustiosas horas que acabas de vivir?!?! Por qué tu cuerpo dice “hasta aquí hemos llegado”?!?! Qué le importaba llegar 3 pasos más después de tanto sufrimiento compartido?!?! Joé! Que estábamos los 2 en esto, que nos teníamos el uno al otro!!! … y me abandonó!

Lo que tenía que pasar ocurrió. Llegados ya a ese punto, lo que allí dentro se vivió es inenarrable.

Cuando empecé a ser un poquito yo mismo, comencé a percatarme de todos esos aspectos intrínsecos a la situación y que no me iban ayudando lo más mínimo en recuperar la autoestima. Antes la cosa no estaba para perder tiempo preocupándome por si alguien me observaba o limpiando la taza del váter o buscando un servicio con papel o … pero ahora sí. Ahora era el momento de pensar con más calma en todo eso y … Dios! Por qué a mi? Y ahora, qué?

Creo que salí del baño en peor estado de como entré. Bien es cierto que internamente yo me sentía un poco mejor, pero las caras de la gente me demostraban que externamente no era el caso … sudando que parecía llevar gomina, la camiseta como recién sacada de la lavadora bien entalladita y el pantalón corto de deporte que, en fin, dejémoslo en que calaba.

Pensé que en estos casos lo mejor era actuar con naturalidad, sin darle importancia al lamentable aspecto que llevaba, así que me fui a la tienda de la gasolinera a comprar una botellita de agua como quien no quiere la cosa. Pese a estar la cartera con la tarjeta y el dinero en la maleta, siendo previsor como soy, llevaba unos euritos en el bolsillo de lo que aún yo consideraba un pantalón de deporte.

Compré el agua, un sorbito y … pufff!!!! Pero qué … pero qué porquería es esta?!?!?! Miro bien el bote, la gente me mira preguntándose porqué escupo todo … agua con sabor a manzana azucarada?!?!? Pero qué broma es esta??!?! Por qué narices el bote es igual que el de el agua normal?!?!? Lo de menos era el haberme escupido encima, lo malo era el sabor asqueroso que se me quedó en la boca!

Mientras veía a una china correr desesperada gritando en su idioma por toda la gasolinera quitándome algo de protagonismo, lo cual agradecí, entré de nuevo a la tienda a por otra botellita de agua de toda la vida, de manantial o no potable, me daba igual, el caso era quitar ese sabor de boca que juntado con el del sándwich para que seguir contando.

Por fin salí de la tienda y me dirigí a coger el … el qué, joé?!?! El qué narices iba a coger!?!? El autobús o el automierdas!!!! Que se había pirado!!! Que se había ido sin mi??!?! Pero cómo era posible que … Dios!!! Por un instante dudé en cómo había llegado hasta allí, si en autobús, en mi coche, corriendo, en autogiro, a lomos de un velociraptor …. A punto del colapso oí los gritos de la china y entendí chino al instante, se había quedado sin autobús igual que yo. Bueno, igual igual no, que ella no sabía español pero no parecía una vagabunda como otro que yo me sé.

Después de buscar el autobús por la gasolinera por si se había escondido y me estaban gastando una bromita, me paré a reflexionar y analizar la situación con calma … AHAHAHAHAHAHAHHA!!!!!! JOEEEEE!!!!! \@"$!ª!··$ª#~@##!! Una vez que te desahogas ya piensas bastante mejor. Vamos a ver, estoy tirado en mitad de la nada, apestando a sudor y lo que no es sudor, sin maleta y solo con mi móvil, las llaves de casa, una botella de agua y unos euritos … suficiente para un McGyver como yo.

Me manejo bastante mejor si cabe con el chino cantonés y la mujer se declinaba por el chino mandarín, pero bueno, no fue óbice para llegar a un entendimiento rápido ... ella por su lado y yo por el mío.

Tras enésimas conversaciones con la agencia de autobuses y aguantar toda clase de insultos por ser tan paquete de perder el autobús (creo que la chica que llevaba al lado en el viaje fue la instigadora de que saliera antes de la hora prevista), consigo que me admitan en el siguiente que pase.

Aún quedaba una horita larga tirando a casi 3, así que tenía tiempo para mi y para pensar, lo cual a veces conviene que no tenga tanto, la verdad. Fui a la tienda del agua en la que ya me tuteaban al ser cliente habitual y me dirigí directo a la sección de revistas. Tenía tanto tiempo que me compré un periódico deportivo, uno de noticias nacionales y una revista del corazón, pero cuando me estaba yendo, se me iluminó esa lucecita que parecía fundida, esa lucecita que siempre me aparece en los momentos difíciles y me hace actuar con criterio.

Lo tengo!! Había visto una oferta en Ragazza de una camiseta muy chula de “médicos sin fronteras” y me la iba a comprar (otra cosita interesante para leer). Decidí asearme. Sí, era lo mejor visto mi estado.

Pero cuando la vida se empeña en poner todo en tu contra …
- Hola! Soy yo otra vez -dije sonriendo
- Hola! Qué tal el agua esta vez? -me contesta la cajera con cierta sorna mientras pasa los artículos por la caja
- Bien bien, gracias, no sé si está caducada o no pero al menos sabe mejor que la otra.
- Son 10 euros
- Toma … y la camiseta que viene con la revista? Por eso la compro, eh!, no te vayas tú a creer que … vamos que a mi estás revistas no me … -me callé al ver que tenía en la mano la del corazón
- No, la camiseta no te la dan ahora. Dentro viene un vale y si juntas 10 vales ya te la damos.
- Cómo?!?! Pero … 10 vales? Y … y … 10 vales! Uff!!
- Qué haces entonces?
- Espera espera … da igual que sean 10 vales del mismo número o tienen que ser de números distintos? –la pillé, jeje
- Pues pues … no sé … la promoción acaba de salir hoy y …
- Ya está, espera un momento –y me piré corriendo a por 9 números más de la revista –Ya estoy, me cobras todo y me das la camiseta, por favor? –cuando se me mete una idea en la cabeza …
- No sé yo si esto sirve pero … bueno … son 50 € todo
- 50 qué?!?!?! Que no tengo tanto!!!! -Malditas botellas de manzana y de agua!!- Bueno, pues entonces dejo … dejo … jeje, está claro! … me quedo con el deportivo.

Salí de la tienda cargado con las revistas y me fui al baño para cambiarme de camiseta. Lo primero era secar un poquito esos pantalones de deporte que me estaban dando asco, así que aproveché que estaba solo en el baño y me los quité y los puse a secar en el secamanos de la pared. La cosa marchaba bien hasta que empezó a entrar gente que venía en otro autobús.

- Perdone! Perdone! Vienen en un autobús camino de Gijón en dirección a Madrid?
Me miró de arriba abajo, se quedó mirando un ratillo abajo donde se suponía que debería llevar puestos los pantalones, me volvió a mirar arriba, hizo una mueca y ni me contestó. Lo seguí intentando con otros y ya por fin encontré el mío, sí!

Con el pantalón a medio secar me lo puse, me cambié de camiseta y tiré la usada y salí corriendo al autobús a explicarle al conductor mi situación y que yo era el que … sí, ya le había llegado a sus oídos mi aventura!

Por fin, por fin estaba de nuevo camino de Madrid. En una de las 200 llamadas que hice a la empresa de autobuses me confirmaron que tenían mi maleta y ya me quedé tranquilo. Todo se estaba solucionado a Dios gracias.

Y llegamos a Madrid. Paramos en la estación de Méndez Álvaro y me fui directo a la agencia a por mi maleta.
- Hola, buenas noches! Soy Rafa, el que ha estado llamando esta tarde. Vengo por lo de mi maleta
- Hola Rafa. A ver, me puedes enseñar, por favor, tu DNI para comprobar los datos que nos has dado por teléfono?
- No, verás, es que no te lo puedo enseñar porque precisamente mi DNI está en la maleta.
- Pues entonces, lo siento mucho, pero no te la podré dar.
- Pero cómo que no me la podrás dar! Pero si es mi maleta!!! Si os he llamado mil veces y pico y he hablado con todos vosotros y me decíais que ya la teníais!!?!?
- Sí, lo sé, pero sin un documento que te acredite, no puedo entregarte nada … lo siento.
- Espera espera … vamos a ver … no estoy documentado! Te digo que está todo en la maleta! Yo iba en otro autobús con mi equipaje y …
- Si la historia no me la cuentes que ya me la sé! Pero sin un documento no puedo hacer nada, lo siento. Siguiente?
- Llama a tu responsable, por favor.

Casi me apalean en la cola por la que estaba montando, pero ya veía tan cerca mi maleta que no me iba de ahí sin ella, vamos, faltaría con todo lo que había pasado!!!. Tras duras negociaciones consigo convencer al responsable y me hago con mi maleta. Ya era tarde y estaba agotado. No tenía dinero para el metro como para pensar en un taxi.

Y mi lucecita volvió a brillar. Relleno los test de Ragazza en las 10 revistas con distintas soluciones a ver qué sale o, intento venderlas y recuperar algo de dinero para el taxi? La primera opción era sin duda la más tentadora, pero siendo práctico me decanté por la 2ª … y así me fue!

Cuál es el público objetivo de estas revistas, me pregunté. Descartando los tipos que se quedan tirados en las gasolineras, las quinceañeras sin duda! Y andaba yo por la estación ofreciendo las revistas a buen precio a cuantos grupos de chicas jóvenes veía cuando una pareja de no tan jóvenes se me acercó.
- Hola, buenas noches!
- Hola, buenas noches! Quieren una revista a 4 €? Me ha costado 5 y …
- Me puede enseñar la documentación, por favor?
- Qué?
- Si nos puede enseñar la documentación, por favor. Tiene permiso para vender aquí esto?
- Y qué permiso necesito? Quiénes son ustedes? Y qué documentación les voy a enseñar?
La chica me enseñó una de esas plaquitas que llevan los polis de las pelis.
- La documentación, por favor! Le hemos estado observando molestando a varias chicas en la estación.
- Per per perdón, per per perdón! Yo yo yo creía que … que ustedes … vamos que …
- Nos enseña la documentación de una vez!
- No, bueno, verán! Jeje … se van a reír, porque se van a reír! Vamos que tengo el DNI en la maleta y no tengo llave para abrirla así que …
- Abra la maleta! –el chico era más arisco que la chica, todo hay que decirlo … y no se rió, no!-
- Es que no tengo la llave. Acabo de llegar de Gijón en un autobús y perdí la maleta en el primero que iba y conseguí llamar a otro que me recogiera cuando estaba perdido bueno tirado en una gasolinera y no tengo dinero para un taxi porque me gasté todo en revistas para una camiseta porque yo hablé con los de la agencia y me …
- Contra la pared, por favor.
- Qué? Pero si yo no … por favor si yo …
- Por favor, contra la pared! Manos y pies abiertos y contra la pared!
- No me lo podía creer! No daba crédito. Casi llorando de impotencia obedecí. Y cuando me empieza a cachear el hombre, me acuerdo que … -no, no no por favor, ahí no …- No me dio tiempo a avisarle
- Pero qué?!?! Pero qué guarrada es esta? Pero estos pantalones … pero …
- Joé! Si es que quería explicarles antes que cuando me paré en …
- Vamos a comisaría! Si no tiene documentación a la p… comisaría le dijo a su compañera un poco mosqueado por lo que había tocado (entendible, hasta cierto punto, entendible. Si me pongo en su situación … uyyy!!!)

Y allí me tenéis en la comisaría cargado con mi maleta y mi colección de revistas enterita porque no me dio tiempo a vender ninguna. Aguanté todo lo que pude pero al final, ante la amenaza de una multa por estar indocumentado, no me quedó más remedio que rajar la maleta y sacar mis documentos. Que porqué no lo había dicho antes, que menuda historia que nadie se cree, que porqué lo de entrar a quinceañeras, que … en fin, que conseguí salir sin cargos y sin las revistas por si me daba por reincidir.

Finalmente a las tantas de la noche consigo coger un taxi que me llevara a casa. Había sido un día agotador, iba exhausto, agotado, pensando en mis cosas, evadido del mundo real cuando …
- Eh! Eh! Chaval!!! Eh, despierta! Eh! Que ya hemos llegado!
- Ehh!! Qué qué … que hemos llegado? A dónde? A dónde hemos llegado?
- Pues a Madrid! Al final del viaje. Esta es la última parada y te tienes que bajar.
- Ostras! Qué qué ha pasado …
- Que te has quedado dormido … anda baja y coge tu maleta.

Habíamos llegado a Méndez Álvaro. Estaba en la estación de autobuses. Me había quedado dormido todo el camino. El autobús estaba vacío y yo era el último pasajero, no quedaba ni la niña del sudoku. Me levanté atontado, cogí mi maleta y me fui a casa a descansar. Por suerte todo había sido un sueño … o no, porque sí llevaba mi camiseta de médicos sin fronteras y el dolor de estómago era ya casi insoportable.

Lo pasé tan mal que ya nunca me duermo en el autobús, por precaución.

lunes, 16 de junio de 2008

Independizarse

Tarde o temprano llega un momento en la vida en la que debes abandonar el nido familiar y ver si puedes valerte por ti mismo. Algunos motivos típicos que te llevan a tomar tal decisión son el estudiar o trabajar en otra ciudad, buscar tu propio espacio, compartir piso con amigos, casarte … el mío ha sido la edad. Viendo que mis padres no abandonaban su propio hogar no me ha quedado más remedio que hacerlo a mi.

Aprovechando que tenía las defensas bajas un día de resaca, me despertó pronto mi madre diciendo que había visto un apartamento ideal para mi. Después de hacer los números oportunos y ver que toda la familia secundaba con más entusiasmo que yo esta decisión, no me quedó más remedio que comprarlo.

Al fin y al cabo, pensé, al ser en construcción aún me quedan 2 añitos más hasta que me lo den y seguir en casita, tranquilo. Y aún no había acabado de pensar esta frase cuando ya estaba fuera de casa de mis padres. Cómo pasa el tiempo, qué barbaridad!!!

Después de 35 cortos años de vida en común y ser el último hermano en abandonar la casa, suponía que el disgusto sería tan grande que esto había que tratarlo con mucha sutileza. Se me encogía el corazón cuando me venían a la mente las típicas frases de madre con lágrimas en los ojos de “Rafa, te ha faltado algo?”, “es que no has estado contento?”, “te hemos tratado mal?” “hemos fallado en algo?” “sabes que no tienes la necesidad de irte” … el asunto era más que delicado.

Pero poco a poco fui cambiando de opinión aunque al principio no lo quería ver. Desde que firmé las escrituras todos los plazos que tenía en mente saltaron por los aires y se fueron acortando incomprensiblemente ante mi estupor. Estaba claro que mis padres no tenían la misma hoja de ruta que yo. Debió ser que ese día no sincronizamos bien los relojes.

Un día, después de recibir varias indirectas, decidí coger el toro por los cuernos y hablar con mi madre sobre los acontecimientos. Quizá no fuera el mejor momento ya que estaba un poco condicionado por los hechos recientemente acaecidos y además esa noche había dormido mal, con muchísimo calor, sudando como nunca y levantándome un par de veces al baño a refrescarme sin saber muy bien el porqué. Me fui a trabajar pensando en los motivos de aquello y si eran los nervios pero ahí lo dejé. Durante la mañana recibo una llamada de mis padres comentándome que si volvía pronto de trabajar, que me ayudaban a llevar cosas a casa que me habían empaquetado. Una hora más tarde la misma llamada para decirme que ya lo llevaban ellos, que ni me preocupara. Suerte, pensé, me he librado! Pero al llegar a casa …
- Rafa, me dice mi padre con voz solemne al cruzármelo por el pasillo, ya te puedes ir a dormir a tu casa porque te hemos hecho la cama
Aún no tengo muy claro la cara que se me quedó, pero sólo pude decir un escueto “gracias”. Quizá debí haber sido más expresivo, no lo sé, pero tampoco tuve mucho tiempo para reflexionar en ello porque inmediatamente me cogió mi madre por banda y me sentó en la cocina.
- Ufff, qué mal he dormido hoy, qué calor!!!, le digo, parece mentira que en pleno enero tengamos estas temperaturas que …
- Calor?!?! Pero si no llegamos a los 10 grados?
- Pues no sé qué habrá sido, si me sentó algo mal ayer, si …
- A ver si ha sido la doble ventana?
- La doble qué?!?!
- Sí, la doble ventana que hemos puesto en tu habitación. No la has visto?
- Visto??!?! Pero si no me habíais dicho nada! Pues ya la podíais haber puesto hace tiempo!
- No, antes no podíamos porque tu hermano no quería
Claro! es lógico, medité … mi hermano con el que compartía habitación y se fue de casa hace 10 años no la quería
- Bueno, comenta mi madre, has visto cómo está la habitación, qué poquitas cosas te quedan ya! Yo creo que en un par de viajecitos más ya tienes todo limpio.
- Sí, la verdad es que cada vez noto que hay menos cosas, ya solo me queda la ropa, algunos libros y … ostrás! Me levanto como una bala hacia mi habitación con mi madre detrás pisándome los talones para que no me escapara y … qué ha pasado con mi colección de coches de la repisa??
- Ay! Ay ay ay … qué ilusión le ha hecho al hijo del portero cuando los ha visto!!! No se lo podía ni creer! Le han encantado!! Estaba emocionado!!
Emocionado?!?! Sí, bien, puede que sí. Puede que yo también estuviera “emocionado” en ese momento, pero probablemente con otro matiz. Bien es cierto que cuando mi madre me preguntó qué tenía pensado hacer con la colección, le dije que no me la iba a llevar, que no la quería. Pero joé!!! Una cosa es que no la quiera y otra que no disponga yo de ella como me parezca!!!

Volví a la cocina en estado de sock y no quedó más remedio que hablar de fechas
- Bueno, mamá, creo que en un par de semanas ya me iré a mi casa
- Pero tanta prisa tienes?!
- No, no, bueno, no no no es por prisa -le decía mientras pensaba en mi cama hecha en mi casa, mi colección de coches inexistente, mis cuadros empaquetados en el trastero, todas mis cosas en bolsas ya en mi casa- es que ya que la tengo pues …
- Bueno, en fin, pues vamos a hacer una lista de la compra con las primeras cosas y mañana te las compro y te las llevo
Tras una larga lista como sólo una madre sabe hacer …
- Creo que ya no te queda nada más, lo principal está todo
- Sí, bueno, creo que está todo. Me queda el alcohol pero eso ya lo compraré yo
- Ah, sí, cierto! No, no te preocupes que también te lo compro yo, que no me cuesta nada
- No mamá, ya lo hago yo mañana, tú con esto ya es suficiente
- Pero si a mi no me cuesta nada! A ver, apunta: alcohol, agua oxigenada, tiritas, mercromina …
Tardé, sí, tardé en ponerme a escribir.
- Espabila! Escribe alcohol …
No me lo esperaba. Obviamente no estábamos pensando en el mismo tipo de alcohol, pero no quise decir nada. Definitivamente, ya lo compraría yo.

Aún tenía un plazo de 2 semanas para irme, pero el 1er fin de semana que llegó ya lo hice. Era entrar en mi habitación y sentirme fuera de lugar, ya no había casi nada mío. Así que me inventé mil excusas y razones para que no se sintieran mal al acortar los plazos y pareciera que estaba deseando irme y les dije que el sábado ya me llevaba todo y me iba. No hubo opción, el viernes al volver de trabajar me encontré mi taza de desayuno fregada y envuelta en una bolsita encima de mi mesa de la habitación para que “no se me fuera a olvidar”.

El sábado, sin desayunar, cogí mi taza y lo poco que me quedaba y me fui definitivamente a mi casa.

A pesar de ser de 1ª mano, me lo dan amueblado, por lo que el estilo decorativo reúne todo tipo de tendencias. Al principio se entremezclan las nuevas adquisiciones que compras con toda tu ilusión, con las cosas que te prestan y colocas de forma temporal y estarán ahí más años que las nuevas y con aquellas que vienen con el piso. En este apartado no puedo dejar pasar por alto el dormitorio principal, el único que tengo por otro lado, donde me encuentro con una cama de la corte isabelina con cabecero y patas de hierro a la que se le olvidaron poner el quitamoscas para cerrar el conjunto. Supongo que le colgaré una lámpara de araña y unos tapices en las paredes en lugar de cuadros para no romper la armonía.

Las 2 primeras noches fueron muy extrañas y dormí mal. La primera porque me sentía como fuera de lugar, incómodo, y no sólo por el frío que pasé por no encender la calefacción y ahorrar costes, sino porque me preguntaba cómo se sentirían ahora mis padres tras casi 50 años con hijos en casa … solos? La 2ª noche mi preocupación fue más honda si cabe debido a que me costó procesar toda la vivencia de aquél día. Cómo se sentirían … aliviados? Sí, creo que sí.

Por la mañana me llamó mi madre y no para preguntarme qué tal había dormido por primera vez en mi casa, nooooo, sino para que fuera a la suya a acabar de desmantelar mi habitación. Conversación, por otro lado, que a simple vista transcurrió como siempre que llaman las madres: “si … que sí, que ya te he dicho que sí … vale … va va vale … bu bu bueno, que cuando pueda … que sí … que ya … hasta lue … que hasta lue… que sí, que ya te he … valeee, adiós …. adiós”. El único matiz sin importancia es que esta vez era ella la que me decía eso. Dios! Qué soledad el primer día!!!! Y mi madre, que me llama y no es para hablar, que me cortaba!!!! Pero no se daba cuenta que yo quería hablar?!?!?

En fin, que cuando llegué a su casa … no quedaba nada! Tuve que salir de nuevo y volver a entrar por si me había equivocado y metido en otra casa … alucinante!!! Deberían dedicarse a reformas integrales de cualquier tipo de superficie en menos de 12 horas. Vamos, que casi les pillo haciendo las invitaciones para la fiesta de inauguración de su propia casa 35 años después!

Una vez pasadas las primeras noches, toca el hacerse a vivir solo … y cuesta, vaya si cuesta, pero a base de paciencia uno se acostumbra a todo. Me arrepentí de vivir solo muy pronto, la primera semana …

Me levanto para ir a trabajar y al abrir la nevera no encuentro hecho el cola-cao … y ahora? Ahora qué, qué narices hago? La cerré y volví a abrir por si había mirado mal pero, qué narices iba a mirar mal! Ahora tendría que hacérmelo yo! Ufff …

Sin desayunar me ducho, afeito, visto y salgo para la oficina. En el ascensor me miro y veo que tengo la cara llena de pelusa … pero qué es esto?!?! De nuevo entrar en casa y como casi no tengo luz en el baño me veo bien. Me lavo la cara otra vez por si acaso, toalla para secarse y de nuevo al ascensor … y otra vez! Otra vez?!?!? El resto de días directamente salía a medio vestir al descansillo para llamar al ascensor y mirarme en su espejo. Llamaba 2 ascensores por si salía gente y me tenía que esconder rápido en otro. Este proceso lo seguí un par de semanas hasta que me dijeron que las toallas hay que lavarlas antes de usarlas por 1ª vez porque si no te sueltan toda la pelusa … joé! Eso no lo ponía en las instrucciones!!!

Y llega lo más temido por todo hombre que se independiza … la primera lavadora y posterior sesión de plancha. Compré una lavadora con carga para 4-5 kilos (digo yo que te la deberían vender junto con su correspondiente báscula adicional para pesar antes la ropa y saber si está dentro del rango o no) y cada día iba echando la ropa sucia dentro de la lavadora y cuando calculé que llegó el momento de ponerla, no encontraba las instrucciones. No pasa nada, no pasa nada, me dije, y llamé a mi cuñada que tenía una igual.

Tras preguntarme por las instrucciones y decirle que las debía haber perdido, me indicó un programa en frío para todo tipo de ropa y que ya no cambiaré en la vida pase lo que pase y la encendí. Jabón sí, pero suavizante?! Quién se acuerda del suavizante la primera vez! Al poco rato la volví a llamar porque aquello hacía un ruido increíble, unos golpes, unos movimientos … me perseguía por toda la casa!

Mientras está funcionando, la miras fijamente y te preguntas cuánto puede aguantar la ropa en la lavadora sin sacarla, uno-dos … días? Por fin acabó aquél suplicio y llegaba lo peor, la plancha. Empecé a sacar la ropa más arrugada que he visto nunca, como acartonada por falta de suavizante, ahí estaban las camisas, camisetas, ropa interior, las toallas, los anclajes de la lavadora al suelo, las instrucciones … pero a quién se le ocurre meter esto en el tambor!!!! Pero los fabricantes de lavadoras en qué piensan?!?!? Pues nada, como no era la primera vez que tenía percances con ciertos papeles, a plancharlos como siempre.

Y no es fácil planchar, no, y mucho menos con una sola mano. Sí, una sola mano porque en la otra tenía el teléfono siguiendo los pasos que me indicaba mi madre. Qué también se planchan los puños de las camisas?!?!? Mamá! Pero quién se va a fijar en eso? Pues sí! Hay gente que se fija, sí. Lo bueno es que con el agua de la plancha que no sé de dónde porras salía, luego pasaba la fregona, aunque no sin antes llenar cubos y cubos de polvo al barrer. Pero quién es el que tira balas de polvo por el suelo y los muebles cuando yo me voy de casa? Parece el lejano oeste!

Y el eco de la nevera cuando la abres? Eso de ver la nevera vacía es muy duro, así que empecé a comprar de todo y, como no hay productos para “singles”, pues luego parecía que en mi casa vivía una familia numerosa! Todos los días al salir de trabajar cargadito en el autobús con las bolsas del caprabo repletas de comida para llenar la nevera y, posteriormente, la basura porque caducan y no me da tiempo a consumirlos.

Las comidas son menos preocupantes porque para eso ya tienes 37 libros de cocina que la gente que te aprecia te regala con muy buen ojo. Vamos, que hasta los de la promotora me regalaron uno! Lo descubrí cuando abrí el microondas para cocinar algo por primera vez. Allí estaba, junto con las instrucciones. Esta vez sí tuve la precaución de sacar todo antes de ponerlo en funcionamiento.

Por suerte no tuve muchos desperfectos en la casa cuando me entregaron el piso, de eso ya me encargo yo solito al decorarlo. Les llamé por lo que vi más importante, un par de sillas cojas, el escurridor de los platos que no funcionaba porque me lo habían puesto al revés, las 2 luces del salón estaban permutadas, la bombilla un poquito floja y tenían que enroscarla más, la cadenita del lavabo era demasiado corta … en fin, los típicos fallos de todos los pisos.

Y al final llega el momento en que pones un cuadro. Obviamente para el primer cuadro llamé a mi cuñado y hermana para que me echaran una mano que para eso tienen más experiencia que yo. Y tras el cuadro, te vas animando, te vas animando, te ves resuelto, con soltura, sientes que no es tan difícil y te la juegas con una lámpara y una cortina de estor.

Digamos que lo más complicado de la lámpara del salón fue el elegir en cuál de los 9 agujeros que hice en el techo debía ponerla. Por qué? Por qué hay una viga justo ahí? Es cierto que con un agujero o 2, a lo sumo, te puedes dar cuenta de si hay o no viga, pero … en qué dirección va, eh! Eso eso … eso es lo difícil, eso no lo ve cualquiera a simple vista, de ahí que hiciera 7 más para saberlo. La verdad es que no me ha aportado mucho el saber este dato, porque para un solo enganche que tiene la dichosa lámpara de las narices me importaba poco el sentido de la viga. Pero vamos, que no todos pueden presumir de conocer este aspecto de la construcción sin mirar los planos donde viene todo perfectamente explicado. Por suerte era lámpara de una sola bombilla, que ya estuve hábil ahí y lo pensé antes y no quise comprar de más bombillas porque solo tenía un cable de luz y claro, sería muy difícil repartirlo para más de una bombilla.

Acto seguido me fui a por el estor de mi habitación. Pasando por encima el hecho absurdo de que si ya tengo una persiana exterior, porqué pongo otra interior, me armé con el taladro y … bruummmm!!!!! Los 5 primeros agujeros del techo tocando viga salieron solitos, sin el mayor esfuerzo para alguien con mi experiencia en este campo, por lo que no bajé los brazos fácilmente. Me costó tanto acercar el estor a la ventana que ahora cuando lo bajo creo 2 ambientes en mi habitación, así tengo la sensación de tener 2 habitaciones con distinta decoración. Aún sigue ahí, siempre subido, pero al menos me tapa 4 o 5 agujeros del techo, que tal y como está, parece un queso gruller.

Viendo que esto de las reformas se me empezaba a dar bien, me dispuse a tener mis propias herramientas y me fui a El Corte Inglés para comprarlas. Estando allí, frente a todo el departamento de bricolaje me asaltaron las dudas: cuánto estaba dispuesto a invertir en un martillo y unos alicates que, quizá con mucha suerte, utilizaré 2-3 veces en toda mi vida? Aún sigo pensando si los 40€ están bien empleados o no.

Pero sin duda alguna, el peor momento de vivir solo es cuando estás malo. A quién se lo cuentas? Quién sufre contigo? Porque ya no puedes despertar a tus padres en mitad de la noche para decirles que tienes sudores y no puedes dormir bien…

En fin, que como decía aquél, quien no sepa estar solo habrá perdido a su mejor amigo.


lunes, 3 de diciembre de 2007

Multiaventura en Asturias

Como todas las demás historias escritas con anterioridad, esta también es absolutamente real, si bien he cambiado el nombre de los 2 protagonistas por razones obvias. Ernesto y Alba son nombres ficticios porque en realidad se llaman … que no, que no lo digo. El lenguaje tampoco es el apropiado, pero es lo más parecido a la realidad. Y dicho esto, ahí vamos …

Se estaba acercando peligrosamente el mes de agosto y seguíamos sin tener cerradas las vacaciones. Barajábamos alguna idea que otra en la cabeza pero nadie daba un paso al frente a la hora de tomar decisiones y como veía que la cosa se iba complicando por momentos, decidí tomar las riendas … en qué hora!

Me había gustado la idea de mi amigo Javi de cambiar un poco el chip de las vacaciones y no ir a la playa como siempre, como todos los años. Esta vez queríamos algo distinto y pensamos en ir al norte y hacer deportes de multiaventura como rafting, descenso de barrancos, espeleología …

La idea resultó del agrado de todos, pero como suele pasar cuando se trata de un grupo, la mayoría de opiniones no aportan mucho a lo que es la organización del evento en sí, sino que más bien esperan a que alguien de un paso al frente para poder poner pegas si no está todo a su gusto.

Una vez que sabíamos lo que hacer, había que poner de acuerdo a los amigos en las fechas de las vacaciones, y es ahí donde ya surgieron las primeras discrepancias … que si yo no puedo la 2ª semana de agosto; que si aún no sé si me las van a conceder; que si yo prefiero en septiembre que es más barato; que si mejor 2 semanas que 10 días; tú no cuentes conmigo y si puedo en el último momento me apunto, que si no conozco al resto de gente, cómo son? … vamos, que facilidades de todo tipo.

A esto había que añadir la dificultad de las negociaciones debido a la diferente procedencia de todos: Juliet, mi novia por aquél entonces, venía de Londres y había que explicarle todo en Inglés, en mi Inglés para ser más precisos; Laura estaba viviendo en Canarias y sólo tenías una opción para hablar con ella y no debías desaprovecharla, era cuando paraba cada 5 minutos a tomar aire y seguir hablando ella; Ernesto vivía en Valencia y no tomaba una decisión hasta saber si le coincidían guardias en el hospital y si su novia Alba se apuntaba también con nosotros o no; y por último Javi y Sergio, que estaban en Madrid.

Durante las 2 últimas semanas de julio creo que no pasó un solo día sin que hablara al menos una vez con todos por teléfono. Aquello estaba resultando tan difícil por la falta de colaboración y tan costoso por las conferencias a Londres, que le dije a Juliet que se sacara el billete a Madrid y que ya veríamos luego qué hacer.

Por fin un día en casa de Javi navegando por Internet, nos pusimos a llamar a un montón de casas rurales y en todas nos contestaban lo mismo, que llamábamos muy tarde para reservar. Por fin, cuando Javi ya se estaba planteando pasarme parte del coste de la tarifa telefónica por la cantidad de llamadas realizadas, conseguimos una en Asturias. Nos habíamos asegurado un alojamiento aunque no era el mejor, pero dadas las circunstancias al menos era algo. Esta vez tuve suerte y no me hizo falta llamar a todos para comunicárselo, eso que me ahorré, porque me bastó llamar primero a Laura:
- (…) Pero Rafa, cómo se te ocurre reservar una casa rural en la que los dueños están viviendo en el piso de abajo?!?!? y si queremos montar un día una fiesta no podemos y dónde está nuestra intimidad y para eso te encargas tú de todo mejor déjame a mi que yo lo hago pero parece mentira que no sepas hacerlo me da igual que la hija sea joven y viva con la madre y coméntales si se pueden ellos ir y nos dejan la casa entera y además esos días no me viene bien no te das cuenta que llegaremos por la noche y si les despertamos nos dirán que no montemos jaleo y …
- (Aún siguió más, pero como tenía el teléfono retirado del oído no puedo transcribir exactamente todo lo que me dijo, lo único que sé es que aproveché el único momento que hizo una pausa para tomar aire y contesté) Vale, ya me encargo yo pero …
- Es que no entiendo como has podido reservar eso si seguro que hay muchas más casas rurales por ahí pero yo no tengo tiempo para mirarlo así que busca otra porque yo en esas condiciones no voy y supongo que el resto te habrá dicho lo mismo pero como te has empeñado pues claro y además en mitad del pueblo eso de casa rural no tiene nada de nada …
- Lau … Lau … Laura … que … o … o … oye … que … que ya te …que sí que … que ya … sí … siiii, va vale … que … bu bu bueno ya … bueno, ya te digo al … que ya te digo algo cuando ve … vea otra y te lla … y te llamo … que sí, que la cambio que … pero es que … bueno … que ya te llamo … adios, adios! Pienso que aunque colgué ella siguió al menos 10 minutos más hablando sola por el teléfono.

No hizo falta que le explicara mucho a Javi porque viendo mis contestaciones había entendido todo a la perfección. Así que nos pusimos a buscar otra casa rural por Internet y a seguir llamando. Creo que mi ángel de la guarda vio que ya había sufrido mucho con esto y que si no lo conseguía cambiar iba a dejar de tener trabajo cuidándome porque alguien me mataría, así que me presentó la gran oportunidad. No nos lo podíamos creer, una casa rural impresionante, en lo alto de una ladera, con unas vistas espectaculares, alejada del pueblo, con capacidad para 8 personas, cerca de donde queríamos, a un precio de risa y exactamente los días que a todos nos venían bien. La dueña estuvo a punto de desalquilármela por pesado ya que le llamaba casi todos los días para confirmarle que iríamos y la queríamos, que no se la diera a nadie.

Y llegó el día de la partida. Al final los 7 conseguimos cuadrar las vacaciones y nos fuimos todos juntos, si bien Ernesto y Alba no podían ir los 9 días y se volverían a Madrid 3 días antes que el resto, por ello decidimos que en mi coche irían Laura y Juliet (que no conocían a la otra pareja), mientras que Ernesto llevaría a su novia, Javi y Sergio.

Pensaba que ya había pasado todo el agobio de las reservas, las discusiones y demás y que ya sólo me quedaba disfrutar de las merecidas vacaciones con la novia y los amigos, pero me equivoqué. El día más extraño de mi vida no había hecho más que comenzar.

El punto de encuentro era la casa de Javi, que como quedaba un poco de camino y no tenía coche, pues no nos importaba recogerles a Sergio y a él ahí. Antes había quedado en pasar a recoger a Laura, así que a las 9.45 ya estaba en su portal esperando.
- (…) Ves cómo teníamos que salir antes, le dije señalándole la cantidad de maletas que había en el portal, mira cómo no eres la única que hoy se va de vacaciones, ya verás como vamos a encontrar la carretera!
- Pero qué dices! Si todo eso es mío
- Qué?!?! Que todo eso … qué!
- Sí, es mi equipaje!
- Juliet no entendía mucho el español pero viendo mi cara y la reacción de Laura ya se estaba imaginando lo que pasaba. Qué todo eso es tuyo?!!? Me estás diciendo que para 9-10 días de vacaciones te llevas 1, 2, 3 … 7 maletas!!!
- No son 7 maletas, que esto es un bolso de mano, son 6!
- Anda, anda … sube a tu casa y ya estás dejando cosas
- Pero cómo que voy a dejar cosas!! Qué quieres que deje! No voy a dejar nada, ya verás como cabe todo.
- A ver Laura! (mi tono ya no era relajado en absoluto). Juliet se ha venido de Inglaterra 11 días y se ha traído una sola maleta, y me dices tú que necesitas 7?!?!?! Pero qué narices llevas!!!
- Pues qué voy a llevar, mis cosas!
- Qué cosas?!?!?! ¡/@?:(%$ :(
- No me grites, eh! No me grites! Pues lo que me has dicho: la radio por si no hay en la casa, la plancha para la ropa y … y mi ropa
- La radio?!?!? Pero qué narices de radio me estás hablando, si eso parece una gramola de un bar!!!. Y solo con tu ropa ocupas eso?!?! Mira, vamos a llegar tarde a casa de Javi y estamos perdiendo el tiempo. Ya estás subiendo y dejando cosas.
- Que no puedo dejar nada!!! También llevo el balón de playa, una colchoneta inflable, las palas, el frisby (o como narices se escriba), juegos de mesa …
- Pero todo eso lo llevas hinchado o qué?!?!? Que yo te dije que te llevaras eso? @\@"$!ª!¡¡"@\@"$!ª!··$ª#~@##!!
- Bueno, eso no, pero ya sabes que me hace mucha ilusión lo de la playa y como algún día iremos pues así jugamos … no seas egoísta!
No sé cuánto tiempo más duró la discusión pero supe que la tenía perdida en cuanto me dijo lo del egoísmo. Ahí ya me calentó tanto que le dije que hiciera lo que quisiera, pero que en cuanto Ernesto y Alba se vinieran antes en coche ella soltaba mínimo 4 maletas si no quería que se quedaran en Asturias porque yo no las pensaba bajar en mi coche. Y, claro, que ni soñara que yo iba a pisar la playa en esas vacaciones. Por mis narices que no! Que ya podía ser el verano más caluroso de la historia que la playa más cercana la vería desde Madrid. Que si era egoísta, lo iba a ser pero con motivos.

Obviamente no cabía todo en el maletero, así que algunos bultos fueron en el asiento trasero. Llegamos tarde a casa de Javi y ya llevaba yo un mosqueo que para qué contar, cuando llamo al telefonillo y no lo coge. Llamo y llamo y nada. Por fin me coge el móvil con voz de dormido y resacoso … no me lo podía creer!!! Me cansé de repetirles que a si las 9 de la mañana les parecía pronto, que no más tarde de las 10 porque en plena salida de agosto de 2ª quincena de vacaciones la carretera de La Coruña estaría de aúpa y no me apetecía conducir con atasco. Pues bien, como se les ocurrió emborracharse la noche anterior y llegar a las tantas a casa, se quedaron dormidos tanto él como Sergio que, por supuesto, tampoco había llegado.

No quise hablar más con él por teléfono, se lo pasé a Ernesto y que se entendieran ellos. Si por mi hubiera sido, ahí se quedaban los 2, Laura y sus 7 maletas y todos, yo me iba, lo que pasa es que el resto me convenció para esperar.

Al final cogimos carretera con hora y media de retraso y mi enfado se iba agravando a medida que aumentaba el atasco. De Villalba al túnel de Guadarrama fue insufrible, porque al parar arrancar parar arrancar producto de la caravana había que añadir a Laura con baja la ventanilla, sube la ventanilla, pon la música más alta, bájala, pon el aire, repite esta canción, ayyy!!!! no hables tan alto, aquí atrás me mareo … estaba empezando a vivir una pesadilla y eran mis vacaciones!!! No daba crédito, pero con quién narices me iba de vacaciones, me había equivocado de gente y no eran mis amigos, me los habían suplantado!?!?!? Sería un programa piloto de cámara oculta a ver cuánto puede aguantar una persona antes de estallar??!?!

Justo antes de llegar al túnel de Guadarrama Ernesto me hace parar en un lado de la carretera porque se le había recalentado el coche por culpa del atasco. Yo con un coche de 15 años como si nada y él con un pedazo de cochazo que se le calentaba … nenaza de coche! Más caliente estaba yo y más humo echaba y no hice parar a nadie!!! Alba que se pone nerviosa con esto y no se le ocurre más que ir a un camión de bomberos que había en la misma explanada a pedirles ayuda. Claro, ni que decir tiene que su respuesta fue que esperáramos un rato a que se enfriara, que no usaban la manguera para eso.

Después de parar a comer a mitad de camino y no sé cuántas veces más cada vez que los del otro coche veían una gasolinera para ir al servicio, cambiar de conductor y de más cosas que se puedan hacer, de repente nos desviamos por un pueblo y ahí que paramos. Alba iba conduciendo y mientras se baja del coche, veo a su novio Ernesto que está oliendo el volante, así, tal cual! Dentro se oían las carcajadas.
- Qué pasa ahora?! Por qué paramos aquí si acabamos de hacerlo hace 10 minutos?!? Y tú que narices haces oliendo el volante?!, le pregunto.
- Pues que huele de pena, huele a mierda! En cuanto nos hemos montado en el coche ha empezado a oler mal y tras descartar que alguien hubiese hecho el cerdo, hemos llegado a la conclusión que alguno ha pisado algo. Nos hemos ido mirando todos las suelas de los zapatos y hemos visto que ninguno era, así que como Alba iba conduciendo y no podía mirárselas, pues se ha tocado con la mano y … ahí está! Era ella!! Y ahora está limpiándose en las hierbas que encuentre por el suelo!!
- Y qué tiene que ver con … No acabé la frase, comprendí enseguida porqué Ernesto estaba preocupado por si el volante de su coche y la palanca de cambios olían mal o tenían restos de alguna sustancia no apropiada.

Otra vez a parar en la siguiente gasolinera, aunque esta vez por motivos más que justificados!. Ya estábamos en Asturias y aprovechamos para mirar en un mapa el mejor recorrido para llegar a la casa rural, a la cual, por cierto, ya había llamado mil veces para decir que estábamos de camino pero que nos estábamos retrasando por causas ajenas a nuestra voluntad. Teníamos que ir hasta un pueblecito llamado Llamas de Parrés cerca de Arriondas y se presentaban dos opciones claras, una un poco más directa aunque la carretera tenía peor pinta y otra que daba más vuelta aunque era autopista. Ahí salió Sergio con un plano en la mano y nos indicó, tras varias discusiones, que lo mejor era por el camino más corto.

Al final le hicimos caso para no tener que oírle el resto del camino y cogimos aquella que parecía más directa. Y sí, tenía razón porque más directa sí que era, aunque no se percató que atravesaba un puerto de montaña. La madre …!!! Es que ellos no saben lo que es viajar con Laura en el coche, ufff! Ya no solo la lata que da, sino que se marea por nada y no deja desaprovechar una sola oportunidad en que pueda marearse, así que con motivos más que justificados se mareó en … quizá la primera curva de la rampa de subida al puerto?!?! Creo que en cuanto le dijimos que íbamos a pasar por un puerto ya se le revolvieron las tripas.

Se empezaba a hacer más que tarde, teniendo en cuenta que a las 9.45 de la mañana estaba recogiendo a Laura en su casa y debían ser las 19.00 horas y aún nos quedaba un buen trecho para llegar. Lo único que había hecho en todo el trayecto fue conducir y discutir … Joe! Si mis únicos momentos de relax era cuando hablaba en Inglés con Juliet!!!

Pues lo dicho, ya en la primera curva se mareó y a buscar un entrante en la carretera para parar y que vomitara. Nos detuvimos un rato y cuando se encontró mejor a seguir camino, pero no fue la única vez. El puerto parecía no acabarse nunca y antes de coronarlo tuvimos que parar de nuevo para que evacuara otra vez. Por fin a la salida del mismo, en Arriondas, les vimos esperándonos un poco nerviosos porque no sabían lo que pasaba.

Finalmente llegamos a la cita con la dueña de la casa y nos guía hasta la que habíamos alquilado. Muy muy bonita, un lujazo para nosotros solos. Después de instalarnos debidamente y una ducha bien merecida, esperamos a que Laurita se recupere un poco y nos vamos por la noche a cenar y salir por Gijón que estaba en fiestas y me apetecía ver a mis sobrinas que estaban ahí. Llegamos a las 12 de la noche, la hora de los fuegos artificiales, lo cual nos dificultó enormemente el buscar un aparcamiento relativamente cerca de la zona de marcha y aparcamos junto al estadio de El Molinón, en un extremo de la ciudad.

Nos fue imposible acercarnos a un bar en condiciones para cenar algo hasta la 1 de la mañana, así que nos metimos en una hamburguesería para saciar nuestra hambre, ya ni apetito ni gaitas, estábamos que nos moríamos por comer algo. Tras esto, ya solo nos faltaba saciar nuestra sed, por lo que nos fuimos a una sidrería que conocía y a tomar unos culines. La cosa se nos empezó a ir pronto de las manos. Entre culín y culín nos pusieron unos bígaros para entretenernos y bien que lo consiguieron. Tras las primeras 5-6 botellas de sidra, las 3 chicas del grupo nos empezaron a dejar solos con la bebida y los bígaros a los 4 chicos. Ernesto ganó un sitio en la barra y con lo que le había costado conseguirlo decidió no perderlo en toda la noche y amortizarlo a base de bien. Salimos del bar casi una hora más tarde y con 20 botellas de sidra vacías, de las cuales Javi, Sergio y yo debimos catar menos de lo que nos correspondía por el filtro que nos hacía Ernesto.

Estábamos recorriendo todo el paseo para llegar a la zona de copas, pero se nos hizo tan largo el trayecto que a medio camino nos metimos en el primer bar que encontramos y ahí que nos tomamos una copa. Bueno, unos la tomamos y otros, como Ernesto, la vomitaron en la barra según se la bebieron de un trago. Fue un visto y no visto en el que solo los más allegados nos dimos cuenta del acto. En medio de la conversación, se giró un momento después de dar el trago, vomitó al otro lado y se giró de nuevo para retomar la conversación donde la había dejado. Nos quedamos tan atónitos que tardamos en reaccionar y salir del bar atropelladamente pero con naturalidad.

Cuando llegamos a la plaza del ayuntamiento y a los bares cercanos nos empezó a hacer mella la caja de botellas de sidra que nos habíamos metido. Debían ser ya las 3.00 de la mañana y el agotamiento era descomunal por el día tan largo, así que decidimos regresar a la casa y empezar al día siguiente con nuevos bríos, que para ser la primera noche ya era mucho. Como Ernesto y yo éramos los de los coches, le dejé las llaves del mío a Sergio previa explicación del lugar donde estaba aparcado, a más de media hora andando de donde nos encontrábamos.

Ahí dejamos a Sergio y Javi y nos fuimos el resto. Por el camino aproveché para tener una conversación con Ernesto que hacía mucho que no hablábamos de nuestra vida y pensé que era un buen momento por el paseo marítimo. Creo que a él no le pareció tan buen momento para hablar. El caso es que nos distanciamos un trecho de las mujeres mientras íbamos andando camino del coche ensimismados en nuestras conversaciones intelectuales cuando me paro un segundo para mirar atrás y esperarlas. Fue eso, nada más! Las esperé 30 segundos a que llegaran y …
- Ya vemos el caso que nos hacéis, eh! Nos podía haber pasado algo a estas horas por ahí y anda que nos habéis hecho caso!!! Venga gritar para llamaros porque unos tíos se nos han parado a hablar y querían que fuéramos a un bar con ellos y vosotros nada!
- Es que, hacía tiempo que no hablaba con Ernesto y claro, las conversaciones cada vez más y más interesantes. Ya sabes, de esas que a veces tenemos los tíos y …
- Y dónde está Ernesto? me pregunta Alba
- Pues aquí, a … cuando me doy la vuelta, me lo encuentro apoyado junto a un árbol vomitando.
- Así que conversaciones interesantes de tíos, eh! Ya!

Sé que no fui muy oportuno en aquél momento y menos dadas las circunstancias, pero le eché una bronca al pobre amigo por haberme dejado tan mal! Solté toda la tensión acumulada del viaje con él. Creo que me vi en posición dominante porque era el único que no estaba en condiciones de contestarme y me desahogué.

De camino al coche tuvo que parar unas veces más y cuando por fin lo encontramos, le deja las llaves a su novia para que conduzca ella. Él prefirió ir de copiloto por aquello de ser un tres puertas y que atrás no hubiera ventana.

Llegados a este punto se nos planteó la duda de cómo regresar a casa. Ellos era la primera vez que estaban en Gijón y yo era el único que conocía aquello, pero claro, eso no era salvoconducto de nada. Y así fue. Ernesto se quedó dormido mientras se ponía el cinturón de seguridad por lo que me quedé sin aliados en mi lucha con 3 mujeres. Como no me vieron muy seguro de las indicaciones, todas opinaron.

La 1ª vez que nos perdimos ya fue dentro del parking al aire libre del estadio de fútbol. Cuando por fin salimos y cogemos la que parece ser buena dirección, empezó todo:
- Eh! Dónde estamos?!
- Hola mi cosita! Qué tal estás? Cómo te encuentras? Que te has quedado dormidito…
- Mal! Tengo ganas de cagar!
Me entró la risa. No pude evitarlo, me reí. Sin más, sin querer ofender a nadie. Una risa sana. Creo que dadas las circunstancias era lo lógico.
- No, corazón, nooo, le decía Alba. Aquí no podemos parar porque estamos en la autopista y es peligroso. Cuando lleguemos a casita pues ya lo harás.
- Que no! Que me estoy cagando y quiero parar ahora!
- Amor, cielito, le decía ella mientras con una mano llevaba el volante y con la otra le acariciaba. Aquí no puedes hacerlo, aguanta un poquito que enseguida llegamos … así así, duérmete otro poquito …
- Que sí mujer, que sí. Tú déjale, que si el chaval quiere cagar y quedarse más a gusto, pues que lo haga! Le decía yo mientras las lágrimas que rodaban por mis mejillas no me dejaban ver bien la carretera.
- Eso! Di que sí. Tú en vez de apoyar a tu amigo venga chinchar y reírte de él! Menuda clase de amigo estás hecho!!
- Pero qué quieres que haga! Pues si el chaval está incómodo pues se para y ya está. Además, qué tiene que ver aquí la amistad! Simplemente está borracho y punto! Verdad mi corazoncito de almendra?
Ernesto no me contestó porque se volvió a quedar dormido, pero la charla moral que me echó Alba fue tela. Que si aquello no era un amigo, que si en vez de apoyar me reía (eso era cierto, la verdad, cuanto más me lo decía más me reía al ver la situación), que si menudos valores tengo, que si … Me encontré a las 3.30 de la mañana metido en un coche con un dolor de cabeza de aúpa por una autopista en medio de la nada discutiendo sobre la amistad y traduciendo un poco al inglés para que pudieran participar todas.
- Me cago!!!! Para ya que me cagooooo!!!! Se había vuelto a despertar.
- A ver mi cielito, ya te he dicho antes que aquí no se puede parar, que está prohibido parar en mitad de una autopista y ….
- Que te digo que como no pares me cago encima o me bajo en marcha!!!
- A ver Rafa, explícaselo tú a ver si a ti te hace caso. A que aquí no se puede parar?
Vi claramente mi oportunidad de limar ciertas asperezas con Alba y estaba dispuesto a echarle un cable, de verdad, lo estaba. Yo era partidario de parar pero aún así pensé que lo mejor sería no hacerle mucho caso y que se durmiera de nuevo. Al fin y al cabo eran argumentos sólidos los de Alba de no parar en mitad de la autopista por el peligro que eso conlleva pero, de repente, cambié de opinión.
- Alba! Para el coche de una maldita vez!
- Pero Rafa!. No le hagas caso mi cielín, aquí no se…
- Alba! Gritamos todos al unísono.
Creo que no fue este último grito lo que le animó a parar, sino que ella también percibió el olor que empezó a notarse dentro del coche y que era insoportable.

Como pudo se detuvo en el arcén de la autopista y antes de frenar del todo Ernesto ya tenía la puerta del coche abierta. Se bajó como una exhalación y mientras saltaba como podía el quitamiedos se bajó los pantalones a 2 metros escasos del coche. No se cortó ni un pelo y ahí hizo todo lo que tenía que hacer. El olor era insoportable, peor que el estiércol, no había quien lo aguantar. Yo le estaba explicando un poco a Juliet lo que estaba pasando aunque ella ya se hacía cargo cuando Alba se bajó del coche y ...
- Rápido, rápido, Rafa, baja … ven!
Yo no quería bajar, me lo estaba pasando en grande ahí dentro viendo el espectáculo y fuera olía mal y hacía frío. Pero lo hice para no oír más sermones sobre la amistad.
- Toma, rápido, coge el chaleco reflectante. Sólo tenemos uno.

Ahí cambió la opinión que llevaba sobre ella esa noche. Hasta en un momento así de nervios, de tensión, en que su novio está medio muriendo, ella reaccionando de una manera fría. Aluciné. Sólo había un chaleco y éramos 3 los que estábamos fuera del coche en la autopista por la noche y pensó en él. Muy bien, sí. Por un momento yo pensé que no sería buena idea ya que él era el más seguro de todos porque estaba en medio del prado y el chaleco lo único que haría sería destacar la humillante situación en que se encontraba con los pantalones por los tobillos. No sería mejor pasar inadvertido? En fin, que yo sólo estaba ahí para acatar órdenes, así que cogí el chaleco y salté el quitamiedos para ir junto a él.
- Pero qué estás haciendo, a dónde vas?!?!
- Pues a dónde voy a ir, a darle el chaleco. Bueno, a tirárselo y que se lo ponga él que yo no me acerco ni en pintura … será guarro el tío!
- Pero cómo que para él! Ven aquí, anda! Y ven rápido
Salté de nuevo el quitamiedos y me acerqué al coche sin saber muy bien porqué
- Coge el chaleco y ponte en la ventanilla con él, que no quiero que ellas le vean el culo a mi niño
- Qué?!?!
- Pues eso! Que te pongas con el chaleco tapando la ventanilla, que yo voy con él a ver cómo se encuentra

Y ahí estaba yo. En mi primer día de las vacaciones, después de un viaje de más de 6 horas conduciendo, con un mareo de aúpa, muerto de frío, perdidos a las 4.00 am en mitad de una autopista, con un amigo medio muriéndose colina abajo, llorando de la risa a más no poder, con dolor de estómago de tanto reír … y sentado en el quitamiedos con un chaleco reflectante tapando por fuera la ventanilla trasera del coche para que mi novia y mi amiga no le vieran el culo al otro amigo que acababan de conocer ese día.

Pensé que la situación no podía ser más patética y de nuevo me equivoqué. Alba no aguantó mucho al lado de su caramelito desnatado recubierto de frambuesa y se vino junto a nosotros al coche. No a relevarme sujetando el chaleco, sino a meterse dentro porque hacía frío y …
- Y ahora que haces, mi tesoro?
- Pues qué voy a hacer, que voy a hacer, voy a hacer, a hacer, hacer … se oyó con eco en la noche. Todo hombre después de cagar, mea!
Por un momento solté el chaleco, se me cayó de las manos porque las necesitaba para aplaudir. Aún en ese estado catatónico, el chaval razonaba de vez en cuando. Lo cogí rápido, como una centella, no fuera Alba a descubrir que Juliet y Laura aprovecharon el momento para mirar por la ventanilla y verle el culo a su novio … noooo, nooo, qué horror!
- Upppssss! Se oyó de nuevo desde el prado.
Me giré para ver qué pasaba, por qué alguien tenía una exclamación tan ridícula en esa situación y lo comprendí al momento. No hay otra exclamación que refleje mejor aquello … Ernesto se disponía a ponerse los pantalones cuando pisó todo lo que había dejado de recuerdo en la colina. Se había ensuciado hasta los codos. Muy dignamente se quitó del todo el pantalón y los calzoncillos, los cuales usó para limpiarse más o menos como podía y los lanzó al monte como recuerdo.

Cuando por fin se subió al coche sólo balbuceaba pidiendo perdón. Mis risas cada vez eran más estruendosas y apenas me dejaban oír con nitidez la bronca que me echaba Alba. Laura y Juliet estaban congeladas ya que iban en tirantes. Alba dejó de estar tranquila y le entró ataque de nervios, pese a lo cual se negó en dejarme conducir y volvimos a discutir.

Ernesto se volvió a quedar medio dormido y durante unos kilómetros nadie habló, tan solo para pedir que se abrieran las ventanillas cuando el olor dentro era insoportable y que las cerraran cuando el frío nos provocaba congelaciones. Seguíamos perdidos por la autopista, completamente desorientados y sin un alma. Por fin, en un túnel, vemos unos operarios trabajando y detuvimos el coche a 500 metros de ellos. Se acercaron a ver qué sucedía y les explicamos que nos habíamos perdido. Mientras nos explicaban el camino a seguir, Ernesto se despertó de nuevo, abrió la ventanilla y se puso a vomitar por el lado del copiloto.

Alba arrancó de nuevo sin percatarse mucho de la situación y al cabo de un instante me giro hacia Laura mientras me toco la cara con cierto recelo, temiéndome lo que en realidad ocurrió …
- Oye, Laura, no has notado algo ext… Qué ascoooooo!!!!! Dios, ahhhhjjjjjj!!!! Ahhhjjjj!!!! Pero … buajjjjjj!!!!!
Creo que sí notó algo … y más que yo! Ernesto seguía vomitando con la ventanilla bajada y el coche en marcha, pero no sacó del todo la cabeza y el aire hizo el resto … toda la vomitona le fue a parar a Laura a su cara. Me sorprendió su entereza habida cuenta de la situación. Acababa de conocer ese día a un chico y le estaba vomitando en la cara.
- Paraaaaaaa!!!! Empezó a gritar Laura. Para este coche yaaaaa!!!!!
- Mirar, chicos, ya os he dicho antes que no podemos parar en mitad de la autopista cuando queramos porque …
- Para enseguida o te vomito yo dentro del coche, gritó Laura! Y qué estás haciendo Rafa!!!
- Joé! Qué más te da que me limpie en tu pantalón … pero te has visto como tienes la cara y el pelo!!!
- Ahhhhhh!!!! Para para para paraaaaaaa!!!!!!!

De nuevo paramos en una curva. Ernesto, ajeno a todo, en su mundo, se bajó por su puerta para seguir vomitando. Laura casi ni esperó a que Alba se bajara por la suya y tras pisotearme se lanzó a la carretera y se puso a vomitar. Alba no aguantó la situación tan esperpéntica e hizo lo propio. Yo me bajé del coche porque me dolía tanto el estómago de reírme que creo se me escapó alguna gotita de pis y no quería hacerlo todo encima. Me fui a por el chaleco reflectante ofreciéndoselo uno por uno para que se limpiaran. La única que mantuvo la compostura fue Juliet, que se quedó dentro del coche preguntándose si esa era la forma que tenían los españoles de pasar las vacaciones.

Tras 10 minutos en que cada uno se preocupó más de lo suyo que del resto, volvimos de nuevo al coche.
- Gi hips! Gijón, Gijón, Gijón … hips! … la culpa es de Gijón! Decía una y otra vez Ernesto. La cul … hips … la culpa es de Gijón y tuya, Rafa, por ha … hips … por haber querido venir aquí.
Yo no podía contestar … lloraba, reía, me hacía pis, me dolía el estómago, la mandíbula, todo.
- Mi soufflé de cremita con nata, no te preocupes, que cuando lleguemos a casa te voy a dar un bañito para frotarte bien y como nuevo … le decía Alba mientras le acariciaba
- Gi … hips … la culpa es … perdón, perdón Laura por … por, que vergüenza! Lo siento, perdón … hips … perdona pero no sé que … no volverá a pasar!
- Ni perdón ni nada, Ernesto. Gracias, gracias de verdad, le decía yo. Sólo te doy las gracias por hacerme vivir el mejor rato de mi vida, en serio.
- No le hagas caso al imbécil este de tu amigo mi bomboncito. Ya verás que bien te sienta la friega que te voy a dar. Te voy a dar un bañito calentito al llegar y verás como mañana estarás nuevecito. Si la culpa ha sido de los bígaros esos que …
De nuevo estallé en una carcajada. Los bígaros dice … pero si el tío se habrá tomado unas 10 botellas de sidra él solito!!! Los bígaros …


Y en este estado y tras hacer en más de 3 horas un camino que en condiciones normales duraría 30 – 40 minutos llegamos a la casa pasadas las 7 de la mañana. Mientras Ernesto estaba sentado en la bañera esperando que Alba subiera para frotarle, el resto aún estábamos esperando en la cocina a que se me nos pasara la taquicardia de tanto reír cuando a los 10 minutos llegan Javi y Sergio. Obviamente no sabían nada de todo lo sucedido y se extrañaron de ver toda la casa encendida.

Javi se había quitado los pantalones en el coche porque sentía calor y llamó a la casa con ellos en la mano. Alba le abrió la puerta y al verle en ese estado
- Tú también te has cagado?!?!
- Einch!! Tú eres tonta! Contestó Javi y entró sin más. Qué hacéis aún despiertos?
- No, nada nada, que acabamos de llegar … ya os contaremos

Y sin más cada uno se fue su cuarto y Alba a cuidar de su novio.

Al día siguiente no podía mirarle a la cara a Ernesto porque me reía. Casi ni pude preguntarle qué tal se encontraba porque no quería que sufriera más con mis risas, bastante humillado ya estaba cuando fue recordando cosas.

Este sólo fue el primer día de unas vacaciones alucinantes, en las que el hecho de que Laura acabara en un hospital poniéndose la antitetánica porque casi se mata en accidente de quad cayéndose por una ladera y que sólo un árbol fuera el que le parara de acabar en el río, quedó en mera anécdota.

lunes, 8 de octubre de 2007

Anécdotas laborales

Después de hacer varias entrevistas de trabajo sin el resultado esperado, en la misma semana me llaman de 3 empresas de distintos sectores y doy el “sí, quiero” a la primera que me lo comunica, una consultora inmobiliaria.

Entré como becario del COO en un momento un poco convulsionado en la empresa y mis funciones por aquel momento tampoco es que me ayudaran mucho a integrarme con la gente. Por no tener no tenía ni compañeros de departamento así que me sentaron en medio del de antenas, viendo como día a día iba quedando menos gente hasta que pocos meses después desapareció por completo. En mi primer día mi jefe estaba de viaje, por lo que una chica de recursos humanos se encargó amablemente de mi: “Mira, yo no tengo porqué estarme dedicando a hacer estas cosas, así que te vienes conmigo a que te enseñe la oficina y luego te conectas a la intranet e investigas por ahí. Cuando acabes, al mediodía, te puedes ir a casa y vuelve mañana que ya estará tu jefe”. Dicho y hecho. La seguí y ahí cometí mi primer error.

Debí imaginarme, absurdamente, que como yo no tenía compañeros de departamento el resto de la gente estaría en una situación similar así que no deberíamos ser muchos trabajando en la oficina, por lo que unos besos a las chicas y un apretón de manos a los chicos sería el saludo pertinente ... ya dejaría el abrazo a ellos para el 2º día.

Ya lo de menos fue que había más gente de la que esperaba, unas 120 personas y aquello se me hiciera un poco largo, sino las situaciones que se fueron provocando por mi actitud inconsciente. Cuando saludas a las 5-6 primeras personas, incluso si me apuras un poco llegando a las 10 primeras, no pasa nada, pero a partir de ahí piensas “Dios! en menuda me he metido!!! Y ahora cómo hago para frenar esta vorágine de besos y apretones de mano sin quedar mal?!?!. Si paro ahora, qué pensará ese de ahí cuando vea que a su compañero le he dado la mano y a él no, pensará que me cae mal? No, no puedo hacer ese desplante el 1er día a compañeros de trabajo” ... y sigues con el mismo saludo a todo el mundo pero cada vez más cansado, la mano más húmeda y sudada y cara de no estar cómodo con la situación y no saber salir de ella.

Aún con los chicos la cosa se lleva mejor, pero con las chicas, uy con las chicas!. Entre los hombres el apretón de manos no va más allá de eso pero con las mujeres lo de los 2 besos es como dar un paso más, dar un paso adelante y romper esa pequeña barrera de la confianza que está entre la mano y los besos y no todas quieren traspasar esa barrera y mucho menos el primer día con alguien que le acaban de presentar en el trabajo. Han dejado de trabajar para levantarse a saludarte y es entonces cuando te ves abalanzado hacia ella para dar los 2 besos como has venido haciendo con el resto de compañeras pero a mitad de camino te encuentras que te ha tendido la mano, se la has agarrado y estás besando el aire. Te ha dicho “encantada y bienvenido” y te ves diciéndole lo mismo pero como en un susurro a su oído ... piensas si estás en una discoteca ligando o en la oficina trabajando, patético! Te retiras rojo como un tomate y esperas que por favor te saquen pronto de ahí que aún te queda mucha gente por saludar efusivamente. Hasta entonces lo estabas pasando mal, sin más, porque eran muchos y muy cansado lo de los besos, pero no te habías planteado que alguien no los aceptara y te entran más dudas aún desde ese momento ... con la siguiente chica, qué hago?! Mano, beso, las dos cosas, una antes y otra después, las 2 a la vez ...?!?!?

Y lo del nombre?!?! Ya no es que te digan tantos que al final los confundes y no puedes retener todos, sino que directamente desconectas cuando crees que te van a decir cómo se llaman y conectas de nuevo milésimas de segundo más tarde. Luego ellos se acuerdan del tuyo y a ti te cuesta días y semanas asociar nombres con caras y te sientes más tonto aún.

Una vez finalizado el tour por la oficina y navegado un poco por la intranet me fui a casa para regresar al día siguiente. Cuando me recibió mi jefe me llevó de nuevo con él a que conociera a algunos departamentos específicos, pero ese día ya me pareció excesivo besar de nuevo a la gente y me ceñí al “hola, buenos días, qué tal?” con el que hay que tener muy mala suerte para fastidiarla. Como estaba muy liado, me soltó unos cuantos libros sobre la empresa y me pasé un par de días mirándome todo.

Durante los 6 meses en que estuve de becario aprendí bastantes cosas, entre ellas el que antes de ponerte a subrayar, colorear y marcar un documento a tu gusto, primero te tienes que cerciorar que no es el original y debes hacer una copia si te lo quieres quedar. Ya con la confianza de haber entrado en plantilla y con el cambio de departamento al de administración de edificios de oficinas empecé a abrirme un poco más a la gente y me hice con un hueco fijo en recepción durante 10-15 minutos al día.

Fui entablando amistad con algunos compañeros y un buen día me fui a jugar al padel con María, una compañera de otro departamento. Era el día siguiente al que ardió el edifico Windsord y al volver de jugar, de regreso a su casa, decidí llevarla por la Castellana y que viera las ruinas y cotillear un poco, idea no muy original porque nos comimos un atascazo de muerte ya que medio Madrid estaba haciendo lo mismo que nosotros.
- Has visto cómo ha quedado el edificio?, le dije.
- Sí, sí, impresionante!!! Ayer vi las imágenes por televisión y no me lo creía ... qué pasada!!!
- Sí, yo estaba ayer de copas con unos amigos en un bar cerca de aquí y cuando vimos las imágenes por televisión nos acercamos a verlo en directo ... alucinante!! Estaba a tope de gente y algunos, incluso, con cámaras de vídeo semi-profesionales grabando todo ... fíjate que me arrepentí de no tener cámara de fotos en el móvil!
- Ay va! No hueles algo raro? Como ha quemado o algo así?!
- La miré con aire de suficiencia y le dije, normal! Cómo no va a oler ha quemado si ha estado ardiendo toda la noche!! Tú sabes lo que es esa mole ardiendo sin parar?! Ayer dijeron que ...
- Ostrás! Fíjate, pero si es que hasta se ve humo?!?!
- Yo no daba crédito a que tuviera que volverle a explicar esto ... pero no te digo que es lógico? Cuando el aire sopla hacia aquí viene el olor ha quemado y el humo, es normal! Son 30 plantas de edifico ardiendo durante un día entero, es … es … es obvio!

Ella seguía alucinando y mirando el edifico o lo que quedaba de él mientras yo le seguía razonando y dando motivos de porqué el humo, el olor ... lo que tienen los incendios, vamos! Cuando llegamos a su casa, me paro en frente del portal para que se baje y ...
- Oye? No sigues oliendo ha quemado? Me dice.
- Tomé aire, sí, lo tomé porque sentía que no me había escuchado todo ese tiempo y ya no sabía cómo hacerle ver la situación. Miré al frente para que no me viera la cara mezcla de resignación, enfado, incomprensión, cansancio de repetir siempre lo mismo y cuando le voy a contestar ... Ostrás! Pero si ... pero si hay hasta humo!! Pero y ... joé! Pero si es mi coche!!! Es el motor ... no lo ves?!?!

Oler olía, lógico y normal viendo la cantidad de humo que salía por el motor de mi coche. Pero si es que está casi ardiendo??! Lo aparqué en la puerta de un garaje que había en la calle y cuando conseguí que la humareda me dejara ver, abrí el capó y de nuevo el humo me cegó. Al principio cara de no saber qué narices está pasando hasta que escuchas de fondo ... “qué, el humo del Windsord, eh!?” y oyes la risita de tu amiga.

Llamé a la grúa y a esperar que me viniera a recoger y cuando pasamos por la Castellana camino de mi casa me dice el conductor ... “qué alucine, eh, chaval! cómo flipa!!! Pero si hasta huele y se ve algo de humo!!!”. Ufff! Rafa, calma, por favor, cálmate! No es momento ni lugar!!

Tuve que tomar una decisión al respecto. Sí, es cierto, quizá algo precipitada y de la que ha podido salir gente perjudicada, pero había que tomar una decisión y lo hice … nunca más jugar al padel con una chica del trabajo. Las siguientes citas con amigas de la oficina decidí que sería mejor tenerlas a la vieja usanza, una cena, un cine, ir de compras, copas por la noche o algo así, pero dejando a un lado el deporte.

Al día siguiente tuve que llevar el coche al taller para que me dijeran qué narices le pasaba y al salir de casa, atasco. Qué hace todo el mundo cuando está en un atasco? Pues se mira en el espejo retrovisor. Sí, todos lo hacemos, es un hecho irrefutable que una vez que te das cuenta que estás parado en un atasco te miras en el espejo. No sé muy bien por qué, pero el hecho es ese. En esas estaba, mirándome, cuando se me ocurre frotarme la cara porque no veía bien. Nunca! Nunca te frotes los ojos cuando lleves lentillas! Yo no estaba acostumbrado y lo aprendí ese día. Aún a día de hoy no tengo muy claro que fue más patético, si perder la lentilla y bajarme del coche en mitad del atasco a ver si la encontraba por el asiento y gritar a los del coche de detrás que dejaran de pitar y esperaran un minuto que se me había perdido la lentilla, si llegar al del taller y decirle que antes de mirar el motor me ayudara a buscarla por dentro del coche durante 5 minutos o si una hora después, tomando una coca-cola con una amiga, me quito las gafas de sol graduadas y me pregunta por lo que tengo en el ojo … ahí podía estar, arrugada, doblada … en fin.

El caso es que de vuelta a la rutina laboral, no sufrí mucho tiempo las risas del incendio del Windsord porque mi compañera dejó el trabajo y en su lugar vino Alejandra. Me acordé de mis primeros días en la oficina y decidí que no se sintiera sola, que si alguien le podía mostrar todo lo intangible de la oficina ese era yo, tenía suerte porque había dado con el más indicado para ello. Creo que no a todo el mundo le pareció una buena idea que me pasara media hora de mi tiempo contándole cosas que no venían a cuento en su primer día de trabajo y Jesús, mi jefe directo por aquel entonces (el COO) y Marina, la directora de RRHH me lo hicieron notar aporreando el cristal del despacho que tenía a mi espalda y gritándome que dejara de ligar y me pusiera a trabajar de una vez, que para eso me pagaban. Qué forma de cortar el rollo!

No sé si fue porque en ese sitio no me concentraba mucho, el caso es que tras algunas aventuras y desventuras me cambian de nuevo de departamento y voy al de finanzas, donde estoy ahora.

Nuevos compañeros y un jefe intermedio entre Jesús y yo, Óscar. Nuevos hábitos, nuevas rutinas, nuevas responsabilidades … pero hay cosas que no cambian. Estábamos David y yo solos en el despachito cuando entra Jesús …
- Hola. Esta tarde me voy a Portugal y no vuelvo hasta el lunes, necesitáis algo de mi?
- Sentado desde mi silla miro a David … Oye, David, le has pedido a Óscar que nos traiga de Portugal esos bollitos tan ricos que suele traer?
- Un poco con cara de alucinado, me contesta que no sin saber muy bien a qué viene esa pregunta que le hago.
- Miro a Jesús … Pues sí! Es que Óscar se ha ido también a Portugal y se nos ha olvidado pedirle esos bollos que nos trae. Sabes cómo son? Son así, pequeñitos, redondos, como de hojaldre, rellenos de crema y … y cuando dejo de gesticular indicándole el tamaño le miro a la cara y …
- Rafa! (Silencio de 2-3 segundos que me parecieron 2-3 millones de años) Tú te crees que eres mi mujer o algo así para que me vaya de viaje y te traiga un recuerdo de donde he estado?!?! Te lo voy a repetir de otra forma para que te quede más claro. Si te digo que me voy a Portugal y pregunto si necesitáis algo de mi, es por si necesitáis mi firma para hacer pagos o ingresar cheques, no para que me hagas encarguitos … si quieres te traigo unas toallas!

Había una competición por ver quién estaba más rojo, si Jesús alucinando ante el personal que tenía trabajando para él, si David muerto de la risa escondiéndose como podía detrás del ordenador o yo por razones obvias … creo que gané!. Con el tiempo nunca más le he vuelto a encargar nada, aunque muchas veces me he quedado con las ganas, la verdad.

Claro, estas cosas para Fran y Ana que conviven conmigo en el despacho tanto tiempo les resultan más creíbles (sobre todo cuando Fran fue protagonista en directo de la z de zamburiña), pero cuando se lo contamos a Óscar a su vuelta no daba crédito, hasta que un día me pasó algo con él y empezó a entender todo de sopetón.

Debía ser octubre o noviembre del 2006 cuando Óscar se ausentó un día para ir a la otra oficina que tiene mi empresa en Madrid y me llama por teléfono…
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar, qué tal, alguna novedad?
- Bueno, no, solo que tienes al director de la oficina de Portugal trabajando en tu mesa.
- Ah, vale! Oye, hazme un favor, pásame con Fran que no me sé su número.
- Un segundo … Fran, cuál es tu extensión?
- La …
- Un momento Óscar, te paso.
Conversación entre Fran y Óscar que dura poco y cuelgan. Al rato suena mi teléfono de nuevo.
- Hola?
- Hola Rafa, soy Óscar otra vez, pásame con Fran por favor.
- Fran, es Óscar otra vez, tu extensión?
- La …
Otra pequeña charla entre ellos y cuelgan. A los 5 minutos otra vez suena mi teléfono ...
- (…) Rafa, dame mejor la extensión de Fran y así le llamo a él directamente y no te molesto.
- Pues sí, cierto, mejor! Fran, tu extensión es …
Vuelven a hablar y a los 5 minutos de nuevo suena mi teléfono
- Rafa, soy yo otra vez, que estoy llamando a Fran y no me coge el teléfono y …
- Es que está hablando por él con otra persona y no puede.
- Bueno, a ver si me puedes ayudar tú. Te vas a mi mesa, abres el 1er cajón, coges una tarjetita que hay en un sobre que pone ….
- Alto alto alto! Para un segundo! Le digo mientras me levanto de mi silla, me pongo en pie y empiezo a estirar el cable del teléfono todo lo que puedo … no vayas tan rápido, espera un momento que apunte en un papel todo lo que tengo que hacer porque el cable del teléfono no me llega hasta tu mesa y se me olvida todo lo que me dices.

Aproximadamente durante 3-4 segundos no se oyó nada al otro lado del teléfono, un silencio tan atronador que pensé que se había perdido la comunicación. Me encontraba de pie, junto a mi mesa estirando el cable del teléfono que sólo me daba hasta la puerta de su despacho cuando por fin se oye algo …
- Rafa … No tienes que llevar el teléfono hasta mi mesa, basta con pasar la llamada a mi extensión y desde ahí lo descuelgas y haces todo lo que te pido!

No le hizo falta verme. Tampoco a Fran y David les hizo falta oír la otra parte de conversación que no escucharon. Todos se estaban imaginando la situación. Me sentí tan ridículo ahí de pie con lo que acababa de pasar que lloré, reí, grité, jadeé, me tembló la voz, balbuceé, sufrí un conato de taquicardia, me atraganté y tosí … el color rojo parecería blanco si se comparara con mi cara en aquel momento. Dios! Cómo podía hacer tanto el ridículo con mi jefe! Me entró la risa descontrolada y no podía parar. Tampoco me ayudaba nada ver los lagrimones de mis compañeros rodar por sus mejillas. Sólo conseguía oír de vez en cuando a Óscar decir que si no podía que lo hiciera dentro de 5 minutos, pero que era muy importante y tenían mucha prisa, que si no se lo pasara a otro. No! Por mis narices que no! Ya lo estaba pasando bastante mal como para encima hundirme más encargándoselo a otro … y a quién?!?! Si ellos estaban riéndose más que yo?

Por fin, entre lloros de risa le pido su extensión, paso la llamada a su teléfono y me siento en su silla para hacer lo que me ha encargado. El director de Portugal que tenía en frente no salía de su asombro. Debió alucinar!. Por suerte desde el otro lado del teléfono, pese a la urgencia e importancia del asunto, solo oía voces de ánimo (me faltó oír el “vamos! Que tú puedes hacerlo!”) y paciencia … no era para menos. En lo que quedó de tarde no hice absolutamente nada, me fui al baño a airearme y simplemente dejé que me pasara el sofocón.

Cuando regresó a la oficina al día siguiente me costó un poco mirarle a la cara, todavía estaba avergonzado de la situación vivida el día anterior. Lo único bueno es que ahora tengo el cable de teléfono más largo de toda la empresa, ni un solo nudo.

Pero cuando uno cree que ya ha tocado fondo, que ya no puede hacer nada más, surgen imponderables, situaciones que se escapan de tu intelecto y que no sabes muy bien porqué has hecho ciertas cosas o por qué se precipitan los acontecimientos siempre en tu contra.

Disponemos en el departamento de una pequeña caja fuerte que está en el suelo en un cuartito enfrente del despacho. Dicha caja fuerte tiene una llave y una rueda con números para poner una combinación de seguridad y durante años esa rueda siempre ha estado fija y nunca le presté la menor atención porque con la llave es suficiente para abrir la caja. Pero ese día, ese fatídico día no sé qué narices se me pasó por la cabeza y quise comprobar si la rueda funcionaba o era de pega. Pues sí! Sí funciona, mira como gira! Y me fui tan contento a mi sitio a seguir con mis labores. A los 5 minutos …
- Oye? Alguno sabe que le pasa a la caja fuerte? Por qué no se puede abrir? Rafa, no has sido tú el último en usarla? Me pregunta Laura.
- Sí, fui yo, pero la abrí perfectamente.
- Pues ven ahora a ver si puedes abrirla porque yo no puedo.
- Cierto! Pues yo tampoco puedo. Qué porras le pasará? Y me vuelvo a mi sitio ensimismado en los pensamientos cuando ... Oye?! Puede tener algo que ver la rueda?
- Cómo que la rueda? Pregunta Ana
- Sí, la rueda! Y sigo con voz temblorosa y temiéndome lo peor … sí, la rueda, que antes así, como sin querer, vamos, de pasada, pues que la he girado para ver si funcionaba y …
- Qué has hecho qué?!?!? Pregunta Fran. Qué has girado la rueda?!?!? Pero tú estás tonto!!! Pero no he repetido mil veces que la rueda no se puede girar porque luego no hay forma de abrir la caja!!! Pues la has liado …
- Yo miraba a Ana para buscar una mirada amiga, un apoyo no queriendo creer que lo que decía Fran era verdad, pero nada, su mirada denotaba que él tenía razón. Y ahora qué hago? Cómo la abrimos? Usé el plural para hacer sentir a todos que en estas estábamos en el mismo barco, que éramos todos un departamento, una piña en los malos momentos, un …
- Cómo que qué hacemos?!?! Qué haces tú! Fran sonría recordando cuando a él le pasó lo mismo … pues como no la puedas abrir hay que llamar a un cerrajero y que la reviente. Nos quedamos sin caja. Mira que he repetido mil veces lo de la rueda y tú nada, tenías que girarla!.
- Y ahora qué? Repetía yo una y otra vez.
- Fran, cuando te pasó a ti la otra vez no fue Anabel la que la consiguió abrir? Preguntó Ana. No tiene ella la contraseña?.
- Sí, ella tenía la contraseña pero es bastante complicada. Aún teniéndola le costó media hora abrir la dichosa caja fuerte. Voy a ver si yo la tengo en algún sitio y si no, Rafa, vete llamando a Anabel para pedírsela y reza por que la tenga.

Por suerte Anabel la encontró y, efectivamente, era bastante complicada, que si 1 vuelta a la derecha y parar en el X, que si 2 a la izquierda y parar en … que si 368 veces a la izquierda con paradas intermitentes en números múltiplos de 2 y 7 que si … vamos, que la bomba!. El primer paso estaba dado pero no era suficiente. Tenía la contraseña pero me quedaba abrir la caja y, si por un casual no lo conseguía, se lo tenía que comentar a Óscar.
- Óscar, ehhhh … tienes un segundo?
- Sí, claro! Qué pasa?
- Bueno, verás, parece ser que hemos tenido un pequeño problemilla con la caja fuerte y no podemos abrirla. Al parecer, es probable que se haya girado la ruedecilla y ahora no podemos abrirla. Anabel nos ha dado la contraseña y voy a intentarlo pero …
- Qué?!? Y cómo ha podido pasar eso? Según lo preguntaba creo que ya sabía de sobra la respuesta.
- Bueno, pues hay bastantes opciones a que yo la haya podido girar. Aún no sé bien porqué pero …
- Pues hala, majete, ya la estás abriendo! Y si no puedes a llamar a un cerrajero.

Me meto en el cuartito con el móvil en la mano (esta vez no quise probar si el cable de mi teléfono fijo llegaba 6 metros), cierro la puerta, me siento en el suelo y lo intento pero nada, eso no se abría. Llamo a Anabel para que me repita la combinación y hacerlo según sus pasos y nada, seguimos igual. Se ofreció cien veces a venir ella y hacerlo, pero no podía consentirlo. Como me dijo que hacía un pequeño ruidito y era entonces cuando se abría, ahí me tenéis sentado en el suelo, con una mano en el teléfono, otra en la rueda y la oreja pegada a la caja … nada! Por mil veces que lo intentaba, nada de nada. Cuando alguien abría la puerta del cuartito para preguntar cómo iba, rápidamente separaba la cabeza de la caja, ya era humillante la situación como para hacerla más ridícula aún.

A los 15-20 minutos y tras recibir la ayuda de todos los compañeros aparece Óscar a preguntar cómo iba aquello. Al ver que yo no podía, se sienta a mi lado, cierra la puerta y con la contraseña en la mano se pone él a intentarlo. Si la hubiese abierto a la primera de sus intentonas me hubiera sentado un poco mal porque aún me sentiría más hundido de lo que ya estaba, pero en cuanto empezó a entrar gente a preguntar cómo íbamos y cada vez que lo hacían le daban con la puerta en la espalda, ya deseé que la abriera como fuera. Yo rezaba todo lo que sabía … “por favor, que se abra la puerta que se abra la puerta que se … no! No joé esa no!!! … zas! otro golpe a la espada de Óscar!. De esta no salgo!”. Con la espalda amoratada se levantó y me dejó que siguiera yo hablando con Anabel y luchando con la dichosa caja.

Me cansé, tras media hora y más de 20 intentos cedí, me levanté tras la última vez y la giré con rabia y … joe! Se abrió! Se había abierto!!! Llamé a los compañeros para que fueran testigos de la proeza y me fui a mi sitio con la satisfacción del trabajo bien realizado.

Aún sigo trabajando en el mismo departamento, por lo que no se sabe qué novedades puede deparar el futuro …